34- Emily Fucking Brownbear
Comenten por qué Apple esta triste, y la puedo poner peor 😈
⟦34⟧
4➵ Emily Fucking Brownbear
— EMILY—
— 2BROWNBEAR —
2
Mi día comenzo con las piernas de Apple enredándose con las mías, sus brazos rodeándome la cintura y su corazón latiendo sobre mi espalda. Estaba muy cómoda entre sus brazos, en el olor de mi perfume en su piel, que me queje en el momento que tuve tanta hambre que no pude volver a dormir.
Quería quedarme ahí, en el punto exacto donde yo no podía hacerle daño a ella, dónde ambas estábamos tan tranquilas que nada fuera de nuestra burbuja nada podía dañarnos. Ni siquiera yo.
El sentarme en la cama fue una odisea. Me dolía la espalda y la cadera, lo peor era la leve fricción que sentía en medio de mis piernas cada que caminaba. Me reí de mi misma al sentir que caminaba como Bambi.
Realmente no podía ser más patética.
Fui al baño ha hacer mi rutina, para luego salir e ir a la cocina a hacer el desayuno. Pensé en algo que fuera pesado, total era medio día y prácticamente estábamos por almorzar. Pero, primero lo primero, llame a Armond para contarle mi noche. Luego de dos repiques, el moreno contesto.
—Adivina a quien le dieron la cogida de su vida —saludé.
—Desgraciadamente a mí no. —contestó.
Me reí del tono de voz decaído de Armond. Puse a saltear carne de res, unos brócolis, champiñones, pimientos, junto con una salsa de soya.
—Pobre alma en desgracia. —me burle.
—Bien, dímelo, ¿Quién fue el bárbaro espartano que te cogió anoche?
Voy a ser la burla de Armond toda la vida, pero no es algo que yo le vaya a ocultar y menos así de grande. Quizás, incluso, estaba dispuesta a reírme de mi misma.
—Fue Apple.
Silencio.
—¿Apple? ¿Apple Avery? ¡¿LA MANZANITA?! —el tono de voz de Armond cambio por completo.
—Sí, la misma. —la vergüenza hizo que los colores se me subieran a las mejillas, otra vez.
Seguí revolviendo la carne y verduras, mientras esperaba que mi mejor amigo reaccionara.
—¿Y eso como pasó? Emilia Margarita, explicaté.
Recordé un poco de todo. Apple destapando su bata, sus besos atrevidos, mi reflejo sometido por la rubia, sus palabras sucias, sus embestidas. El bochorno de ese momento en el que seguía entrando en mí, una y otra vez, las veces que a ella se le vino en gana.
—Tierra llamando a Emily —la voz de Armond me saco de mis recuerdos—. Ay, parece que te dejaron traumada.
—Es qué, sabes que me da vergüenza. —Me pague un manotazo a la cara—. Me folló tan bien, que casi le digo te amo.
—No es para menos, me dijiste que te dieron la cogida de tu vida, y que te la haya dado la masita de Apple, me atrevo a decir que tiene todo el sentido del mundo.
Bajé lo que tenía en el fuego, puse en una sartén una lata de maíz y zanahorias para luego echarle arroz. Suspiré, estaba tan en shock como él.
—Escuchame —capte la atención de Armond—, se puso un maldito arnés.
Lo último lo dije bajo, solo para él y para mí. Y si él no escuchaba, mucho mejor para mí.
—¡La santa virgen! —escuché del otro lado—. ¿Estás segura que me estás hablando de la misma Apple?
—Sí, más que segura.
—¡Sigue contando, mujer!
Seguí revolviendo el arroz para que no se me pegará mientras pensaba.
—¿Qué más quieres que te diga? Se puso un arnés y me follo como en una puta porno, creo que no puedo decir más.
—Mierda, entonces estuvo rudo —déspues de un corto silencio, la risa del moreno lleno la línea—. Aún no lo creo, la manzanita acomodándote el útero. Debería de darte vergüenza, te pasivio una niña.
—Deja de decirle así, me siento peor. —baje todo del fuego, y me senté en uno de los taburetes de la cocina.
—La gran Emily Brownbear, "la diosa hecha mujer", cogida por una masita de manzana. De verdad tienes la guardia baja, bebe un poco de hierro o vitamina C.
Las carcajadas de Armond no solo bastaban en la línea telefónica, sus vecinos y los míos podrían ser capaz de oírlo reír. Aunque no me viera nadie, me tapaba la cara. Para mí también era me dio raro, saber que me deje someter por Apple.
—Pero, ¿Qué tal? ¿Si te la pasaste bien?
Yo nunca había sido así de sumisa, todos lo sabían. Como dos personas me han hecho eso, y ni bien, era más a la mitad. Yo siempre he tenido el control, no ellos. Y menos personas tan adorables como Apple.
Una risita enamorada salió de mí.
—Si te soy sincera, jamás en mi vida había despertado tan feliz. No lo sé, tengo ganas de ser romántica, hacer una bucket list, rentar una casa frente al mar, hacer una cena romántica.
—Entonces, amaneciste más romántica que un infiel recién perdonado.
Me felicidad duro muy poco con esa comparación de Armond.
—Ni lo digas, tengo más cosas que contarte, pero no quiero que sea ahora, será mejor en persona.
Escuché un "hmm" de su parte. Él sabía que no andaba algo bien.
—Esta bien, te dejó. Eva y yo haremos compras mientras nos reímos de tí, nos vemos Anastasia Gay.
—Armond hijo de puta Cass —le gruñí al teléfono.
—Emily Pasiva Brownbear —se volvió a burlar.
Lo último que escuche fue el tono del teléfono. Deje reposar la comida, por mientras me puse a ver Tiktok. Mire inspiración para una bucket list, pensé en cosas que hacer para pasar el verano con Apple. Sentí que nos quedaba poco tiempo, y quiero pasarlo al máximo con ella.
Me levanté del desayunador después de anotar alguna ideas. Me levanté curiosamente inspirada hoy, quería escribir, quería cocinar, quería cantar. Quería cantar, por eso me acerqué al piano eléctrico de la sala. Jennary me enseñó a usarlo, pero nunca fui a alguien que le apasionara la música por los instrumentos, pero usar el piano me daba tranquilidad.
Cuando era pequeña cantaba en la iglesia y en los coros de la escuela, en preparatoria seguí cantando pero menos.
Papá decía que era algo hereditario, su madre, mi abuela, era actriz de teatro y películas en blanco y negro. Mi padre me las mostraba, para conocerla. Decía que nos parecíamos, pero quiero creer que Amelié Spencer no fue como yo.
Mi madre también canta, dice que en su juventud tambien fue corista de iglesias y un par de bandas hasta que salió de México. El idioma no sé le hacía tan complicado, así que trabajo cantando en las calles por un tiempo.
En fin, herencias familiares. Xavier es muy bueno en la guitarra y cantando, Karter es un astro en el piano, mi madre canta bellísimo, papá también toca el piano y otros instrumentos.
Mis dedos pasaron por las teclas blancas y negras, hasta que me acordé de una canción que le encanta a mi madre y, por consiguiente, me encantaba a mí. Practique lo poco que me acordaba de sus acordes, hasta recordar la mayoría de la pieza. Paralelo a eso, unos escurridizos pasos se escucharon detrás de mí hasta cortar distancia. Busque sus ojos, mientras que, pretenciosamente, tocaba con destreza.
—Buenos días, manzanita —saludé con una amable sonrisa.
—Buenos días, amor —ella se sentó a un lado de mí, en el taburete, beso mi mejilla y se recostó en mi hombro, tocó una tecla al lado de mi mano como una niña pequeña—. Se escucha muy bonita, ¿Qué canción es?
—Es una canción algo vieja. Es una de las favoritas de mi mamá, y mías.
—¿Otra de los Beatles?
Reí.
—No, cariño.
—Pudes cantar un poco, —se acercó a mi oreja—. No sé si te lo he dicho, pero amo tu voz; y más cuando cantas para mí.
Los colores se subieron a mis mejillas. Aclare mi garganta y empecé con la melodía.
—Tú, mi eternamente tú
Un hotel, tu cuerpo y un adiós
Tú, mi oculta amiga tú
Un golpe de pasión
Amor de madrugada —miré su concentración ante lo que cantaba. No necesitaba que nadie más me escuchara cantar, solo a ella—. No existe un lazo entre tú y yo
Nada de amores
Nada de nada
Tú, la misma de ayer
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
Olvide el siguiente verso, así que terminé de tocar una teclas y la melodía.
—Sí, cantas hermoso pero, ¿qué significa la canción?
Si fuera capaz de poner en mi corazón todas las heridas que tiene el tuyo, lo haría sin pensarlo. Lo que siento por tí no tiene ningún tipo de condición. No voy a dejar que luches sola, voy a luchar contigo a todo lo que venga.
Eso dijo ella, eso dijo Apple la mañana luego de una noche tormentosa en la que desnude mi infierno de manera no intencional. Esa noche, la que me atormentaba no ser lo que Apple quiere.
La letra de aquella canción me recordó a ese momento. La canción de una mujer que da amor incondicional, aún para una mujer como yo, que no sabe para nada lo que es amar.
—Es sobre una mujer, que ama a un hombre incondicionalmente, ellos siguen una misma rutina en lo clandestino, pero él no la sabe amar y su amor queda en un punto muerto.
Ella se quedó en silencio unos segundos, un resoplido con sonido irónico salió de sus labios.
—Que irónico que sea una de tus favoritas, creo que no debí esperar menos.
Alcé los hombros.
—A veces es mejor esperar lo menos de mí —volví a suspirar, tome la lista de cosas que quiero hacer con ella—. Pensé en cosas que podríamos hacer juntas este verano, aún no la termino pero podríamos avanzar.
Entramos en otro silencio, pero no duró mucho, cuando ella tocó una tecla en Fa, varias veces antes de volver a hablar.
—Cuando veíamos Pretty Woman y me preguntaste que tenías que hacer si yo me iba para siempre, pero había la pequeña posibilidad de volver, ¿Es por qué no te sientes capaz de cumplir mi petición?
La miré a los ojos, estaba serena, no había rastro de tristeza o enojo. Eso me dio más calma para hablar.
—Te dije que no encuentro la manera de estar contigo y no hacerte daño. Soy un manojo de desastres, Apple. Me siento atemorizada por hacerte desperdiciar tu tiempo en una causa pérdida como yo.
Apple se levantó para sentarse en mi regazo, se escondió en mi cuello como siempre lo hacía para hacerme sentir mejor.
—De todos los desastres tú eres mi favorito —acarició mi cabello—. No eres una causa perdida para mí, Emily. Sé lo que dije ayer, y me disculpo por eso, pero si yo sintiera que no vales la pena, solo me hubiera ido. Eres mi chica con un corazón de oro, solo hay que limpiarlo.
Sonreí de lado. Me encantaría, que por al menos un minuto, pensará como ella. Tal vez tenía un poco de razón. Pero, aún tenía miedo. Miedo de no encontrar la manera de limpiarme y perder al posible amor de mi vida por ser una idiota.
—¿Quieres comer, amor? —Le pregunte, separando los mechones que le cruzaban por la cara.
Se adelanto a besar mis labios muchas veces.
—Comerte a besos —siguió, esta vez por el resto de mi cara—. Pero sí, tengo hambre.
Nos dirigimos a la cocina, nos serví nuestro arroz a la gardinera junto con la carne. Jamás me ha gustado cocinar para los demás, cuando cocinaba en el departamento de Armond lo hacía casi amenazada, y cuando les cocinaba sin que ellos me lo pidieran era por qué hacía experimentos de cocina. Pero, con Apple es diferente. Bien le dije ayer, mi vida es el páramo donde ella hace que nazcan muchas cosas que yo, ni en mis sueños más fumados, me imaginé conocer.
Verla feliz, saboreando la comida que hice especialmente para ella, me llenaba de algo tan bonito que no lo sabía explicar.
—Dios, esto está riquísimo —alcancé a escuchar mientras tenía la boca llena.
—Come más despacio, amor. —le ofrecí un vaso con jugo de arándanos.
—Perdón, amanecí con mucha hambre —bebío un poco de jugo—. Y tú, ¿cómo amaneciste?
—Muy follada.
Se me había quitado un poco la vergüenza, pero nada más un poquito.
Tosió fuerte, ahogándose con el jugo.
—¡Emily! —me regaño.
—¿Qué? Así amanecí, no dije ninguna mentira.
Volvió a comer, con la mejillas súper rojas. Me pareció muy divertida verla así de pudiente cuando fue ella la que me tomo como un animal anoche.
—Debo admitir que me sorprendiste. Jamás se me hubiera pasado por la cabeza que quisieras intentar algo así, tampoco que lo ibas a hacer tan bien.
Pinchó la carne con su tenedor y la llevo a la boca.
—Tuve una novia a la que gustaba hacer eso. Ella me enseñó a usarlo. Entonces pensé en buscar uno para nosotras.
—Wow, mándame su número, voy a mandarle un cheque por tan buenas clases.
Rodó los ojos y se rió.
—Que exagerada, ¿De verdad te gustó?
Me volví a alzar de hombros.
—De gustarme, me encanto. Pero, jamás se lo dejaría hacer a otra persona.
—¿Por qué no se lo dejarías hacer a otra persona?
Subí mi mentón, seria y obstinada como siempre.
—Por que nadie me puede doblegar, mucho menos dominar —hable determinada. Hasta que vi sus ojos y baje la mirada con vergüenza—. Solo tú.
—¿Por qué?
—No lo sé.
Apple siguió comiendo en silencio, yo aproveché para tomar el mechón que siempre caía en su mejilla para enrrollarlo en mi dedo.
—Tom me contó...—
—Que chismoso. —La interrumpí.
Ella volvió a rodar los ojos, ignorando mi interrupción.
—Tom me dijo, que casi siempre sales con mujeres mayores y hombres mayores, pensé que te gustaba que te dominarán.
Entrelazé mis dedos y los puse debajo de mi mentón, pensando en lo que ella dijo.
—Para nada, fuera de la cama me gusta que me traten como una niña. Pero, dentro de ella, quien pone las reglas soy yo, ellos hacen mi voluntad. Por eso, mi apodo, siempre fui "Emily Brownbear, la diosa hecha mujer", mi palabra es ley en el sexo.
Ella se rió, casi de manera burlona. Bebió un poco de su jugo de arándanos.
—Al parecer hay dioses capaz de ser dominados.
Uno de sus dedos fue a mi mejilla y la pinchó varias veces, en una de ellas trate de morderla. Acarició mi cabello y vio la página en la que escribí la bucket list.
—Y bien, ¿Que haremos hoy?
—Tengo ganas de jugar tenis.
La rubia se levantó y acomodó sus platos en el fregadero.
—Pero yo no tengo ropa, y no sé jugar tenis.
—Yo puedo enseñarte. Y por la ropa, me parece una ofensa que te preocupes por eso.
Cerró el grifo y me vio, mientras se lavaba las manos.
—Emily, no quiero que pienses que estoy contigo por tu dinero, creo que desde que llenaste el clóset con ropa para mí, ya es suficiente.
—Apple, por mí, explotame las tarjetas, déjame en banca rota si quieres. —Me acerque a ella, crucé mis brazos en su cintura y la pegue más a mí—. Tengo derecho a consentirte, soy tu novia.
Ella bajo la mirada, riendose por lo bajo, como una niña pequeña que hizo una travesura.
—No sé si me enamoraste o me prendiste.
—La segunda opción no me molesta para nada.
Empujó mi pecho, separándome de ella.
—Mejor, ve a cambiarte mientras yo lavo los platos y nos vamos.
—Como usted diga, señorita Avery.
Le di un beso en los labios, y me dirigí a nuestra habitación. Busque mi falda de tenis, un crop top sin mangas y mis deportivos, todo en blanco. Estaba haciéndome una coleta, cuando mi teléfono empezó a sonar; era Xavier.
—¿Que quieres, Dante? —conteste amablemente.
—Necesito el reporte mensual de la cafetería, pero para ahora.
Xavier, como abogado en finanzas y administración llevaban un reporte de mi cafetería, ya que también contaba como patrimonio familiar.
—¿Ahora? ¿Justo este momento?
—No, para ahora de la otra semana —Hablo sarcásticamente—. Es para ahora de ahora, Emily.
—Me lo hubieras pedido ayer. Justamente, no estoy en la cafetería.
—Tenías que entregármelo la semana pasada. Pero, por estar de cama en cama, supongo que te olvidó.
Bufé irritada. Figí estar irritada, puesto que no estaba tan equivocado.
—¿Eso piensas de mí? —hable indignada—. Pude haber estado en el hospital.
—A menos de que te estuvieras tirando a un doctor o a una enfermera, lo dudo mucho. —Su grave risa cruzó por la línea—. Pasaré por él dentro de una hora, adiós.
Colgó, el muy perro.
—¿Con quién hablabas, amor? —Apple cruzó de la puerta para verme.
—Con mi hermano, quiere que le envié un reporte de la cafetería.
—Oh, entonces... ¿Cancelamos? —Ella hizo un pequeño puchero.
—No, cariño. Voy a ir a la cafetería, yo te pido un Uber, tú llegas en un rato y nos vamos a la tienda a comprarte las cosas, ¿Te parece?
—Sí esas ocupada no hay problema, Emily.
—No, para nada, ya tengo todo listo solo es dárselo.
—Esta bien.
Nos dimos un beso corto, como dos mujeres casadas, y me fui del departamento rumbo a la cafetería. Pase minutos en mi auto hasta que llegué.
—Hola, Grecia —Saludé a mi recepcionista—. Sí alguien viene lo haces pasar, no le hagas tantas preguntas.
—A la orden, señorita Emily.
Pase por cocina, saludé a mis cocineros y mis camareros. Entre a mi oficina y registré papeles. Le pedí un Ice Coffee a Grecia y empece a trabajar.
Pasaron unos 30 minutos, entre que imprimía el documento y firmaba papeles tras papeles, entre que esperaba a Xavier o Apple.
—Señorita Emily —Grecia habló a a través del teléfono—. Alguien bien con unas flores, ¿Lo dejo pasar?
—Sí, que pase.
Seguí enfocada en los papeles, quería terminar rápido, para poder irme lo antes posible con Apple.
—Hola, A... —Mire al frente, no era Apple, era Jake. Me paré de mi asiento para recibirlo bien—. ¡Jake, que sorpresa! ¿Cómo estás?
—Excelente, ahora que te veo —me estiró la flores. Eran unas hermosas orquídeas—, venía de camino aquí, las miré y te las traje. No sabía si ibas a estar aquí, lo vi como una señal de que sí te encontraría.
Me sonrió, de la manera más tranquila y adorable del mundo. Traía un short de mezclilla desaliñado, una camiseta gris sin mangas que estaba medio manchada de aceite de auto, su cabello castaño claro estaba desordenado y traía un ligero bigote sobre sus labios.
Me dieron unas ganas tremendas de sonreí de solo verlo ahí parado. La energía de Jake era bastante ambigua, era muy serio pero a la vez muy adorable. Quizás era eso mismo, que me hacía sentir tan atraída por él.
Tomé las orquídeas, las mire unos segundos y las puse a un lado. Le ofrecí uno de los asientos en frente de mí, rodeé el escritorio y me senté en una orilla.
—Y bien, ¿que haces por aquí? —le pregunté, cruzando las piernas, debajo de mi falda.
—Tenía ganas de verte, el día que te fuiste de mi casa me pareció que estabas mal. Así que, te traje flores para hacerte sentir mejor.
—Muchas gracias, Jake. No tenías por qué preocuparte.
Una de sus manos tomo mi rodilla, la apretó a manera de apoyo.
—Emily, no me pidas no preocuparme por tí, cuando la primera vez que te vi sentí que, lo más que necesitabas era alguien que te cuidará. Quiero cuidarte, y jamás volver a verte triste.
Sus palabras me robaron el aire, tome la mano que tenía en mi rodilla y la jalé, la distancia entre nosotros se acortó, con mi otra mano tome su mejilla y lo besé. Era un beso lento, no teníamos prisa, por qué no íbamos a ningún lugar. Solo éramos yo y él, está oficina y este momento.
Nos separamos y me escondí en su cuello. Sus brazos me rodearon en un abrazo acogedor, que se sentía como si todas las cosas estuvieran bien por un momento.
—Si te soy honesto, jamás pensé estar así contigo.
Lo abracé más fuerte.
—Yo tampoco.
Me dio varios besitos en la coronilla, mientras me balanceaba de un lado al otro, como si fuera un bebé.
La puerta de la oficina se abrió, interrumpiendo nuestro adorable momento. Mire sobre su hombro y el alma se me salió del cuerpo.
Quién estaba entrando por la puerta no era nada más y nada menos que Apple, con un ramo de margaritas. De la forma más tranquila, aunque por dentro estaba que me cagaba del miedo, aparté a Jake de mí.
—¡Apple! —Saludé con naturalidad. Esta de más decir que ambos me vieron extrañados. Me baje del escritorio y arregle mi falda—. Que bueno que viniste. Apple él es Jake, Jake ella es Apple... mi novia.
Jake subió una ceja, mirando de pies a cabeza a Apple. Apple, ella ni se inmutó, pero en sus ojos percibí su descontento.
—Mucho gusto, Jacob Harper. Emily me ha mencionado mucho de ti. —Jake extendió su mano hacia Apple.
—Apple Avery, qué pena que no pueda decir lo mismo, Emily jamás te ha mencionado —Ella recibió la mano del chico de mal modo.
Mentalmente, tenía las manos en la cara de tanta tensión.
¿En que momento, señor? ¿En que momento me tuvo que pasar esto a mí?
—Me puso más difícil eso de dar una buena impresión, supongo. —Dijo Jake, bastante sereno.
—No es necesario.
—Bueno, conociendo a Emily y como es de complicada, las buenas impresiones son importantes.
La mandíbula de Apple se tensó, aún sostenía la mano de Jake.
—Vaya, se ve que la conoces bien.
—Sí, mucho más de lo que algunas personas la conocen. Pero ese no es tu caso, ¿No? Creo que me ganas.
—Tenlo por seguro.
Jamás se soltaron de las manos, las agitaban de arriba a abajo, viéndose fijamente con la mirada retadora. Los ojos se Apple se oscurecieron, de verdad que estaba enojada.
Un silencio jodidamente incómodo se presentó en la sala. Apple se veía como que cualquier momento se le iba a tirar encima a Jake para jalarlo de pelo y golpearlo.
—Bueno... ¿Quieren tomar asiento? —les ofrecí como último recurso, con lo poco que me quedaba de cordura.
Apple me vio de mala manera.
—No te preocupes, Emi. —Se disculpó Jake—. Me devuelvo al trabajo, ocupe mi descanso para venir a verte. Ya que sé que estás bien, me quedo tranquilo.
—Gracias por la visita.
—No hay de qué, mucho gusto en conocerte Apple. Y, Emily, nos vemos por ahí.
Lo acompañe hasta la puerta, cuando se fue me quedé un rato analisando todo este acontecimiento. Voy a ser honesta, si tengo miedo, de lo que me vaya a decir Apple.
Me giré, ella estaba ya sentada en uno de los sofás, los tulipanes que me trajo yacían en mi escritorio un poco maltratados. Los tome y los puse sobre los de Jake. Mire unos segundos a Apple, ella siempre era calmada, pero ahora puedo percibir que está muy molesta. Ella notó mi mirada y me la devolvió, pero como yo soy muy cobarde, me aparté.
—Que chico más encantador —Dijo, sarcásticamente—. Y qué bonito trabajo estabas haciendo.
Sus palabras me indignaron, por eso tomé un poco de fuerza y verla a la cara.
—Estaba firmando unos papeles cuando él vino. Jamás te mentiría por con algo así, no tengo la necesidad de hacerlo, Apple.
Ella se reincorporó en el sofá. Su mira se puso fija en mí, verla sería hizo que volviera a sentirme avergonzada, así que mire los papeles. Sentí como se levantó del sofá, entre que se acercará o se fuera, no sabía cuál era la peor. Sus pasos me asecharon, empujó mi silla, haciéndome rodar hacia atrás.
Se subió encima de mí, obligándome a verla desde abajo. Una de sus rodillas quedó peligrosamente posicionada en mi entrepierna. Me tomo fuerte de las mejillas, viéndome con severidad. Sonrió maquiavélica, justamente como anoche.
—Dime, Emily —su rodilla presionó un punto muy estratégico de mi entrepierna, haciendo que un estúpido jadeo saliera de mis labios—. ¿Cuando me pediste la relación abierta, ya salías con ese chico?
—No salíamos, solo nos acostamos una o dos veces, pero mucho antes de todo ésto.
—¿Estás saliendo con él?
Trate de apartarme, pero estaba completamente inmóvil. Estaba entre la espada y la pared, Apple me daría una cachetada o me volvería coger fuerte, como ayer. Y he de admitir, que la segunda no me ofendía en lo absoluto.
—Sí.
Deje salir, esperando peor. Los labios de Apple llegaron hasta los míos con fuerza, su lengua invadía mi boca como si me odiara, y los roces en mi entrepierna empezaron a ser más severos, provocándome gemir en medio del beso.
—Apple, ¿Qué pasa? —le pregunte una vez me dejó respirar.
Ella se resbaló por mi cuerpo, besando mi cuello, mordiendo mis pechos, saboreando mis clavículas.
—Nada, tengo ganas cogerte aquí, ¿A caso no puedo?
Tragué pesado. Sus ojos no mentían, mucho menos el tirón que le dio a mis piernas para llevarlas a sus hombros.
—Apple, hay cámaras —Formulé en un hilo de voz, con lo poco que me quedaba de cordura.
—Con permiso. —tomó mis bragas y las bajo, sacando una de mis piernas por ella—. ¿Qué con las cámaras? Puedes ver las citas y recordar a quien le perteneces de verdad, tal vez te queda claro.
Levanto mi falda, y empezó a lamer justo en el centro. El calor de su boca me recibió, dejándome sin aliento.
—¡Apple! —le gemí.
—Emilia —dijo, jugando conmigo.
