14. ➵ Green Night 🍃
⟦13⟧
➵ Green Night 🍃
—EMILY—
—BROWNBEAR–
Armond y yo estábamos en una esquina del salón de la fiesta, jugando pool, mientras veíamos a algunas personas beber, bailar, fumar, etcétera. Ya que los demás estaban en el patio, probablemente, haciendo lo mismo. Por otro lado, Eva y Tom jugaban con una maquinita que tiraba pelotitas. Seguida de ellos una entusiasmada Apple que sostenía una copa de vino y cada tanto le daba un sorbo. A su lado, un tipejo que trataba de hacerle algo de platica pero no lo lograba.
—¿Que opinas de Apple? —Le pregunté a mi amigo, dándole un sorbo a mi vaso con agua, sin apartar la vista de la antes mencionada.
Lo vi sacar una cajita metálica, y de ésta, sacar una bolsita con una plata verde de la que hace reír, bien molida, un par de sábanas de color rosa y dos filtros. Saco un billete de 20 dólares.
—Está bonita, es amable y no parece una traficante de órganos —Habló, pasándome todo lo anterior—. ¿Lo enrolas?
—¿Yo? ¿Porqué yo? —Acepté las cosas.
—A ti te quedan más bonitos que a mí. No puedo hacerlos si no es con la máquinita.
Tome el billete junto con una de las sábanas y los acomodé entre mis dedos, regué los otrocitos de la marihuana y lo fui enrrollaron. Para mí, hacer "porros" era un arte delicado. Llega a un nivel casi devoto hacer esto, es un grado de intimidad entre tú y la yerba.
—Que inútil —Me burló, por qué es casi básico enrolar con billetes—. Retormo lo que te decía: Ya sé que ella es perfecta y encantadora, pero a lo que me refería es que piensas sobre... —Pase la humedad sobre el papel para cellar mi obra de arte.
—¿Quieras saber que pienso sobre que es de primer año, es tierna y amable, y que aparte de todo eso, te la estés follando? —Me miró, sosteniendo su mandíbula con la mano, como ese antiguo meme de Willy Wonka.
—No eran las palabras que yo iba a usar, pero se le acercan.
Le entregué el porro que ya había hecho, en medio de nuestro silencio yo también me preparé el mío. De todos modos, Si no venía a fumar yerba a una fiesta hetero, ¿A qué venía? Armond me espero para que prendieramos los dos al mismo tiempo. Sin embargo, yo no lo hice. Registre las bolsas de su chaqueta, buscando la cajetilla de cigarros que a veces traía a las fiestas. Al encontrarla, saque uno y lo perdí.
—Sabes que te apoyaré en lo que sea, nunca estoy en tu contra. Pero te conozco y sé que no quieres nada serio con ella. Cabe el "riesgo" de que ella se enamore de ti. Y eso podría ser un poco contraproducente. Aunque, Mrs. Rose Mary dijo que llegaría alguien que te enamoraría.
Lo mire de mal modo.
—De verdad que ya te llegaron rápido los humos. Eso es imposible.
—¿Quién quita o quién pone? —Le dió una larga calada al porro, me lo tiro en la cara a manera de juego. Yo le di una calada a mi cigarro—. Solo no le hagas daño, ya tiene un Karma suficiente. Además de que sería como patear un conejito. ¿Serías capaz de patear un conejito?
Mire nuevamente a Apple, ahora ella era la que jugaba en la maquinita. Espero de todo corazón que el tipo ya se haya ido o iré yo misma a apartarlo del camino. Calé mi cigarro, mientras me enfocaba en la chica, esa sonrisita socarrona que se le hacía en los labios, el mechón que, por más que lo acomodará detrás de su oreja termina por irsele a la cara. Al terminarme mi vaso de agua me entraron ganas de ir al baño, así que dejé solo a Armond para ir a atenderme.
Cuando entre al baño no mire nada fuera de lo normal. Habían dos lavabos blancos algo separados pero unidos por la misma estructura, una toalla blanca, una regadera, un inodoro. Todo normal. Fui a éste último y descargue los dos martunis, los tres vasos de agua y una soda. Lave muy bien mis manos con el jabón olor a fresas.
Sacudí mis manos, quitándole el exceso de agua. Tome una servilleta para secarmelas por completo. Cuando tire el papel la puerta se abrió de golpe. Me golpeé mentalmente al olvidarme de cerrarla, pero le agradecí al cielo por ya haber terminado de hacer pipí. Mire la dirección del portazo y vi a Apple.
Su bonito vestido amarillo de invierno que le llegaba arriba de la rodilla y sus converse, igualmente amarillos, la hacían ver tan bonita. Escuché un pequeño click en el picaporte de la puerta pero no le puse ni 5 de atención por estarla viendo a los ojos. Ella se acercó cautelosa hacia mí, baje el rostro para verla mejor. De manera juguetona mordió sus labios antes tintados de rojo carmesí.
—Hola, Em. —Dijo cuando llegó a estar a centímetros de mí.
—Hola —Aparté un mechón de cabello de su carita—, ¿te está gustando la "fiesta"?
—Sip, jugué un poco con Eva y Tom, he comido mucho queso y algo de vino barato.
Acaricié sus labios con mi pulgar cuando el silencio llegó a ellos. Me atravesaron unas enormes ganas de apoderarme de su boca. Dejarla sin aliento, tatuarle un camino de besos manchados, dejarle pintalabios rojo corrido por todo su cuello.
Ella se mordió los labios, como si supiera lo que mi mente me pedía a gritos. Me miró a los ojos y me perdí por un largo tiempo. Sus degaldas manos tomaron mi mano derecha. Abrió su boca y metió mi dedo anular en ella. Puede sentir la humedad en su cavidad bucal mientras sus dientes arrastraban mi anillo "familiar" de oro macizo. Al sacarlo por completo, lo dejo sobre el mármol de ambos lavabos. Sin separar sus ojos de los míos, tomo nuevamente mi mano y está vez metió mi dedo corazón. La calidez de su boca volvió a envolverme, mientras repetía lo mismo de antes.
No sé en qué momento me escuché tragar grueso. O en qué momento empecé a respirar con irregularidad. Esa niña que apenas rebasaba el metro y medio me había dejado sin aire para respirar. Solo podía sentir la profundidad de su boca, mientras su mirada causaba estragos en mi vientre como bombas nucleares.
Pero eso no fue todo, gracias al cielo, eso no fue todo. Tomo ambos dedos y dejó caer una gota de su saliva. Subió su mirada y me acribilló con el más puro deseo que jamás había visto en sus pupilas. Bajo mi mano y la metió entre sus piernas. Un gemido se me escapó inconscientemente, para funcionarse con el sonoro gemido que salió de su garganta. Sentí como su deseo y el mío se unían, haciéndose uno solo. Levantó su pierna para apoyarla sobre mi cadera y no perder el equilibrio.
Dejó caer su frente suavememte sobre mi mandíbula, la escuché gruñir cuando me abrí paso dentro de ella, sintiéndola tibia y tan mojada que los dedos se me resbalaban con facilidad. Con mi mano libre, la tomé del cabello con fuerza, la jale un poco hacia atrás para que poderla besar. Sentí el sabor a uvas baratas cuando probé su lengua.
—Jamás pensé que vendrías a acorralarme aquí solo para que te follara. –Hable, separandome un poco de labios, pero moviéndome en su interior.
Baje mis besos hasta su garganta, sus gemidos vibraban bajo mis labios cuando la tocaba más rápido.
—M-mucho menos yo —Un jadeo la interrumpió—... Odio que me hagas hacer estas cosas.
Solté mi agarré de su cabello y tome sus mejillas con mi mano libre para que me viera fijamente. Sus ojos conectaron con los míos casi de inmediato. ¿Por qué me entran las ganas de besarla cada vez que la veo?
—Manzanita, aquí la única esclava soy yo, y soy completamente tuya.
Saque mi mano de su entrepierna. Una mirada de reproche se pudo ver sus ojos, sin embargo no fue por mucho tiempo. La tomé de las caderas y la subí sobre el pequeño espacio entre los dos lavabos donde antes reposaban mis anillos. Le subí el vestido lo suficiente como para que no me estorbara. Deslice sus bragas mojadas por completo hasta llegar a sus tobillos, solo saque uno de ellos para tener más comodidad.
Abrió las pierna y las reposo sobre mis hombros por inercia. Jugué besando la cara interna de sus muslos solo para torturarla. Me gustaba ponerla desesperada para que me rogara por tocarla, por besarla. Sabía lo que causaba en ella, y me gustaba.
—Emilia. —Me pudría por dentro que me llamarán así. Lo odiaba tanto. Pero cuando salía de su boca con ese tono tan impúdico solo me hacía sentir más caliente que antes.
—Apple —Dije, jugando con ella.
—Emilia. —Rogó
—Apple
Cómo vio que yo no respondía como ella quería, gruñó desesperada moviendo las piernas como si hiciera un rabieta. Volví a morderla con suavidad.
—Pensé que había dicho que eras mi esclava.
—No te dije que tipo de esclava.
Volvió a gruñir.
—Emilia, por favor, hazlo.
Acomodé mejor sus piernas sobre mis hombros, la tomé de los muslos para que no se escapara. Sus pliqueges de un rosa pálido relucian de la humedad, pase mi lengua por la bolita brillante que resaltaba sobre de ellos. Ella se estremeció, soltando un gemido de alta tonalidad. Rápidamente, eses pequeño sonido se multiplico e inundó toda la atmósfera del baño.
Dibujaba circulitos e infinitos con mi lengua, a veces succionaba y besaba. Le gustaba tanto que arqueó la espalda, recargadose un poco más sobre el espejo tras ella, algunos mechones de su cabello se fueron hacia delante tapándole la cara, pero podía ver cómo apretaba los ojos con fuerza, como si se concentrará para no venirse tan rápido. Pero yo era mejor que sus intentos, y al final termino soltando un gemido altamente agitado y quizás cansado.
Sus piernas se cruzaron con debilidad sobre mi nuca. Descanso un rato con los ojos cerrados, solo para luego verme con una sonrisa en el rostro. Pero una idea macabra llegó a mi cabeza en de momento. Besé su muslo nuevamente, ella se exaltó, y de imprevisto volví a pegar mi boca en su clítoris. Tomo con fuerza el borde del lavabo, tanto así, que mire sus brazos tensados de tanta fuerza.
—¡M-Mierda, Emilia! —Gruñó—. ¡Maldita sea, sigo sensible!
Cuando recuperó fuerzas me tomo del cabello, levantándome para quedar cara a cara. Sus mejillas estaban al rojo vivo, su frente, mentón y su arco de Cupido escurrían de sudor. Si yo tuviera el talento de dibujar, pintar o retratarle, sería la obra obra perfecta. Estaría en el Louvre y la gente pagaría por verla.
—Eres... —Se tomo su tiempo para respirar— un engendro infernal.
—Pero este engendro infernal te gusta. Puedo asegurar que te encanta. Te encanta como te besa, como te folla, como te hace rogar.
Me acercó con firmeza a ella, me besó como si su vida dependiera de ello. Mordiendo mis labios con autoridad. Me soltó y dejó caer su mano. Esta niña me hacía todo un desnivel.
—Déjame descansar un rato. Además, tengo que limpiarme, luego salgo. —Me pidió, cuando el éxtasis se nos había acabado de poco en poco.
—No te preocupes Manzanita, yo te espero —Baje sus piernas de mis hombros, la mire por unos segundos. Verla cansada, con las mejillas rojas al carbón y la cejas sudadas, me llenaban, raramente, de ternura—. ¿Puedo limpiarte?
Abrió los ojos de sorpresa.
—S-Si qui-eres... —Tartamudeó.
Traté de retener una risa pero al final termino saliendo por si sola.
—Para ser la chica que se llevó mis dedos hasta su garganta... Y otros lugares... Creo que te veo algo tímida, Manzanita. —En cierta parte me volví a reí.
Me empujó con su rodilla y me apunto amenazante.
—Cierra la boca, Emilia Brownbear.
Tome algunos cuantos papeles y empecé a limpiarla. Pude sentir sus ojos sobre todos mis movimientos, pero cuando levantaba mi vista para verla, apartaba su mirada con aparente vergüenza. Cuando terminé, besé su rodilla y la ayudé a bajarse del lavamanos. Nuevamente me lavé las manos, tomé mis anillos y me los pusé mientras la veía subirse las bragas y acomodarse el vestido. Antes de salir, subí su mentón con mis dedos y le di un pequeño beso en la frente, salimos y ella se separó de mí, volviendo a la par de Eva y Tom.
Por otro lado, yo busqué a Armond. Lo encontré en un círculo de humo con más personas, compartiendo humo con su chica de ésta noche. No me importó mucho meterme entre ellos y hacerme otro rollo. Le sonreí a la chica, más por cortesía y un poco para molestar a Armond. La cara que puso me recordó a la mueca que hizo a la mañana en la que me "advirtió" no meterme con Eva. Unido a eso, que empezara tener los ojos rojos se me hizo gracioso, por que ese ve adorable e inofensivo. Claro, Armond es así la mayor parte del tiempo. Le pedí a mi amigo la cajita metálica donde cargamos la yerba.
Pude tomar uno de los que tenían por ahí en la rueda, sin embargo, desde que empecé a fumar, mi madre mi dio unas clases de por qué tenía que llevar mi propia yerba. Algo así como que alteraban el THC de la planta y eso me haría daño. Mi madre tiene su propia distribuidor y me enseñó a hacer su receta para que el olor no fuera tan penetrante.
Y fue así como me drogué con mi mejor amigo y un par de desconocidos.
━━━━━━🍯━━━━━━
HOLAAAAAAA,
Personitas come libros 📚🥰
¿Cómo están?
¿Ya salieron de vacaciones?
¿YA SE VIERON FIRTS KILL?
Bueno, bueno, ¿Que les ha parecido este nuevo capítulo?
A mí me ha encantado. La energía que se cargan Emily es otra onda.
Hablando de Emily, ¿Ya leyeron a Apple? 👀 vaya, vaya que manzanita.
Les recuerdo que tenemos playlist de ambas chicas por si quieren pasar a sentirse como Karol G, o sea bien bichota. O si quieren sentirse como Karter, o sea de la verga (O muertos). Sorry, no hay punto medio.
Además de algunos Spoilers, pero quién sabe...
—K.
(Se me hace curioso de que que la imagen en el Banner de mis redes sociales sea la placa que me hice para ver mis muelas del juicio xD)
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