Yo no persigo nada, todo viene a mi
Le contó a su madre con más calma, ella también merecía un contexto de lo que sucedía.
Horas después de que la desesperación y la culpa la dejaran en completa soledad, en un oscuro silencio, en un hoyo sin fondo, y en un dilema mental, se dio ánimos, y salió de la habitación de Zephyr, caminó hacia la ducha y se dio un baño rápido.
Cualquier rastro de lágrimas y pequeñas cortadas hechas en el momento en el que tiró todo, se esfumaron, trató de cubrirlas y calmarse.
Ya con la cabeza fría y un solo propósito, caminó hacia la comisaría, no sentía nada emocionalmente.
No sabía si el dolor de no tener a su pequeña a su lado la había cegado por completo, o si era la ironía de pensar que si se ponía a llorar solucionaría todo.
Esperaba que la ayudarán, que no pusieran pretexto alguno y comenzarán la investigación oportuna.
Que ilusa fue…
—Lo siento mucho, pero la información no es clara, me faltan datos y no le podría dar una respuesta certera, no voy a arriesgar a mis oficiales, podría ser una trampa— el oficial le respondió con la mayor calma del mundo, le daba igual si ella no encontraba a su hija, porque claro, no era su problema que la niña no se supiera cuidar y que su madre irresponsable la dejara sola en la noche.
—¿Discúlpeme?— si decía que Astrid estaba enojada, era poco, muy poco —¡¿Usted sabe la desesperación que siento?! Oh, claro que no, ¿Cómo se me ocurre preguntar?, ¡Gana dinero suficiente sin hacer nada, atiende a quien se le da la gana y para acabar, de malas!— expresó hecha una furia.
El tipo dió un fuerte golpe en su escritorio y un reto de miradas se hizo presente, a nadie le gusta oír sus verdades, y ese oficial estaba perdiendo los estribos.
—Escuche bien, no es mi problema que usted no sepa cuidar a su hija, vaya mejor a acomodar sus ideas, vieja loca— no dijo dos veces las últimas dos palabras, cuando la chica rubia le propinó una fuerte cachetada.
—A mi nadie me falta al respeto y menos un tipo tan desagradable como usted— musitó con enojo y planeó salir de ahí.
—Pero mírenla, tiene carácter la mujer— siguió hablando el tipo que se hacia llamar oficial.
Ella volteó y sonrió con hipocresía —Si, y a está mujer le sobran las ganas de querer ahorcarlo ahora mismo. No se meta conmigo, no le conviene— con todo su orgullo se fué de ahí azotando la puerta, ya tenía bastantes problemas como para que un tipo cualquiera le faltara al respeto.
Caminó por unos momentos, tendría que empezar la búsqueda, atar cabos sueltos y pensar con positivismo, su hija estaba bien, o al menos esa era la idea que ella tenía.
—¡Oye!— se escuchó a lo lejos, pero claro, siendo la mujer terca que su apellido hablaba a gritos, no volteó —¡Oye!— volvió a oír esa maldita voz, con enojo se dió la vuelta.
—¡¿Qué carajos quieres?!— preguntó perdiendo los estribos y la ética.
—Uy perdón por molestarte— alzó los brazos en son de paz —Pero acabo de oír tu linda charla con ese tipo— señaló la comisaría —¿Aún necesitas ayuda?—
Su enojo la había cegado, literalmente.
No sabía lo que veía, todo daba vueltas, creo que no era una muy buena idea hacer corajes tan temprano.
Se tambaleó un poco y trató de recuperarse, la persona enfrente de ella fué a su ayuda. La tomó de los brazos y la hizo centrarse en su mirada, lo que menos quería era un desmayo.
Mientras que ella, en su dolor de cabeza cerró fuertemente los ojos, soltó un quejido y respiro pesadamente.
—¿Estás bien? ¿Que sucede?—
Asintió cómo pudo y abrió lentamente los ojos. Podía jurar que la luz del sol estaba más fuerte que de costumbre.
—Estoy bien, gracias por preguntar— para cuando su mirada estaba en cierta forma bien, vió a la persona frente a ella y al sentir lo "cerca" que estaban, se separó de forma brusca.
—De acuerdo, ¿aún necesitas ayuda?— cuestionó nuevamente
Lo pensó un poco, no sabía la procedencia de ese sujeto, porque si, era un él.
—No gracias, no necesito tu ayuda, yo misma encontraré a mi hija— caminó hacia el lado contrario y su equilibrio era un asco, llegando a casa tomaría una pastilla, eso era seguro.
Él se alzó de hombros con indiferencia y regresó a su "estación".
Al entrar fué directamente a la zona de descanso, o más bien, una pequeña sala para poder aclarar mejor sus ideas.
—¿Y? ¿Te dijo que no, verdad?— lo molestó su compañero de zona, y su mejor amigo.
—Cállate, si ya sabes para que preguntas— se sentó como un costal de papas en el sofá.
—¿Te rendirás tan fácil? Sabes que ese tipo de casos son una joyita— comió sin apuros su galleta.
—Parece que no me conoces. No iré, ella vendrá— habló sereno
—¿Qué? ¿Por qué tan seguro?— lo vió.
—Yo que sé, presentimiento tal vez, sabes que yo no persigo nada, todo viene a mi— sonrió con aires de superioridad.
—Ah si, se me olvidaba tus facetas de niño odioso y mimado— se quejó llendo por otro paquete de esas dulces y ricas galletas.
—No son facetas, facetas las que actúo cuando me hago el niño bueno— volteó a verlo, se miraron entre si y rieron recordando los momentos "inocentes" que habían cosechado.
—¿Y? ¿Entonces ella vendrá?— abrió la bolsa llena de azúcar.
—Si— contestó sin más.
—¿En cuanto tiempo?— se volvió a sentar
—En 4 días— se recargó en el respaldo
—¿Por qué?— lo señaló con su nueva galleta
—La desesperación, frustración y cansancio se apoderarán de ella, estando harta de la situación buscará ayuda y al no encontrarla en la policía, pues... Buscará otros medios— sonrió.
—¿Y si no tienes la razón?— lo retó con curiosidad.
—Dejo de llamarme Hiccup—
Hola 🍂 Wenas las tengan ustedes. Lento pero seguro, así es.
Duda, o más bien, necesito su ayuda, estaba sin hacer nada en mi casa, y comencé a crear una segunda portada para está historia.
¿Dejo esta, la actual, o pongo la nueva? 👩🏻🦲
Los leo, más que nada porque la historia es para ustedes.
Tomen awita, se cuidan 🦋
Nos leemos luego ฅ^•ﻌ•^ฅ
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