💗; sesenta
La noticia le cayó como balde de agua fría capaz de erizar a su lobo; YeonJun tenía la mirada perdida en algún punto de la oficina, sus movimientos quedaron congelados en compañía de su respiración, mientras su mente se encargaba de repetir las palabras dichas por su secretaria.
“SooBin en celo”
“Celo”
“Celo”
—¡Señor Choi! —el grito de Raina logró traerlo de regreso, la mirada de YeonJun viajó hacia ella de manera inmediata.
—¡¿Dónde está SooBin?! —la preocupación invadió su cuerpo como fuerte tormenta, su lobo era capaz de sentir la vulnerabilidad del pequeño, y eso solo ayudaba a aumentar la inquietud que lo estaba azotando.
—Acompáñeme, por favor —la beta lucía en extremo nerviosa.
YeonJum asintió con fuerza y la siguió en completo silencio; la pelirroja lo guió por el pasillo de la izquierda, justo donde estaban las salas de conferencias; agradecía aquello, ese lugar se mantenía vacío la mayor parte del tiempo, siendo básicamente la parte más segura de toda la empresa para el pequeño que en esos momentos estaba sufriendo.
El alfa sufrió un fuerte tirón en su interior; de solo imaginar el sufrimiento del omega su cuerpo se sacudía de manera desagradable. Estaba nervioso, de hecho se encontraba al borde del pánico, porque pese a su buena vida sexual, YeonJun nunca antes trató con omegas en celo y tenía miedo de arruinarlo.
Sabía lo básico, los omegas en esa etapa estaban vulnerables y sus cuerpos adoptaban una mayor sensibilidad; si tenían alfa demandarían de su atención y cuidados y también tenía claro que debía tener cuidado con cualquier cosa que dijera y la manera en que lo dijera ya que fácilmente podrían malinterpretarlas y sufrir a causa de ello.
Sí... quizá pueda manejarlo, tenía que intentarlo porque no estaba dispuesto a dejar a SooBin solo cuando él estaba ahí.
<<No menees la cola pulgoso pervertido, cuidaremos de nuestro omega de manera sana>>
Frunció el ceño ante el violento tirón que su lobo causó en su interior, claramente descontento con sus pensamientos.
Cuando llegaron al pasillo donde las conferencias se daban, una sensación de extrañeza le atravesó al ver todas las puertas de entrada cerradas. Sin embargo, a medida que se iba acercando pudo saber la razón por la cual se había ordenado la evacuación del personal, así como también se encontró justificándola por completo.
Desde ahí, podía sentir los aromas de SooBin con suma claridad, pero ese no era el problema, sino más bien el cambio drástico que mostraban gritando a los cuatro vientos el celo del omega.
Las cerezas que inundaron sus fosas nasales eran las más dulces que había olfateado, sintió a su lobo caer completamente adormecido bajo la delicia del fruto rojo y maduro que le llamaba de manera insistente. Las orquídeas estaban bañadas de la suave brisa de los encantos del pequeño, ondeaban con el viento que se encargaba de esparcir su fresco aroma; ambos perfectamente combinados y volviendo loco al alfa que trataba de mantenerse en calma.
<<¡Lobo malo! ¡Quieto! ¡Quieto! ¡Quieto!>>
—¿No le diste inhibidores para atenuar sus aromas? —preguntó con voz ahogada.
—No teníamos disponibles —Raina hizo una mueca—. No quise salir a buscarlos porque no quería dejarlo solo.
—Hiciste bien, ahora me lo llevaré a casa.
La beta asintió. —No se preocupe, me encargaré de liberar su agenda para que no tenga que regresar y se dedique a su omega.
“Dedique a su omega”
<<Ni lo pienses, perro cochino>> volvió a regañar, tanta felicidad en su parte animal le daba mala espina.
Estando frente a la puerta que lo dividía de SooBin, el alfa despidió a su secretaria dándole un par de indicaciones que la beta obedeció sin rechistar. Ambos se despidieron con una pequeña venia por parte de la chica, entonces YeonJun miró una vez más la fina madera, tomando un par de respiraciones profundas para intentar ordenar sus pensamientos.
¡Cosa que era imposible! El aroma del menor lo estaba mareando, y tenía que mantenerse controlado para poder sacarlo de ahí.
Abrió la puerta sin pensarlo mucho y evitó respirar por algunos segundos; sus ojos se movieron por todas partes, no tardando en encontrar el pequeño cuerpo hecho bolita en uno de los sillones del lugar. Desde donde estaba, YeonJun pudo detallar a la perfección las mejillas enrojecidas, los labios hinchados y mordidos, como también la ropa húmeda de la parte baja, resaltando el lubricante natural que salía como fuertes cascadas de...
<<¡Ay Diosito!>>
Enterró sus uñas con fuerza en la palma de sus manos con la esperanza de que el dolor causado le distrajera lo suficiente para no hacer una locura. Caminó con pesadez hasta donde el rubio se encontraba, agradeciendo que éste no se haya percatado de su presencia, YeonJun teme a su propia reacción al hacer contacto directo con aquellos ojitos azules perdidos en necesidad y deseo.
—Cachorro —llamó, asustándose por lo ronca que salió su voz.
<<Deja de jugártelas al casanova, tenemos que sacarlo de aquí>>
La naricita de botón se movió con insistencia en busca de aquellos aromas que llegaron para envolverlo. La menta y el limón eran inconfundibles para el rubiecito, quien gimoteó necesitado por obtener más de ellos.
Abrió sus ojitos con pereza, mirando frente a él a un alfa apuesto y varonil. El omega en su interior se removió, soltó más de sus aromas dulcificados y movió la cola contento al ver a su pareja a su lado.
—Alfa —la sedosidad con la que fue llamado provocó que YeonJun tragara en seco.
<<Se refiere a mí, pulgoso. Tú no cuentas>>
—Estoy aquí —sus manos temblaban, pero no fue impedimento para acariciar la mojada cabellera por el sudor que el pequeño expulsaba.
SooBin ronroneó con fuerza. —Te necesito...
Ay.
YeonJun necesitaría de un milagro para mantenerse a raya con sus manos libres de pecado.
—Te llevaré a casa —informó, ignorando el estímulo que su lobo recibió al ser tuteado por su pareja.
El rubiecito extendió sus manitas con un puchero marcado en sus labios; el alfa tomó una última inspiración antes de acercarse. Pasó uno de sus brazos por debajo de las rodillas y el otro por atrás de la espalda para sujetarlo con fuerza, levantándolo con suma facilidad.
El omega rápidamente se acomodó, dejó escapar gustosos ronroneos, ocultando su rostro en el cuello del mayor donde olfateó a su gusto.
—N-no hagas eso —pidió YeonJun nervioso al sentir la húmeda lengua del menor lamer en su cuello.
—Hyung... —el mayor jura que ese no fue un gemido—, hueles delicioso.
El alfa ignoró el calor que cubrió sus mejillas; rápidamente salió del salón de juntas y se echó a correr por todos los pasillos, en esos momentos no le importaba la imagen que estaba dejando, lo único presente en su mente era sacar al menor de ahí y ponerlo en un lugar seguro.
Estando a punto de llegar al ascensor para bajar a recepción se encontró con Rai, recordando con una mueca que le quedaría mal en la prueba de vestuario.
—YeonJun... —fue groseramente interrumpida.
—Lo lamento, pero no podré estar en la prueba de vestuario —cortó, en ningún momento dejó de caminar por lo tanto la omega tuvo que seguirlo—. Mi omega está en celo, y lo único que me importa en estos momentos es sacarlo de aquí.
Ella pareció entenderlo. —La haré sola y te mandaré los resultados por correo para que los revises desde casa.
—Eso sería genial —ingresaron al ascensor y de un solo gruñido YeonJun hizo que dos alfas de mantenimiento salieran despavoridos para darles espacio solo a ellos.
—¿Necesitas que te ayude en algo? —preguntó, mirando con curiosidad al omega oculto en el cuello del alfa, que no había parado de gruñirle al percatarse de su presencia.
YeonJun besó los cabellos rubios para tranquilizarlo. —¿Podrías llamar a mi madre? Dile que me espere en casa y le explicas lo que está pasando.
—Como digas —asintió ella, tomando el móvil del alfa para enviar un mensaje de texto e inmediatamente devolverlo.
—Dile que compre todo lo necesario, no entiendo mucho de esas cosas y me siento perdido —admitió molesto.
La chica rió entretenida. —Cuando estamos en celo solo buscamos una cosa —comentó, mirando con aire distraído los números del ascensor—. Una vez que lo obtenemos, nos quedamos bastante tranquilos.
