Capítulo 1: TRISTE REALIDAD
El mundo real aveces puede
decepcionarnos y
mostrarnos su triste realidad
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Mes de septiembre
Lunes
6:00 a.m
La alarma de mi celular sonó indicando que ya tenía que levantarme e ir a la escuela.
Pero ¿a quien engaño? La verdad no tenía ganas de ir?
Como pude logré apagar el sonido, y volví a cerrar los ojos cayendo así en un profundo sueño.
7:00 a.m
— ¡Alin! ¡Alin despierta! ¡mira nada más la hora que es! ¡levántate! — frente a mi cama se encontraba mi madre con las manos puestas en la cintura y su expresión molesta
— ¡Mamá déjame dormir! — me di media vuelta y me acorruqué en mi almohada
— ¿cómo que te dejé dormir? ¡¿que no piensas ir al colegio?! — no le respondí — ¡Alin! ¡Levantate ahora mismo! — Se acercó a mi y me obligó a levantarme
— ¿¡Mamá que te pasa!? ¿¡que no entiendes que quiero dormir!?
— ¡Tienes 5 minutos para alistarte y bajar a desayunar! — pronunció y salió de mi habitación.
Me diriji hacia la regadera y me di un baño rápido, me cepille los dientes y me diriji hacia mi armario a buscar que ropa ponerme.
Elegí lo primero que encontre: unos jeans negros y una sudadera del mismo color acompañados de mis tenis blancos.
Busqué el cepillo y peiné un poco mi corto cabello castaño.
Me paré frente al espejo y suspiré.
Al ver mi reflejo las voces en mi cabeza comenzaron a atormentarme.
<Eres horrible> <te das cuenta de que nadie te aceptará tal y como eres> <lo mejor sería que no hubieras existido>
Rápidamente llevé mis manos a mis oídos para cubrirlos e intenté no derramar lágrimas.
Bajé al comedor y me dispuse a desayunar lo que mamá había preparado.
— ¡apurate a desayunar y lárgate a la escuela! — gritó mamá desde la cocina
— Se nota que me quieres tanto — respondí con sarcasmo
Comi lo más rápido que pude, lo único que quería era salir de ese lugar que llamaba "casa".
Siempre era lo mismo, Mi madre siempre estaba enojada conmigo por cualquier cosa. Papá nunca estaba en casa y si lo estaba me ignoraba.
No me querían, esa era la triste realidad.
Mis padres sólo estaban juntos por mi, ellos se conocieron cuando tenían mi edad, 15 años, y mamá salió embarazada, mis abuelos los obligaron a casarse.
Ellos no querían que yo naciera, incluso mi madre intentó abortar pero por alguna razón no lo consiguió.
Era una tortura vivir de esa forma, cada vez que mi padre llegaba borracho lo que hacia era culparme de todas sus desgracias, decia que si yo no hubiera nacido, él habría sido feliz.
Mamá también me culpaba a diario, me recordaba que por mi culpa perdió su delgada figura, que por mi culpa no logró hacer realidad su sueño de convertirse en modelo.
Quisiera decir que los odiaba, pero no podía.
Muy en el fondo habia amor hacia ellos, muy en el fondo albergaba la esperanza de que algún día todo mejorara en mi vida, de que algún día tendria una familia feliz.
Salí de mi casa con varios pensamientos en mente.
Caminé lo más rápido posible hasta la parada de autobuses. Abordé uno y me diriji a la escuela.
Al llegar suspiré resignada a lo que tendría que soportar.
Ya estaba acostumbrada a ser rechazada por todos, así que no me sorprendía que nadie me hablara o quisiera ser mi amigo.
Y así estaba bien...
Estaba bien sola...
En cuanto cruze la puerta de entrada comenzó "mi día perfecto".
— ¡Alin! ¿No te dio tiempo para cambiarte? ¡que ropa más fea la que traes — se burló la rubia que estaba parada frente a mi.
Hania, así era su nombre, siempre se encargaba de molestarme y hacerme pasar malos ratos.
Junto a sus amigas siempre me hacían bromas pesadas y se burlaban de mi.
En ese momento, no supe como actuar, solo me quedé parada sin moverme.
— ¿qué? ¡¿te comió la lengua el ratón?! ¿no piensas responder? — cuestionó mirándome con desprecio
Ella y sus amigas comenzaron a reírse, se dió media vuelta y se retiró, no sin antes recordarme lo que ya sabia:
— Alin entiende de una vez por todas que jamás serás bonita, eres horrible y nunca nadie va a querer juntarse contigo.
Pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y a correr por mis mejillas.
<quizás ella tiene razón, siempre estaré sola, nunca podré ser Bonita como ella> pensé
A decir verdad Hania era una niña muy linda, cabello rubio, ojos azules, piel blanca, un buen cuerpo que la hacia parecer modelo. Era perfecta.
Lentamente me diriji hacia mi salón de clases, al llegar ahí me senté en el lugar más apartado del aula.
Ví como todos llegaban y se ponían a platicar con sus amigos. Todos parecían felices.
La maestra llegó poco después, nos dió la bienvenida y comenzó con su clase de Matematicas.
<increible>
Debo admitir que la maestra Judith me agradó, tenia una forma de enseñar increíble, ya que a demás de aprender podias divertirte haciendo dinámicas.
Llevaba a penas un mes en el colegio, y este mes habia sido suficiente para darme cuenta de que no encajaba con los demás, de que no pertenecia a este lugar.
Horas más tarde, por fin era hora del almuerzo.
Me dirijí hacia la cafetería, tomé una bandeja y fui por mi almuerzo.
Todo se veía exquisito en el mostrador, opté por una hamburguesa con extra queso, un pastelillo de chocolate y un jugo de uva.
Recorrí con mi vista todo el lugar, varios chicos y chicas conversaban, reían, y disfrutaban sus alimentos.
Los envidie, deseé ser una persona normal al igual que ellos, deseé poder tener un montón de amigos y poder pasar tiempo con ellos.
Pude divisar una mesa vacía al fondo del comedor, estaba cerca de los botes de basura así que era lógico que nadie quisiera sentarse ahí.
Con pasos lentos me diriji hacia allá.
Tomé una silla y me senté.
Suspiré antes de empezar a comer.
<Es la hamburguesa más rica que he probado> dije para mis adentros.
Estaba felizmente disfrutando de mis riquísimos alimentos cuando una voz me interrumpió, esa voz que causaba gran malestar dentro de mi.
— ¡Alin! ¿Pero qué es lo que estás comiendo? ¿Quieres estar más gorda de lo que ya estás? — exclamó Hania y sus amigas comenzaron a reírse.
— ¡Si Alin, Estas gorda, y si sigues así subirás de peso! ¡deberías cuidarte! ¡a los chicos no les gustan las chicas gordas! — dijo Karla recorriendo con su vista todo mi cuerpo.
Karla era una chica de pelo negro corto, ojos verdes, piel blanca, alta y delgada.
No les respondi, solo me quedé en silencio.
¿De qué serviría Responder sus ofensas? De todas formas ellas seguirían molestandome.
Intenté seguir comiendo, ellas seguían paradas frente a mi, pero las ignore.
Creí que se marcharian, pero no fue así.
Hania me arrebató el pedazo de hamburguesa que tenía en mi mano y lo lanzó al bote de basura.
Karla tomó el jugo, lo destapó y lo vertió sobre mi sudadera.
Su otra amiga, Cecilia; chica de pelo castaño, ojos negros, piel blanca, alta y super delgada; tomó el pastelillo que estaba en mi bandeja y me lo lanzó a la cara provocando que me embarrara de chocolate.
Las tres comenzaron a burlarse.
Luego todos los alumnos que estaban en la cafetería hicieron lo mismo, todos se reían de mi, me señalaban.
No aguanté más y salí corriendo de aquel lugar.
Me diriji hacia los baños. Entré a uno y comenzé a llorar.
<¿Por qué todo esto me pasa a mi? ¿por qué todos me odian? ¿Qué hay de mal en mi?>
Lloré mucho, sentía una enorme opresión en mi pecho.
Lo único que quería era terminar con todo de una vez por todas. Ya no quería seguir sufriendo, ya no quería seguir soportando las burlas de todos.
Al terminar las clases me sentí aliviada de por fin salir de aquella prisión, me diriji hacia mi casa, estaba sola mamá se habían ido a su trabajo, papá igual, me encerré en mi habitación y me recosté sobre mi cama.
Dormir era la salida a todos mis problemas, incluso quería un día poder dormir y no despertar nunca.
Ya no quería seguir viviendo esta triste realidad...
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