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12. ➵ Me gustas pero no me envuelvo

<<Solo gente con Swag entendera el título del capítulo>>

12

Me gustas pero no me envuelvo

—EMILY—
—BROWNBEAR–

Un aire helado le pegó a la parte trasera de mis piernas. Por inercia, me encogí, haciéndome bolita en la cama. Me pareció extraño no tener nada más que una almohada a mi lado. Toque mi otro lado. También estaba vacío. Pensé en volver a dormir, pero escuché unos pequeños gruñidos y resoplones. Abrí un ojo, adaptándome a la claridad.

Y Dios me regaló la luz de la vida muy de mañana:

Apple subiéndose unos jeans ajustados que apretaban su trasero envuelto en unos bragas rosas de algodón. Ver cómo la mezclilla de la prenda abrazaba las estrillas en el culo, hizo que me despertará rápido, sin embargo, no me moví.

Joder, no puedes tenerle envida a unos jeans. Los jeans:

Para mí mala suerte, mis manos no son pantalones, así que seguí viéndola, como un león ve a una gacela. Subí mi vista chocando con sus bonitos pechos afectados por la gravedad, desgraciadamente, el sostén me tapo ese paisaje. Derrepente sentí sus ojos sobre mí, así que fingí estar dormida.

Sus pasos sonaron ligeros y muy cerca. Su sombra se proyecto sobre mí. Pensé por un momento que me había descubierto viéndola. Escuché otro resoplido, la sentí darse vuelta. Volví a abrir los ojos. Ella estaba recogiendo ropa que estaba tirada en el suelo, zapatos y demás. Reí en mis adentros sabiendo de que lo hacía para que yo no viera el desastre en su habitación. Pero para demostrarle que no me importa, me levanté, fingiendo estar despertando.

Ella no lo notó. Yo aproveché para ponerme a su espalda, me acerqué a su oído para hablarle.

—Hola, manzanita.

Brincó del susto y me miró mientras retrocedía, golpeó el escritorio, tirando al piso algunas cosas.

—Hola —Las mejillas se le pusieron rosadas al verme—. Buenos días.

Volví a cortar la distancia de ambas. Jugué, razonado mi nariz sobre su mejilla, yendo hasta su oreja. Me acordé de los ronroneos de un gato al hacerlo. Sentí su olor. La dulce fragancia a manzanas y canela.

—¿Qué tan buenos son, si aún no me los has dado?

Apple busco mis labios. La suavidad de los suyos me acogió por un breve segundo. No esperaba que fuera largo. Realmente no esperaba nada. Ni siquiera sé por qué me le acerque de esa forma.

Mis encuentros siempre han sido pasajeros. Lo más tarde que me he quedado en la vida de alguien es una madrugada. Siempre huía. Huía antes de que quisieran que me fuera. Huía por qué sabía que ellos no me pedirían quedarme. Me iba tan rápido, que ni siquiera me pongo los zapatos, solo para que no me escuchen. Soy un sueño, algo muy pasajero y breve. Yo soy solo una vez. Ellos son solo una vez.

Haberme acercado de esa forma a Apple fue casi un tiro a la garganta. Mire su rostro y vi una cierta incomodidad en ella. Fruncí las cejas, fingiendo indiferencia, pero por dentro quería que me pasará por encima un camión.

Ella tomó mi cara, sus dedos índices acariciaron mis mejillas.

—Em... ¿Puedo llamarte Em? —Me encogí de hombros ante su pregunta pero me gustaba el apodo—. Em, vamos tarde.

Yo voy tarde. Debí irme de aquí desde las 3 de la mañana. No ir, besarla y quedar como estúpida.

—¿Tarde?

—Sí, tarde a la universidad.

Pff, puedo elegir no ir.

Si no voy, no llego tarde ¿No? Puedo ir, ducharme en casa y... MIERDA EL TRABAJO DE ESTADÍSTICA.

—Mierda, mierda, mierda... —Murmuré buscando mi ropa rápido—. Mierda, hoy no llego.

—Elegí algo de ropa que podría quedarte por si de verdad no tienes tiempo. —Dijo ella en medio de mi caos. Apunto unos jeans holgados y una camiseta amarilla.

Estaba entre decirle que no, irme a casa y perder tiempo. O podía usar su ropa, y llegar a tiempo para que Isabel no jodiera más.

Al final de fui por la segunda. Usé su shampoo —Shampoo que olía mucho a ella—, agua tibia que se sentía como su piel. Quise decir un 'y si nos bañamos juntas' e inventarme algo banal y convencerla. Pero recordé que ella ya se había bañado, y ya quedé como estúpida una vez.

Me baje, usando su camiseta amarilla, Color que en mi puta vida me había puesto; Sus pantalones y mis zapatos. La ropa me quedaba demasiado bien, así no pude evitar imaginarme lo más o menos grande que le debe quedar. Llegué y ella preparaba un sándwich, esperándolo pacientemente cerca de la Sandwichera. Era como los niños pequeños que contaban los segundos que le faltaban al microondas como una cuenta regresiva.

Cómo me lo imaginé, su cuello y parte de su pecho se miraban rojos, pero no tanto. Puede ver algunas partes que el intento maquillaje no le cubría. Hubiera despertado más temprano para verla tratando de tapar todos los chupetes. Se giró y me encontró viéndola. Sus ojitos juguetones me cortaron la lengua.

—¿Pasa algo?

¿Puedo decirle que está bonita, sin que de el aspecto de enculado?

—¿Le debo alguna vaca a tu familia?

—¿Vacas? ¿Porqué vacas?

—Digo, te deshonré, es lo que toca. ¿Tú familia prefiere vacas o gallinas?

—Ni que me hayas embarazado. —Bromeó entre risas poniendo nuestros sándwiches en los platos.

—Pude haberlo hecho.

Apple soltó una risa mientras servía el jugo y me apuntaba una silla frente al desayunador. Me dio mi vaso con jugo de arándanos y mi sándwich. Ella se sentó a mi lado. Nuestras piernas se rozaron a propósito de su parte. Esa sonrisa socarrona otra vez tenía toda mi atención. La mire mejor, usaba una camiseta de botones con estampado planetas y esos jeans, junto a un pañuelo negro sobre el cabello, además de unos Converse amarillos.

Comimos en silencio, pero aún nos seguíamos frotando las piernas, la una contra la otra. Ella comía con un poco de paciencia, ya que después de un rato nos dimos cuenta que de todos modos no íbamos a llegar a tiempo. Nuestro silencio y el sonido de los vasos sobre el desayunador era lo único que había en toda la casa. Por un segundo creí que ella estaría desesperada que me fuera, pero supe por nuestro contacto que ella se toma su tiempo para percibir que yo seguía aquí.

Terminamos de comer y estábamos a punto de salir, cuando la puerta se abrió. Una señora no tan mayor aprecio por ahí. Traía puesta una pijama de hospital, un moño mal hecho y un café en la mano. Por su cara no parecía estar del mejor humor del mundo.

—Apple Avery, ¿De dónde mierda salió un BMW en mi garaje?

La señora tiro las llaves por algún lado del desayunador. Me miró y luego miro a la chica a mi lado.

—Tía Adalia, puedo explicártelo.—Se apresuró a decir Apple—. Ella es Emily. Emily, ella es mi tía, Adalia.

—Soy la dueña del auto —Intervine.

Sus ojos volvieron a mí. Por la forman en la que me escudriño de pies a cabeza, con cierto aire despectivo, supe que yo no le agradaba tanto. Bueno, nadie parecía agradarle.

—¿Dejaste de coger con el patriarcado para cogerte al capitalismo? Creo que leí mal las instrucciones del Monopoly.

—¡Tía Adalia! —Chilló Apple.

Yo contuve una risa, pero me puse seria cuando volvió a verme.

—Emily... —Se mantuvo pensativa unos segundos—. ¿Emily qué?

—Emily Brownbear, un gusto.

La señora alzó las cejas ahora con algo de sorpresa, pero igual, no dejaba de tener cara de que no le agradaba.

—¿Brownbear? ¿De Brownbears Company? ¿Los locos que tienen un oso gigante de luces en su edificio?

—Si esos mismos Brownbears.

Hizo un gesto de indiferencia con la boca. Volteo a ver a Apple. La antes mencionada la veía con cierto terror, estaba roja y notablemente temerosa.

—¿No se te cayeron las manos de tocar algo tan caro?

— ¡TÍA ADALIA! —Apple tomo mi mano. Se colgó la mochila en le hombro y me arrastro al garaje.

No pude evitar reírme mientras Apple me jalaba hacia el auto. Su mano era más pequeña pero un poco más gruesa. La piel de sus palmas se sentía cálida, suave. Intencionalmente pase mi pulgar por el dorsal su mano. Me dejo parada frente a la puerta de mi auto, abrió la cochera y se puso frente a la puerta del copiloto. Ambas nos subimos al auto rumbo a la universidad. Ella dejo la mochila en los asientos traseros. Se puso las manos en el rostro y alargo un suspiro. Bajo las manos, mientras miraba al frente. A mi se me borro la pequeña sonrisa al ver que su cara no era precisamente de alegría, era más acercado a la irritación.

—¿Pasa algo? —Le pregunte, al ver que no decía nada y solo miraba al frente.

Ella bajo la mirada, buscando que decir. Se recargo sobre la ventanilla, evadiendo por completo mis intentos de verla a los ojos.

—Perdón por lo que dijo mi tía. A veces no mide lo que dice.

Solté una risita pequeñita, mientras posaba mi mano en su muslo, lo apreté a manera de consuelo. Fue ahí donde ella si me miro, pero no pude devolverle la mirada por ver al frente y no chocar contra otro auto.

—Esta bien. No me molestó, si eso te preocupaba. Es más, me hizo reír.

Voltee a verla con una sonrisa de lado, le guiñe el ojo y volví a ver al frente.

Cerro la piernas en un movimiento brusco y se volvió a tapar la cara con las manos.

—Emilia, no hagas eso.

—¿Hacer qué?

—Verme así, sonreírme así, ser así de bonita.

No pude evitar sonreír maliciosa.

—¿Porqué?

Subió las piernas y se escondió entre ellas.

—Por qué me entran ganas de que me saques la ropa y hagas conmigo lo que se te de la gana.

He de admitir de que me quede sin palabras. Nunca se me paso por la cabeza que Apple me diría algo así, estaba bastante sorprendida. Tenia ganas de parar el auto y besarla hasta cansarme. Pero no podía. Escuchamos a Harry Styles para acortar el camino. Su sonrisa al cantar Adore you solo me hizo pensar y pensar en besarla. Esa simple sonrisa le iluminaba todo el rostro, luciendo casi perfecto.

Creo que se lo tomó bien —Volví a hablar, retomando el tema de la señora Adalia—. La última vez que me acosté con alguien y un tío se dio cuenta, casi me linchan.

Yo hice una risita, pero Apple no se rió. Quizás mi tono en "broma" no sonó tan en broma, y ella lo supuso. Entrelazó su mano con la mía y la dejó sobre su muslo.

—Sí, se lo tomó a bien.

—¿Ya había visto a alguna de tus aventurillas en la casa? —Indagué con interés—. Y si es así, ¿Cómo les fue? Al parecer no tiene cara de que mucha gente le caiga bien.

—No eran "aventurillas" la mayoría eran mis parejas. No les fue mal, ella no se mete tanto en mi vida como para ser un problema, aunque la última persona no fue precisamente la indicada, me rompió el corazón y a mi tía no le agrado del todo. ¿Lo olvidaste? Fue el culpable de que me haya hecho los pircings.

—Bueno, en algo las señoras tienen razón. Las personas que pasan por tu vida son para darte una lección. Y joder, vaya que lección.

Ella me dió un golpecito en la pierna y se rió. Me centre en el camino y me di cuenta de que ya estábamos llegando a la universidad. Y fue en se mismo instante que desperté.

Hasta ahora todo estaba siendo maravilloso: sus risas, mis risas, mis coqueteos, sus sonrojos; se me hacía tan raro que todo estuviera bien, que cuando vi la entrada de la universidad me puse sería.

Aquí acababa todo.

Recordé que Apple no era nada más que una noche más de mi vida. Fue demasiado bueno para ser verdad. Por unos segundos, mientras buscaba estacionamiento, me entró una crisis existencial de lo que ahora pasaría. Esa sonrisita no me pertenecía, ya no la vería más. O eso suponía, tenía que buscarle una solución lo antes posible, pero no se me ocurría nada.

Vamos, Apple si que fue un buen polvo, pero no por eso iba a pedirle matrimonio o algo así. Me entristecía el hecho de que probablemente nuestro contacto se reduciría. Además, no sabía que planeaba hacer ella conmigo.

Deje el coche en algún lugar, pero ninguna de las dos bajo, nos miramos por unos segundos y bajamos. Estábamos frente al vehículo, viéndonos cara a cara, dándonos un pequeño adiós.

—Emily... —La rubia hablo, jugando con sus dedos sobre su regazo. Miraba al suelo, evitando verme—. ¿Nosotras podemos ser algo.. después de ésto?

No sabía a lo que Apple se refería. Pero sabía cuatro cosas: ella me gustaba, ella me deseaba, yo la deseaba y tarde o temprano me aburriría tanto de ella que tendría que bloquearla de todas las redes. La desecharía tan pronto deje de interesarme. Era evidente, yo no estoy interesada en ninguna relación amorosa, sumado a que las personas me aburrían con facilidad. Apple sería un buen entretenimiento por algún tiempo. Por qué era bonita, cautivadora y tierna. Habían pros y contras, pero el que no arriesga no gana, y yo siempre ganó.

Me acerqué a ella, lo bastante cerca como para que me mirara con el cuello extendido, y pudiera sentir de cierta manera su respiración.

—Podemos ser amigas... Y amantes... —Reformulé mejor mis palabras—. Amigas con derecho.

—¿Amigas con derecho?—Ella repitió mis palabras como si se adaptara a ellas.

—Sí. —Tome sus manos, para hacerla sentir un poco más segura—. Piénsalo, yo no quiero una relación, tú no quieres una relación. Podemos vernos, charlar, coger sin tener que hacer esas estúpidas cosas de pareja. Podemos ser libres. ¿Que opinas?

Apple ladeó la cabeza, como si fuera un cachorrito, tratando de entenderme. Por su mirada supe que no le convencía de nada de lo que estaba diciendo.

La estás cagando, la estás cagando, la estás cagando.

Me agaché a su altura, lleve sus manos a mis mejillas y le hice ojitos tristes. ¿Ésto cuenta como manipular?

—¿Y si no acepto? —Preguntando, mientras me acariciaba con los pulgares.

Me acomodé mejor entre sus manos.

—No tendré más que ofrecerte. —Hice un pequeño puchero de lado—. Soy todo esto, no más. No quiero que sea incómodo. Quiero que lo disfrutes. ¿Que dices?

Suspiró.

—Esta bien. Acepto ser tu amiga con derecho

Me incorporé, mire a todos lados para asegurarme de que nadie nos viera. Puse mi mano detrás de su cuello, mirándola le pregunté que si podía hacerlo y solo asintió. Lleve mi boca a la suya para besarla, pero no fue uno de esos besos tiernos clichés. La besé sintiéndo toda su boca hambrienta de mí, tomándola levemente del cabello apropiándome de ella. La solté, mientras ambas jadebamos.

Mire mi reloj, y me asuste.

—Bien, tengo una clase importante en 5 minutos. Nos vemos luego.

Le besé la mejilla mientras me alejaba de ella para irme. Se podría decir que hice lo correcto. O eso espero.

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