Top 3 venganzas épicas:
Mis gemidos eran incontrolables, y peor aún cuando se atrevió a meter dos de sus dedos. Su talentosa lengua me estaba haciendo sudar y retorcerme en la silla. Me sentí sin ninguna fuerza para detenerla. Pero, cada vez que descendía mis ojos hacia ella, sus ojos, ese hermoso paraíso gris, me dejaba inmóvil.
—Apple, ya para... —Traté de decir. Sus manos se aferraron a mi cadera para no despegarme de ella, o huir.
—No seas llorona —se relamió, dirigió su mano a mi cuello—, agradece que no se me ocurrió traer el arnés.
Volvió a su labor, hacía circulos para luego pasar por toda la zona. Mis caderas tenían vida propia, restregándose en su cara para satisfacer la necesidad en la que ella me tiro. Después de una larga faena, llegué la orgasmo.
Abrí mis ojos y me dio un infarto, por tercera vez en el día. En vez de venirme, me iba a ir.
Una mujer cabello negro, ojos verdes como el bosque, un traje pulcro y negro, parada justo frente a la puerta.
Ustedes dirán: ¿Un espanto? ¿Un espanto?
Hubiera querido que fuera un espanto. Ojalá hubiera sido la misma llorona que estuviera frente a mí. Pero, estaba totalmente equivocada.
—¡Mamá! —me levanté de golpe.
—¡¿Mamá?! —Apple trató de hacer lo mismo, pero se golpeó la cabeza con el escritorio.
—¿Qué haces aquí? —Pregunté, totalmente paralizada.
—Me gustaría que habláramos de eso, cuando tengas las bragas arriba. —Me volví a poner la prenda, con mucha vergüenza—. También, me gustaría que sacarás a quién sea que esté ahí abajo.
Apple gateó hasta salir del escritorio, se puso detrás de mí, cubriéndose de la vergüenza. Mi mamá me vio a los ojos y me preguntó quién era.
—Apple ella es mi mamá, Emilia Márquez —La sentí tensarse—. Mamá, ella es Apple Avery, mi novia.
Apple saco su mano de detrás mío y la saludo. Mamá me arqueó una ceja, y yo me encogí de hombros. La mujer de pelo negro y ojos verdes se acercó más a nosotros.
—Cariño, déjame verte, no voy a morderte —Dijo mi mamá, tratando de verla—. Ya sé que mi hija es bisexual y una degenerada.
Apple salió detrás de mí. Le extendió la mano a mi madre.
—Mucho gusto, señoraBrownbear.
Mamá la vio de arriba abajo, luego me miró a mí.
—¿Cuántos años dijiste que tenía? En las fotos te mirabas más mayor.
—¡Mamá! —me quejé.
—¿Qué? Estoy evitando una demanda.
—Apple es mayor de edad, mamá. Tiene 18.
Me miró con los ojos entrecerrados. Yo le insistí con los ojos que tomara el saludo de Apple.
—Señora Márquez Brownbear, suena mejor así —tomó su mano y la acerco a ella para darle un abrazo—. Mucho gusto, Apple. Es una lástima que nos conociéramos así. Pero, conociendo a mi hija, no tiene tantos ovarios para presentarte formalmente.
—¡Mamá!
—¿Qué? Es verdad, tuve que darme cuenta por unos fotógrafos que tenías novias antes que tú me lo dijeras, ¿no tienes vergüenza?
—¿Fotos? —intervino Apple.
—Sí, el día de la graduación de Emily un fotógrafo las captó —Mi madre aprovecho para sentarse, seguida de Apple—. Compramos la mitad de la foto para proteger tu identidad.
—¿En serio? —La rubia se sorprendió.
—Sí, la prensa suele ser muy pesada, y peor cuando son chismes.
—Muchas gracias, señora Márquez, pero no debió preocuparse...—
—Ay, linda, no seas modesta. Yo hago cualquier cosa por cuidar a mis nueras —Mi madre se inclinó hacia mí, apunto a Apple con el dedo pulgar—. Hablando de eso, ¿Otra rubia? Deben estar jodiendome.
Yo me reí.
—Puede ser hereditario, papá también es rubio.
Apple nos vio a las dos sin entender nada.
—Veras —mi madre se acomodo para explicarle—. Tengo dos hijos mayores aparte de Emily, y ambos tiene esposas rubias. Ahora, la queridísima, Emily también se le ocurrió traerme otra rubia.
—Pero, quien nos heredó el gusto por lo blodie fue ella, por qué mi papá es rubio.
Las dos no reímos. Apple hizo lo mucho por sonreír.
