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22. Orgía de malas decisiones


—¿No crees que deberías de hablar con ella? —la voz de Armond se escuchaba por el altavoz de mi teléfono—. Deben solucionar esto.

Apple había pasado toda la semana anterior evitándome. Para variar, está no parecía ser diferente. Todos los días eran la misma mierda, no podía hablar con ella por qué cada vez que me veía se daba media vuelta y se iba. Quería tomarla desprevenida, pero su amiga "Megan" no me lo permitía.

—Armond, ¿Que puedo solucionar? —Seguí pegándole a la pared con mi pelota de Voleibol—. Todo se fue a la verga. A mí me está llevando la verga.

—La niña se desvive por tí. Solo habla con ella. Se te hace tarde y las dos se están haciendo daño.

Detuve la pelota. Por alguna razón, las palabras de Armond me sonaban sospechosas. Pero no era algo desatado de mi crisis nerviosa, era otra cosa, como mi sentido arácnido o algo así. Le di un gran trago a mi copa de Margarita casera, para refrescar mi garganta y tomar los huevos de hacerle una pregunta crusial a Armond.

—¿Momd, has escuchado algo?

Silencio, eso es sospechoso.

—¿Escuchar qué?

—No sé. Los hombres son chismosos, pudiste haber escuchado algo —Otra vez silencio, mis sospechas eran ciertas—. ¿Que escuchaste, Mond?

—Emily...

—Dilo.

—Emily, no creo que se conviniente decírtelo por teléfono.

—Me importa una mierda, sea lo que sea, quiero saberlo, Armond Cass.

Un sonoro suspiro se escucho al otro lado de la línea. Estaba temerosa de lo que Armond pudo haber escuchado, pero aún con el corazón en la garganta quería saberlo. Quería saber todo de mi Apple, aunque ella ya no fuera del todo mía.

—Creo que está saliendo con alguien más —Más puto silencio—. No sé, creo que es el chico que hace de Romeo.

Ese gato rompe hogares. Ni siquiera recordaba su nombre.

—¿¡Con ese suripanto!? —le grité al teléfono—. ¿¡Está tirando con ese idiota!?

Gruñí al aire. No sé por qué derrepente me altere. No quería ofender a todos los ancestros de ese maldito renacuajo hijo de la gran...

—Emily, cálmate.

—¡ESTOY CALMADA! —gruñí—. Solo qué, ¡Mierda! No sé qué hacer.

—Ya te lo dije, habla con ella.

—¿Hablar de qué? —Me hice bolita sobre el pasto, y escondí mi cabeza entre mis rodillas—. Voy a decir una estupidez y la voy a cagar más. Armond, cuando ella me habla así de seria, el cerebro no me funciona. Estoy perdida.

—Mira, hazle algo bonito. Yo te respaldo y te doy una espacio para que hables con ella. Háblale con el corazón, Emily.

De repente me perdí en la plática.

—¿Con el corazón? —Pregunté, prácticamente aturdida.

—Sí —Respondió seguro— O ¿vas a mentirte a ti misma, diciéndote que solo la quieres para sexo?

Le colgué.

¿Que mierda se supone que siento por Apple?

Me sentía abrumada. No podía ni conmigo misma. Todo era confuso y agotador. No me gustaba sentirme así. Sentir esa mierda, de querer correr, tratar de huir; por qué no existía —Y, al parecer, tampoco existirá— una manera de escapar de mi misma. Es tan asqueroso y repugnante, la sensación de no controlar tus latidos, sentir como el aire en tus pulmones es casi imperceptible; y la inquietud, maldita inquietud.

Iba a llorar.

¿Quiero llorar?

¿Por qué lloraré?

¿Esto que siento es tan importante como para atreverme a llorar?

Dios, que patética que soy.

Sentí una mano acariciar mi cabello, suavemente, con ese lindo calor de "estás bien". No me moleste en ver de quien era esa mano. Por su olor a flores y algo de cannabis, supe que era mi mamá. Me dió unas palmaditas para que me hiciera más adelante. Me arrastre un poco por el pasto, aún sin levantar la cabeza. Se puso destras de mí, sus manos me rodearon en un abrazo, pegó su cara a mi espalda y beso uno de mis omóplatos.

—Sabes... —empezó— Cuando supe que estaba embarazada de tí, sentí que todo mi mundo se había ido a la mierda —Que madre tan inspiradora la mía—. Creo que eso se debió especialmente a que no te espera. Según yo, dos niños ya eran suficientes, un tercero no podría dominarlo, también está el hecho de que no te tuve tan joven y eras un embarazo riesgoso. Pero te encanta llevarme la contraria, y te mantuviste en mí de todos modos.

»Luego supe que eras niña, y sentí más terror —le dió un trago a su copa de vino—. Solo era Frederick y Xavier, ambos eran niños escandalosos, toscos, traviesos y casi indestructibles. Frederick no se parecía en lo absoluto a mí, así qué con él nunca tuve problema. Pero Xavier, Xavier si era todo un espectáculo. Era tranquilo pero algo malhumorado, no podía ser más parecido a mí —Mamá empezó a acariciar mis brazos con movimientos suaves que eran capaces de tranquilizarme—. Pero luego estabas tú. Eras diferentes a ellos, pero lo gracioso es que querías parecerteles...

—¿A qué viene esto mamá? —La interrumpí, por qué estaba
confundiendome más.

—¿Estás enamorada de esa chica?

Me quedé perpleja.

—¿Desde que hora estabas escuchando mi conversación?

—Puede que ya lleve un rato —Se separa de mí, y me mira—. No respondiste mi pregunta.

Suspiré pesado. Ahora era yo la que bebia de mi copa.

—No lo sé... Creo que ella no me merece.

—Creo que te estás preocupando mucho por alguien que no te valora.

—No. No es que no me valoré... Es que ella merece más, ¿Okey? —Me pegué más a mis piernas, totalmente derrotada—. Ella quiere un cuento de hadas, yo ni siquiera llegó a dragón. Al paso que voy, va a terminar calcinada en mi infierno.

Mamá se rió. Su risa fue casi burlona.

—Nos acostumbran tanto a amar y sufrir, a amar y lastimar, que cuando sentimos amor, nos reusamos a sentirlo —ella besó mi cabeza y se levantó—. Hay que cuidarte mucho, Emily; estás medio estúpida, amorcito.

Lo sé, mi madre es motivadora.

¿Amor? ¿Yo? ¿Por Apple?

Me suena vas creíble el hecho de qué los ovnis existen, al hecho de que yo pueda enamorarme de otro ser humano. El solo pensarlo me daba asco. Yo no podía, es más, no era tanto yo, eran los demás. Ella no podía enamorarse de mí, esa afirmación es casi suicidia.

Por eso me dejó. Ella sabía lo que yo significo. Apple está consiente de lo que soy y por eso se alejó. Nadie puede amarte cuando eres un puente inestable con una caída segura y letal.

Me levanté del pasto y me dirigí a la cocina. Saque todos los ingredientes para hacer un pay de manzana. Quizás Armond no estaba del todo equivocado. Le haré a Apple algo bonito, así podríamos hablar civilizadamente.

Aun así estaba muerta de terror. ¿Que tal si esta vez sí la jodí del todo? ¿Que tal si ella no me perdona? ¿Y sí de verdad ese idiota la valora?

Entre tanta incógnitas, no puede evitar ver cómo la mano que sostenía el cuchillo, mientras cortaba las manzanas, empezó a temblar.

No estoy pasando por esto otra vez.

Estoy bien.

Todo va a estar bien.

Que asco, no puedo creer que esto me este pasando. Otra vez.

Después de un rato de a ver terminado el postre, a verle decorado el topper dónde se lo iba a llevar y beberme unas dos Margaritas más, me fui a dormir. Igual fue en vano, por qué a penas dormí unas 2 o 3 horas. Lo último que veía al cerrar mis ojos, era esa maldita escena, cuando Apple empezó a llorar. El escalofrío que me daba de solo recordar lo que dijo...

«Emily Brownbear, estoy enamorada de ti»

Dios, mi mundo se fue a la total mierda. ¿Cómo le pude hacer daño a una chica tan maravillosa como ella? ¿Cómo fuí capaz de olvídame por completo de mi compromiso con ella? Soy la persona más detestable del mundo, no puedo ni conmigo misma. Pero haré lo mejor que pueda para solucionar algo.

La mañana transcurrió sin pena ni gloria. Llegue a la universidad vistiendo unos jeans y una blusa sencilla de botones, no estaba de un humor en el que pudiera rockear otra cosa. Puede que allá estado algo nerviosa, pero estaba tratando de controlarme para no caer en una crisis . Apple, como era recurrente ahora, no se parecía por ningún lado. Era como si se escondiera de mí o algo parecido. Trataba de ponerle atención a mis clases, pero los ojos azul grisáceo de mi rubia no me dejaban concentrarme. Mis ganas de verla y hablarle acababan conmigo.

—Emily —Era la voz de Armond—. Tierra llamando a Emily Brownbear.

—¿Que pasa, Mond?

—¿Ya estás lista? Voy a ir a buscar a la Manzana.

Lo tome de la mano, de verdad no me sentía lista. Creo que necesito un poquito de apoyo moral. O un trago de Jägermeister.

—Armond...

No me dejó acabar. Tomo la parte trasera de mi cabeza y me pegó a su pecho. Acarició mi cabeza para tranquilizarme. Casi lloro, pero no lo hice por qué estábamos en medio de mucha gente. Por este tipo de cosas, Armod era mi mejor amigo. Sabía que la había cagado, y él no me juzgó, solo está apoyándome.

—Verás que todo va a salir bien, Ly —Fue lo único que dijo en medio de nuestro abrazo, para sellarme un beso en la frente.

—Gracias, Mond.

—No tienes de que agradecir.

Armond me soltó y se fue a buscar a Apple, más que a Apple a su amiga Megan. Esa chica era como una águila; ella me mantenía vigilada para no acercarme a Apple. Y yo no lo entendía, quería arreglar las cosas con su amiga y ella no me dejaba. De repente, vi a una cabellera rubia en uno de los salones vacíos, supe que era la desde su estatura, hasta como toma su mochila. La felicidad y el nerviosismo me llegaban hasta los huesos, pero eso me duró muy poco, cuando vi al tipo ese tomando su mejilla. Le dejó un beso en esta y se fue. Me quedé congelada en el pasillo, es más, retrocedí para poder estabilizarme. Él, ese imbécil, se atrevía a tocarla. Tomé valor de nuevo, sí o sí, yo debía hablar con ella.

—¿Tú nunca aprendes, cierto? —Era Megan. Mire más atrás y Armond me hacía señales de muerte—. Entiéndelo, Brownbear, ella no quiere hablar contigo.

—Mira, Montes, mientras ella no me diga que no quiere hablar conmigo, yo seguiré esperando —Me puse frente a frente de la morena, de manera retadora. No era buena peleando, pero más de algún golpe mío debe llevarse está chica—. Así qué, quítate que no es de tu incumbencia.

—¿De mi incumbencia? —sonó ofendida—. A la que no le incumbe, lo que haga o deje de hacer mi amiga es a ti. ¡Pasa la página!

—No te lo voy a decir a decir dos veces. No me busques, que vas a encontrarme.

Estabamos a centímetros, su respiración me rozaba el rostro y nuestra mirada estaba clavada en la vista de la otra, pero ninguna de las dos desistía. No sé quién de las dos iba a mechonearse primero, pero estaría atenta a cualquier movimiento que ella me quiera propinar.

—¿Megan? —La Manzanita apareció. Me vio a mí y bajo de lleno la vista al suelo— ¿Emily? —Volví a buscar la vista de Megan. Era más para asegurarme de que ella me daría paso para hablar con la rubia—. ¿Por qué las dos están con esas caras?

—¿Podemos hablar? —dije, sin afán de responderle algo sobre mi desacuerdo con su amiga—. Por favor, Apple.

La rubia no dijo nada, siguió con la mirada baja, pero me hizo una señal de que la siguera a dentro del salón vacío. Megan, Armond y una recién llegada Eva, se quedaron afuera, esperando a que nosotros termináramos de hablar. Nos sentamos en dos sillas, una frente a la otra, como un confecionario.

Ninguna dejó nada. Es como, si de repente, todas las cosa que me hubiera gustado decirle para que no se sientiera mal se haya esfumado de mi vocabulario.

—¿De que quieres hablar, Emily? —empezo, aún sin mirarme.

—Yo... —tome la manta con el traste que tenía en mis manos—. Yo te hice un pay. Es de manzana y un poco de canela, supuse que te gustaría.

Ella sonrió sin ganas. Podría decirse que desanimada.

—¿Eso era todo?

—No —Ahora era yo la que le evitaba la mirada, y trataba de encontrar la forma de abrirme con ella—. Quería que saliéramos o platicaremos, yo creo qué...

—Emily, basta —rascó su nunca unos segundos, mordió su labio inferior antes de hablar—. Esto es un error. Mira, lo de nosotras acabo. Ya no me hagas más difícil esto, yo solo quiero olvidarte. Déjame hacerlo.

Algo dentro de mí, y la química en mi cerebro hizo un poco de corto circuito. Ante lo que dijo no pude evitar reírme un poco. Pero, me reía para evitar llorar. Todo el peso de mi malestar, cayó de nuevo encima mío.

—¿"Olvidarte de mí"? ¿Por eso está saliendo con el imbécil ese?

—Josh...

—Sí, ese pendejo, como quiera que se llame.

Apple ni siquiera me negó la acusación, del estarse acostando con semejante idiota. Cosa que me dio un hormigueo en la parte baja del estómago y me puso peor la ansiedad.

—Me rehusó. Apple Avery, me rehúso. No voy a permitir que te alejes más. No sé cuánto tiempo me vaya a tomar, pero quiero que estar conmigo, y no voy a descansar hasta haber conseguido eso.

—Ese es tu problema. Quieres que este contigo, pero ya también quiero que estés conmigo, Emily. Pero tú... Tú quieres, y solo me terminas haciendo daño.

No dijimos nada más.

Yo me paré y me fui, arrastrando a Armond y Eva conmigo.

━━━━━━🍯━━━━━━
Holaaaaa,
Tarde pero seguro mis amores!

Les cuento, febrero fue un mes de mierda, y por ende, no me dio mucho pie a escribir. Estuve posponiendo este capítulo por mucho tiempo, por mi bajón de animos, pero ahora ya estoy un poco mejor.

Espero que hayan disfrutado este capítulo! ❤️

Buzón de comentarios
📭✨

—K.

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