20. ➵ A llorar a la lloreria 💋
⟦20⟧
➵ A llorar a la lloreria
—EMILY—
—BROWNBEAR—
Viernes, 09:40 p.m
Las luces de la calle empezaban a desvanecerse a medida que la llovizna incrementaba. El agua en el pavimento reflejaba la claridad, y a pesar de ser un hermoso escenario estaba que me moría de la ansiedad.
El ser humano más despreciable en la tierra, eso debo de ser en estos momentos. Es más, debo ser la persona más odiada de todo el puto universo.
Me pegaba una y otra vez al volante del auto cada vez que tenía oportunidad. Que idiota soy. Me deberían de dar el premio a la persona más imbécil parada en la tierra. No es posible que algo tan importante se me haya olvidado.
Algo tan importante para ella.
Mierda, mierda, mierda.
No merezco perdón de Dios. Menos de ella...
Viernes, 08:00 a.m
Un hermoso día comenzaba en la mansión Brownbear. Tenía algún tiempo de no despertar en mi cama y casi no lo extrañaba. Cuando estaba en casa me costaba mucho dormí, lo cual era extraño. Entendía que había más personas allá afuera, que ellos me querían mucho y esas mierdas, pero aun así no conciliaba el sueño. Creo que el único lugar donde verdaderamente duermo bien es en la cama de Apple. No sé qué marca será, pero es muy bueno.
Oh, la Manzanita no me ha escrito, debe estar ocupada. Otra semana sin dormir en su cama será.
La verdad no quería levantarme de mi cama, estaba muy a gusto como para salir de ella. Pero no tardaría en qué mi mamá enviara a alguien de servicio para levantarme. Busque de mi clóset que ponerme; lo bueno de estar en casa es que podía dormir desnuda, lujo que en el departamento de Armond no me puedo dar. Bueno, pero en el cuarto de Apple lo puedo hacer y no me molesta. Punto para la manzanita.
Tome unas bragas y un sostén, agarré un pijama azul de seda y me fui al baño, enjuague mi boca, cepille mi cabello, me puse mis mascarillas. Lo habitual en mi rutina. Tal vez después de desayunar podría hacer algo de ejercicio, solo si estoy de humor. Salí de mi habitación, bajé por las escaleras y caminé al comedor, sin embargo, no había nadie. Ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis sobrinos. Me pareció raro, así que fui al patio. Ahí mire a mi madre, mi cuñada Jenn al lado de Xavier; los tres veían a Karter y Frederick jugar rugby. El fútbol americano de los ingleses, pero es mejor no mencionar eso frente a ningún inglés.
Tome asiento al lado de mi madre, quien fumaba un cigarrillo y leía algo en su tablet de trabajos. Al lado de su taza de café estaba la cajetilla de cigarros, los tomé y saqué uno.
—Desayuna primero —Dijo la mujer de ojos verdes, viéndome a través de sus anteojos.
—Eso es lo que estoy haciendo —respondí con el cigarrillo entre mis labios, antes de servirme una taza de café.
No fue de esperarse que Lucía, la señora del servicio, se apareciera con tostadas untadas de jalea de fresa y manzana.
—Señorita Emily, a tiempo para su desayuno.
—Gracias, Lu.
Mire a Jenn y Xavier muy entretenidos viendo a Karte y Frederick luchar por el balón ovalado. Xavier se miraba tan tranquilo, que solo quise joderlo un poco.
—Y allá va el gran Xavier Márquez, todos le hacen una ovación de pie, ahhh —Fingí la voz de locutor solo para joderle, y funcionó; sus ojos verdes me vieron con muy poca gracia.
—Al menos yo fui bueno en algo —Trato de zafarse.
—Hey, me vas a muy disculpar, pero mis trofeos de Voleibol no dicen lo mismo.
—Sí, dicen que eras buena por qué le gustabas al coach —Jenn le dio un manotazo—. ¿Qué? Ella empezó.
—Respeta a tu hermana —Razonó su esposa. Xavier gruñó, la rubia sonrió y lo beso, él contento lo recibió.
Algo se alojaba en mi corazón cuando hacían eso. Se podría decir que eran celos. Celos de que Xavier, quien era tan igual o parecido a mí, pudo encontrar alguien que lo quisiera sobre todas las cosas. Alguien con devoción tal, que fuera capaz de ver mucho más allá de lo malo. Yo quería algo como eso, pero no iba a tenerlo. Se podría decir que yo estaba condenada a ir de un lado a otro, y no quedarme en ninguno.
De repente, unas notificaciones llegaron a mi teléfono. Eran de Jake.
Jake Harper 🐶:
Hola, linda
Lista para esta noche?
Yo:
Esta noche?
Que hay esta noche?
Jake Harper 🐶:
Nuestra cita
Lo olvidaste
Pasó por tí a las 7
No lo recuerdas?
Yo:
Sí
Espero por ti
Jake Harper 🐶:
Bien, bien
Cena formal
Por si te lo preguntabas ;)
Bueno, después de todo, al parecer lo mío si estar de un lado a otro.
—¿A quién le sonríes? —Pregunta mi hermano Frederick, acercándose a la mesa para beber agua.
—Creo que otro pobre ingenuo de contaduría volvió a caer —Le contestó, Xavier.
—¡Mamá, escúchalos!
—Sí, sí, chicos dejen en paz a la niña. Emily formaliza un relación, no te comas a los empleados, etcétera —Mamá ni siquiera nos vio.
Los ignore y pensé en mi cita de hoy con Jake. Pensé en todas las veces que nos hemos visto interrumpidos por su hermano y familiares en general. ¿Será ésta una de esas noches? ¿O podremos tirar en paz? Sé cuál sea el desenlace, necesito un plan B. Terminé mis tostadas y me levanté de la mesa. Pase por la cocina y mire a un sudoroso Karter sacando dos barras de proteínas.
—Hey, Kart —llame su atención.
—Hola, Ly, ¿En qué puedo ayudarte?
—Sabes que entre nosotros no hay filtros, así que pensé en preguntarte una cosita.
Apoyo sus brazos en la encimera de la cocina. Sus ojos tricolor me vieron expectantes, antes de que hablara.
—Soy todo oído.
—Supongamos que sales con una chica, se crea tensión sexual y eso, pero su casa está ocupada...
—¿Quieres sabes si el cuarto de huéspedes de abajo está decente? —Alzó una ceja como un sabelotodo.
—Sí.
—Lo ocupé hace dos días creo, y Lu lo arreglo. Debe estar en condiciones.
—Gracias
Iba a seguir mi rumbo, pero él nuevamente me detuvo.
—¿Por qué quieres traer a esa persona aquí?
—Eres un chismoso
—Soy un L'Roux, dice mi madre que somos algo curiosos.
Jennary su forma de hacer especial, y un poco irritable, a Karter. Como siempre.
—Bien. He querido tener sexo con él creo que desde que lo vi, es atractivo y me da una vibes muy sexys, solo quiero asegurarme de un plan B por si el A no funciona. ¿Algo más, detective Brownbear L'Roux?
—Bueno, si eso es todo.
Karter y yo teníamos esa sintonía. Ambos no nos involucramos de manera personal con las personas con las que nos acostamos. Somos un servicio a domicilio. Terminamos nuestro trabajo y desaparecemos como por arte de magia.
.
Ya eran las 06:30 y aún me estoy maquillando.
¿Será prudente ponerme protección para la humedad? No quiero que se me deshaga una ceja en pleno acto.
Aún no sabía a dónde íbamos, o que haríamos en toda la cena. Pero, si luego de dicha cena, la cadenita que siempre llevaba en el cuello no me estaba pegando en la cara, el haberme puesto un buen juego de ropa interior iba a ser un total desperdicio.
Me obsesionaba la idea de ser deseada. De tener a alguien a mi completa merced sin involucrarme en nada. Yo no soy el tipo de persona por la que alguien entregaría algo. Mi "amor" es desechable, al igual que yo, y eso nunca me ha molestado. Cuando no le importas a nadie eres indestructible, por qué no piensan en hacerte daño; no piensan en tí, más allá que en el deseo que causas.
Y deseo es lo que yo causaba con la fina prenda de color rojo encendido que talla mi figura. Dios, en este vestido hasta yo misma me daría toda la noche. Tenía una abertura en la pierna derecha, que aproveché para poner una correa de cuero para que no se viera tan desolado. En mi cabello hice algunas ondas, para que se mirará natural y un poco despreocupado. De mi maquillaje lo más destacable era el labial, igualmente rojo.
Dios, ¿Por qué me hiciste así de perfecta? Cómo me amo.
—¡Ly! —Era la voz de Karter—. ¡El chico de la discoteca te está buscando!
Difuminé más el rubor en mis mejillas, tome mi cartera y salí corriendo de mi habitación. No tuve que caminar mucho cuando lo vi, abajo, en las primeras gradas de las escaleras. Llevaba puesta una camiseta de botones blanca, unos pantalones negros y unas zapatillas relucientes. Su sonrisa iluminaba toda la habitación, mientras que sus pupilas trazaban la dirección hacia él. Mismas pupilas que brillaban tanto, o más, que la propia noche estrellada de Van Gogh.
—Wow —Me miró por completo—. Estás hermosa, Emily.
—Muchas gracias, Jake.
—Yo... Yo iré por el auto, para irnos a comer—Caminó de espaldas, mirándome profundamente a los ojos, hasta que salió por la puerta que daba a la salida principal de la casa.
Caminé un poco, sonriendo victoriosa. Sin embargo, mis pasos se vieron interrumpidos por un carraspeo. Miré detrás de mí, era Karter, viéndome espectante.
—Van a comer, eh —Hablo juguetón.
—Sí, comer.
—Comer o... ¿Comerse?
—Solo vamos a comer, Emilio —Le hable por su segundo nombre.
—Con que así se le dice ahora, "comer" —Se me acerco más, mirándome con burla—. ¿Sabías que, psicológicamente, el rojo abre el apetito? ¿Vas de postre?
—Que te digo, Emi —Me alcé de hombros, tome entre mis manos sus mejillas, molestándolo igual—. No me iba a preocupar mucho ponerme algo que no me quedaría puesto tanto tiempo. Ya se me hace tarde, nos vemos.
Me hace una sonrisa cómplice, junta sus manos como si estuviera rezando.
—Santa madre de Calcuta, ruega por ésta pu—
—Todo listo —Jake entró de la nada al recibidor, me ofreció su brazo—. ¿Nos vamos?
Yo solo asentí. Nos subimos al auto y en cuestión de minutos ya estamos en un restaurante bastante bonito. No era precisamente elegante, pero tenía ese toque sobrio y acogedor. Nos sentamos en la mesa, nos llevaron la carta y pedimos. Realmente no hablamos mucho en todo ese tiempo. Pero una vez se llevaron nuestra orden, sus ojos atraparon los míos.
—Aún no sé como me llegué a cruzar contigo —Empezó; su mano escurridiza tomo la mía—. Agradezco el segundo en el que el borracho de Joe me llamo para recogerlo ese noche.
Tome mi copa de vino y la alcé.
—Bendito sea el borracho de Joe.
Él se rió.
—Bendita tú, que me estás dando el placer de tener una cita contigo.
Me incliné, de adrede para hacer notar el escote en mi vestido. Quedamos unos centímetros cerca.
—Ya me han dicho que soy muy buena dando placer —Devolví la copa a mis labios, para luego darle un coqueto guiño.
Puede notar que Jake se puso sonrojado.
—Lo directa que eres me sigue tomando por sorpresa.
—Puedo serlo aun más —Subí un poco el pie, acariciando con lentitud su pierna—. si no estás en desacuerdo.
Lo escuché tragar grueso. Sus mejillas rosadas se intensificaron más, así que trato de disimular bebiendo de su copa.
—Para nada, señorita Brownbear.
—Eso pensé, señor Harper.
Quedamos unos segundos en silencio. Mi pie todavía seguía acariciando su pierna para no perder a temperatura del asunto.
—Emily, me estás desconcentrando mucho con eso.
—Es que ya me quiero ir.
—¿Te estás aburriendo conmigo? —pregunto medio ofendido.
—Me estoy exitando, que es diferente.
Jake era todo un poema en estos momentos. No sé en qué segundo acabamos la cena y estábamos llegando a su casa. Bendito el cielo cuando dijo que iba a estar solo, sin embargo, yo no quería tentar a la suerte, así que me daría algo de prisa. En un abrir y cerrar de ojos, mientras él me guiaba y yo ciegamente lo seguía, estábamos en su habitación; no era tan grande, pero tampoco tan pequeña. Era ordenada y tenía su encanto. Jake le puso seguro a la puerta y me miro, en realidad ambos nos miramos.
No sé si era el deseo que me ponía tan desesperada, pero yo no era buena esperando, ya qué la "virtud" de la paciente no era lo más cosechado en mi jardín. Lleve mis brazos a los hombros del hermoso castaño frente a mí.
—¿Puedo decirte algo, Emily?
—Todo lo que tú quieras —Acabé para morder un poco su oreja.
—Estoy un poco oxidado en ésto. ¿Me puedes hacer memoria?
No dije nada, solo le sonríe, y ni siquiera fue de una manera maliciosa. Tome su rostro, mientras sus manos se dirigían a mi cintura. Nos besamos como si toda la vida estuviéramos esperando por ese beso, corría la lujuria y se desbordaba el deseo pero, a pesar de eso, era un beso calmado, lleno de seguridad. Mis manos bajaron, explorando todo su pecho, hasta llegar tentativamente a su vientre, rozando la hebilla en su cinturón. Por otro lado, sus manos tomanron más confianza, bajaron lentamente de mi cintura a mis caderas, para reporsarse en un apretón sobre mi culo. Ese simple apretón fue todo el insentivo que tuve para tomarlo y guiarlo a la cama.
Fui deshaciendome de cada maldito botón en su camiseta, para luego quitársela por completo. Jake era recio, no era precisamente gordo, pero tampoco era delgado. Sus brazos era fuertes, su pecho era amplio y su cuello era grueso. Me acomode mejor en su regazo para poder explorar mejor su abdomen. Quizás no era musculoso, pero era firme y semi marcado. Empecé a sentir el aire en mi espalda, cuando poco a poco me bajaba el cierre del vestido, y sin pensarlo, me quite más rápido la estorbosa prenda.
Baje la guardia y él me tumbó suavemente en la cama. Lo deje explorar mi cuerpo a su ritmo. El deseo tan cálido que se sentía en sus manos yendo de un lado a otro por mi piel, me hizo saber que Jake sería el polvo más vainilla que tendría hasta el momento. Pero, quién sabe, tal vez cambie un poco. El sostén dejo de existir entre nosotros; el calor y humedad de su boca recibieron mis endurecidos pezones. Yo jugaba con su cabello, pidiendo un poco más cuando sus diente rozaban la piel sensible de la zona.
—Dios —Gruñó, aferrándose a mis pechos—. Emily, eres un puto deleite.
Sus caderas se ensamblaron con las mías, robándome un gemido limpio, haciéndome sentir toda su extensión directamente sobre mi entrepierna. Me aferré a sus hombros. Debo controlarme más, antes de que pierda los estribos y lo empiece a devorar como un puto animal en celo.
Pero como mencioné antes, la paciencia, la puta virtud de la paciencia, no era lo mío.
Entre movimientos con algunos toqueteos, logré quitarle el cinturón, y con él, todo el pantalón. Cosa que el castaño aprovecho y me quitó las bragas. En un movimiento, Jake quedó debajo de mí. Ahora él me pertenecía. Besé su cuello, mordí sus pectorales, dejando evidencia de mis besos con el labial rojo carmesí que se quedaba en su piel. Mi mano traviesa y desvergonzada acarició descaradamente su erección, ahora la ladrona de gemidos era mi mano que de abajo a arriba consentía su hinchada masculinidad. De grosor a tamaño estaba perfecto, no podía quejarme... No de una mala manera.
—¿Y los condones? —le pregunté, mientras me inclinaba para besar su estómago.
De un gruñido me respondió, apuntado la mesa de noche. Por lo que noté, era una caja nueva, saque el primero. Aísle lo más que pude del empaque metálico, y lo abrí frente a él. Lo posicione en su punta y lo lleve hasta el otro extremo. Sentí como se estremeció al sentir mis dedos índice y pulgar resbalar el preservativo. Fingí "ajustarlo" para tocar las circunferencias abajo de su miembro.
—¿Listo para saber cómo follamos los ricos? —Sonreí socarrona, sentándome en su abdomen, preparándome para montarlo.
—Creo que ya no es relevante eso de que tengas mucho dinero —Me tomó de las caderas para darme más estabilidad.
—Oh, cariño, yo no estaba hablando de dinero.
—No me importan los ricos. Me importas tú.
—Soy como las drogas; una vez que entras —fuí bajando lentamente, él llenándome por completo—, está complicado querer salir.
Moví mis caderas en un ritmo sereno y profundo. El aire se llenó de nuestros gruñidos a medida de que mis movimientos eran más rítmicos, subiendo un poco la velocidad. Entre tanto tajo, tome su cuello con mis manos, apreté los puntos correctos, haciéndolo enloquecer. Estaba bien metalizada sobre el velocidad y profundidad con la bajaba y subía. No solo estaba tratando de ponerlo loco, también buscaba mi propio placer, y mierda, si que lo estaba haciendo bien. Ambos estábamos sudados, cada vez más se escuchaba el sonido pegajoso de nuestros cuerpos teniendo sus momentos. Hasta ahora habíamos tomando un ritmo bastante satisfactorio para ambos. Y ni hablar de cómo me tomaba por el culo, con un par de nalgadas ya me tenía aún más mojada. Me quedé enganchada a él, tomándome un descanso y dándole la oportunidad de seguir con parte del trabajo. Embestida suaves pero marcadas, hacían que llenarme se sintiera aún mejor.
Nos tomó a ambos. Se sentó, tratando de no salirse de mí. Una vez ya acomodados, me tomé el tiempo de verlo; sus mejillas estaban rojas, sudaba tanto que sus cejas estaban más oscuras. Se veía completamente hermoso. Apoye nuevamente mis rodillas en el colchón, y seguí con su ayuda para conseguir que ambos nos leveraramos. Mis movimientos era errático, su agarre era más territorial y nuestras respiraciones estaban cada vez más en mierda.
—Mierda, Emily —soltó, inclinado su cuello hacia atrás, marcando su mandíbula, apretando mi cadera para enterarse aún más en mí. Me subió y bajo de nuevo, haciendo que sus gemidos y lo míos llenarán la atmósfera de la habitación.
Lo saqué de mí y me tiré de espaldas al colchón. Cerré mis ojos, concentrándome en regular mi respiración. Pasados los minutos, lo sentí moverse de la cama pero no me importo, supuse fue a botar el condón y luego volvió a acostarse en la cama. Ahora estaba de lado, pude sentir su mirada sobre mí, sus dedos estaba jugando con uno de mis mechones. Abrí uno de mis ojos y lo mire también; sus ojos verdes brillaban y tenía una sonrisa de idiota en el rostro.
—¿Quieres decirme algo? —pregunte, volviendo a cerrar mis ojos.
—Muchas cosas.
—¿Cómo por ejemplo..?
—Sé lo que se dice de tí...
—¿Y me vas a dar un discurso de monogamia?
—No —Hizo una risita. Eso provocó que yo me girará a verlo como él me veía a mí—. Lo que quiero decir es que, de alguna manara, me siento afortunado de tenerte aquí. Me gustó mucho.
—No hay de qué.
Se echó de espaldas y me ofreció su pecho. Lo pensé unos segundos y acepte. Jake acariciaba mi cabello con delicadeza, mientras su respiración le daba un poco de tranquilidad a la mía. Tome unos minutos para descansar y disfrutar, mientras le enviaba un mensaje a Karter para que me recogiera.
━━━━━━🍯━━━━━━
PEROOOOO
En fin,
Amenazas de muerte por aquí 📫
—K.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro