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💗; cincuenta y nueve

—La donación que estaba a cargo de la señorita Lia fue todo un éxito —informó Raina a YeonJun—. Solo falta su confirmación para programarle el regreso a Seúl.

El alfa hizo una mueca, el tiempo había pasado demasiado rápido y ya no tenía ideas para mantener alejada a la omega. Sin embargo, podía ver el lado positivo y ese era que Lia regresaba justo a tiempo del lanzamiento de la línea primaveral, así que YeonJun se encargaría de darle mucho trabajo para que la chica no tuviera ánimos de molestarlo.

—Confírmalo —ordenó, la pelirroja asintió—. Necesito que involucren a Lia en el lanzamiento de la crema de cerezos.

—¿Como modelo principal? —preguntó su secretaria.

—No —negó el mayor—. Ese puesto es de Rai, Lia formará parte del equipo secundario —decidió—; para un principal necesitaba firmar contrato en las inscripciones y en ese momento no estaba presente.

—Entendido —asintió la beta—. ¿Necesita algo más?

YeonJun sobó su mentón. —Dile a los de laboratorio que me envíen dos muestras, estaré todo el día en la oficina esperándolas.

—Sí señor —Raina hizo una pequeña reverencia y abandonó la oficina.

El pelinegro sacó de uno de los cajones aquel bonito dibujo que los hermanos Choi le obsequiaron, era un colorido jardín rodeado de muchas flores que variaban en tamaños y colores. La idea de enmarcarlo le llegó a la mente, decidiendo que más tarde le pediría ayuda a su secretaria.

—Señor Choi —la voz de la mencionada se escuchó a través del intercomunicador.

—¿Sucede algo? —preguntó, jugando con uno de los lapiceros para encontrar algo con lo que entretenerse.

—La señorita Rai Simon desea verlo.

El movimiento en el lapicero se detuvo de manera abrupta, para retomarlo en cuestión de segundos.

—Que pase.

Dejó el juego de lado y fijó su vista en la puerta de la oficina, por donde una despampanante morena hacia su entrada.

—¿Necesitas algo? —preguntó con cortesía, pero dibujando en su tono de voz la línea de distancia para aclararle a la omega que nada sería como antes.

La chica alzó una ceja con sorpresa; el comportamiento de YeonJun era demasiado profesional para su gusto, pero tampoco se pondría a cuestionar tales cosas. Tenía asuntos más importantes que atender.

—Me acaban de notificar que la prueba de vestuario será removida, porque se debe esperar la llegada de Lia —no se preocupó en ocultar su disgusto.

—Es correcto —aceptó YeonJun—. En un principio sería viernes, ahora será sábado.

Rai soltó un largo suspiro mientras tomaba asiento frente al alfa. —YeonJun, no puedo hacer la prueba el sábado.

—¿Por qué no? —hasta ese momento fue que el alfa la miró directamente—. Tenía entendido que tú firmaste contrato exclusivo con nosotros.

—Porque tengo familia, ¿Sabes lo que significa? —preguntó con sorna, el alfa tensó la mandíbula—. Mis padres vienen de visita el sábado, es por eso que fui muy clara desde el principio con el día.

—Tendrás que hacer un espacio —el mayor se mantenía en su postura—. Ya hice un cambio, no realizaré un segundo.

Rai se puso de pie luciendo furiosa. —Todo por su beneficio, ¿No? —YeonJun no respondió—, ¡Todo lo que has hecho ha sido para beneficio de tu amante favorita!

—No es mi amante —corrigió con calma.

—Pues lo que yo he visto, dista mucho de tus palabras —murmuró con enojo, le ardía que siempre Lia fuera la considerada y que YeonJun le perdonara todo.

Un carraspeo provocó que ambos miraran hacia la puerta de entrada. Rai frunció el ceño al ver al omega del otro día, mientras que YeonJun perdía todo color al imaginar lo que SooBin escuchó.

—Creo que vine en mal momento —el menor realmente lucía incómodo.

A SooBin no le hizo nada de gracia ver a la chica grosera del otro día en la oficina de su hyung; sin embargo, sabía que ella era una modelo más de la empresa, así como conocía bien la importancia de la próxima campaña. Además, él confiaba en el alfa, sintiéndose seguro en lo que tenían.

Aunque claro, no le gustó escuchar la relación que su alfa tuvo con Lia, así como tampoco le gustó saber que también se había enredado con la chica frente a él. SooBin quiere tomarlo con calma y es por eso que se repite que eso sucedió antes que ellos iniciaran algo; ahora YeonJun era suyo, y no lo soltaría por nada.

La sonrisa que YeonJun le dedicó le transmitió aquella calidez que tanto necesitaba.

—No interrumpes nada, cachorro —aseguró el alfa, indicándole con una de sus manos que se acercara—. Ven, te quiero aquí conmigo.

Rai estaba estupefacta.

Sus ojos miraban y su mente se negaba a creerlo. Esa mirada, ella nunca había visto aquella mirada en el alfa; sus ojos brillaban en un amor infinito y auténtico, el sonrojo cubría las pálidas mejillas y pequeñas arrugas se formaban en sus ojos de la fuerza que la sonrisa mostrada ofrecía. Rai lo miró en silencio, ahí no quedaba nada del amante frío que tuvo, solo estaba un alfa enamorado... profundamente enamorado de su omega.

Sonrió sin poder evitarlo, ahora sabía bien que el amor cambiaba a las personas. Pudo comprobarlo por sí misma al ver a YeonJun en aquel estado.

—¿Estás cómodo? —la pregunta de YeonJun provocó un furioso sonrojo en SooBin.

¿Cómo podía preguntarle aquello con total descaro? ¡Lo tenía sentado en su regazo! El rubiecito estaba seguro que era cuestión de tiempo para que le temblara todo el cuerpo.

—Lo mejor sería que termine de atender a la señorita —propuso SooBin con el rostro ardiendo de vergüenza.

Rai rió por lo bajo. —Por favor, necesito una afirmación.

—Ni lo pienses —negó YeonJun—. El sábado se hará la prueba de vestuario y punto.

SooBin frunció el ceño y encaró al alfa. —Hyung, el sábado es la feria de mis hermanos.

Ahora sí, YeonJun perdió todo color; mientras que Rai evitaba sonreír triunfante.

—¿E-este sábado? —preguntó el alfa atemorizando, ¡¿Cómo pudo olvidarlo?!

—Sí —el ceño fruncido en el omega se profundizó—. Usted prometió asistir el día de la pijamada.

¡Santas pulgas! El lobo estaba en verdaderos problemas.

Su mente rápidamente empezó a valorar las opciones que tenía. La imagen de los cachorros invadió su mente, al mismo tiempo que la guerra formada por anular la prueba de vestuario, ¿Qué hacer? Por donde sea que le viese había un desastre asegurado.

—YeonJun —el llamado de Rai le sacó de sus lamentables pensamientos—. Si autorizas puedo hacer la prueba de vestuario hoy —propuso para sorpresa del alfa—; es en la única que tienes que estar presente, así en la prueba del sábado dejas a un encargado y te vas tranquilo a tu feria.

—¿Lo harías? —preguntó esperanzado, SooBin se mantenía en silencio y entretenido con los lapiceros desparramados en el escritorio.

Ella hizo mala cara. —No es muy bonito trabajar horas extras; pero es la única manera en la que ambos salimos ganando.

—Tienes razón —hizo una mueca—. Iniciaremos a las dieciséis horas, quiero que estés lista.

La omega se puso de pie e hizo una pequeña reverencia. —Como digas, jefe.

Ambos compartieron una mirada burlona y Rai finalmente abandonó la oficina. YeonJun centró toda su atención en el omega que seguía entretenido con lo que sea iba encontrando, aquel comportamiento le pareció de lo más tierno y no pudo evitar dejar un sonoro beso en la mejilla rechonchita.

—Te extrañaba —murmuró el mayor, inhalando del delicioso aroma de su omega.

El toque que YeonJun ejercía en su cuerpo provocaba leves estremecimientos en el nervioso rubiecito.

—Necesito hablar con usted de algo —dijo, levantándose del regazo del mayor, su cercanía lo ponía nervioso y aquello no era buena señal.

El pelinegro hizo un mohín ante la falta de contacto. —¿Y es necesario que te alejes?

—Es importante —afirmó SooBin, tomando el mismo lugar que Rai tenía—; pensaba esperar a que usted volviera a casa, pero por lo que escuché hoy llegará tarde.

El alfa se enderezó en su lugar. —Eso quiere decir que es importante.

—Lo es —SooBin bajó la mirada y jugó con sus deditos—. Es importante para mí.

—Adelante —instó el pelinegro con una pequeña sonrisa—, te escucho.

El rubiecito tomó una profunda inhalación y cerró sus ojitos; lo que estaba a punto de decir requirió de muchas noches donde pasó pensando y pensando hasta llegar a la conclusión en la que había llegado. Sabía que YeonJun no estaría tan feliz, pero SooBin estaba bastante seguro de lo que quería hacer.

—Deseo renunciar a mí trabajo.

Aquella simple oración provocó una estampida en el interior del alfa. YeonJun permaneció estático y en silencio, sus ojos miraban atentamente al omega frente a él esperando encontrar el mínimo ápice de duda, más solo hubo cruda seguridad, una aplastante que provocó un leve pinchazo en su corazón.

¿Renunciar a su trabajo? Eso significaría ya no verlo más por las mañanas ni cuando regresara de su trabajo, sin mencionar sus visitas a la empresa cada vez que le llevaba la merienda. Definitivamente, nunca en su vida imaginó aquello.

—¿Por qué? —él realmente quería hacer muchas más preguntas, pero tampoco quería que SooBin se sintiera ahogado.

—Nuestra relación está empezando y quiero hacer las cosas bien —tomó un respiro—. No deseo que algo laboral nos una, no lo siento correcto —hizo una mueca—. Llevaba semanas pensándolo, y hace pocos días Hyuna noona me hizo una propuesta que no pude rechazar —contó con ilusión, YeonJun sonrió ante aquello—. Abriremos una cafetería que también será floristería, ¡¿Puede creerlo?!

—Eso es lo que siempre has deseado —dijo el alfa, recordando aquella cita en la que SooBin le había confiado sus sueños.

A SooBin no le gustó la mirada triste del alfa. Por más que YeonJun intentara sonreír, sus ojos estaban apagados y su aroma había cambiado, el omega no quería ser el causante de aquello.

—Hyung... no esté triste, por favor —suplicó.

—Es que ya no te veré como antes —rió un poco, quizá para camuflar el nudo creciente que se estaba formando en su garganta—. Estoy orgulloso de ti, cachorro —admitió, tomando las manos del menor entre las suyas—, me siento feliz y afortunado de tenerte; alguien tan hermoso y auténtico que está luchando por alcanzar sus sueños —le miró de manera profunda—. SooBin, quiero que sepas que te apoyaré en todo, yo no seré el que te frene en volar, más bien prometo estar ahí para sostenerte y servir de consuelo en esos días que sientas no poder más.

SooBin hipó con el llano retenido, nunca imaginó que su mayor le dijera palabras tan bonitas y con aquella mirada que siempre le dió la seguridad para confesarle todos sus sueños y anhelos.

—¿N-no está m-molesto conmigo? —preguntó, sintiendo las primeras lágrimas resbalar por sus mejillas.

YeonJun se puso de pie y rápidamente se acuclilló frente al omega; limpió las lágrimas con suma delicadeza y descasó su mano en la mejilla izquierda, mientras sus ojos acariciaban con profunda ternura aquellos pedacitos de cielo que llegaron a iluminarlo.

—Nunca podría molestarme por eso —aseguró, mirando directamente a los ojos contrarios—. Solo quiero lo mejor para ti; deseo que crezcas y descubras cada una de tus capacidades —le sonrió con cariño—. No quiero ser quién te frene, sino todo lo contrario, quiero impulsarte a llegar lejos porque confío en ti y estoy seguro que podrás alcanzar grandes cosas —se impulsó y le dió un beso corto en los labios—. Solo te pido que me dejes permanecer a tu lado.

Las emociones fueron demasiadas para que SooBin pudiera soportarlas; se lanzó a los brazos seguros del alfa y se aferró a él con fuerza. Su naricita inhaló aquellos aromas que había aprendido a amar, sintiendo que aquel era su hogar, al único que realmente quería pertenecer.

