💗: sesenta y tres
Los habían llevado a un lugar grande que era oscuro durante las noches, y siempre se mantenía silencioso... muy silencioso.
Las paredes eran de un gris claro, no existía más color que animara el aura pesada que ahí se formaba; los niños cuando ingresaban eran obligados a usar ropa blanca con zapatos del mismo color, así como debían acceder a una inspección rápida de salud.
Según Bahiyyih, aquello era lo más parecido a una cárcel, y HueningKai empezaba a creerlo cuando le regañaron por no dormir a la hora establecida y por perderse el desayuno por haber llegado un par de minutos tarde.
Él no quería estar ahí, ese lugar era oscuro y feo; es por eso que cada noche lloraba quedito bajo el resplandor de la luna, rogándole a ella para que pronto pudieran volver con su hermano.
—Ya no llores, Hyuka —susurra Bahiyyih, cuidando de mantener un tono bajo para no ser escuchados por los demás niños.
—Q-quiero ir c-con So-Soobin hyung... —hipó fuerte—. N-no q-quiero estar aquí...
La omega lo envolvió en un fuerte abrazo con lágrimas silenciosas empapando sus mejillas; aquella era la tercera noche que pasaban en aquel oscuro lugar, no habían visto a su hermano y la angustia oprimía sus pechos anhelantes por volver a su hogar. Bahiyyih quería ser fuerte por ambos, pero ella también extrañaba a su hermano, extrañaba a Hyuna y Dawn... extrañaba su vida tranquila, no aquella incierta en la que ahora estaban.
—No te preocupes, Hyuka —afianzó el agarre en el pequeño tembloroso—. Estoy segura que oppa pronto vendrá por nosotros.
El pequeño limpió sus lágrimas. —M-mañana vendrá una familia a vernos, ¿Q-qué significa, N-Noona?
—Significa que tenemos que ser lo más feo que podamos —respondió con molestia.
El menor se removió hasta lograr verle con curiosidad. —¿P-por qué? SooBin hyung siempre nos dijo que teníamos que ser bonitos con las demás personas.
—Las personas que vendrán mañana quieren separarnos de nuestro hermano mayor —confesó, HueningKai abrió los ojitos sorprendido—. Ellos buscan niños bonitos, a los feos no se los llevan —aseguró la omega—, por eso nosotros tenemos que ser así; es un sacrificio que tenemos que hacer para darle tiempo a oppa.
—Pero... —HueningKai se tragó un sollozo—, tendremos problemas con las personas que nos están cuidando.
Bahiyyih sonrió y le besó la mejilla. —Por eso te dije que es un sacrificio que debemos hacer.
HueningKai pensó en las palabras de su hermana y no tardó en comprender que tenía razón. Las personas que estaban viendo por ellos no mostraban el mínimo interés por reunirlos con su hermano, eran malos porque no les importaba ver el sufrimiento de ambos; fue así como llegó a la conclusión de que haría todo lo posible por recuperar su hogar. No importaba lo feo que tuviera que ser, tenían que hacerlo.
—Tenemos que hacerlo, noona —dijo con convicción, provocando una pequeña sonrisa en Bahiyyih.
—Mañana iniciamos y debemos mantenernos firmes, así que ya no llores más —limpió el resto de lágrimas de las mejillas de su menor—. Debemos ser fuertes por oppa.
—¡Por la garrita! —exclamó, quizá demasiado alto, pero no le importó a ninguno de ellos.
Bahiyyih sonrió mientras entrelazaba su meñique con el de su hermano, realizando aquella promesa que era sagrada para ellos.
—Por la garrita —respondió, tratando de evitar las nuevas lágrimas que querían formarse.
No, ellos serían valientes y fuertes porque era lo mínimo que podían hacer por su hermano mayor.
La trabajadora social miraba con una mueca de terror a los dos alfas frente a ella. Le miraban con tanto reproche que realmente se creyó la peor persona del mundo, mientras sus fuertes aromas se encargaban de intimidarla; sin embargo, siempre trató de mantenerse fuerte y no demostrar signos de debilidad.
—Buenos días —saludó con una sonrisa que no fue correspondida.
—¿Por qué osó llevarse a los pequeños Choi sin el consentimiento del hermano mayor? —preguntó YeonJun sin rodeos.
—¿Sabe que podemos hacer una contra demanda por abuso de poder? —dijo esta vez Seunghyun, con toda la furia que sentía.
La beta carraspeó con sutileza. —Hace un par de semanas recibimos una denuncia de abuso contra los pequeños, por supuesto que debíamos intervenir.
—¿Me puede mostrar las pruebas recolectadas? —YeonJun alzó una ceja, estaba a nada de perder el control.
—Esa es información clasificada —la chica se sobresaltó ante el golpe fuerte que recibió la mesa por parte del pelinegro.
—¡Eso es porque no hay pruebas! —exclamó furibundo—. Irrumpieron sin permiso alguno y se llevaron a dos menores de edad, ¿Sabes que esto califica como secuestro? —sonrió ladino—; y a diferencia de ustedes, nosotros tenemos pruebas.
—Si no regresan a esos pequeños con su hermano mayor, me aseguraré de hundir este lugar —amenazó Seunghyun, la chica tembló pues sabía muy bien quién era aquel alfa—. No quedará nada, y tú estarás desempleada.
Ella enderezó su postura. —Déjeme decirle señor Choi que las amenazas están fuera de lugar.
—Entonces procederé por el frente —aseguró el mayor, YeonJun se cruzó de brazos con la mirada afilada puesta en la chica—. Mi abogado presentará la demanda en la corte y ahí tendrán que dar muchas explicaciones, o simplemente pueden devolver a los cachorros; estoy bastante seguro que para estas alturas ya verificaron que no hay tales abusos.
—Y si es así y aún los mantienen alejados de su familia, aténganse a las consecuencias —agregó YeonJun con una tranquilidad aplastante.
La beta tragó pesado; si hubiera sabido el problema que aquellos niños le provocarían nunca hubiese accedido a hacer aquel pequeño favor, ahora por culpa de Rose estaba en problemas, y unos serios porque tenía a dos alfas poderosos y enfurecidos frente a ella despotricando todo tipo de amenazas que, sabía bien estaban dispuestos a cumplirlas.
—Aunque quisiera ayudarles, no puedo —mintió, la mirada la mantenía gacha y los hombros permanecían tensos—. Los niños fueron trasladados al orfanato Hope World y según sé, ayer llegaba una familia por ellos.
YeonJun y Seunghyun se miraron por un par de segundos antes de asentir en un acuerdo silencioso. El mayor de los dos se contactó con su esposa quién era reconocida por sus grandes donaciones en lugares como aquellos, sabía bien que Irene tenía la influencia suficiente para recuperar a los hermanos, lo único que esperaba era que no hayan sido adoptados porque ahí sí se alargaría todo el proceso, junto a la agonía del pequeño SooBin, y eso era algo que ninguno de los dos alfas pensaba permitir.
—Gracias por la información —dijo Seunghyun con voz seca, no perdiendo más tiempo ahí y corriendo hacia el orfanato mencionado.
La trabajadora social pudo respirar medio tranquila, ya que frente a ella aún permanecía la imagen molesta e imponente del alfa pelinegro.
—¿Necesita algo más? —preguntó con una sonrisa tensa, los ojos de aquel hombre eran aterradores.
YeonJun la observó en completo silencio, su rostro como una roca no mostraba emoción alguna y su silencio poco a poco iba ahogando a la contraria quién ya no pudo sostenerle por más tiempo la mirada.
—Nombre.
Ella parpadeó sin comprender. —¿Perdón?
—Quiero el nombre de la persona que hizo la denuncia —exigió YeonJun con ferocidad.
—Es información...
—¡No me importa si es clasificada! —explotó el alfa—. Puede ser información de la misma casa azul y me valdría lo mismo, ¡Exijo el puto nombre!
—Le pido que se comporte —mencionó la chica con una calma que no sentía—. No llegaremos a ningún lado si continúa de esta manera.
—Entonces te sugiero que me des el nombre —gruñó el alfa—. Desde ya te digo que cuento con los contactos suficientes para obtenerlo por mí mismo, más confío en que tendrás la inteligencia suficiente de cooperar conmigo para librarte del gran problema que tienes sobre tus hombros.
La beta se alarmó. —¿P-problema?
—Y uno muy grande —el pelinegro formó una pequeña sonrisa torcida—; sé inteligente, ¿Quieres? Piensa en lo que más te conviene.
Ella realmente lo pensó, tardándose pocos segundos en comprender que su amistad con Rose no valía tanto como su libertad y su bienestar económico. Nunca debió prestarse a tales cosas, ahora se encontraba completamente rodeada bajo las amenazas de los hombres más poderosos del país.
Dentro de todo lo que pudo haber imaginado, el que esa familia contara con el apoyo más grande y poderoso, nunca estuvo dentro de sus posibilidades, ni formaron parte de sus más locos pensamientos.
Al final lo único que pudo hacer fue dejar escapar un profundo suspiro derrotado, siendo aquella la señal que YeonJun tan pacientemente estaba esperando.
—Se llama Park Roseanne —reveló en un pequeño susurro—; solo eso puedo decirle.
—Es lo único que necesito —aseguró el alfa, abandonando aquella oficina sin mirar atrás.
Salió al estacionamiento y se reunió con el mayor quien le había estado esperando durante todo ese tiempo. Ambos compartieron un último asentimiento y subieron al auto.
—Antes no lo pregunté porque no lo creí conveniente —inició YeonJun, mirando a través de la ventanilla el transcurrir de los vehículos—. Pero necesito saber el origen de tu preocupación por los pequeños y por mi novio.
Seunghyun permaneció en silencio por algunos minutos, su mirada estaba concentrada en la carretera y sus manos apretaban con más fuerza el volante. Sin embargo, sabía que no podía permanecer en silencio por más tiempo.
—SooBin es mí hijo.
Esperó los gritos y la lluvia de preguntas que seguramente YeonJun haría; en su lugar, solamente obtuvo un pequeño asentimiento y una pregunta que aunque en cierta medida esperaba, se le hizo difícil de responder.
—¿Fue el hijo que resultó de tu aventura?
En la voz de YeonJun no había reproche, tampoco molestia, ni rechazo; tan solo neutralidad con un pequeño toque de comprensión, el suficiente para hacerle hablar.
—Lo es; SooBin es el resultado del gran amor que viví con Park Seoli —dibujó una mínima sonrisa—. Nunca supe de su existencia, hasta hace pocos meses que recibí una carta —soltó un suspiro—. Desde entonces he tratado de mantenerme cerca de mi pequeño, para ayudarle en lo que sea necesite.
El menor asintió lentamente, aunque no lo demostraba aquella información era difícil de digerir. De repente, una pequeña felicidad se instauró en su interior capaz de ser transmitida a su lobo.
SooBin no estaba solo como él creía, tenía un padre que le amaba y se preocupaba por él, y dos hermanos mayores que el pelinegro esperaba le aceptaran dentro de su familia.
—¿NamJoon y BeomGyu lo saben? —preguntó con cuidado.
—Sí —le miró de reojo—. Nam lo supo hace días y afortunadamente lo tomó bien —luego hizo una mueca—. No puedo decir lo mismo de BeomGyu.
—Teniendo en cuenta como reaccionó al enterarse de todo, era de esperarse —mencionó el pelinegro en voz baja—; solo tenle paciencia.
—Por el momento mi prioridad es SooBin —dijo el mayor, ya casi llegaban al orfanato—. Necesito asegurarme que estará bien para que sepa toda la verdad.
YeonJun hizo una mueca, no le hacía nada de gracia ocultarle algo tan importante a su omega; pero sabía que aquello no podía ser contado por nadie más que no fuese Seunghyun.
—¿Qué piensas hacer en el orfanato?
—Irene me confirmó que tiene sus conexiones dentro de ese lugar, ella ya está esperándonos ahí para poder ver a los cachorros.
El pelinegro mostró interés ante aquello. —¿Crees que nos permitan verlos?
—Más les vale —siseó irritado—. Es lo mínimo que pueden hacer.
Un mal presentimiento atacó al menor, logrando crispar al lobo en su interior; y aunque rápidamente desechó esos pensamientos, el mal sabor quedó ahí como algo agrio que no le dejaría tranquilo.
—¿Qué pasa si llegamos tarde? —el tono en su voz demuestra la tensión por la que está pasando.
El mayor le miró, antes de estacionar el vehículo frente al orfanato.
—No pasará, estoy seguro.
Y YeonJun realmente quiso creerlo.
Irene estaba a punto de olvidar que era una dama para moler a golpes a la encargada del orfanato.
Llegó al lugar con el único propósito de ayudar a su esposo en lo que pudiera; Seunghyun le había puesto al tanto de lo que estaba sucediendo y ella realmente creía poder ayudar, es por eso que no perdió tiempo y se presentó con premura, teniendo la esperanza de avanzar un poco mientras esperaba la llegada del alfa.
Sin embargo, nunca contó con que la encargada sería una completa inepta sin educación.
Recibió negativas a todos sus pedidos; desde saber por el estado de los pequeños hasta cuando pidió verlos, la omega siempre se caracterizó por su infinita paciencia, más en esos momentos hasta ella misma se la cuestionaba.
—Choi HueningKai y Choi Bahiyyih están con la familia Ahn —dijo la irritante mujer después de largos minutos de lucha—. Lo más probable es que ese matrimonio los adopte, así que deje de insistir.
—Ya le he dicho que esos pequeños tienen familia —repitió Urene—. Es completamente injusto lo que están haciendo.
La sonrisa perversa que aquella mujer le dió, provocó náuseas en la omega Choi. A leguas se notaba la falta de empatía o de afecto, casi parecía disfrutar todo el sufrimiento y mal que estaba causando, y eso solo lograba endurecer más a Irene.
—Un hermano vago e irresponsable que los deja todo el día a su suerte, no puede ser considerado familia —aseguró, su lengua cargada de repulsión—. Afortunadamente una persona se apiadó de los niños y le puso un alto —seguía despotricando—; no quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si esos pequeños siguieran el ejemplo de ese.
Irene cerró sus manos en fuertes puños, sintiendo como su mandíbula empezaba a temblar debido al enojo creciente que sacudía su cuerpo.
—¿A qué se refiere exactamente? —preguntó entre dientes—. ¡Le exijo que sea clara!
La encargada tuvo el cinismo de reír. —Un joven omega de etapa hormonal que solo vive en las calles da mucho que decir, si sabe a lo que me refiero, ¿No? —le guiñó un ojo—. Es mejor así, que el mayor se pudra solo, pero que los niños tengan un verdadero hogar sin tener que presenciar tales bajezas.
Entonces Irene tuvo suficiente.
<<A la mierda la educación, esta vieja necesita una lección>>
Se lanzó de lleno contra la otra mujer quien borró su sonrisa asquerosa; Irene se encargó de arrancarle cada uno de los pelos secos que tenía en la cabeza, escuchando satisfecha los gritos de ayuda que la encargada daba sin tapujo alguno. A lo lejos pudo ver la sorpresa pintada en el rostro de su esposo y la auténtica diversión brillando en los ojos de YeonJun, aquella que la animó a seguir en su lucha.
—¡Suélteme! ¡Auxilio esta mujer me va a matar! —gritaba la odiosa mujer, lloriqueando ante la fuerza que ejercía la omega cuando jalaba su cabello.
—¡Esto es para que aprenda a respetar a las demás personas! —Irene la empujó con fuerza, tragándose una carcajada al ver a la encargada enredarse con sus propios pies.
YeonJun miró la escena y luego a Seunghyun quien permanecía con los labios en una fina línea.
—¿Esa es tu distinguida esposa? —la risa no pudo ser contenida.
—Supongo que le colmaron la paciencia —el mayor se encogió de hombros.
El pelinegro soltó una carcajada adentrándose más en el pequeño lugar. —Ella me cae mejor que tú.
—Haces mal —rodó los ojos, luego miró a su sonriente esposa—. ¿Contenta, cariño?
Irene sacudió sus manos y arregló su pulcra cabellera; la encargada la veía con resentimiento y miedo combinados pero por fin había conseguido el pase para encontrase con los pequeños, así que la omega estaba segura que valía totalmente la pena aquella pequeña escena.
—Contenta —respondió a su alfa—. Ahora vamos por esos niños.
Irene toda una diosa uwu
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