—Y bien, ¿Qué te traía por aquí? —Le pregunté, una vez más relajadas.
—Vengo por el reporte de tu hermano, y por qué te traigo una buena noticia.
—Puedo dejarlas sola si quieren. —Dijo Apple levantándose de su silla.
—No hace alta, linda —Mamá tomó su mano y la hizo sentar—. ¿Qué es una pareja si no escuchan las buenas y malas noticias? Y esta es excelente.
Apple asintió y le hizo una señal a mamá para que seguirá.
—Rosa Lancaster tiene una fiesta de beneficencia para los donativos del cáncer de mama, y está buscando un jefe de cocina, que le ayude a hacer la carta gourmet, la carta de postres y todo el concepto de la comida. Victoria Burns, te recomendó, fuiste una de sus cocineras para su reunión de alta costura y Rosa me llamó, te quiere en su cocina.
—Wow, mamá, eso es muy bueno, dile que acepto, me hará bien estar en cocina un rato.
Mamá se levantó y me pidió los papeles de Xavier, yo me levanté en señal de respeto.
—Lo harás bien, cielito. —Me dio un beso en la mejilla—. Da todo de tí, que más que una Brownbear, eres una Márquez, y las Márquez damos pelea.
Apple también se levantó para despedirse. Mamá tomó sus mejilla, como si toda la vida lo haya hecho.
—Querida, eres una santa. Llevé 8 meses y medio a esa cosa dentro de mí —Me apuntó y yo las vi indignada—. Sé que mi linda Emilia Margarita es todo menos fácil, gracias por tenerle paciencia.
Beso la frente de Apple, luego hizo una cruz formada con sus dedos índice y pulgar, dibujo una cruz sobre Apple, bediciéndola; cómo buena mamá Latina y católica.
—¿Me acompañas a la puerta, Emily?
—Claro, mamá.
Saliendo de la oficina, la señora me jalo una oreja.
—¡Auch! —chillé—. ¡¿Que te pasa, Emilia del sagrado corazón de María Márquez Cruz?! —la llamé por nombre de pila,
—¿Qué qué me pasa? —Jaló mi oreja más fuerte—. Emily, tus cámaras se conectan por vía WiFi, cualquier loco hakea la red y te mira a tí y a tu novia cogiendo. ¿Qué parte de "no cojas en una oficina con cámaras", No entiendes?
—Perdón, me deja llevar, mamá.
—Se nota que esa chica te trae como quiere. Me voy, te portas bien o te dejo sin oreja.
—Esta bien, mamá.
La despedí y volví a la oficina. Ya solo nos íbamos a la tienda para comprar las cosas de Apple e irnos al club jugar tenis. Entre y Apple estaba de espaldas, viendo algo en la papelera. La abracé por detrás, le di besos detrás de la cabeza. Ella se movió bruscamente, apartándose.
—Emily.
—¿Sí?
—¿Qué es esto?
Ella sostenía un lápiz, que a su vez sostenía un... Preservativo. Me reí, burlona.
—Ja, no es mío. —hablé seria.
—Ya sé que no es tuyo —Apple lo dejó caer, justo en una hoja de papel—. Que lo hayan usado contigo, es diferente.
—No, tampoco lo usaron conmigo. —Apple tomó su bolso—. Amor, espera.
—Vengo y te encuentro con un chico abrazada y dándose besos. Resulta que lo conoces antes que yo apareciera en tu vida, y justo... —Habló exasperada—. Ni siquiera sé por qué me molesto.
—Amor, espera, por favor. Vamos a jugar tenis.
Ella tomó el puente de su nariz.
—Ya no tengo ganas de ir a ningún lado, ve sola si quieres.
Apple se fue.
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✨ ¡Hola, criaturitas homosexuales de mal! ✨
Lo sé, lo sé, dije por Instagram (siguanme en Instagram los que no me han seguido para que se den cuenta de todos los chismecitos y tengan el conteo de actualización), dije que iba a subir el capítulo más temprano, pero había el cumpleaños de una prima en mi casa y obviamente no podía perdermelo.
Pdt: no me dieron caramelos por qué dicen que ya estoy vieja :(
Bien, a lo importante.
¿Les gustó el capítulo? ✨🍎
Dios, doña Emilia se robó el show 😂
¿Creen que Apple este haciendo bien en enojarse? 🤨
¿Vieron la pelea de miradas que se tenía Apple y Jake? 👀
Esta candente, nos vemos en el siguiente capítulo que cada uno está mejor que el anterior.
—K.
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