En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.

Proverbios 17: 17

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— Uno, dos, tres, probando, probando — repetía una y otra vez Rodrigo con el micrófono en la mano, quien estaba probando los efectos del sonido.

Me encontraba en la iglesia sentada en una de las bancas, en los asientos de en medio.
Dan me había pedido que lo acompañara a su ensayo con el grupo "luz en la oscuridad".

— ¡¡Se escucha perfecto Rodrigo!! — le grité haciendo con mi mano un like.

— Gracias Linda — Alzó su mano en mi dirección.

Dan lo miró extrañadamente para luego voltear a verme.

— ¡Rodrigo! ¡Cuidado! ¡Dan podría matarte con la mirada! — dijo Lucas para luego carcajearse

— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó

— hubieras visto la cara que puso cuando le dijiste "Linda" a Alin...

— oigan aún sigo aquí — respondió Dan mirándolos seriamente

— tranquilo Amigo — Rodrigo se acercó a el — Alin es completamente tuya ¿okey?...no estoy interesado en ella, se cuanto la quieres...

Esta vez fui yo quien se puso de pie y exclamó — ¡Sigo aquí! ¡puedo oírlos!

Todos soltaron una carcajada. Dan me miró y me regaló una tierna sonrisa a la cual correspondí.

— ¡bueno chicos esta todo listo! ¡vamos  a iniciar! — exclamó Paola.

— ¡todos a sus puestos! — dió una palmada Mía

Los integrantes se acomodaron y el baterista: Rodrigo; comenzó a golpear sus baquetas para dar inicio.
Luego todos comenzaron a tocar sus instrumentos de acuerdo a lo que hiban a cantar: Supe que me amabas de Marcela Gandara.

Dan fue quien inició la primera estrofa:

— Desde el principio cuando te necesite
Desde el momento cuando la mirada alce
Desde ese día cuando sola me encontraba
Cuando tu mirada en mi se fue a poner

— Supe que me amabas lo entendi,
Y supe que buscabas, mas de mi,
Que mucho tiempo me esperaste y no llegue,
Supe que me amabas, aunque hui,
Lejos de tu casa, yo me fui,
Y con un beso y con amor,
Me regalaste tu perdón, estoy aquí — En el coro Dan y Mía unieron sus voces. Luego la chica de pelo rizado fue quien comenzó:

— Y cuando lejos me encontraba te sentí,
Sabia que entonces me cuidabas y te oí,
Como un susurro fue tu voz en el silencio,
Cada día me atraías hacia ti

— Supe que me amabas lo entendi,
Y supe que buscabas, mas de mi,
Que mucho tiempo me esperaste y no llegue
Supe que me amabas, aunque hui,
Lejos de tu casa, yo me fui,
Y con un beso y con amor,
Me regalaste tu perdón

— Supe que me amabas lo entendi,
Y supe que buscabas, mas de mi,
Que mucho tiempo me esperaste y no llegue,
Supe que me amabas, aunque hui,
Lejos de tu casa, yo me fui,
Y con un beso y con amor,
Me regalaste tu perdón, estoy aquí

— Y Estoy aquí mi dulce Señor,
Estoy aquí, amado Salvador,
Estoy aquí

— Y estoy aquí — con esta última frase dieron por terminada la canción.

Comencé a aplaudir.

— ¡Eso fue increíble! — dije con una amplia sonrisa y todos me sonrieron.

Los 5 integrantes bajaron del altar y se dirijieron hasta donde yo estaba sentada, tomaron asiento a los lados de mi y enfrente.

— ¿pueden creerlo? — preguntó Mía

— ¿qué cosa? — Lucas habló

— Desde antes de que nacieramos Dios ya nos amaba...

— Es tan...su amor es tan perfecto — comenzó a decir Rodrigo — nos ama sin condiciones...

— aún cuando estamos lejos de él — dije — Él nos cuida...

A mi mente vino el día en el que intenté suicidarme, antes de llegar al acantilado en el bosque, aquella voz que oí que me mostró el camino para salir y en el momento en el que me lanze al mar me dijo que me amaba.

Era Dios...era Dios cuidándome...

Aún cuando yo estaba lejos de Él, Él estaba a mi lado...

— Estamos tan felices de que al fin hayas aceptado el gran amor — afirmó Dan mirándome con una amable sonrisa

— yo estoy feliz también, al fin entendí que Dios me ama...siempre lo ha hecho — sonreí

— ¡Chicos! — enunció la China — ¡vamos a comer todos juntos! ¡¿les parece?!

— es una excelente idea Mía, ¡¡Muero de hambre!! — respondió Lucas.

Lucas era un chico asombroso, le gustaba hacer reír a los demás con sus chistes y expresiones graciosas.

Todos juntos nos dirijimos hacia una pizzería cerca de ahí; era un pequeño local de color anaranjado con el dibujo en una pizza en la parte superior de la entrada.

Ingresamos, las mesas eran de madera y en el centro tenían un pequeño florero, las sillas al igual eran de madera.
Todo esto hacía de ese lugar un ambiente hogareño, agradable y cálido.

— ¡bienvenidos! — dijo una voz conocida — ¡espero que su estancia aquí sea de su agrado! ¡aquí tienen el menú — extendió una carta en donde venían todos los tipos de Pizza que vendían.

Era cecilia, la amiga de Hania, al parecer era una de las personas encargadas de tomar los pedidos de la gente.

— Hola — saludó Paola sonriendo amablemente — muchas gracias

— en cuanto eligan, me llaman — dijo Cecilia para luego ir a atender a otra mesa.

— ¿qué pizza quieren ordenar? — preguntó Lucas leyendo la carta, Mía se acercó a él

— ¿Hawaiana? O ¿De peperoni?

— Hawaiana — respondió Dan

— ¿todos de acuerdo? — Cuestionó la rubia

— Si — dije

— ¿Rodrigo? ¿Tu cual eliges? — le preguntó al chico

— ¿mmm? ¿De qué? — dijo el, al parecer estaba en las nubes o algo así por que no presto atención a nuestra charla de elección.

— ¡Ay Digo! ¡estas perdido! — Rió Lucas negando con la cabeza

— lo siento chicos estaba distraído — se disculpó

— ya lo notamos — añadió Mía sonriendo

— Si, ¡Hawaiana! — Contestó Digo después de varios minutos. Todos comenzamos a reír.

— ¡Oye! — Paola alzó la mano llamando la atención de Cecilia, la cual acudió inmediatamente

— ¿qué van a ordenar?

— una Pizza Grande Hawaiana

— ok — apuntó nuestro pedido en su libreta — en unos momentos más se los traigo — se dio la vuelta y despareció de nuestra vista.

Algo que noté fue que Rodrigo solamente se le quedó mirando, ¿será lo que estoy pensando?

Me acerqué a él y susurré en su oído, estaba sentada a un lado de él así que fue fácil hablarle:

— Te gusta Cecilia — no era pregunta, era una afirmación.

Rodrigo abrió los ojos como platos, y comenzó a ponerse nervioso.

— Tranquilo, no se lo diré a nadie — le dije — será nuestro secreto.

— Gracias Linda...— sonrió y yo hice lo mismo.

Los demás chicos estaban en sus propias conversaciones que no escucharon lo que Digo y yo hablamos.

Digo, ese era un apodo que Lucas le había otorgado a Rodrigo.

Poco después Cecilia volvió con una bandeja en su mano, la puso en el centro de la mesa:

— ¡Disfruten su comida! — exclamó amablemente, luego su vista se dirijio hacia Digo, ambos se miraron y sonrieron.

Cecilia se retiró y nosotros nos dispusimos a orar para luego comenzar a comer.

— ¡En el nombre de Jesús, Amén — dijo Dan, y fue el primero en tomar un trozo de pizza.

Pasamos el rato charlando y riendo por los chistes que Lucas hacía. Fue una tarde inolvidable para mi.

Anteriormente no tenía amigos y ahora los tenía a ellos.

Dios me había dado aquel hermoso regalo de la amistad de unas maravillosas personas.

Cuando acabamos de comer, pedimos la cuenta y pagamos. Salimos del local y cada uno tomó un rumbo distinto.

Lucas y Rodrigo tenían cosas que hacer con sus familias.
Paola tenía que ir a su trabajo de medio turno en la tienda de ropa.
Mía tenía sus prácticas de Ballet.

Dan no tenia nada que hacer, bueno eso me dijo por que me acompaño hasta mi casa.

En el trayecto del camino habíamos platicando y riendo, había momentos en los que solo nos mirábamos y sonreíamos.

— ¿qué le dijiste a Rodrigo? — preguntó

— ¿nos vistes? — él asintió — Secretos de amigos.

— oh ya veo, lo prefieres a él — pronunció con una expresión seria.

— ¿qué? No claro que no...

— era broma Aly — rió

— ¿Sabias que le gusta Cecilia?

— tenía mis sospechas y ahora se ha confirmado...

— es una buena chica — dije

— tal vez — sonrió

— por favor no se lo digas a nadie, le prometí a Digo no decir nada...

— bueno, rompiste tu promesa, ya me lo dijiste...— rió suavemente

— tú ya lo sospechabas así que no cuenta...

Después de caminar por varios minutos al fin llegamos a mi hogar, Me despedí de Dan con un beso en la mejilla y un cálido abrazo.

— te quiero Aly

— te quiero Dan