—Usted es todo lo que siempre soñé —confesó en un pequeño susurro que sirvió como manantial de vida en el corazón del alfa.

YeonJun besó los rubios cabellos con amor. —Tú eres lo más precioso que tengo, y siempre te protegeré sin importar qué.

—¿Acepta mi renuncia? —quería asegurarse para así darle la respuesta definitiva a su noona.

La risa ronca del alfa lo envolvió. —No hay nada que pueda negarte —confesó el mayor—, pero con una condición.

SooBin salió de su escondite y le miró con curiosidad; los ojos de YeonJun brillaban en anhelo, uno que despertó algo en su interior que en esos momentos no pudo descifrar.

—¿Cuál es su condición? —la mirada del omega siempre lograba enamorar más a YeonJun.

El alfa se acercó y reclamó los labios del menor; un movimiento suave y pausado con la ausencia total de sus lenguas, tan solo pequeñas y constantes caricias que robaron suspiros de ambos, demostrando en ese pequeño acto todo lo que sus corazones sentían.

Se separaron luego de largos minutos de besos tiernos; YeonJun acarició con su nariz a la contraria y cuando sintió que sus nervios estaban medianamente aplacados fue que finalmente dijo su petición.

—Que vivas conmigo.

Sorpresa fue lo que pintó en cada rincón del rostro del omega, SooBin veía al alfa con los ojos muy abiertos y sin parpadear, tratando de encontrar la pequeña señal de que todo era una broma.

No pudo encontrar nada, tan solo la seriedad que tanto caracterizaba al mayor.

—¿Vivir con usted? —dijo, más para sí mismo, que para el alfa.

—Acepto tu renuncia, pero quisiera que vivieras conmigo —respondió el mayor con ojos soñadores—. Aunque, quiero que tengas la certeza que respetaré cualquier decisión que tomes, solo quería decirte lo que yo sueño.

Entonces, SooBin sonrió; agradeciendo poder ver la ternura que su alfa era capaz de mostrar por todos aquellos que amaba.

—Nunca podría negarle algo a esa carita.

YeonJun parpadeó tratando de comprender las palabras del omega. A medida que el tiempo iba pasando, una enorme sonrisa iba naciendo, entendiendo por fin el gran significado oculto tras aquellas palabras.

—¿Eso es un sí? —sabía que lo era, pero YeonJun quería escucharlo de los labios del menor.

El rubiecito rió contento. —¡Sí! Acepto vivir con usted.

El alfa dejó escapar un gritito que a oídos de SooBin sonó tierno. YeonJun se puso de pie e inició con un pequeño bailecito para drenar toda la felicidad que sentía tras la afirmativa del omega.

—¡¿Estás hablando en serio?! —preguntó con efusividad, todavía no terminaba de creerlo.

El rubiecito seguía riendo a carcajadas cuando respondió.

—Muy en serio, hyung —le miró con amor—. ¿Cuando quiere que nos mudemos?

Y YeonJun nunca imaginó que aquella simple pregunta lo haría sentir tan completo.


YeonJun llevaba más de dos horas sumergido en su trabajo, había terminado el papeleo y ahora estaba listo para dar inicio con la prueba de vestuario; Rai le había confirmado que ya estaba en el salón esperando, y que solo faltaba su presencia para dar inicio.

En esas estaba cuando de repente Raina ingresó a su oficina; lucía sumamente agitada y nerviosa.

—¿Sucede algo, Raina? —preguntó ante el silencio incómodo de la beta.

—Señor Choi —el comportamiento de su secretaria era en demasía extraño.

—No tengo todo el día —estaba perdiendo la paciencia—. Si tienes que informar algo, hazlo rápido.

Ella se asustó y rápidamente lo soltó.

—Es sobre el joven SooBin.

YeonJun se tensó. —¿Qué ocurre con él?

Fue entonces que la pelirroja le dijo aquel detalle que encendió cada parte de su alma hasta provocar un profundo aullido de su lobo que estremeció cada partícula de su interior.

—Acaba de entrar en celo.

Ojitoooo 👁️👄👁️

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