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29- Champagne Problems

¡Rápido! Comenten o está historia acabará muy pero muy mal 💣 ('̀-'́)

— A P P L E —
— A V E R Y —

Los ojos de Emily reflejaban el fulgor de las estrellas. Ese mar verdoso e insondable, me tenía completamente hipnotizada. Me sentía capaz de contar todas y cada una de sus pestañas, llevar una cuenta de las pequeñas pecas en sus mejillas. Esta chica de volátil temperamento, sonrisa engreída, con su estúpida risa y su cálido cuerpo, me tienen completamente enamorada.

Emily es para mí, lo que es Roma para la humanidad. Una completa carta a todo aquello que es perfecto.

Por qué en cuerpo y alma, esta mujer había logrado invadirme. Invadir mis pensamientos, invadir mis latidos, invadir el aire que respiro. Dios, Emily es el amor de mi vida. Y, no lo estoy diciendo por qué estoy ebria y sus brazos me están dando el amor que yo nunca conocí, lo digo por qué es una completa realidad.

Por un largo tiempo, pensé que nunca conocería el amor. Pensaba que solo si les daba mi cuerpo me amarían. Me sexualizaba, tomando la atención de los demás y creyendo que el deseo era amor. Sintiendo esto que Emily me da, ahora sé que el amor es color oro, no más.

—Manzanita. —la escuché llamarme.

—A... —iba a decirle amor—. ¿Qué pasa, Em?

—Voy a la cocina —se despegó de mí, y se levantó de la tumbona—. Tengo hambre.

—Okey.

Vi su figura de larga piernas, con ese traje de baño negro más el Crewneck de Italia que le cubría del frío, alejarse y cruzar por las puertas de vidrio hacia la cocina. A pesar de que es verano, se puede sentir el aire frío aquí afuera. Yo solo traía una camiseta de folklore que hacía el intento de darme calor. Me acosté en la tumbona y mire un rato las estrellas, la verdad es que estaba algo mareada, por qué normalmente las estrellas no ven a esa velocidad, así que, cerré los ojos.

Sentí un dedo pincharme la pierna. Era Emily, con dos tazas vacías, una botella de vino y en la boca una rebanada de pizza. Y su sonrisa boba, claro.

—Toma esto, —me entrego todo—. Ya vuelvo.

Me dejó las cosas y desapareció por donde apareció. Tiempo después, apareció nuevamente, está vez, traía rodado la mesa donde estaba el tocadiscos. Emily abrió las puertas de la mesa, busco algo y termino sacando un sobre cuadrado azul.

—Al menos este tipo tenía buena música. —La escuché murmurar frente al tocadiscos.

Conectó el aparato por uno de los enchufes de afuera, saco el disco del sobre, lo puso sobre esa cosa y la música empezó a sonar en el ambiente. Emily volvió a mí, me quito el vino y empezó a destaparlo con un saca corchos. Lo llevo a su nariz y luego inspeccionó la botella.

—Que hija de puta —Masculló, mientras toma la taza y la llena con el licor.

—¿Qué pasa? —pregunté confundida.

—Kenia es una maldita inteligente, sabe que me gustan los vinos italianos y tanta es su malicia me dio uno de 23 años —se llevó la taza y saboreó su contenido—. Maldita, esto es pasarse de maquiavélica.

Estúpida mujer. No la conocía, pero con lo que han dicho los chicos y la forma en que se apareció de la nada a tratar de quitarme a mi novia, solo puedo decir que la odio.

—¿Quieres? —Emily me ofreció la otra taza.

—Claro.

Claro que iba a beber de ese vino. Quizás estaba envenenado y esa maldita mujer me dejaba viuda antes de lo esperado. Emily me dio la taza, y volvió a tomar su pedazo de pizza. Estaba concentrada en su rostro, hasta que me alarme por qué dejó de comer y dejó su taza en el suelo.

—¡Esa canción me fascina! —Se levantó y tomó mi mano—. Señorita Avery, ¿Me permite esta pieza?

—Em, no sé cómo se baila eso —dije avergonzada. Realmente es una canción demasiado vieja para mis oídos.

—Quizás pueda enseñarte.

Me levantó de la tumbona, me dirigió para poner mi mano sobre su hombro, mientras ella pasaba la suya por mi cintura.

—Mi madre me mandaba a clases de baile de salón; ballet, salsa, tango, merengue. Sé bailar casi de todo, pero yo solo te diré que sigas mis pasos.

Fui un desastre, pisaba sus pies o iba en otra dirección a la suya. Al final nos rendimos y solo estuvimos abrazadas al compás de la melodía. Ella abrazaba mi cintura y yo despegaba mis brazos de su cuello. Su cabello olía a sal y vainilla.

The stars get red, and, oh, the night's so blue, and then I go and spoil it all, By saying somethin' stupid like, "I love you" —Canto en mi oído, para luego tararear la melodía—. Sé que eres más de Taylor Swift, pero Sinatra no está tan mal.

El corazón me latía fuerte, el sonido en él era incontrolable. De todas las maneras posibles, Emily me había alterado. Fue tan fácil como cantarme esa canción, que no le toma más de 5 segundos. La mire a los ojos, y me sentí todavía más encantada. Podía sentirlo en su mirada.

—Amor... —mis labios liberaron la palabra que había estado reprimiendo todo éste tiempo.

No sabía los motivos por los cuales Emily me pidió no llamarla así, pero por el sonido de súplica que salió de ella al pedírmelo, sabía que debía respetar su petición. Pero, mi corazón se rehusaba a seguir mis órdenes.

—Perdón —Me disculpé, viéndola con algo de terror.

Ella tomó la parte trasera de mi cabeza, y acariciando mi cabello, me pegó a su pecho. Sus latidos estaban relajados, eran lentos, iban tanto como el compás de las olas que se escullaban a lo lejos.

—Manzanita, tienes permitido llamarme así por el momento.

Volvía a mirarla, para buscar algún signo de presión. Lo último que quería era hostigar a Emily con mis sentimientos. No quería que se aburriera de mi amor, o asfixiarla con el mismo. Quiero ir a su tiempo, respetando sus límites. No quiero caerme, tropezar y acabar con mi cuento de hadas.

—Em, si no te gusta...

Ella puso su dedo índice sobre mis labios.

—Puedes llamarme así hoy, o lo que dure ebria —Se río un poco. Con esa sonrisa que podría deslumbrar al mundo entero—. En este momento, me gusta cuando sale de tu voz.

Me besó suavemente, arrancando cualquier duda que haya salido a flote. A veces no entendía a Emily; no sabía por qué no le gustaba que la llamara amor, o por qué no le gustaba que fuera tan cariñosa con ella. Pero, ella podía ser un gato ronroneando a mí alrededor, besándome, abrazándome, siendo una cursi detallista. Y, realmente, me frustra un poco, ¡Yo quiero hacer lo mismo! Pero creo que no le gusta del todo.

Me abrazó con fuerza, mientras nos besábamos. Era un beso delicado y profundo. Casi como un beso de película; nosotras siendo vistas por un cielo estrellado, siendo iluminadas por la luz amarilla de los focos en las paredes. Después de unos segundos, nos separamos, y me le quedé viendo a los ojos. Había visto a Emily ser alabada por los demás. Como la veían con el deseo de tenerla a su merced. Como si ella fuera en santo Grial o alguna maravilla.

Yo fui uno de ellos. La primera vez que vi a Emily fue antes de las vacaciones de Navidad el año pasado. Estábamos en el auditorio viendo algunas orientaciones sobre las vacaciones, Emily estaba sentada algunos asientos más abajo que yo, Eva y Armond estaban sentados a sus lados, pero tenía una vista completa de su rostro y sus facciones. Ese día llevaba unas gafas negras, un labial rojo, un saco azul, una camiseta de botones y una falda corta azul. Parecía una chica sacada revista. O, en su defecto, de gossipgirl. El cómo se quedaba seria pero, con una broma de alguno de sus amigos, volvía a reír. Había quedado totalmente hechizada por esa chica que para mí era totalmente desconocida hasta que se lo dije a Megan.

"Oye, esa chica es bastante linda." Fue lo que le dije a mi amiga.

"¿Brownbear?" Ella se rió. "La pequeña Apple, cayó bajo los encantos de la Diosa de Administración"

"Solo digo que es bonita" me había hecho la desentendida. "¿Cómo sabes su nombre? ¿Has hablado con ella?".

Megan había vuelto a reír. "No, pero es muy difícil de pasar en alto. Todos hablan de ella, chicos, chicas. La verdad me tienen harta, siempre están hablando de ella"

Recuerdo haberme quedado un poco más viéndola. Viendo la gracia de cómo jugaba golpeando su libreta con sus uñas mientras ponía atención al decano de la universidad.

"Apple, ve más lento" Escuché a Megan. Yo me le quedé viendo confundida. "Sé que eres muy enamoradiza, pero con esa chica no tienes oportunidad. Está totalmente fuera de nuestra liga"

"¿Tiene novio?" pregunté entristecida, puede que en ese tiempo si tenía ganas de que al menos me mirara.

Megan me negó. "Sí, tiene novio. Pero, hasta donde sé, ella le es infiel. Lo qué quiero decir es que, es mayor que nosotras, incluso más mayor que tú, y tiene mucho dinero. Debe ser una pesada"

Me reí por lo bajo al recordar eso. Ahora la chica "mayor", adinerada, pesada e inalcanzable, me tenía rodeada de la cintura, dándome besos en la mejilla como si quisiera comerme. Y, conociéndola, lo más probable es que si quiera. Mire sus ojos, por qué me encantaba hacerlo. Es como si viera a la verdadera Emily, detrás de ese paraíso azulado. Había escuchado muchas que los ojos son "las ventanas del alma", y hasta este momento, dónde veo por completo las pupilas expandidas de Emily haciéndome de espejo, puede confirmarlo. Puedo saber todo de ella con solo ver sus ojos.

Al terminar de bailar, me senté en la tumbona, Emily se quitó la Crewneck y la puso a un lado mío. Mientras caminaba hacia la orilla, me dio una vista de un bonito bikini negro, junto con su jugoso trasero, con ese jodido tatuaje tan sexy. ¿Todo eso me estoy comiendo?

Señor, dales pan a los que tienen hambre, y hambre de Emily a mí.

Se tiró a la piscina, de espaldas al agua, nadando como un barquito. Su cabello se esparcía por el agua, y su respiración bajaba de ritmo, mientras sus ojos permanecían cerrados.

—Sabes... —Hablo, aún en esa posición que se veía tan relajante—. Amo el agua fría.

Por eso odiaré bañarme después que ella, y ella se quejará que yo dejo el agua hirviendo. Ya saben, me refiero a cuando vivamos juntas y yo no solo sea una visita en su apartamento. Cuando vivamos juntas, tengamos un perro, o hámster como el del departamento de Armond. Aunque, un perro es mejor, así él podría jugar con nuestros hijos...  Dios, estoy más ebria.

Me levanté de la tumbona y me senté en la orilla, solo metiendo mis piernas. Estaba con algo de frío, así que por el momento no podía acompañarla.

—¿Por qué te gusta? —le pregunté, dándole una mordida al pedazo de pizza que dejó a medio comer.

Nadó hasta mí, reposó sus brazos mojados y helados sobre mis muslos, haciéndome estremecerme del frío, desgraciadamente.

—¡Emily! —La regañé y la mire mejor, sus cejas estaban mojadas, sus ojos hacían bonito juego con el azul de la piscina. Se veía tan hermosa, que por un momento no quise enojarme con ella.

—¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me gusta que digas mi nombre? —Sus ojos nunca se despegaron de los míos, ni un segundo. Pero se puso a jugar con el collar que ella me regalo—. Te di esta cadena por qué cuando dices mi nombre; enojada, feliz o exitada, me vuelvo completamente tuya.

El corazón me salto de felicidad. Mía. Emily es mía. Completa y totalmente mía...

Mentira.

Espera... ¿Por qué pensé eso?

Esta vez pego su mejilla a mis piernas, restregándose como un gato. Hizo que me congelara todavía más, pero también hizo que mis malos pensamientos desaparecieran.

—Qué lindo de tu parte, pero podrías habérmelo dicho sin mojarme. —dije, sosteniendo su rostro con mis manos. Apreté sus mejillas, como ella a veces lo hacía conmigo; sus ojos se achinaron y estiró los labios.

Con esos ojos hermosos, con sus perfectas cejas cafés y sus glamurosas pestañas, volvió a hipnotizarme. Me tome el tiempo de fantasear, sé que, algún día, le pediré matrimonio a esta maravillosa mujer. Así como Tom le pidió matrimonio a Eva. Mis hijos tendrán ese fantástico tono de ojos, tendrán la marca de nacimiento que tiene en la espalda, o ese curioso lunar cerca de su boca. Quiero creer que algún día pasará.

—Pensé que te gustaba cuando te mojaba. —habló con las mejillas aun apretadas, sacándome de mi sueño.

—Eso es cuando no me estoy convirtiendo en una paleta de hielo —Le di un beso corto antes de soltarla.

—Pásame mi taza de vino, vamos a entrar en calor.

Como la niña obediente que a ella le gusta que yo sea, me levanté, tome su taza y la mía, aparte de llevar la botella. Ella no salió del agua, apoyo sus codos a los lado de mi cadera y ahí se quedó, disfrutando su vino. La verdad, es que estaba muy bueno. Realmente, no sé nada de vinos, pero este está pasable. Por eso, bebí mi último trago de un golpe.

—¡Apple! —Fue el turno de Emily regañarme con una risa—. Así no se bebe el vino. Menos una gran reserva como ésta.

Sentí que esa mujer se iba a desmayar de la indignación. Sí, Megan tenía un poco de razón, a veces era una ricachona pesada. Pero era MI ricachona pesada.

¿Será por eso que estaba con esa chica? Se ve que ella también tiene una familia con dinero. Si sabe tanto de vinos como ella, y sabía que ese podría gustarle, es por qué ellas tenían cosas en común.

Okey, sobre pensé mucho, me empezó a doler el estómago.

—Creo que tendré que enseñarte como se toma vino —Rozó su nariz con la mía jugando.

—Estás bromeando... —apoyo mejor los brazos levantandose una poco del agua.

—Primera lección —mordió mi labio inferior, para luego tenerlo entra los suyos un rato—, debes saborearlo.

Su lengua interrumpió en mi boca, con tanta violencia que me terminó robando un gemido. Realmente, no era un beso en sí. Era su lengua y la mía restregándose la una a la otra, sin los labios de por medio. En Emily, pude sentir el sabor de manera más aguada; las notas dulces, ácidas y esas cosas elegantes que escuche en la televisión. Me quedé totalmente pasmada, de la sensación tan fuerte que era ella en mí. Volvió a tomar posesión de mis labios pero solo con mordidas, y yo quería un beso. Un beso de los que ella me da, que son suaves y amorosos.

Pero ella solo está jugando, y a mí me desespera que Emily se ponga a jugar.

En medio de mí trance, entre mi deseo de un beso y lo que me provocaba, ella aprovecho a quitarme la camiseta. Estaba con mi traje de baño blanco, así que había quedando a merced del frío.

—Manzanita, si te lo tomas de golpe, no lo disfrutas —Tomó la botella, y regó un poco sobre mis clavículas. El líquido bajó, hasta caer en mis pechos. Ni corta, ni perezosa, Emily paso su lengua por el camino que él vino había dejado en mi piel—. El placer nunca va de prisa, tienes que tener paciencia.

Mordió con suavidad mis pechos, de la forma más tortuosa posible. Paso su lengua por mi clavícula, y beso mi cuello, haciendo un camino hasta llegar a mi mandíbula. La manera lasciva con la que su boca pasaba por mi piel estaba empezando a erizarme de pies a cabeza. Era como una corriente eléctrica que podría sentir incluso en la punta de mi cabello. Volvió a mis labios, pero no me besó.

—Amor —Bufé desesperada.

—¿Qué pasa, manzanita? —fingió demencia, como siempre.

—Bésame. —Exigí, firme ante la chica. A pesar de que por dentro estaba agonizando por la necesidad de placer.

—No tengo ganas.

Su sonrisa socarrona y el tono burlón en su voz, derramó la gota de mi paciencia. Decidida, tome la camiseta que me había quitado, dispuesta a irme. Tanto que saque las piernas del agua.

—¿Por qué te vas? —pregunto con "inocencia", de nuevo.

—Tengo frío. —dije a secas.

Me pare, caminé a través de las sillas para cruzar a la cocina pero antes de hacerlo, un silbido saliendo de sus labios, hizo que regresará a mirarla.

Sostenía con una mano el sostén de su bikini, mostrándomelo, como una bandera de paz. Aunque era todo lo contrario.

—¿Aún tienes frío, Avery?

Trague grueso, puse cara seria y, por arte de magia, mis pies llegaron a la orilla de la piscina. Por el movimiento del agua, no podía ver con exactitud su torso. Todavía estaba seria, no dejaría que ella confirmara que me trae babeando. La profundidad y severidad de esa mirada azul eran como un imán, ella no había hablado, pero yo sabía lo que quería. Baje las gradas de la piscina, con la cabeza baja, totalmente rendida ante la castaña. Estábamos la una frente a la otra; ella sostenía esa sonrisa juguetona que me ponía enferma.

El cuerpo de Emily era precioso, era casi escultural; estaba semi definido, su piel no era morena, pero tampoco era blanca. Era simplemente perfecta en muchos sentidos. Salió un poco a la superficie, mostrándome con lentitud como el agua desnudaba sus senos.

Y, Dios esos pechos. Tenía ganas de simplemente verla. Admirarla como la obra de arte que era; sin ninguna malicia o deseo.

Mentira, quería chuparlos hasta ya no sentir las mejillas.

—¿Tienes algún deseo, Manzanita? —Habló, lenta y tranquilo, casi condescendiente.

—Bésame.

Sus brazos pasaron por mis caderas, tomando con autoridad mi trasero, como lo hacía la mayor parte del tiempo. Su cabello oscurecido por el agua, sus ojos a juego con la piscina y esa piel bronceada, era como estar viendo a una sirena. Nos vimos a los ojos unos segundos, para que fuera acercándose a mí. Sus labios se unieron con los míos, danzando con suavidad y paciencia, me dio unos cuantos piquitos en medio del mismo, que me hacían sentir amada, estaba muy deseosa de que se intensificara. Y cuando yo iba a tomar la iniciativa de devorarle la boca, tomo suavemente mi cara y nos separó.

—¿Algún otro deseo? —Preguntó, acariciando mis mejillas.

Caí rendida ante mi necesidad. Estaba aferrada a su espalda, y me escondí en su cuello. Necesitaba sacar esto.

—Quiero hacerte el amor, Emily.

La sentí reírse con la calma de las olas. Beso mi frente, y me vio un rato.

—Nos estamos tardando.

Salimos de la piscina casi corriendo, tomamos nuestra poca ropa, más el vino y pasamos a la casa a las habitaciones de la segunda planta. Emily me tomaba de la mano, mientras nos escurrimos por los pasillos. Lo más gracioso fue encontrarnos a Eva y Tom en la misma situación. Eran los dos, semi desnudos, buscando su habitación. Nos sonreímos mutuamente.

—Chicas, provecho —Hablo Tom, a manera de un saludo improvisado.

—Gracias, igualmente —Le conteste, mientras jalaba a mi chica a la habitación de al lado.

Entramos a la habitación, prendí las luces y al darle la espalda a Emily, aprovecho para besarme justo en esa zona; pasando por mis omóplatos, mi columna, hasta llegar a mi cuello. Me di la vuelta y pude besarla. Su boca me recibió sin ninguna sorpresa, el sabor a vino estaba ahí, su escurridiza lengua tambien. Empecé a guiar sus pasos hasta la cama, cayó sentada en ella, y fue ahí donde yo tomé la oportunidad de sentarme en su regazo a disfrutar sus labios.

Realmente no había muchas complicaciones, por qué casi no traíamos ropa. Sus manos fueron quitando la parte superior de mi traje de baño, le tomo un segundo quitármelo. Luego, fue mi turno de desatar lo nudos sus bragas, mientras yo bajaba las mías. Ya estábamos desnudas, ya estábamos la una para la otra. Emily, aún con la botella de vino en la mano, le dio una trago largo. No me sorprendería si se pone ebria mientras lo hacemos. Esta mujer era un exceso. Todo en Emily es un exceso.

Juguetona virtió un chorro en su abdomen, lo suficiente para que se quedara entra las líneas de su abdomen.

—Veamos si aprendiste a tomar vino.

Miró el charco en medio de sus líneas abdominales, y luego me vio a mí. Su mirada lasciva me estaba retando a beber el líquido. Y como yo no soy más que una niña llena de obediencia, lo hice. Pase mi boca por toda la extensión de su piel, saciando mis más bajos e incautos deseos, saboreando el juego de uvas fermentado en cada centímetro de ella.

Aún pasando mi legua por su abdomen, tuve la necesidad de repetirle mi deseo, para dejárselo bien en claro.

—Quiero hacerte el amor.

Me tomo del cabello y nos puso cara a cara.

—No es necesario que digas eso. No estamos en una luna de miel, ni vamos a coger con Camilo Sesto de fondo.

—¿Camilo Sesto? No sé quién es ese, —fui completamente honesta con ella y sus referencias de viejito—. Pero podemos poner a Camila Cabello, aunque no sé cuál canción quedé con "hacerte el amor".

—Deja de decir eso. Coger es coger, Apple. Follar y sentimientos no van de la mano, nunca lo hace. —Le dio un trago a su botella de vino, mojándose los labios del líquido rojo.

—No, no lo entiendes. —La acosté completamente en la cama, acercando mis labios a su cuello—. Te deseo tanto, Emilia Brownbear, que tengo una necesidad extraordinaria de hacerte el amor. Joder, te ruego que me dejes hacerte el amor.

Se bebió la última gota del vino. Tiro la botella por la alfombra y se abalanzó a besarme.

—Hazme lo que se te plazca.

La besé totalmente hambrienta, estaba pérdida en el deseo. Deseaba tanto a Emily que incluso mi cuerpo estaba recesivo de ese mismo deseo. Tome sus pechos y me deleite con ellos. Succioné esos bonitos pezones morenos mientras acariciaba su estómago. Luego mordí la piel pálida del resto de su pecho. Emily era diabólica, tomó mi trasero y empezó a chocar mis caderas contra las suyas.

Amaba eso de Emily, amaba la forma en la que ella me sometía sin la necesidad de hablar. Es como si mi cuerpo supiera lo que ella quiere tomar de mí. Y, ahora, ella lo que quería era placer. Besé todo su cuerpo; cada rincón, cada lunar, cada palmo de carne era cubierto por mis besos. Abrí sus piernas, y también la recorrí. Estaba desesperada, pero tenía que relajarme, no quería que ella supiera que me tenía loca. Yo tenía el control ahora, no ella.

Pero, como me muero por comerme ese rico coño.

En un movimiento rápido, Emily me tomó del pelo en un puño, obligándome a verla a los ojos.

—¿Tienes hambre manzanita? —resulta que había dicho aquella frase en voz alta—. Cómetelo todito.

Con en agarre en mi cabello me empujó hacían su entrepierna. La estaba devorando desenfrenadamente. Ella jadeaba y gruñía, mientras yo me deleitaba con esos esos sonidos. Podía sentir como le gustaba, desde la forma en cómo tomaba mi cabeza, como aruñaba mi espalada. Cuando la sentí cerca del orgasmo me aparte, sus ojos me vieron con desaprobación, pero lo que no sabía es que iba a meter mi pierna entre las suyas para llegar al clímax juntas. Pero, es Emily, ella nunca está satisfecha solo con uno. Así que pase toda la noche, siendo completamente obediente a sus necesidades.

Después de la faena, me acosté en su pecho y la escuché descansar. Nuestros cuerpos sudaban, nuestras respiraciones se regulaban. Pero yo estaba feliz, completamente feliz de hacerle el amor a una mujer que me tiene totalmente encantada.

—Podría estar así toda la vida. —le dije, mientras la abrazaba fuerte.

—¿En serio?

—Sí, quiero pasar una vida así. Quiero graduarme de la universidad y mudarme contigo a tu departamento. Algún día casarnos en un crucero, despertar contigo todas las mañanas, desayunar juntas, cocinar juntas y adoptar un cachorro. Quizás, algún día tener hijos; una niña y un niño, hacer viajes familiares, verlos crecer. Luego, nosotros envejezcamos en una casa frente a la playa.

Los latidos de Emily se volvieron rápidos y su respiración empezó a tener un ritmo muy irregular. Su cuerpo se volvió rígido y frío.

—Sería muy lindo ser parte de eso...—susurró, muy por lo bajo.

—Claro que estarás ahí. No quiero nada que no sea contigo. —Me acomodé mejor en su pecho, pero ella ni se inmutó.

—Apple, tú y yo sabemos que no puedo a ser parte de eso.

—¿Por qué no?

Mis alarmar saltaron. Me tranquilice, en espera de lo que ella diría.

—Apple, yo no puedo aspirar a eso... ¿Sabes? Ni el matrimonio, el perro, los hijos. Es algo que no va conmigo. Y lo sabes. Necesito que eso te quede en claro.

El corazón se me pauso por unos minutos.

—No sé a qué estás queriendo llegar con esto, Emily. —Hable seria, pero con el corazón en la mano. Aún no tenía la valentía de levantarme y verla a la cara, así que seguía quieta en mi lugar.

—¡No soy una esposa! ¡Tampoco soy una novia! —Esta vez si me levanté. Cara a cara, pude ver cómo las lágrimas resbalaban por su mejilla—. Eso nunca va a suceder, ¿Sabes por qué?, ¡Soy Emily Brownbear! Nunca tuve madera para una relación. Soy solo un objetivo de colección para cualquier chimenea, Apple. Todo lo que tenga que ver conmigo sale jodido.

Sus palabras ardían. Cargaban con cierto odio hacia sí misma, que me dejaba un mal sabor de boca.

—No digas eso, Emily...

—¿Que no lo has visto? No merezco ningún tipo de amor. Todos saben eso.

—¿¡Quienes son todos!? —pregunte desesperada.

Frustrada, tomo la parte trasera de su cabeza y se hizo bolita. Apretaba las rodillas contra su cara, mientras se balanceaba de adelante hacia atrás.

—¡Mis padres, Richard, Kenia, Benedetta! ¡El maldito Frank! —Escuchaba el desepero en su voz—. Todos ellos saben que no merezco amor. Nunca lo merecí, Apple.

—Yo puedo dártelo, Emily. No los necesitas a ellos, me tienes a mí. Tengo el amor suficiente para sentir por las dos.

Busqué su cabello para hacerla entrar en calma, pero antes de llegar a una de la hebras castañas, me tomo de la muñeca con fuerza, impidiéndome tocarla.

—No hagas eso, Apple.

—¿Que no haga qué?

—No trates de salvarme. No intentes hacer de mi redentor, no cuando te estás poniendo como garantía. No valgo la pena.

Sus palabras solo me llenaban de impotencia. Yo también empecé a llorar un poco, era demasiado tensión. Estábamos tan bien hace un rato, no sabía que ella podría cargar con eso tanto tiempo, ¿Como podría hacerle entender a Emily el amor que le tengo?

Emily se acostó, se envolvió en la sábana y se quedó viendo la ventana por un largo rato.

Apple, relájate, solo está ebria. Mañana lo hablarán, y todo será mejor.

Pero los ebrios también dicen la verdad.

—Emily... ¿Quieres que sigamos juntas? —Ahora era yo quien sacaba mis inseguridades a flote.

—No lo sé.

—¿Quieres que terminemos?

—No lo sé.

—Puedo irme a dormir a otra habitación...

—Quédate —Esta vez, tomo mi mano. La cruzó por su estómago y llego a su pecho—. Perdón, por todo lo que dije. Sólo que... Aún no entiendo algunas cosa, y no sé si voy a entenderlas. Pero, por favor, quédate, Apple. No querío estar sola con esto dentro.

Me acomodé para ver su rostro. Seguía concentrada en la ventana. Sus ojos reflejaban una sólida tristeza, incluso con sus lágrimas aún saliendo de ellos.

—Frank lo sabía todo desde un inicio —Empezó a hablarme—. ¿Por qué carajos alguien podría amar a una persona como yo? Él sabía que nunca podría encontrar a alguien quién me amara, cuando yo solo soy un "servicio". Soy solo un plazo de tiempo.

La abracé por la espalda, para tratar de apaciguar todas las palabras que no solo la herían a ella, también me herían a mí. Apagamos las lámparas, y tratamos de "dormir". Emily cayó dormida como un ángel a los pocos minutos, pero yo no pude conciliar el sueño ni de broma. Esto me superaba demasiado. Mi chica de besos apasionados, sonrisas juguetonas, ojos expresivos y manos amorosas estaba tan rota como cualquiera. Y yo no podía creerlo. No lo que creía por qué...

La veía a los ojos y sona Daylight. Pero en la cabeza de Emily, siempre se escuchaba Champagne Problems.

━━━━━━🍯━━━━━━

HOLAAAAAAA,
Gente homosexual depresiva! ❤️

¿Cómo pasaron sus fiestas patrias? 🌎
Yo ebria, gracias por preguntar ;)

Con referente a la actualización, este capítulo me tomo mucho trabajo, la verdad es que las emociones de Emily son muy complejas y realmente es bastante complicado plasmarlo en palabras, pero hice lo mejor que pude. 🥺

Emily, me dueles 😞

📭 Buzón para los qué amamos el capítulo (a pasar de acabar triste)

📭 Buzón de los que queremos demandar a Ky

📭 Buzón para los que tenemos problemas con la Champaña:

Así es, mis querid@s lectores habrá una convocatoria de fanarts, sobre cualquiera de mis historias. Preferentemente de está, claramente.

Cualquier dibujo, lo estaré subiendo a mis redes Sociales, ya sea Instagram o Twitter.

Les dejo mis identidades sociales para hacerme llegar los dibujitos. Espero que se animen.

Segundo Anuncio Parroquial:

Si tienen algún Tiktok o Reel sobre la novela, puden etiquetarme. Ya sea positivo o negativo, me encantaría ver contenido de la historia. También le hare repost, y daré creditos. Espero que se animen, x2.

—K.

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