35- ➵ Querida Emilia
Comenten o el próximo capítulo vemos el funeral de Emily 💅🏼😘
⟦35⟧
➵ Querida Emilia
— EMILY—
— BROWNBEAR —
Luego de ver cómo Apple azotaba la puerta. Tomé mi cabello para tranquilizarme y no correr detrás de ella. Si no me tranquilizaba, iba a hacer una escena en el café.
Respira, Emily. Respira.
Al paso que voy, voy a qué dejarme pelona.
Dios, ¿Por qué me está pasando esto a mí sí yo fui a catecismo?
Quien fuera el hijo de puta que vino aquí, usó mi oficina como Motel y por su culpa Apple se haya enojado, se las va ver conmigo. Le va a ir muy pero muy mal.
Recobré la compostura y me dirigí a la computadora, luego de un par de contraseñas, me metí a las últimas grabaciones de la oficina y encontrar a obrador de mi desgracia.
Maldita sea.
Era Karter, y una tipa que sepa Dios de dónde la saco.
Cría cuervos y te sacarán los ojos.
¿Ubican la escena de Regina George en la que está gritando en su habitación buscando el Burn Book? Esa era yo, pero mandándome el archivo de las cámaras a mí teléfono.
La rabia que me dio en ese momento no se comparó con nada. Y no entendía por qué, ¿Por qué estaba tan enojada?
Respiraba profundo tres veces, y volvía a respirar profundo otras tres veces más, y así hasta calmarme. Me sentía tan asfixiada, que quería romperle la cara a alguien. Una vez más tranquila, subí a mi auto y fuí a casa a confrontar a Karter. Antes de entrar a casa, respiré profundo otras tres veces, igual.
La suela de mis zapatos pegaban contra el piso como si fuera capaz de romperlo, subí las escaleras igual; sonaban como las pisadas del diablo, y al no ver a nadie me estrese aún más.
Un mensaje de mi madre, diciendo que la señora Lancaster quería reunirse conmigo para hablar sobre el trabajo, hizo que me relajara un poquito más. Me metí a bañar, porque hacía calor, porque quería verme presentable y por ver si se bajaba mi enojo. Me puse una camiseta polo blanca, junto con unos pantalones de pinza y los mismos zapatos blancos con los que vine. De accesorios me puse mi brazalete italiano, un collar dorado y unos pendientes dorados.
De maquillaje me hice algo sencillo, pero hice lo posible por cubrirme los chupetones y las mordidas de Apple, especialmente los que tenía en el cuello y la cara.
En mi habitación, busque exactamente todo mi portafolio de recetas, de diferentes culturas y países. Era como una pequeña Wikipedia, donde estaba todo mi talento.
Ya estaba lista, volví a bajar, caminé hasta la cocina y ahí lo encontré, Karter el armador de desastres, de lo más normal comiendo sobras.
Me volvió a hervir la sangre. Llegue de la nada y lo tome de la oreja. Era lo más pasivo agresivo que podía hacer en ese momento.
—¡Auch! ¡Auch!—se quejó. Tratando de soltarse del agarre. Me miró una vez dejo de forcejear, todavía tuvo el descaro de fruncirme las cejas—¿¡Que te pasa, Emily!?
—¿¡Qué qué me pasa!? —Pregunte enojada, un infierno de rabia pasaba por mi mirada en este mismo instante. Lo solte, saque mi celular y reproducí el vídeo—. ¡Ésto me pasa!
Sus ojos se abren exageradamente, el rostro se le empieza a poner tan rojo como un tomate, y sus pupilas se ven como las de un gatito abandonado.
Me entregó el teléfono, casi tirandolo, como si le hubiera dado una papa caliente. Se tapo la cara, siendo incapaz de verme a los ojos.
—Emily, puedo explicarlo.
—Oh, que bueno que puedas explicarlo, Karter. Por qué quiero una muy buena explicación. —Dije irritada y severa.
Abrió la boca para después cerrarla. Pude ver cómo ni siquiera sabía por dónde comenzar, como cualquier niño estúpido de su edad.
Tomé el puente de mi nariz, volví a respirar profundo. Karter seguía siendo un niño, era tonto y un estúpido, no puedo comportarme igual. Él ha tenido equivocaciones y yo también.
Al final de cuentas, los Brownbears no somos tan perfectos.
—Karter, no tengo nada en contra de que te cojas a quien te quieras coger, ¿Ok? —Empecé, al igual que él, sin idea de cómo empezar.
Lo noté incómodo y eso me incomodó.
—Ok...
—Si quieres hacerlo, está bien. —Dije incoherente—. Y si lo vuelves a hacer, solo avísame primero... Pero, prefiero que mejor no lo hagas.
El castaño subió sus manos en son de paz.
—Sí, Emi. No se volverá a repetir.
Yo entrecierre mis ojos
—Bien, me voy. —Tome mi bolso—. Si sales, cierra con llave.
Me dispuse a irme, pero Karter me siguió
—¿No hay nadie en casa?—Preguntó desconcertado.
—A parte de tí y de mí, no. —
Acomodé mi bolso—. Mi madre y padre salieron, Fred también, al igual que Xavier y Jenn salió.
—¿Mamá salió?—Me preguntó, aún más desconcertado.—¿Dijo con quién?
—Sí, al parecer Jeanpaul está en la ciudad. Ambos salieron a dar un paseo. —Dije, recordaron uno que otro comentario que había escuchado de Xavier y Jenn.
Jeanpaul es un amigo francés de Jennary que siempre viene de aquí visita. Sé que Karter estará feliz de verlo.
—Me voy, no vemos más tarde. —le informó castaño, tomando las llaves de mi auto.
—¿Me das un aventón?—Me pido, mientras toma sus llaves de la casa.
Me giré a verlo extrañada.
—¿A dónde vas?
—Al centro comercial, Zara y yo nos encontraremos ahí para después ir a quien sabe que lugar en su auto.—Me explica, acomodando sus llaves en su bolsillo.
Yo acepté, después de todo el drama, volví a ver a Karter como el niño de siempre.
—Vámonos —dije, poniendo mis lentes sobre mi cabello.
Salimos de la casa y nos subimos a mi auto. Tuve la pequeña necesidad de sacar el Munstang verde de mi padre, solo por qué el verano lo amerita, pero después de todo no quería llegar tarde a la reunión. Luis Miguel acabo con el tranquilo silencio que teníamos Karter y yo.
Sonreí inconscientemente, al escuchar "sabes una cosa", y solo pensar en querer comprarle un ramo gigante de rosas y llevarle un mariachi a la Manzanita. Pero, nada era más amargo que caer en la cruda realidad que en estos momentos soy la persona menos favorita de Apple.
¿Por qué se tuvo que enojar conmigo? Justo hoy, que amanecí más romántica.
—¿A dónde vas? —Me interrogó el castaño, jugando con sus llaves.
—Voy a cerrar un contrato de trabajo.
—¿Y de que vas a trabajar?
¿Lo recuerdan? Karter es un niño, es muy fácil hablar con él y muy difícil enojase.
—Jefa de cocina, ese será mi papel.
—Jum, qué raro, no te gusta cocinar para gente que no conoces... A veces ni para los que conoces —Lo último sonó como un reclamo—, ¿Que te dio por buscar trabajo de chef?
Me alcé de hombros, Karter podría llegar a comprenderme un poco.
—Perdí el rumbo de mi vida, por un trauma de mierda.
—Oh, ya veo —le tomo unos minutos volver a hablar—. ¿Y qué pasó?
—Es una larga historia, ¿Prometes no tratarme como una loca?
—Haré el esfuerzo...
Mire el tráfico y pensé como explicárselo, pero era inexplicable.
—Una señora me leyó las cartas —tomé el volante con ambas manos—, ella dijo que iba a enamorarme, que iba a encontrar al amor de mi vida, pero que veía una oscuridad en mí y eso arruinaría todo. Y quizás, lo encontré... No lo sé. La vida no le preparó para esto.
—No suena tan loco, tiene sentido. —dijo, jugando con la ventana—. Quizás, esa oscuridad sea el trauma que dices. Lo sueltas y te quedas con el amor de tu vida. Todos felices para siempre.
Me quedé pensativa.
Karter era un soñador, para él existían los finales felices, las redenciones y el amor. Pero yo, a diferencia de Karter, no tenía ni el 5% de su positivismo.
—Olvídalo. —Dije a secas.
Dejamos la conversación de lado, un par de minutos después ya estaba llegando al centro comercial. La mano de Karter tomo la mía, nos vimos a los ojos, tratando de tranquilizarme.
—Te mereces todo el amor del mundo, Emily. La verdad, no sé qué decirte, por el momento lo que se me ocurre es decirte que te quiero mucho, tanto como una hermana mayor. Y, conociéndote, no me gusta verte triste.
