Capítulo 4: ERROR
No eres un error
Eres creación de Dios
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Miércoles
6:00 a.m
< ¡oh no! ¡otro día de clases! ¡ya no lo soporto más! > pensé en cuanto escuché sonar la alarma de mi celular.
Me levanté lentamente. Luego de bañarme y arreglarme bajé a la cocina.
Mientras bajaba por las escaleras me detuve al escuchar que mis padres discutían, no me parecía raro ya que siempre lo hacían pero me dio curiosidad al escuchar que se referían a mi.
— ¡Ya no puedo más, no la soporto! — exclamó mamá llevando sus manos a la cabeza
— ¡Es tu culpa, te pedí que abortaras y no quisiste hacerlo! — respondió mi padre
— ¡no fue mi culpa! ¡mi madre se enteró y se lo dijo a mi padre! ¡si por mi fuera me habría deshecho de esa niña!
<Lo se madre, no me quieres>
— ¡Pero es tu culpa! — Él la señaló con el dedo — ¡Debiste cuidarte!
— ¡Tu también pudiste haberlo hecho!
— ¡¡Mira no voy a seguir discutiendo contigo!! ¡¡Haz lo que quieras con tu hija!!
— ¡También es tu hija! — Le recordó mamá
— ¡¡No!! ¡¡No es mi hija!! ¡Es un error! — gritó mi padre mientras salía por la puerta
No puedo explicar lo que senti en esos momentos, varios sentimientos se mezclaron.
Lo extraño fue que no brotaron lágrimas de mis ojos, simplemente sentí una fuerte opresión en mi pecho.
Ese día me di cuenta de algo:
El dolor sin lágrimas duele más...
¿Por qué? Por que llorar es una manera de desahogarnos y sacar todo lo que nos duele.
Pero...si no salen lágrimas ¿cómo sacas ese dolor?
No lo se...
Quería llorar, quería sacar todo lo que había dentro de mi corazón y que me estaba haciendo daño, pero las lágrimas no salían, cada vez que que gritaba mis gritos se ahogaban en el silencio.
No era la primera vez que mis padres decían que era un error, pero esa vez fue más doloroso escucharlo.
Vi como mi madre tomaba su bolso del sofá y se dirijia hacia su trabajo.
No tuve ganas de ir a la escuela, así que me diriji a un lugar en el que sabia que me ayudarían.
Un lugar en donde me sentía amada.
[.....]
Toqué la puerta varias veces hasta que por fin me abrieron.
— ¡Alin que gusto verte! ¡hace mucho tiempo que no venías a verme! — Me envolvió en un abrazo.
— Abuela, lo siento he estado ocupada con la preparatoria, ya sabes, tareas y eso
— Si claro, ven pasa tienes que contarme como has estado — me condujo hasta adentro de su casa — Sientate donde quieras, esta es tu casa.
Tomé asiento en uno de los grandes y cómodos sillones del sofá.
Mi abuela se dirijio a la cocina y en pocos minutos regresó con dos tazas en una bandeja.
— prepare tu bebida favorita
— Gracias Abue — le dí un sorbo al riquísimo chocolate que estaba en mi taza — Te quedo riquísimo — sonreí
— ¿Cómo te ha ido en la escuela? ¿Ya te adaptaste?
Suspiré — Es totalmente diferente, aún me cuesta acostumbrarme...
— Lo se, al principio es difícil, pero ya verás que con el tiempo lograrás adaptarte
— Eso espero
— ¿cómo está tu madre? — preguntó y posteriormente bebió el contenido de su taza
— Bien — dije con pesadez al recordar lo que había ocurrido esta mañana
— Alin ¿segura que está todo bien? Sabes que puedes contar conmigo, Te conozco muy bien y se que me estás ocultando algo
— Okey, es solo que...— Le empezé a contar todo, las constantes discusiones entre mis padres, sus palabras hirientes hacia mi.
Un nudo en mi garganta se formaba cada que recordaba los sucesos.
— Alin, Se que es difícil para ti todo esto que estás pasando, no imagino cuán triste te sientes, pero Dios te ama y conoce tu corazón y él puede ayudarte a salir de todo.
— Si Dios me ama ¿por qué permito que naciera en una familia así?
— El tiene un plan para todo y para todos
Si, mi abuela era cristiana, por esa razón no permitió que mamá abortara, para ella tener un hijo era una grande bendición de Dios.
— Pero mis padres todo el tiempo me culpan, Dicen que soy la causante a sus problemas, soy Un error...
— No digas eso, No eres un error, eres creación De Dios y él te ama — se acercó a mi y me dió un fuerte abrazo — ¿me permites orar por ti?
Asentí con la cabeza, mi abuela cerró sus ojos y comenzó a clamar a Dios por mi vida, pidiéndole que él me mostrara el camino.
Para mi era difícil llegar a comprender que era creación del rey de todo el universo.
Me sentía insuficiente, Mi mente me repetía una y otra vez que no valía nada, que siempre sería un error para mis padres.
Al salir de casa de mi abuela me dirijí hacia el centro comercial. Entré a una tienda de ropa, tenía algo de dinero así que planeaba comprarme algo.
Al entrar pude ver a Hania en compañía de sus amigas, estaban en los vestidores probándose conjuntos de ropa.
Me escondí atrás de varias prendas que yacían colgadas para que no me vieran.
Me quedé observando por unos instantes como salían y modelaban entre ellas.
Las tres se veían hermosas, preciosas...
Sentí algo de envidia, envidia de querer ser como ellas, de ser tan bonita como lo eran ellas.
Unas pequeñas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, en mi mente comenzaron las voces que tanto odiaba: <Ellas son bonitas tu no> <nunca llegarás a ser perfecta como ellas> <nunca podrás impresionar a alguien así como eres> <eres horrible> <Fea>
Sostuve mi cabeza entre mis manos deseando apagar esas voces.
Me di la vuelta dispuesta a salir del local, no me di cuenta de que alguien venía y accidentalmente choque con esa persona.
— Lo siento, venía distraído con mi celular — se disculpó
Alcé mi vista y me encontré con la mirada de un joven de aproximadamente 17 años, de cabello negro un poco largo, y unos hipnotizantes ojos Azules.
Bajé rápidamente la mirada, no quería que nadie se diera cuenta de que estaba llorando.
— ¿Estas bien? — me preguntó
— perfectamente bien — respondí con sarcasmo
— pues no parece que estés bien ¿por qué lloras?
— Es que...nunca podré ser perfecta como ellas — señalé al grupo de amigas que estaban en los vestidores.
Sonrió, yo la mire extrañada. Luego dijo:
— Eres perfecta tal y como eres
— Lo dices solo para que no me sienta mal ¿cierto?
— Lo digo en serio
— No lo creo
— Si te vieras a través de mis ojos te darías cuenta de que digo la verdad
Sonreí levemente. No creía que alguien tan lindo como él me dijera que era perfecta.
— Me tengo que ir — dije
— Adiós, fue un gusto conocerte — respondió, y rápidamente yo salí de la tienda.
Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro al recordar las palabras de aquel chico.
Y entonces fue que me di cuenta de algo: <no le pregunté su nombre>
— Ash ¿por qué tendría que saber su nombre? Es un desconocido — me reproché a mi misma.
Caminé lo más rápido que pude hasta llegar a casa.
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