Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Esencia inolvidable

Pareja: IwaKuroo / KuroIwa

Prompt: AROMA.
La persona A trabaja en atención al cliente en un local de ropa. La persona B entra a probarse ropa y deja su perfume en una de las prendas. A se obsesiona con B y su perfume hasta que un dia vuelve a percibir su aroma.

Advertencias: Canonverse. Spoilers del arco final del manga.

____________________________

Kuroo estaba doblando los jerseys y colocándolos de nuevo en la balda correspondiente. Le molestaba en exceso que la gente no tuviera el más mínimo cuidado a la hora de tomar las prendas de la tienda, extenderlas y dejarlas tiradas de cualquier manera. Sobre todo, porque él tenía que colocarlas después en su lugar, dobladas y organizadas por tallas. Una, y otra, y otra vez.

Quizá eso era lo que más le molestaba de aquel trabajo. El resto lo llevaba bien.

Le gustaba atender a la gente, era sociable y carismático, sabía adular a los clientes y estaba puesto en las últimas tendencias de moda. O, al menos, eso se decía cada día antes de ir a trabajar a la tienda de ropa donde había entrado como empleado de medio tiempo para contribuir a sus gastos universitarios.

Era un buen trabajo, de horario ajustado a sus necesidades y bastante sencillo de realizar. Le hacían descuentos especiales cuando compraba ropa y en los momentos en los que no había clientela incluso podía estudiar.

—No me contradigas, Iwa-chan. No pienso ir contigo con esas pintas.

Una voz algo estridente le hizo abandonar la tarea que estaba realizando y dirigir su atención hacia la pareja de chicos que acababa de entrar a la tienda.

—¿Y qué tiene exactamente de malo mi ropa, mierdakawa? —contestó el otro mirando con gesto molesto al que había hablado primero.

—¿En serio me estás preguntando? ¡Todo! ¡Todo está mal!

—Buenas tardes —saludó Kuroo con su mejor sonrisa de negocios—. ¿Puedo ayudaros?

—Madre mía, espero que sí. Aunque, como ves, al que tienes que ayudar es a este —dijo el más alto de los dos chicos señalando a su acompañante.

Kuroo le dedicó una intensa mirada al tal Iwa-chan, recorriéndolo de arriba abajo, fijándose en lo que llevaba puesto. Y, bueno, tal vez la camisa de flores no era la elección más acertada, pero el resto no tenía nada de malo. Es más, la manera en la que aquellos vaqueros se ceñían a su cuerpo era exquisita.

—Si no dejas de decir estupideces me vuelvo a casa y vas tu solo.

—No, no, no. No me puedes hacer eso. Tienes que venir, es importante para mí. —El chico hizo un puchero—. Lo normal es que mi mejor amigo me acompañe. Sobre todo después de llevar más de un año separados. Cuando vuelva a estar al otro lado del mundo me añorarás.

—Estoy deseando que te vayas ya —bufó molesto—. Y además parece que te importa más mi aspecto que mi compañía.

—Una cosa no quita la otra, Iwa-chan. No quiero que me vean con un hortera al lado.

—Oikawa... —El moreno frunció el ceño y su mirada pareció desprender fuego.

Kuroo decidió intervenir antes de que la sangre llegase al río.

—Entonces, ¿quieres que te muestre unos cuantos jerséis para probarte? ¿Camisas? ¿Polos? ¿Prefieres mirar por tu cuenta? Creo que algo en verde iría muy bien con tus ojos.

El chico pareció sorprenderse ante la última frase de Kuroo, dedicándole una mirada extrañada.

—¿Con mis ojos?

—Estoy de acuerdo —comentó su amigo—. Trae un par de camisas y yo voy a ver si encuentro algún jersey que me guste —dijo mirando a Kuroo. Después se dirigió al otro—: Y tú ve al probador, tenemos prisa.

Kuroo le indicó dónde estaban los probadores de la tienda y después fue a seleccionar unas cuantas prendas para llevárselas.

Media hora y una pila de ropa amontonada después, los dos chicos abandonaron la tienda con un par de bolsas. Además, el moreno llevaba puesta una camisa nueva en un hermoso tono verde botella.

Kuroo se acercó al probador a recoger algunas de las prendas que habían desechado y comenzó a doblarlas para devolverlas a su lugar.

Sin embargo, al tomar uno de los jerséis que el chico se había probado, un sutil aroma llamó su atención.

Se acercó la prenda a la nariz y aspiró con suavidad el perfume que desprendía. Era una mezcla sumamente agradable. Parecía tener un ligero fondo a hierba recién cortada y unos toques como de limón, además de algo que no era capaz de identificar, pero que le gustaba mucho.

Cerró los ojos un instante y visualizó el rostro serio pero atractivo del chico que se había probado aquel jersey y no pudo evitar dejar salir una sonrisa.

—Hola, muchacho.

La voz alegre de su jefe —que al parecer acababa de volver de su hora de la comida— le hizo sobresaltarse, apartando el jersey de su cara y continuando con su labor.

—.—

—¿Otra vez está olisqueando? —preguntó Taketora.

Kenma miró a Kuroo, que movía la nariz sobre un bote de perfume y cerraba los ojos concentrado, y después a Yamamoto. Asintió sin pronunciar palabra.

—¿Aún no das con ello? —preguntó el del peinado a lo mohicano.

Kuroo agitó su cabeza de lado a lado.

—No. Se parece, pero no es —dijo decepcionado.

Sabía que era extraño pero, desde aquel día en la tienda, no paraba de pensar en ese agradable aroma que había dejado el chico moreno de ojos verdes —Iwa, así recordaba que lo había llamado su amigo—. Y, por qué no reconocerlo, también en el propio chico.

Pero por mucho que lo intentase, no había logrado encontrar un perfume igual a aquel. Y eso le frustraba.

Estaba empezando a pensar que nunca volvería a percibir algo así.

—.—

Kuroo llegó al edificio donde se celebraba la reunión de la asociación japonesa de voleibol. Iba ligeramente retrasado por culpa de un asunto de última hora y apenas había tenido tiempo de mirar el dossier de la misma. Solo recordaba por encima algunos puntos que se iban a tratar aquel día.

Fue directo a la sala de juntas donde habitualmente se llevaban a cabo y abrió la puerta sin llamar.

Al hacerlo, un delicioso aroma se filtró por sus orificios nasales, inundándole de recuerdos y provocándole un cosquilleo intenso en el estómago.

Recorrió con la vista la mesa donde se ubicaban los participantes de aquella reunión, intentando localizar de dónde venía aquel olor que tanto había buscado durante años.

En una esquina, un chico con una camisa verde y gesto serio le devolvió la mirada.

Era él.

Inmediatamente Kuroo quiso acercarse. Sin embargo no pudo dar ni un paso en su dirección.

—Kuroo-san, bienvenido —le saludó el presidente de la asociación.

—Lamentó el retraso.

—Tranquilo, aún no hemos empezado. —Hizo un gesto con la mano para que tomase asiento y a Tetsurō no le quedó más remedio que ir hacia allí. Sin embargo, antes de sentarse, el presidente volvió a dirigirse a él—. Creo que no conoces al nuevo especialista en medicina deportiva —comentó casual—. Es Iwaizumi Hajime.

Los ojos de Kuroo se dirigieron con rapidez hacia el chico al que se refería su jefe. Este se puso en pie y se inclinó a modo de saludo. Kuroo imitó el gesto y se aproximó hacia él, sacando una de sus tarjetas y entregándosela.

—Soy Kuroo Tetsurō, de la división de promoción deportiva. Es un placer conocerte.

—Iwaizumi Hajime, entrenador atlético de la selección.

Iwaizumi le tendió también su tarjeta de presentación a Kuroo y éste la tomó feliz, acercándola a su rostro —quizá más de lo necesario— para aspirar el aroma que desprendía.

Sonrió satisfecho y regresó a su asiento.

Prestó cuanta atención pudo a aquella reunión, aunque le costó concentrarse del todo. No podía evitar llevar la mano al bolsillo y acariciar la tarjeta que le había dado Iwaizumi.

Tampoco pudo evitar dedicarle miradas soslayadas —y otras no tanto— al nuevo fichaje.

Pese a los años transcurridos, aquel chico mantenía intacto su atractivo. Kuroo diría que incluso más.

Cuando la reunión finalmente terminó, y los asistentes se estaban despidiendo para volver a sus respectivos asuntos, Tetsurō no perdió la oportunidad de acercarse a Hajime, retrasándolo con una charla trivial hasta que se quedaron solos.

—Así que... Iwaizumi-san, ¿qué te parece si nos tomamos una cerveza y continuamos charlando un rato más? Conozco a varios de los chicos del seleccionado desde hace años y tal vez podría contarte un poco sobre ellos. —Hajime no pareció especialmente sorprendido ante la propuesta y con un gesto de su cabeza asintió. Kuroo se felicitó internamente por su buena suerte y se atrevió a ir un poco más lejos—. Por cierto, bonita camisa, ese verde va muy bien con tus ojos.

—¿Han pasado casi ocho años y aún usas las mismas frases?

Aquella respuesta dejó al excapitán del Nekoma inmóvil durante algunos segundos. Después sonrió ampliamente y se aproximó al oído de Iwaizumi.

—Si aún me recuerdas es que no fue tan mala.

El chico rodó los ojos, pero no pudo rebatirle nada.

Kuroo aprovechó la cercanía para deleitarse una vez más en aquel aroma y se sintió satisfecho.

Con suerte tal vez podría disfrutar de ese placentero olor durante más tiempo y, con un poco más de esa misma suerte, quizá mucho más de cerca.

Incluso —y eso tal vez era soñar demasiado— hasta podría saborearlo.

Porque, si olía tan bien, seguro que sabría mejor, ¿no?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro