Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. ➵ No preguntes, encuérate

11

No preguntes, encuérate

—EMILY—
—BROWNBEAR–

El olor a manzanas y canela me enduzaban la nariz, la luz del sol aún no se veía, pero por el color del cielo y su claridad supe que no le faltaba poco para aparecer. Lo único que iluminaba la habitación eran unas lucecitas amarillas de decoración.

No sé cuánto tiempo llevaba admirando la cremosa piel de su espalda. Un lunar café en su omóplato derecho estaba rodeado por una pequeña marca de mis dientes, junto con un círculo amoratado. Casi no podía evitar la sonrisa de oreja a oreja que se me hacía al recordar cómo le había hecho esa firma. Definitivamente, esos son uno de los recuerdos que no se me iban a borrar de la mente, ni aunque me quitarán el cerebro.

No había tenido el coraje suficiente de tomar mi ropa, vestirme e irme a mi casa. Me sentía tan bien entre sus sábanas, tan cómoda con la sensación que su presencia me causaba. Es como si mi cuerpo se rehusara a levantarse de la cama.

Me tomé el atrevimiento de besarle la mordida que le había dejado. Pase mis brazos por su cintura, y dejé mis labios pegados a su lunar. Mi nariz percibió el olor acaramelado de su espalda, acunada en el calor de su piel. Eso hizo que ella se despertara y me viera de reojo, quizás un poco confundida, hasta que se volteó por completo y me vió con un solo ojo.

Una pequeña sonrisita apareció en sus labios. Cerró los ojos y se abrigo con las sábanas.

—Hola. —El sonido de su voz sonaba adormilado.

—Hola, manzanita. —Sin embargo, probablemente mi voz haya delatado de que estaba despierta hace tiempo.

Me entraron ganas de besarla, pero simplemente me contuve. Frotró sus ojos, para adaptarse a poca luz del cuarto, bajó sus manos y dejó al descubierto sus bonitos ojos grises, me vió a través de sus largas pestañas, leyendo mi cara por completo.

—¿Ya te vas?

Su boquita hizo un puchero de manera inconsciente, y aunque no lo hubiera hecho, igual me iba a dar cuenta de que estaba triste por qué me fuera, ya que hasta en la mirada se le notaba.

—No, —Hice una pausa para apartarle un mechón de la cara—. ¿Quieres que me vaya?

—¡No! —Se apresuró a decir—. Solo... pensé que ya te habías ido.

—Aquí sigo, niña.

*Suena Daddy Issues*

Se acercó a mí lentamente, estábamos tan cerca que en lo único que me enfocaba eran sus ojos que me miraban con tanta... Magia.

Cómo si el brillo en sus pupilas me hipnotizara y me hiciera quedarme. Temerosa, cortó la distancia entre nosotros, uniendo mis labios y los suyos en un beso muy breve para mi gusto.

Sus piernas se enrrollaron, eso hizo que me golpeara el estómago con sus rodillas.

—Auch. —Me quejé.

—Perdón, ¿Puedo ir al baño?

Su pregunta se me hizo extraña, solo asentí y se levantó, llevándose una de las sábanas que nos cubrían. Pasaron algunos minutos, ella volvió a la cama, caminando de puntillas. Se arrodilló sobre el colchón, tapando su cuerpo con la sábana. La de su cara piel estaba mojada, tanto que caían gotas de su mentón.

—¿Te gustó? —Me pregunto. La miré buscando más información sobre su pregunta—. Lo de anoche, ¿Te gustó?

Sonreí de lado. Tome su brazo con suavidad, jalandola hasta que se acostó en el colchón.

—¿Estás haciendo atención al cliente o algo así? ¿Necesito ponerte alguna puntuación?—Bromeé, acariciando con delicadeza el borde de sus mejillas húmedas.

—No es eso. —Hizo una cara de "enojada" que me dio ternura—. Quería saber si te había gustado, nada más.

—¿Quieres saber si se podría volver a repetir?

—Puede que sí. Puede que no.

Apoyé mi cabeza sobre mi mano para verla con más comodidad. Sus ojos me miraban juguetones, su sonrisita socarrona. Obviamente iba a volver aquí.

—Manzanita, si no me hubiera gustado pasar la noche contigo no me tendrías todavía bajo tus sábanas.

Ella elevó una ceja incrédula.

—¿En serio?

—Emily Houdini, a sus órdenes.

La rubia se rio, negó con la cabeza y se acomodó en la cama, poniendo sus manos bajo su cabeza y viéndome como si esperará algo de mí. Yo hice lo mismo, me le quede viendo como idiota, mientas ella sólo existía. Ver sus ojos azul grisáceo me hicieron sentir tan atraída a ella, como si el magnetismo de su mirada me llevara a rastras hasta donde estuviera.

No sabía que era eso, pero lo más probable que no me dejara soltarla, no iba a poder soltar esa sensación hasta que no acabara de conocer todo de ella.

—¿Cómo es tu nombre completo? —Solté, en medio de nuestro silencio.

—¿Hasta ahora te interesa mi nombre? —Se burló.

—El orden de los factores no altera el producto. Dime tú nombre completo.

Rodó los ojos.

—Apple Avery, es lo único que tendras de mí.

—¿Qué? ¿Por qué? —Me levanté, como una exigencia.

Apple se hundió más en la almohada, el cabello se le dispersó sobre ella, un largo suspiro salió de sus labios.

—Mi nombre no me gusta. —Confesó

—Quizás si lo gimo para tí, te guste un poco más.

La cara se le puso roja, puso la parte posterior de su mano tapándose los ojos.

—Emily, lo digo enserio.

—Yo también lo digo enserio —Le quite la mano, para poder verla bien—. Dime al menos tu segundo nombre.

—Si te dijo el completo ¿Prometes no reírte?

—Me llamo Emilia Margarita, ¿Crees que estoy en posición de reírme?

Suspiró, mordió sus labios y evitó mi mirada.

—Me llamo Apple Morell Avery Johnson.

La mire incrédula.

—Tu nombre es bonito.

—¿Para quién? —Gruñó, amargamente.

Me levanté casi ofendida. Ella se asustó un poco ante mi movimiento.

—Para mí lo es.

Se quedó callada, procesando mis palabras. Me le quedé viendo en silencio, pensando que más preguntarle. Pero la verdad no sé ni cómo comenzar. No se me ocurrió más que:

—¿Que eres?

Y la pregunta más estúpida del universo es para...

Apple me vio entre divertida y curiosa. Por un momento pensé que me miró como su estuviera loca o pensé que ella pensó en echarme de su casa.

—¿Que soy yo? —Preguntó extrañada.

Tome una bocanada de aire.

—Hablaba de tu orientación sexual —Personalmente me gustaban las personas que hablaban de lo que les gusta. Y escucharla hablar a ella sobre lo que amaba, se había vuelto mi actividad favorita en una sola noche—, Esta bien si no quieres decirla, yo no te he dicho la mía, así que estaríamos a mano.

Apple hizo el intento de disimular una risa, pero fue en vano. Su carcajada lleno el espeso silencio que por algunos segundos llegamos a tener. Quiso parar, pero al verme se volvió a soltar en risa.

Se limpio las lágrimas de tanto reír, mientras que yo la mire expectante para ver qué decía.

—¿De que te ríes? —Le dije con curiosidad.

—Bueno, que hayamos tenido sexo no es muy hetero de tu parte, además, la bandera bisexual que tienes en tu oficina tampoco es muy discreta. —Hablo, casual, volviendo a reír.

Es todo, me voy de aquí. No, es más, me voy del país.

Solté un "Ay, mierda" no tan discreto.

—Soy... Pansexual. —Lo último lo dijo muy bajito, como si decirlo en voz alta fuera peligroso.

—No pensé conocer a alguien pansexual. ¿Cómo es?

—Bueno, de mi parte, me gusta mucho lo bonito. Pueden haber muchas definiciones pero, para mí, significa que me gusta lo que me gusta, y listo.

¿Entienden eso? A eso me refiero cuando me gusta escuchar a las personas hablar de sus pasiones, ambiciones, esperanzas, gustos, etcétera. En especial la manera tan enérgica con la que Apple lo hacía.

—¿Y como saliste del clóset? —Me acomodé mejor—. Esa te la conté, no puedes huir de mí.

Alzó las cejas algo temerosa, seguido de una risita incómoda.

—¿Salir del clóset?

—Sí, si no te sientes cómoda, no necesario que me lo cuentes.

—No es eso... Es que... Nunca he salido del clóset. —Confesó, mientras se tapaba la mitad de la cara con la sábana.

Yo también reí incómoda. Por un momento se me olvidó por completo de que me había acostado con una recién llegada. Una chica de primer año de la universidad. Suena terrible, pero me había acostado con una niña, casi en pañales, de lo que es la vida.

Estaba entrando en crisis, pensando que tan políticamente correcto que yo siguiera en su cama, hasta que volvió a hablar mientras jugaba con las costuras de la sábana.

—Yo... Yo no salí del clóset, por qué realmente no tenía con quién salir. Mis padres se separaron cuando tenía 16, mi padre me envió aquí con mi tía y después de eso no he vuelto a ver a ninguno los dos. A mi tía no le importó tanto verme con alguna chica o algún chico, solo lo omitió. Al estar lejos de casa no volví a hacer amigos, hasta hace tiempo que conocí a Megan. Y ella ya lo sabe.

Dejó de jugar con la sábana y me vio. Quizás estaba esperando de que dijera algo. Pero la verdad, no sabía ni que decirle. La juzgue por ser una "niña", pero hay "niños" que ya no existen por qué maduraron a la fuerza. Besé su frente, quizás por lástima o por qué realmente lo necesitaba.

—¿Ya es mi turno? —Me miró con entusiasmo.

—Esta bien manzanita, es tu turno de preguntar.

—¿Crees es los signos? ¿Cuál es el tuyo?

Reí por lo bajo.

—No creo mucho, pero me gusta hacer chistes sobre ellos. Y soy Géminis.

Ella se levantó de la cama casi de golpe, me vio como si le haya dicho que me gustaba patear ancianas o algo.

—¿Me acosté con una Géminis? Dios, sal de mi cama ahora.

Me abalancé sobre ella, tomándola de las muñecas para inmovilizarla.

—Ésta Géminis te hizo rogar anoche.

—Oh, Dios, ya veo de dónde viene tu ego.

Solté una enorme carcajada. Después de un rato de tanto reír, ella me tiro una almohada. La aparte de mi cara, al hacerlo, choque de frente con su desnudez. Estaba riendo tanto que no se había percatado de que la sábana se le resbaló. Pude volver a apreciar la joyería en sus pezones, no solo la joyería, también los círculos morados irregulares en ellos. Es hipnótica la combinación de morado, amarillo y un poco de rojo. Me escuché tragar grueso cuando se me hizo agua la boca por volver a sentir sus pechos enfurecidos contra mi lengua.

—Me gustan tus... Piercings. —Solté, volviéndola a los ojos.

Mordió sus labios mientras sonreía.

—Me alegra que te gusten. Eres la primera persona que los ve en "acción". —Lo último lo dice con una risita y las mejillas coloradas.

Y que ganas que tengo de seguirlos viendo.

—¿En serio? —Me tome el atrevimiento de volver a verlos—. ¿Por qué?

Se alzó de hombros.

—Un día tenía terminé con un ex tóxico, tuve algo de dinero, mucho despecho y una amiga que conocía a un chico que hace pircings. Y puede que ya no me haya acostado con nadie después de eso.

—Me siento halagada. Son muy bonitos, de verdad me gustan.

La forma en la que lo dije fue como si se los hubiera echo exclusivamente para mí. A ella también pareció hacerle gracia. Me acosté sobre el colchón, sin despegar mi vista de ella.

—A mí me gustan tus tatuajes —Habla, pensado la yema de sus dedos por mi cadera, en el lugar donde se encuentra mi tatuaje de una serpiente de fuego.

No puede evitar que, al instante, la piel se me calentó tanto que los pequeños vellos en esa zona se levantarán lentamente al sentir su cálido tacto.

—Y eso que no has visto los otros. —Me di la vuelta para mostrarle el culo, y de paso el tatuaje que tenía en él. Y quizás también para mostrarle el que tenía en la parte de atrás del brazo, que era un avioncito.

—"Diavolo a tutte le ore" —Leyó sobre mi piel—. ¿Que significa eso?

Me volteé para volverla a ver.

—Ponte cómoda si quieres escuchar la historia.

En efecto, uso mi brazo como almohada para acomodarse. Sus ojos volvieron a atraparme, tanto que se me habia olvidado hablar. Alzo las cejas, como señal para que yo empezara.

—¿Estás pensando en que inventarme?

¿Está enana me estaba acusando de mentirosa?

—Diablo a todas horas, eso significa —Empecé—. Era a una pequeña broma entre las chicas del internado en Italia al que fui. Al estar bajo tanta presión por las absurdas reglas de sus padres, se ponían rebeldes. Mi novio de ese entonces tenía un amigo que hacía tatuajes y tatuó a todas mis amigas. Me lo hice cuando tenía tu edad, junto con el fuego. El avioncito me lo hice cuando me mudé aquí.

—Cuando tenías mi edad —Repitió, saboreando mis palabras—. ¿Tienes 68 y no me lo haz dicho? ¿Mañana tienes que salir a pasear a tus nietos al parque? ¿Te perdiste tu novela de las 8 por estarme coqueteando?

Ambas reímos ante su comentario. Su risa acompañó la mía hasta dispersarse por el aire. La mire divertida ante su ocurrencia. Ella bostezó, su nariz se arrugó, apretó los ojos y se tapó la boca con el dorso de su mano. Se acomodó aún más sobre mi brazo.

—¿De donde eres? —Me interrogó—, dijiste que viviste en Italia y que te mudaste aquí, pero tú acento no se me hace local.

—Bueno, nací en Londres, a los 16 empecé la preparatoria en el internado de Venecia y a los 19 mi familia y yo nos mudamos aquí.

—Suena inventado. —Dijo, por un momento la vi de mal modo, hasta que una sonrisa socarrona se retrato en sus labios.

—Entonces, para la próxima no preguntes, encuérate.

Apple rió por lo bajo. Se levantó solo para subirse encima mío y dejar su cabeza sobre mi pecho. La escuché suspirar, mientras acariciaba su cabello. Mi respiración se relajó con la suya, ni siquiera me di cuenta cuando de nuevo la envolví en mis brazos y me quedé dormida de nuevo.

━━━━━━🍯━━━━━━

Heeeeey, criaturitas come libros!

¿Cómo han estado? Yo con un poquito de estrés, y algunos bloqueos creativos. Por eso me tarde un poco en seguir escribiendo.

Espero que el Capítulo de hoy les haya gustado. Voten, comenten, compartan.

Tomen awita y nunca dejen de brillar!

—K.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro