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15. ➵ ¿Con crema o sin crema?

15

¿Con crema o sin crema?

—APPLE—
—AVERY—

Nunca me imaginé que alguien que vi un par de veces en el pasillo de la universidad podría fijarse en mí. Menos, que fuera alguien como Emily. Las referencias que tenía sobre ella eran que su familia tenía mucho dinero y era una buena estudiante. Además de que era bastante coqueta, sin embargo, no la verías estando con cualquiera.

Pero al parecer soy la excepción a la regla.

Esa regla y la de salir con menores que ella. Por lo que pude escuchar en su discusión con Eva y Armond.

Tampoco me imaginé que ella me pudiera gustar mucho. Tenía una maldición encima donde puedo ver a alguien que me guste y cuando hablamos perdería todo el encanto. Sin embargo, Emily me gustaba demasiado, que para ser verdad; su sonrisa engreída, la manera en la que me besaba, la forma en la que tomaba mi cuerpo, y ni hablar de su perfume. Su perfume era típico de alguna fragancia cara, la verdad no esperaba menos de alguien como Emily. Ese aroma dulzón combinado con el leve olor a cigarro, que pude percibir en el baño, le daba otro toque embriagante. Y no es como que nunca antes me allá gustado alguien, es solo que ella me encanta. Emily vino y rompió todo. Rompió el círculo vicioso de mi mala suerte. Aunque me sumergió en otro tipo de vicio.

Básicamente me jodió.

Por qué, si antes me sonrojaba cuando alguien que me gustaba me veía, ahora cada vez que siento la mirada azul verdosa de Emily o cada vez que me sonríe, siento que me desarmo y me vuelvo un manojo de pánico. Sus besos me ponen los nervios de punta, como si todas mis alarmas se activarán cuando ella está cerca. Pero no alarmas malas —quiero pensar que no son malas— alarmas caóticas. Quizás por qué mi corazón, mis pulmones o todo mi estúpido sistema nervioso son un completo caos cuando Emily existe en mi entorno.

No sé si algún día lo controlaré, o si ya definitivamente seré un desastre de por vida. O lo que ella dure conmigo, no lo sé.

Sólo sé que si algún día lo controló no será hoy, o mañana, o está semana, o este mes, o en esta vida. Por qué ahora tiene sus brazos alrededor de mi cintura, para sostenerme "mejor" por qué le había dicho que me sentía mareada por el vino. Pero sus manos sobre mi vientre, sus dedos decorados con esos anillos dorados sosteniéndome, pegándome la espalda a su pecho, su barbilla sobre mi cabeza, mientras yo lucho contra mi misma para no desvanecerme entre sus brazos y poder abrir la puerta sin que me timblen las manos.

Por otro lado, la causante de mi desequilibrio mental está tarareando una canción, muy pagada a mi humanidad. La reconocí como Luz de Dia de Enanitos verdes por qué era una de las canciones que sonaba en el auto de Thomas cuando veníamos para acá. Imaginaba una sonrisita tonta en sus labios y eso haría que yo sonriera pero estoy tan entrada en mi pánico que estoy sería.

Abrí la puerta y la sentí poner su barbilla en mi hombro, pude sentir como respiraba mi cabello y depositaban un pequeño besito en mi cuello. Me estremezco. Nada raro, teniendo en cuenta de que aunque no la toque igual me vuelve un desastre.

—Manzanita... —Un susurro ronco sale de su voz.

Es todo, ya valí. Esta es mujer ya me tiene. Soy demasiado fácil. Apple tabla de 1 Avery me dicen.

—D-Dime —A duras penas pude encontrar el interruptor para encender las luces del lobby y la cocina.

Me giré para verla, no calculé bien nuestra distancia y acabé pegando me pecho contra el suyo. Fije mis ojos a la fina gargantilla que adornaba su cuello. Si miraba a esos hermosos ojos seductores iba a acabar muy mal. El dije de la joya era una pequeña medalla con el rostro de medusa tallada en la misma. Mire un poco mejor la zona, tenía un par de lunares marrones, y ahí supe que también me estaba perdiendo.

—¿Tienes horno aquí, verdad? —Simplemente paso a un lado de mi para ir a la cocina.

Puede volver a respirar. Sentí la temperatura subir a mi cara. Puse mis manos sobre mis mejillas, en efecto, se podría freír un huevo en ellas.

Reaccioné a lo que me pregunto. ¿Horno? ¿Me está preguntando por el horno? Estoy tan caliente que perfectamente podría usarme a mí como horno. No respondí, por qué la vi usándolo para calibrar la temperatura que necesitaban las mini pizzas congeladas que compró. Las puso a honear y se les quedó viendo por un rato. Mordía sus labios con completa naturalidad, por alguna extraña razón eso me parecía atractivo, y ni mencionar que incluso despeinada se veía igual de sexy. Rondó por la cocina para ver qué más comía. Al parecer los efectos secundarios de estar fumando lo que estaba fumando ya le estaban haciendo efecto. Estiró los brazos hacia arriba mientras caminaba al refrigerador, el escote de su blusa rojo vino se bajó un poco y dejó más a la vista sus pechos.

Algo en mi oscuro interior se encendió nuevamente. ¿Acaso mis hormonas no tuvieron ya suficiente con la tremenda dosis que me dio en el baño? Dios, necesito una ducha. Con agua helado o bendita, cualquiera de las dos.

—¿En serio, bebes de estos jugos? —Me preguntó, mientras levantaba un Kool Aid de bolsita, escuché algo de burla en su voz—. A mi sobrina pequeña le encantan. 

Me puse las manos en la cadera y arqué una ceja a manera de reproche.

—¿A quien le pediste permiso de revisar mi refrigerador?

—¿A quién le pediste permiso para meter mis dedos a tu boca?

Uff, golpe bajo.

Me lleve las manos a la cara. La vergüenza no me cabía en el cuerpo. Hasta drogada recordaba eso, quiere decir que cuando esté normal va a ser aún peor. Baje mis manos y ella estaba frente a mi. Sus ojos estaba rojos, además de que parecía tener sueño.

—No me recuerdes eso, por favor —Le rogué.

—Puedo olvidarlo, pero todo en esta vida tiene un precio —Se acercó lo suficiente a mí, puso delicadamente su mano sobre mi cuello.

—Mejor ya di que me quieres besar, marihuana mañosa.

Esa sonrisa que me pone los nervios de punta y la existencia de cabeza, a pareció en sus labios. Su mano en mi cuello me atrajo hacia ella. Cerré los ojos esperado que me besara. Pero no lo hizo. Más bien me beso la frente, los pómulos, la punta de la nariz, la comisura de los labios. El calor de los breves besos intermitentes que dejaba en mi cara se sentían como huellas por donde los dejaba.

—¿Estás tan drogada no me encuentras la boca? —Pregunté juguetona.

Rodó los ojos, su mano subió lo suficiente como para rozarme la mandíbula.

—Me pongo romántica y te pones mamona.

Ahora sí me beso en los labios. Tomó completamente el control del beso, besándome con tanta determinación, con tanta pasión, tanto deseo. Cruce mis manos sobre su nuca, mientras las de ella iban a mi espalda. Mordió mi labio inferior tirando de él, lo hizo con fuerza. Me dolió pero también me gusto. El timbre del horno sonó y ella se separó de mí, no sin antes darme otro besito corto. Por inercia mordí mis labios, percibí un ligero sabor a sangre. Me hirió los labios.

Me giré a verla indignada. ¿Quien se creía para morderme y sacarme sangre? Sin embargo, giré tan rápido que me mareé y me tambaleé sobre mi propio eje. Casi caigo pero ella me recibió en sus brazos. La vi reírse casi a carcajadas. Sentí su mano en parte trasera de mi cabeza, revolvió mi cabello mientras reía. Se vería tan bonita riendo, que hasta olvidé que casi me parto el culo.

¿Cómo puedo decirle algo horrible a esa carita?

—Ten más cuidado, manzanita —Dijo mientas me despeinaba. Dejo un beso sobre mi frente y chocó su nariz contra la mía—. Comamos algo, tal vez te dejas de marear.

Me guío hasta una de las sillas del desayunador y me dejó ahí. Yo estaba algo confundida. Emily no se notaba como una persona a la que le gustará dar besos o abrazos, hasta recibirlos. Además, cuando me propuso ser "amigas con derecho" me imaginé toda una historia exagerada donde ella solo me utilizaría para tener sexo. En parte me siento así y no puedo dejar de pensar en eso. Pero la Emily de sonrisa genuina y besos cortitos me hacen sentir algo diferente.

No me quiero ilusionar. Me va a ir muy mal cuando vuelva la Emily que apartará mi mano para que nadie nos vea. Quizás fue muy lanzado de mi parte haber hecho eso. Ahora sé que no debí hacerlo y que no puedo volverlo hacer.

Emily puso el plato con las mini pizzas y dos bolsitas de Kool Aid de las que habían en el refri. Me ofreció una pizza y el jugo.

—No están tan mal —Habló con la boca llena—. Digo, la verdadera pizza italiana no le llega ni a los bordes, pero esta bien. Bueno, la pizza Chicago también es muy buena.

Yo tomé una y la mordí. La verdad no estaba tan acostumbrada a comer carne por qué mi tía era vegana. No me disgustaba, pero tampoco era tan fan. Emily si parecía serlo. Decidí mejor dejarla a un lado y tomar una de queso.

—Dijiste que viviste un tiempo en Italia ¿Verdad? —Ella sonrió asintiendo, aún con la boca llena—. ¿Me imagino que hablas Italiano?

La domanda mi offende, principessa —Habló.

Los colores se me subieron al rostro. Su voz en italiano sonaba hermosa. Ella se rió y lo más probable es que fuera por mí expresión de idiota.

Non innamorarti del mio italiano, è corto quanto me —Su estúpida sonrisa persistió, aun cuando mordió un trozo de pizza.

Tragué grueso.

—No entendí ni media palabra —Confesé.

Piccola mela —Acaricio mi cabeza nuevamente.

¿Que le pica que cosa?

—No, no entendí nada de lo que dijiste.

Volvió a reír. Emily me daba curiosidad. Era tan... Misteriosa. Daba la ilusión de ser transparente, pero sé que hay muchas cosas que oculta. Creo que todos ocultamos muchas cosas. Ella, especialmente ella, no puede ser la excepción. Era adinerada, era coqueta. Era un misterio.

—¿Amabas mucho Italia? —bebí del jugo.

Vamos, también me daba algo de curiosidad Italia. Lo más lejos que estado de aquí es algunos estados y a penas de pasada. Además, lo más cerca que he estado de Italia es leer la bilogía de Call me by your name. Y verme la película, obvio.

—Demasiado —Contesto rápido—. Recuerdo conducir un Fiat 500 por las calles Verona con botellas de cerveza debajo del asiento y una derramada en los asientos traseros. Fumar detrás de la capilla del internado, creo es por eso que ahora odio tanto el olor a cigarros. O, quizás, lo bien que me sentía de estar lejos de mi tío.

Lo recuerda y suspira con alivio.

Eso me pone... Extraña.

—¿Qué con tu tío? —Pregunté con cautela.

—Nada, es un renacuajo bastardo —Me mira a los ojos, se alza los hombros y sigue comiendo como si nada.

No la quise presionar más.

Terminamos de comer. Tomo un par de botellas de agua, algunos jugos y otras cosas. Ella me tomo de la mano, me sonrió con la sonrisa más genuina que me han dado en toda mi vida y nos fuimos a mi habitación. Esta vez sí me encargue de dejarla arreglada, a pesar de que estaba hecha un desvergue por que trataba de encontrar algo decente para la ocasión.

Puse mi mano en el interruptor para encender las luces pero Em me detuvo.

—No las predas. Solo enciende las lamparitas.

Uh, oscuridad.

Obedecí. Ella se sentó pesada sobre le colchón de mi cama. Yo me quedé parada frente a ella. ¿Que hacía ahora? ¿Me ponía la pijama enfrente de ella? ¿Le decía que se voltee?

—¿Puedo quitarte el vestido? —Pregunto, viéndome fijamente.

—No creo que sea correcto que tengamos sexo si tú estas drogada —Dije, apartándole la vista. Lo dije suave, para que ella se lo tomara bien.

—No estoy hablando de sexo —Dijo seria. Tanto, que pensé que le había molestado—. Pregunte que si podía quitarte el vestido. Además, estoy muy conciente de que me estás poniendo caliente.

Rodé los ojos. Asentí ante su pregunta, permitiendole que me quitara el vestido. El calor de sus manos subió por mis muslos, el contraste del metal frío de sus anillos me hizo temblar un poco. Se dejó de sentir la tela de poco a poco. Pasó lo último del vestido por mi cabeza y quedé en ropa interior frente a sus ojos. Pude haber sentido frío, pero su mirada era lo suficientemente lasciva y caliente que no lo sentí en lo absoluto. Es más, esas brazas de deseo se fueron expandiendo por mi vientre hasta mi pecho.

Era tan extraño para mí que Emily detonará ese tipo de sensaciones en mi cuerpo. Llevó poco tiempo de conocerla y, maldita sea, casi me mata unas mil veces de todo lo que me hace sentir. Específicamente, por qué la mayoría de personas que me hicieron sentir así, eran mis parejas. Eran personas a las que antes de darles el cuerpo, les había dado el corazón. Y no eran tantas personas como suenan. Emily me hace sentir eso y mucho más.

Sin embargo, para mí desgracia, también había algo oscuro detrás de todo eso. ¿Tenía que estar desnuda para conseguir un poco de amor? Y aún así, era amor vacío. ¿Era tan complicada de amar? ¿Tan difícil es ser querida?

Joder, Apple, no vayas a llorar aquí. No ahora.

—All'inferno —El italiano de Emily volvió. Sus ojos estaba oscuros, con las pupilas dilatadas—. Sei la cosa più bella che ho visto in vita mia.

Tragué grueso. Puta madre, ésta mujer va a matarme.

—¿También puedo quitarte la ropa? —Pregunté tímida ante el deseo de su mirada.

Rápidamente se levantó. Nos miramos a los ojos, y sin mover ni un segundo mis pupilas de las suyas, levanté su blusa rojo vino. Aprovechando el tacto directo que tenía con ella disfruté la piel de su abdomen semi marcado. Desabroché el botón de sus pantalones de pinza y los bajé por completo. Ya se había quitado los tacones así que no había problema en deshacerme de ellos. Nos quedamos unos segundos así, viéndonos. Ella analizaba mi rostro como si fuera una máquina. En ningún momento los bajo a mi cuerpo, solo se quedó viendo mis ojos. ¿Acaso le dejé de gustar tan rápido? Sus ojos iban de mis labios o mis ojos y nuevamente a mis labios.

Tomo sus pantalones y busco algo en ellos. La vi sacar una cajita metálica de mentas, pero lo más probable es que tuviera todo menos mentas. Por instinto, tomé una almohada para taparme cuando prendió su celular.

—Tranquila, Manzanita. Solo voy a poner música.

—¿Música? ¿Para qué? 

Ella alzó nos hombros.

—Me pareció bonito poner algo de música. Pero ya te advierto que no es ni Beethoven, ni nada clásico.

Una melodía salió de la bocinas de su teléfono. Ella me mostró que realmente estaba en Spotify. Aproveché para pausarla.

—Tengo una bocinita por aquí.

Caminé al escritorio, encendí la bocina y ella lo conecto por bluetooth. Tiro el celular a la cama, brinco de la cama y cayó al suelo. No le puso atención, y me mostró las manos. Yo tire la almohada que me cubría. Ella se acercó. Quito algunos mechones de mi cara. Me quedé viendo fijamente el piso para no perder la cabeza y rogarle que me tocara.

È difficile stare al mondo quando perdi l'orgoglio, Lasci casa in un giorno —Canta, al ritmo de la canción.

Pese a que no le entiendo solo me limito a volverla a ver como una imbécil. Subí la vista lentamente por sus piernas, pase por su abdomen marcado, luego la línea donde se dividían sus pechos. El juego que hacía el negro de su ropa interior con lo bronceado de su piel. Es como si una supermodelo me estuviera posando enfrente.

Mierda, que mujer...

La bonita forma de sus labios, el pircings dorado en su nariz que era a penas perceptible. Mire sus ojos, parecían dos estrellas de tanto que brillaban. El rojo hacia que esas pequeñas tonalidades azules y verdes, perfectamente combinadas se vieran hermosas, al igual que ella.

¿Cómo mierda se fijó en mí?

Cállate, diversión de medio segundo.

Callé las estúpidas ideas de mi cabeza. Corté la distancia entre nosotras, cerré los ojos, respirando el olor de su piel, era una mezcla de cigarros, su perfume, y otros olores, raros, pero no desagradables.

—¿Cómo hiciste para que el olor a eso no se te pegara?

—Una pequeña receta Brownbear —Jugó con mi cabello, sin despegarme de ella—. ¿Has probado?

—No.

Jaló un poco de mi cabello para verla.

—¿Quieres probar?

Para no hacer el cuento largo, ella saco un rollo de los que había en la cajita de menta. Prendió algunas velas y seguimos escuchando música, mientras bebíamos de los jugos que trajo. Prendió, le dio una calada y me paso el humo boca a boca. Su legua se fue de colada. Me cargo, con la excusa de que se le hacía bastante ligera. Enrredé mis piernas en su cadera mientras me llevaba a la cama. Se tiro conmigo en brazos. Quedé atrapada bajo su cuerpo, pero se me hizo todo menos incómodo. Siguió calando del rollo y seguía pasandomelo a la boca. El cuerpo se me hundió en la más pura paz que pude experimentar.

—Adivina que traje... —saco algo de la bolsa que traía. Era crema batida y chocolate líquido.

—Wow, señorita Brownbear, que creatividad. Faltan las cerezas.

—Al parecer serán la próxima vez, señorita Avery.

En un abrir y cerrar de ojos me quito el sostén.

Un jadeo abandonó mis labios cuando el frío de la crema batida hizo contacto con la punta de mis pezones, no se hizo esperar que el espesor del chocolate cayera tambien. Puede ver esa sonrisa malévola danzar en sus labios, mientras parecía una niña pequeña decorando su helado favorito, literalmente nada más les faltaba la cereza. Solo que en lugar de un helado eran mis pechos.

Aunque eso no quita que sean sus favoritos.

—¿Lo estás disfrutando? —Murmuré con obviedad, por qué era muy notable que lo estaba disfrutando.

Se relamió los labios y me vio. Sus ojos azules con ese toque de verde que le dan ese aire de seriedad pero a la vez son tan juguetones, que cada tanto que los miro me siento tan pequeña bajo ella y que no puedo respirar o actuar con naturalidad. Ahora que sus ojos volvieron a tener ese color rojizo por los efectos de la yerba.

Me miraba con un depredador a su presa, mientras que yo solo me pongo mojada. El océano Pacífico había sido mudado a mis bragas desde que cruce palabra con ella.

—Oh, Manzanita, lo estoy disfrutando como no tienes idea. —Escuche, antes de sentir su legua pasar sobre la crema batida.

Tome con los puños las sábanas a mis lados cuando recorría toda la superficie llena de dulce. No me pude callar ni un segundo, los gemidos no dejaban de brotar en mi boca cada vez que el calor de la suya me tomaba por completo. Con cada "bocado" que me daba me estremecía debajo de su cuerpo. Empezó a golpear sus caderas contra las mías solo para seguime calentando. Me ponía desesperada y eso le encanta. Pronto se acabó la crema y empezó a besar mis pechos al total descubierto. Jugaba con mis pircings golpeándolo con su lengua, mientras sus manos bajaban a mi vientre. Amaba la sensación de sus manos bajándome la poca ropa que me queda. Amaba sentirme desnuda ante ella.

Amaba que Emily podía hacer conmigo lo que a ella se le viniera en gana y que estaba totalmente conciente de eso.

Pero... Si ella no siente lo mismo que me hace sentir, la única perdedora seré yo.

━━━━━━🍯━━━━━━

HOLAAAAA,
gentecita del infierno 🥰

¿Que les pareció que Apple narrara?

Me sorprende haber puesto como seis canciones en este capítulo, y todas corta pulso.

A mí me ha encantado escribir a Apple. Amo mucho su personaje, es mi manzanita ❤️

¿Que les parece la idea?

La verdad es que me gustaría estar  un poco más cerca con mis lectores, a si que a través de Twitter o en el perfil de Wattpad podemos tener algunas pláticas :)

Sin más que decir, me voy.

Acuérdense de las playlist:

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