Él sonrió de lado. Nos levantamos un poco y nos dimos un abrazo incómodo, por la posición en la que estábamos. Luego del abrazo, el bajo del auto y me miró por la ventana.
—Cuídate, sobretodo de las mujeres malas. —Le sugerí.
—La única mujer mala en mi vida eres tú. —Formó un corazón con la mano, me tiró un beso y siguió su camino.
Rodé los ojos y volví a mi rumbo. Las oficinas Lancaster estaban relativamente cerca, así que me tomo más o menos unos 15 minutos llegar. Me presenté con la recepcionista y subí al elevador hasta la oficina de la señora. Toque su puerta y escuche su voz.
—Pase. —obedecí y entre a la oficina. La mujer castaña de ojos verdes me recibió—. Emily Brownbear, que gusto que estés aquí.
La señora me dio un pequeño abrazo.
—Para mí es todo un honor, Señora Lancaster.
—Ay, cariño, deja un poco de humildad para los demás. —Volvio a tomar asiento detrás de su escritorio—. Mío es el verdadero honor de tenerte aquí. Eres toda una maestra de la cocina, así es como te pintan en la revista. Confío plenamente en ti, chica.
Le sonríe.
—No la defraudaré, señora Lancaster.
—Bien, ¿quieres empezar?
—Claro, dígame todo lo que tengo que saber.
—Quiero que la carta sea algo simbólico, más que nada en honor a mi marido. Él fue pilar fundamental para sobrellevar toda la noticia del cáncer y todo el tratamiento. Sin el amor Antony no hubiera sobrevivido, él me sostiene. Y, como lo conozco muy bien, sé que el segundo amor de su vida es la comida Italiana.
Reí ante la tan bonita historia que ella estaba relatandome.
—Créame, será especial. —Saqué mi portafolio especial con toda las recetas que sabía de postres de entrada y postres.
—Okey, niña Brownbear, manos a la obra.
El resto de la tarde me la pasé en el edificio Lancaster, de una oficina a otra, hasta movernos a la cocina del salón de eventos, viendo minuciosamente como quedaría todo. La historia de la señora Lancaster, a pesar que no había algo diferente de otras historias de amor, me conmovió. Es increíble cómo el amor llega a ilusionarte.
Me preguntó si algún día sentiré eso, sentir que puedo estar confiada de amar mucho a alguien y darle todo.
Una boda, una familia, amor, amor, amor.
En la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe...
—¿Emily? —la señora Lancaster interrumpió mis pensamientos—. ¿Cómo vas?
Tire el trapo a otro lado.
—Ya voy a emplatar, tome asiento.
—Llamaré a Antony para que venga a probar también, creo que no aguantó la sorpresa hasta el día del evento.
La señora se fue muy emocionada. Mientras yo quedaba como perro regañado poniendo presentables los platos. La entrada: unas Vieiras al horno, el principal: una Bistecca con espárragos y papas al horno, por último un postre, Cannoli a la siciliana, además de un buen vino Chianti.
—Amore, ¿A dónde me llevas?
El señor Lancaster traía los ojos tapados por las manos de su esposa.
—Es una pequeña sorpresa.
Ella le descubrió los ojos y le mostró mi comida.
—¡Que belleza! —dice él, mira el platillo principal y la sonrisa no le cabe en el rostro—. ¡Bistecca!
Él estaba tan emocionado que la levantó en brazos y le dio muchas vueltas, una vez en el suelo, se dieron muchos besos.
Ellos me conmovieron al grado de incomodarme. Me incomodaba verlos y sabes que nunca tendría nada igual. Saber que yo no podía darle a Apple ese tipo de amor. Yo no tenía nada bueno que ofrecerle a Apple.
Carraspeo, ellos me voltean a ver.
—Señores Lancaster, ¿Podríamos empezar con la degustación?
—Claro, niña Brownbear, deslumbranos.
Explique cada procedimiento de los platillos, mientras ellos comían gustosos de todo. Al acabar el último platillo, mire como evaluaban la comida.
—¿Que les pareció?
—Emily, disculpa pero —el señor Lancaster me ve serio—. Tu novio no debe pasar ni un día enojado contigo.
Gracias señor Lancaster por hecharle limón a la herida.
—Antony. —ella le dio un manotazo.
—O bueno, novia —ambos rienron, cómplices—. Ciro me ha enseñado a ser de mente abierta.
Los tres reímos. Los señores Lancaster me dieron una puerta de confianza, pero como estábamos en medio de un trabajo, no sabía cómo reaccionar. Solo sé que mi corazón deseaba sacarlo.
—Ella está enojada conmigo. —Les comenté, como si lo mismo me estuviera matando por dentro.
—Bueno, si algo sé de la humanidad,en general, es que todos amamos la comida —tomo otro pedazo de Bistecca—, si le haces una cena cómo está, no creo que no se le pasé el enojo.
—Si es que piensa son el estómago, —agregó la señora Lancaster, poniendo la mano en el estómago de su marido—. Lo que hace llegar más rápido al perdón es la humildad. Si te equivocaste, pide disculpas. Si se equivocó, espera sus disculpas. En una relación, el orgullo no sirve de nada, más que para problemas.
Ella saca un uniforme de su bolsa, es una filipina de Chef con mangas largas en color rosado, junto con un gorro y un pantalón negro.
—Bueno, bienvenida al barco, señorita Brownbear.
Obviamente lo tome sin pensarlo dos veces, los señores Lancaster me abrazaron y yo salí más que contenta de la cocina. Pensé en el consejo de ambos, así que fui directamente al supermercado, a buscar los ingredientes perfectos para una cena romántica. Y como siempre, estaba muy nerviosa.
Quizás esto es lo que necesita Apple, necesita una novia que la consienta, que le demuestre su amor. Sé que soy una idiota, y que todo lo que yo le dé a Apple es obsoleto, pero espero en el fondo de mi corazón que está cena de guste.
En el auto, disocié por un segundo, y entre a Instagram pensando en buscar el contacto de Apple. Mi sorpresa fue ver, que ella resubió una Story, dónde estaba comiendo una hamburguesa en el MacDonalds, con Lina... Hace 5 minutos.
Respira profundo, busque su contacto y la llame hubo un poco de tono, pero después fue buzón. Tomé otra bocanada de aire y la llame, buzón. Repetí unas dos veces más, pero siempre colgaba.
Me habían cambiado por una Big Mac.
Los ojos me picaban, y sentía como se empezaban a llenar de lágrimas. Los apreté y dos gordas gotas de agua salada cayeron por mis mejillas.
Maldita sea, no puedo estar llorando por esta mierda.
Solo estoy frustrada, no estoy triste. No estoy triste de que mi novia este con alguien más cuando quería estar con ella. No estoy triste por qué otra chica merece más a mi novia que yo. No estoy triste por que todo haya pasado por mi culpa.
No estoy triste, no estoy triste.
Sin tener a dónde ir, fui a casa de Armond. El moreno traía un short de los Miami Heat, estaba sin camiseta y con el mando de su PS5 en la mano. Él me vio confundido, pero igual me dejó pasar.
—No me dijiste que ibas a venir.
—¿Ahora tengo que abrir cita para venir al departamento de mi mejor amigo a cocinar? —dije, seca.
Me dirigí a la cocina y deje las cosas. Me puse el delantal de Armond y até mi cabello en una coleta alta.
—Bueno, ahora tienes una departamento y una novia. Es lógico que cenes con ella.
—Amigos antes que mujeres. —dije, burlándome de los "mantras" entre hombres heterosexuales
Abrí la botella de vino Merlot que compre para la cena romántica y la alcé a manera de brindis. Armond arqueó una ceja, el sabía que algo andaba mal. Se sentó en las sillas del desayunador y me miró juzgador. Yo solo saqué la carne y empecé a prepararla. Tomé el mazo de cocina y la golpeé.
—¿Se puede saber que te paso? —ya se había tardado en preguntar.
—¿Qué me pasó de qué? Yo estoy bien. —negué todo rotundamente.
—Tienes los ojos enrojecidos.
—Me cayó pimienta. —me alcé de hombros, mintiendo vilmente.
—Emily, le estás pegando a ese trozo de solomillo como si le hubiera hecho algo malo.
—¿Quieres saber que me pasa? —deje el mazo a un lado. Casi tirándolo—. Nada me sale como quiero. Pensé que con la relación abierta entre Apple y yo por fin lograría hacerme sentirme mejor, pero no. Ahora no sé cómo me siento, Apple se cogió a una tipa en nuestra cama y quise morirme, fue tan horrible que vomité. Para colmo, me follo como en una porno y me puso peor, luego pensé que estamos bien, pero se enojó conmigo por verme con Jake, y me cambio por una Big Mac con la estúpida de Lina.
Él me vio concentrado, mientras yo respiraba fuerte para no llorar frente suyo. No pudo llorar frente a Armond, es mi mejor amigo pero jamás dejaría que me viera así.
—Tranquilízate, de todo eso, ¿Qué te preocupa más?
—Me preocupa que no merezco a Apple. Ella no se merece perder el tiempo conmigo.
—¿Eso te pone triste?
Sí.
—No, solo me pone frustrada.
Armond toma mis manos y me guía hasta él para abrazarme, pero yo no respondo a su abrazo de consuelo.
Un consuelo que yo no merecía. Yo no merezco nada.
—Deja todo ahí, podemos cenar pizza. Solo quédate tranquila.
Le hice caso a Armond, él tenía razón, tenía que tranquilizarme y pensar las cosas mejor. Cenamos pizza cuatro carnes, bebimos el vino y luego de un rato nos fuimos a dormir. Le robe una camiseta y me cambié. Armond acomodó las sábanas, se acostó a su lado, yo en el mío, luego de un rato nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
.
A la mañana fui la primera en levantarme, solo para ir al baño, le puse un mensaje de buenos días a Apple, y volví a la cama. Armond solo se movió un poco por qué duerme más que un oso invernando. Esperé pacientemente la respuesta de Apple, pero quizá no debí hacerlo. Seguro está durmiendo, con Lina. Y yo no quería arruinarle eso.
Claro que se siente mejor con Lina, ella no la hace llorar, le da un lugar en su vida. ¿Más miserable quieres ser, quitándole esa felicidad?
Borré el mensaje, para no amargarle la mañana, golpeé a Armond con una almohada y volví a dormir.
Emilia Margarita, deja de pensar en Apple. Duérmete, duérmete. Ella no piensa en ti, tú no pienses en ella.
Después de unos largos y tortuosos minutos me quedé dormida. No sé cuánto tiempo paso hasta que Armond me devolvió el almohadazo, despertándome.
—Emily, ya son las 12. —me aviso, para luego irse de la habitación.
Fui a la sala, solo desayuné una taza de café y nos sentamos a ver un reality show de Zac Efron. Volteé a ver otra vez mi celular, nada de Apple. Ni siquiera un buenos días o un "¿Que borraste?". Deseaba que me llamara, escuchar su voz por unos segundos.
Saber que ella me piensa.
—Emily, Emily... ¡Tierra llamando a Margarita Brownbear!
Salté sobre el sofá cuando Armond grito cerca de mi oído.
—¡Auch! ¡¿Que te pasa, Mond?! —me metí el dedo al oído, sacando la presión del grito—. Casi me dejas sorda.
—Perdón, es que Zac Efron se quitó la camiseta y no dijiste: "Los treintones deberían de ser eternos". ¿Estás segura que estás bien? Estás demasiado pensativa.
—Nada, no me pasa nada.
—¿Es Apple?
—No, solo estaba pensando en mi trabajo de mañana. Sigamos viendo la serie.
Aproveché a bañarme una vez acabado el capítulo. Me arregle con algo sencillo pero elegante, me despedí de Armond y arranque mi auto al hotel donde harían el evento. El gran hotel R&R, el hotel de los padres de Robert, mi conocido con un bar.
Mañana sería la gran ocasión, así qué, la mitad de la tarde iba a recibir los productos de la cocina, hacer inspección de calidad y presentarme con los cocineros, meseros, y la lista de comensales. 300 platos, 15 cocineros y una jefa, osea yo.
Esto no podía fallar.
Me tengo rotundamente prohibido que esto falle.
La señora Lancaster se subía al mismo elevador que yo.
—Emily, te voy a presentar la cocina, para que te lleves bien con ella mañana. —la señor Lancaster me tomo del brazo y me llevo hasta dicho lugar.
Ahí ya estaba el señor Lancaster, hablando con un señor mayor.
—¡Ciao, Emily! —saludo el hombre—. Te presento a Román, él es el cocinero del hotel. 45 años trabajando de cocinero, ¿Te imaginas?
Él señor extendió su mano hacia mí.
—Mucho gusto, señorita Brownbear. Dejo mi cocina en sus manos.
Los señores Lancaster reposan sus manos sobre mis hombros.
—Las mejores manos, Román.
Me familiarice con el espacio y la gente, entra trabajadores jóvenes, llenos de creatividad y eso. Me prestaron un uniforme de mi talla y apoye cocinando algunas cosas. Todo estaba bonito, me sentí como en casa. Pero, algo me estorbaba, me sofocaba. Cortaba pimientos, esperaba un mensaje de Apple. Bebía agua, esperaba un mensaje de Apple. Aproveché que ya iba a terminar y me dirigí a la salida para llamarla.
Yo la había cagado, yo debía enfrentarme a ella. Me disculpé con los cocineros y salí a llamarla. Luego, cuatro repiques atendió.
—Hola, amor. —la saludé, con un sonrisa que, aunque no la viera, era solo para ella.
—Hola, Emily. —jamás me había dolido tanto escuchar mi nombre, peor si se escuchaba tan seria.
—Estuve pensando en ti, y quería saber si querías cenar conmigo.
—No, gracias, ya comí. —dijo a secas.
Respiré profundo. Vamos, Emily, no te va a ganar la manzanita.
—Bueno, podríamos ir más tarde. —Insistí, dejando la poca dignidad que me quedaba.
—Estoy bien, Emily. Debes estás ocupada con tu trabajo. —Sus negativas estaban haciendo que no me sintiera bien.
—Manzanita, nunca estoy ocupada para ti. —Mi voz empezó a sonar como una súplica.
—No quiero cenar.
—¿Por qué no?
—Mi tía Adalia cocinará en casa y quiero estar con ella.
—Oh, lo entiendo. Pero, si quieres...—Me colgó.
Me quedé procesando en minutos, la forma tan grosera en la que pitaba el tono en mi oídos. Ese sentimiento del ardor en los ojos volvió a mí, pero dejaría que se quedará ahí. No tenía la moral de ponerme a llorar en la cabina de despensa de una cocina en un hotel lujoso.
Mis sentimientos de mierda se quedarían guardados un rato más.
Volví a la cocina, tratando de mantener la dulzura de mi carácter, pero era difícil. Mi cara de pocos amigos empezaba a desconcertar a uno que otro cocinero.
Hasta que alguien tocó mi hombro.
—¿Emily Brownbear?
Un rubio de melena frondosa, alto, recio; vestido de pantalones de vestir cafés y una camiseta polo verde. Aproximándose hasta mi corriendo con porte de Golden Retriver. Sus gruesos brazos me rodearon en un fraternal abrazo de oso.
—Emily Brownbear, la diosa hecha mujer, siendo la chef estrella.
—¡Erickson! —correspondí a su abrazo.
¿Recuerdan al mejor amigo de Richard que me tiré y por eso me terminó? Se los presento, Erickon Woods. El psiquiatra más amoroso en el mundo y un golden Retriver humano.
—Me da muchísimo gusto verte aquí, ¿Que te traes? —dijo, moviéndome de lado a lado en medio del abrazo.
Enérgico como siempre.
—Amor por la comida y eventos sociales.
Me soltó y me vio por unos minutos, analizo mi rostro con esos calmados ojos azules. Entrecerró sus ojos.
—¿Te sientes bien? —Movio su cabeza de un lado a otro lentamente. Cómo los doctores cuando quieren ver si no tienes una contusión—. Tienes una cocina repleta de lindas cocineras y sexys meseros, y no está coqueteando con ninguno. ¿Te sientes bien, Emily?
—Estoy bien... Es complicado.
Erickson me vio con preocupación, pero cubrierto con interés.
—Tengo tiempo, ¿Quieres ir a jugar tennis al club?
Reí con tinte melancólico ante lo irónico de esa pregunta.
—Claro, sería todo un gusto.
Nos despedimos de todos, de Liz cocineros, de los señores Lancaster y de Ciro, el hijo de los Lancaster. No dijimos nada de camino al estacionamiento, pero íbamos chocando brazos, con una sonrisa amistosa en nuestros rostros.
—Vamos en tu auto. —Proponé.
—Por mí, está bien. —tome la manilla del auto, pero no la abrí por qué soy chismosa—. ¿Por qué?
—Vendré más tarde a recoger algo.
No muy convencida, me subí al auto junto a él. Nos tomamos mientros tiempo para acomodarnos y proseguí a conducir hasta el club. Eran apenas las 4 de la tarde, tendríamos tiempo para relajarnos.
—¿Puedo poner música? —Dice Erick, buscando algo en su celular.
—Te estás tardando.
Descubrí que el océano Pacífico es de aguas dulce, por qué yo me le lleve toda la sal; resulta que la primera canción que Erick puso de una canción de Taylor Swift, la cantante favorita de Apple. Me apresuré a cambiar a la siguiente canción, para mí desgracia también sonó una canción de la misma cantante. Toque varias veces la pantalla, para que que todas fueran de ella.
El rubio puso su mano entre la pantalla y yo.
—¿Por qué quitas a Taylor? No seas maleducada. Respeta, y respetaté.
Chasqué la lengua.
—Perdón, es que la odio.
Erickson se toma del pecho, casi como si le estuviera dando un ataque de pánico.
—Emily Margaret, dime qué es mentira o me tiro de este auto.
Lo tranquilice poniendo mi mano en su rodilla.
—Se me olvidó mencionarte, es la cantante favorita de mi novia. Y esta noche... No quiero saber mucho de ella.
—¿Salías con una Swiftie? —Arqueó la ceja.
Tomando el timón una sola mano, sacó mi teléfono y le muestro la foto de Apple que tengo por fondo de pantalla. Él la toma, entrecierra los ojos, pensativo.
—¿Cuandos años tiene? —Pregunta analizando la foto.
—18 años, bobo.
¿Me estarán diciendo vieja?
Apretó los dientes y bajo la sonrisa, como con una cara de "Ya valió".
—Mierda, te van a dedicar Dear John.
Yo no entendí que dijo, supongo que es algo de Swifties, así que no me meteré. Yo solo me sé la de estar Horny y triste. Al final, no pude más, dejamos una canción de Fifth Harmony, por qué ambos éramos Fans.
—Cuéntame lo de tu novia. —se acomodó en el asiento para dirigirse de lleno a mí—. Créeme, Emily y novia son dos palabras que jamás espere escuchar en mi vida. Y menos qué, fuera una novia menor que tú, peor que fuera Swiftie. Eres una cajita se sorpresas.
—No quiero hablar de eso... —él hizo un puchero—. No sobria.
—Yo invitó al trago.
Sín decir más, nos fuimos al bar más cercano, Erick compro una botella de vodka y volvimos a nuestro rumbo. No nos tardamos mucho en llegar. Mostramos nuestras membresías y pasamos a la cancha. He de decir que me llenó de tristeza, ver mi bolso con las raquetas y las pelotas que tenía planeadas usar junto con Apple. La cancha de tennis estaba vacía, y la mitad del club también. Eran poco más de las 6, así que me imagino que es por eso. Ahora lo que estaba en movimiento era el bar y el restaurante.
—Y bien, —até mi cabello en una coleta—. ¿A dónde estabas desaparecido?
Él volvió a arquear una ceja.
—Pensé que hablaríamos de tí —él también se ató los mechones de cabello que caían en su rostro con una liga pequeña. Su colita era bastante graciosa.
—Tú fuiste el que desapareciste primero. —le recuerdo, tomando un trago de la botella, preparándome para ordenar mi historia.
—Cuandos Richard descubrió que nosotros nos habíamos acostado más de una vez; se volvió loco, dijo que creía que teníamos una amistad, que yo era importante para él, que yo lo había traicionado y etcétera. Nos peleamos muy fuerte esa noche, yo no entendí por qué, él también te engañaba.
El rubio le dio un trago al voldka también, yo me alcé mis hombros.
—Hasta donde yo sé, él estaba concienciente de que yo me veía con más tipos. También se molestó conmigo, pero supongo que le molesto que me acostara con Victoria, ya sabes cómo es su carácter medio machista, medio homófobo.
El rubio se quedó pensativo.
—Tienes un punto. —le dió otro trago a la botella—. En fin, lo que pasó es que, dos días después, Ciro me envió un correo pidiendome aplicar para su puesto como director de psiquiatría. Obviamente accedí. Eso he estado haciendo estos últimos meses, trabajar en la jefatura de Psiquiatría del St. Vincent Medical.
—Me alegro, Erick. —le quite la botella de las manos, él me dio de mal modo. Yo le respondí revolviendo su cabello—. Lo que me alegra más es que tengas un jefe que se parta de bueno.
Él rodó los ojos divertido.
—Emily Brownbear, nunca cambias. —tomó una raqueta y se levantó.
—A veces, cuando el color el cuero me aburre. —yo hice lo propio, tome mi raqueta y una pelota.
—¿Me hablaras de la chica? —él tomó posición.
—Dame tiempo, el vodka no ha hecho efecto.
—Bien, sí así quieres, por cada set bebemos.
Realmente me imaginé que Erickson no quería beber cuando yo ya llevaba más de 5 sets, y más de 8 tragos. Y no era para menos, Erickson era un chico es me conocía desde antes pero no desde siempre. Un parte de mí no quería ser vulnerable con él y la otra quería pedirle ayuda. Necesitaba más alcohol, pero, de repente, se volvió tanto que ya no había más sets; solo dos tontos sentados en la malla, descansando.
—Creo que deberías dejar de beber. —su mano se puso en medio de mis labios y el vodka.
—Mi novia está enojada conmigo, realmente no sé cómo reaccionar. —Fui sincera, después de mucho tiempo.
—Tengo todo el tiempos del mundo para escucharte, Emily.
—Sabes que yo nunca he tenido novia. Ni una relación sana en general, y eso me está jodiendo. Jamás he sentido nada real, aparte de esto. Pero, también siento que Apple no se merece estar con alguien tan obsoleto como yo. Ella merece algo mejor. ¿Que tengo yo para ofrecerle? Solo problemas. Ella no va a amarme, descubrirá el ser humano tan despreciable que soy y huirá cuando tenga la oportunidad, de eso estoy segura. Le quiero evitar la pena, pero también quiero tenerla conmigo.
»Me dio un ultimátum. Quiere que yo me decida, entre ella o yo. Ella se va a ir, Erickson. Y yo tengo mucho miedo; ella va abandonarme, por qué no soy ni la mitad de mujer que ella merece. No podría vivir sin ella, va a matarme si se va. Odio todo, odio estar enamorada de ella y no luchar contra mis demonios por ella.
Escondí mi cara entre mis rodillas. Erickson tomo mi cabello y lo acarició. Quizás estaba esperando a que yo llorará. Sin embargo, yo ya no querían llorar, llorar es el sentimiento más asqueroso que puede venir de mí. Y aún así, con mi carácter de mierda renuente a ser tratada con decencia, Erickson me trato con amor, me abrazó por los hombros y beso mi cabeza. Luego de un rato, me incorporé.
—Lo que puedo decir ahora, es que necesitas ayuda Emily, ayuda de un profesional. Yo te ayudaré como tú amigo, y te buscaré un terapeuta.
—Pero, ¿Ahora? ¿Qué puedo hacer?
—Deberías hablar con ella, la mejor base de una relación es la comunicación.
Recogimos nuestras cosas, Erickson llevo todo al auto, pero yo seguía aferrada a la botella, dándole los últimos tragos para tomar fuerza y llamarla. Otra vez, me dejó esperando el tono, hasta contestarme.
—Hola, Emily. —su voz era igual como la de está mañana—. ¿Que pasa?
—Apple quiero hablar contigo.
—Ya lo estás haciendo.
—Quiero hablar contigo lo que pasó ayer. Perdón, si hice algo que no te pareció... O si te moleste. Te juro que ese condón no era mío, tengo las cámaras de seguridad.
Una risa herida salió de ella, se desvaneció en mis oidos para marchitar mi corazón.
—A veces me sorprende, como eres de experta en llenarme de disculpas, en tener todo un repertorio de excusas, para que al final no pongas las líneas claras y me dejes peor. No te importa por qué enoje, solo era un mal día; todos tenemos uno. Y no necesito tus explicaciones, Emily. Eres libre de hacer lo que quieras, no tengo por qué recamarte nada. Buenas noches.
Colgó.
—Em, ¿Nos vamos? —Erickson junto nuestro hombros—. ¿Todo bien?
—Mejor que nunca, pero estoy algo cansada.
—Bien, te llevaré a casa. —pasó su brazo por mis hombros—. Bonita, vi tus últimos tiros, no voy a dejar que conduzcas.
Abrazados y con risas, nos dirigimos a mí auto.
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¡Olaaa, criaturitas homosexuales del averno literario! ❤️✨
Quiero contarles de mi país está infernal, amo las vibes del verano pero odio que me sude el culo 💆🏻♀️. Nicaragua me da el calor que no me ha dado ninguna mujer. Pero bueno, trataré de escribir más.
¿Cómo están pasando semana santa en sus países? Cómo buena católica latina, estoy comiendo sopa y viendo la pasión de Cristo 💅🏼✨
¿Que piensan del nuevo capítulo? ✨
🏳️🌈 PROMOCIONES HOMOSEXUALES PRENSENTA:
Quiero que apagues mi luz
—Coffee_Josh
Mi mejor amigo está debutando como escritor, su obra es sobre una escritora y una pianista, ¿Quieren más? ¡Vayan a verla!
¡Bienvenid@s a los nuevos lectores!
¡Muchísimas gracias por el apoyo!
🧡
—K.
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