—¿Qué es? —YeonJun lo preguntó con tanta curiosidad que Rai realmente pensó que no tenía una idea de cómo cuidar de un omega en celo.
—Sexo.
Oh.
<<¡Oh, no! ¡Mantente quieto, perro loco!>>
—No haré tal cosa —murmuró entre dientes.
Ella se encogió de hombros. —Entonces prepárate para el berrinche del siglo.
El pelinegro rió con incredulidad mientras salían del ascensor. Por supuesto que SooBin no pensaría en tales cosas, era una bolita cargada de inocencia y ternura que no se dejaría llevar por deseos primitivos. Ahí el único pervertido era su lobo, ¡el cual no entendía lo que era un no!
Salió del edificio con decenas de miradas quemándole en la espalda. Jackson ya le esperaba y tuvo que tragarse los gruñidos que quería soltar al saber que no era el momento adecuado.
—A la mansión, ahora.
Él cuidaría bien de su pequeño, y SooBin estaría tranquilo.
YeonJun nunca en su vida estuvo tan equivocado.
¿SooBin tranquilo?, ¿SooBin inocente sin deseos impuros?
¡Ja! Nunca hubieron tantas injurias juntas.
Desde el momento que llegaron a la residencia y notó que su madre no había llegado, debió prever que nada sería bueno. En cuanto cruzaron las puertas de entrada, el chiquillo lujurioso se había lanzado de lleno a su boca donde metió la lengua hasta la garganta del alfa sin posibilidades de dejarlo escapar; y, como si fuera poco se restregó con total descaro, valiéndole poco los nulos intentos del mayor por apartarlo.
YeonJun se sentía violado.
¡Y el lobo desvergonzado que tenía parecía disfrutar de la disponibilidad del omega!
En sus treinta años nunca imaginó encontrarse en aquella situación tan bochornosa; está seguro que si BeomGyu lo ve se burlaría de él, porque, ¿Qué clase de alfa correría por toda la casa con tal de escapar de una garrapata cachonda?
—¡SooBin! —gritó aterrado, el menor lo seguía mientras seguía repitiendo lo mismo.
“Hyung, ayúdame”
“Hace calor”
“Te quiero a ti, YeonJun”
Llegó a la cocina y se apoyó en la isla, dando un gritito cuando el menor ingresó todo sonrojado y húmedo.
SooBin hizo un puchero. —Hyung...
—¿No quieres un baño? —el rubiecito avanzó un paso y YeonJun lo retrocedió—. Estoy seguro que un baño te haría bien, uno muy frío.
El omega ladeó la cabeza y luego sonrió contento; YeonJun pudo respirar tranquilo al pensar que aceptaría su propuesta, pero luego casi se atraganta con su saliva.
—Solo si te bañas conmigo, Hyung —comentó con un coqueto guiño, ¡Un guiño!
Oh sí.
<<Oh no, ¡Sáquese!>> reprendió a su lobo.
Su mente hizo cortocircuito mientras pensaba en sus opciones. Llegó a la conclusión que seguir corriendo no solucionaría nada, necesitaba convencer a SooBin de tomar un baño, cambiarse de ropa y tomar un té relajante para que descansara, así que lo mejor sería complacerle a medias en todas sus exigencias.
¡Pero a medias! Nada de ir más allá.
—Vamos por ese baño —se acercó con una seguridad que no tenía y tomó la pequeña manita.
Agradeció la sumisión que mostró el menor, le facilitó las cosas y estuvo quieto en todo momento. El alfa sacó un par de toallas y una muda de ropa cómoda; cuando todo estuvo listo miró a SooBin de manera atenta. El menor parpadeó y levantó ambos brazos en una silenciosa invitación.
YeonJun rezó a todo lo existente para no tener una erección.
Desvistió al menor con sumo cuidado, la piel de SooBin ardía con fuerza y provocaba que sus dedos hormiguearan por querer tocar más; rápidamente desechó esos pensamientos y se concentró en su trabajo. Para mayor comodidad dejó la ropa interior del rubiecito puesta, y sin esperar más lo obligó a que entrara a la ducha.
El agua fría ayudó a que los pensamientos del omega se aclararan un poco; el calor se drenó de manera considerable, el deseo todavía continuaba al igual que la incomodidad, pero ya no era tan agobiante como en el principio.
Y solo en ese momento fue que sintió vergüenza por su actuar.
Salió de la ducha en completo silencio, dejó que YeonJun lo envolviera en una toalla y agradeció que el alfa le diera la espalda en el momento que cambió su ropa interior. Ambos entraron a la habitación del mayor y ahí se terminó de vestir para ingresar en las cómodas sábanas de la amplia cama.
—N-no se vaya... —suplicó quedito, al ver las intenciones de YeonJun por abandonar la habitación.
El mayor le regaló una sonrisa. —Solo iré por un té que te relajará.
—Así estoy bien —aseguró con ojitos llorosos—. Lo prometo.
El pelinegro se acercó con expresión preocupada. —Sé lo mucho que duele, y quisiera haberte ayudado pero...
—¿No me desea? —las lágrimas no pudieron contenerse—. ¿Es eso?
YeonJun se alarmó ante las palabras llenas de dolor que escaparon de los labios de su pequeño. Decidió dejar el té de lado y se adentró en las tibias sábanas, sonriendo suave cuando SooBin se apegó a su cuerpo de manera inmediata.
—Mírame, amor —pidió con dulzura, los ojos de Jimin se encontraron con los suyos—. Te deseo, te deseo como nunca antes había deseado a alguien —aseguró con cruda sinceridad.
El menor suspiró tembloroso. —Entonces, ¿Por qué no me hizo el amor?
No pudo evitar la pregunta, el rechazo de su alfa le había dolido, y muy en el fondo estaba seguro que YeonJun lo seguía viendo como un niño, su omega le gritaba que así era.
—Porque tengo miedo.
Esa respuesta no la esperaba. —¿Miedo?
—Aunque mi experiencia en ese ámbito es amplia —rió ante la mueca del menor—. Nunca he hecho el amor, SooBin —habló con seriedad.
—Pero si acaba de decir que...
—He tenido sexo —cortó el mayor sin vergüenza alguna—. Sexo rudo que es carente de sentimientos, es lo único que he experimentado; y por eso tengo tanto miedo contigo —juntó sus frentes—. No quiero que seas uno más, quiero demostrarte todo mi amor, que mis caricias no solo se graben en tu cuerpo, las quiero plasmar en tu alma, pero para eso necesito aprender... que ambos aprendamos —hizo una pausa—. En estos momentos en los que estás vulnerable quizá no lo entiendas, pero SooBin... —acarició sus mejillas mirándole a los ojos—. Mi mayor deseo es que cuando nos entreguemos sea porque ambos estemos listos y lo queramos, sin ningún celo que gobierne en nuestros instintos.
Más lágrimas salieron de las mejillas enrojecidas, pero esas eran por la dicha que su corazón sentía por la confesión hermosa que su alfa le hizo. Ahora estaba seguro que YeonJun lo quería de manera sincera y pura, no se aprovechó de su vulnerabilidad y no lo dejó de lado; siempre demostró cariño en sus cuidados, y le hizo sentir especial, tan especial que su corazón no podía con tanto.
Estaba profundamente enamorado de un alfa que todos los días le demostraba cuánto le quería. Un hombre fuerte y dulce que llegó a su vida en el momento perfecto, haciéndole ver el hermoso arcoíris que le esperaba del otro lado de la tormenta.
—Dime como puedo ayudarte —suplicó el pelinegro con angustia, no quería ver a su menor llorar.
—Abráceme —pidió—. Lo necesito sentir cerca de mí, embriágueme con su aroma para poder sentirme tranquilo.
Y YeonJun así lo hizo. Envolvió en sus brazos a aquel tesoro que había encontrado y que valoraría más que cualquier otra cosa. Su alfa emanó su aroma que sirvió como tranquila brisa al omega que yacía envuelto en una espesa bruma que la tormenta de su celo había causado, dándole el soporte que necesitaba para sentirse completo y amado.
—Mi cachorro —murmuró el mayor a un rubiecito adormilado—. Eres lo más importante para mí.
El omega sonrió entre sus sueños, unos que ya no eran pesadillas oscuras sino coloridos escenarios llenos de felicidad y encanto.
Porque el alfa estaba ahí para cuidar de ellos, y jamás lo soltaría.
Son lo más bonito que hay, basta 🥺
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