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Al escuchar a mi padre, sentí que era mi momento, aparecí descendiendo la escalera y todos en la casa me miraban, en el rostro de Julia se esbozaba una sonrisa de alegría y de orgullo, en cambio, una copa cayó al suelo...

— ¿Señor Iván?, ¿pero que ha pasado?.

De la impresión no di un paso más, de las manos de ese hombre cayó una finísima copa de vino y un susto inesperado se apoderó de todos. Iván apenado se inventó una excusa para reprimir la vergüenza que había pasado.

Sabía que era por mi, obviamente.

— Disculpen, me dio una mareo de pronto. No sé que me sucedió.

— No se preocupe señor Iván —el eco de la voz de mi madre se escuchó en el salón.

¿Qué le sucede?, ¿por qué se quedó paralizado de pronto?.

— Esa voz —musitó Iván.

Creo que era la única en el vestíbulo que se daba cuenta de la expresión de asombro y espanto que tenía dibujada en su rostro. Mientras todos conversaban y los empleados solucionaban el desastre de hace un rato, Iván sudaba cada vez más.

—Ordenó mi padre a uno de los empleados—  por favor, ¿puedes buscar a Ruth?

— ¿Ruth?.

— Si, es mi esposa. Sólo no se qué le sucedió, venía en camino, bueno usted mismo la escuchó y no sé que estará haciendo que no acaba de llegar.

— ¿Su esposa?.

RUTH

¡No puede ser!, no puede ser él, es, es mucha coincidencia, ¿que voy hacer?. No pueden descubrirme, no ahora que estoy tan cerca. Relájate Ruth, no dejes que el pánico te consuma, solo finge no conocerlo.
Gracias a Dios lo vi cuando iba llegando por uno de los espejos del salón, sino no tendría oportunidad de prepararme para el momento.

Toc toc toc...

¿Ahora quién será?, ¿acaso será él?, vino a pedirme explicaciones y a desenmascararme.
Abriré la puerta y me enfrentaré a él.

— ¿Qué quieres?.

— Disculpe señora, el patrón me envió a buscarla, están esperando por usted para cenar.

— Disculpa Rita, es que sabes cómo me pongo cuando hay invitados, en un segundo salgo del baño.

Mientras en la mesa...

— ¿Sucede algo señor Iván?.

— No, no.

— Dejemos las etiquetas, puedes llamarme de tu.

— Está bien.

— ¿Qué pasa Iván?. ¿Conoces a mi esposa?.

— Para nada, su nombre solamente se me hace familiar.

— Disculpen la demora, ¿podemos cenar ya? —noté en la voz de mi madre unos nervios enormes— ¿qué estaría pasando?.

Es mucha coincidencia que ambos estuvieran tan nerviosos. Mejor los sigo de cerca.

Nos sentamos y mientras los empleados nos traían los cubiertos, vino y el entrante, se creaba una charla interesante pero al parecer incómoda para Iván y para Ruth(mi madre).

— Bueno Julia, entonces, ¿qué deseas estudiar después de la preparatoria?
—preguntaba mi padre como un jodido FBI—  odiaba cuando hacía eso.

— Bueno, yo quiero estudiar derecho, pero aún estoy pensando, tal vez cambié de opinión.

— Ahh eso está muy bien —se llevó un sorbo de vino a la boca para luego mover la copa en círculos y decir con orgullo—  Andrea aún quiere estudiar medicina.

— ¿Medicina?, hermosa carrera, ojalá y siga con esa idea, ya sabes cómo son los adolescentes hoy en día.

Me sorprendió mucho que Iván hablara, pero me.sorprendio aún más que justo en ese momento mi madre se atora con un poco de agua que bebía en ese instante.

¿Pero qué rayos sucedía?. Decidí entonces comprobar mis sospechas, haciendo una pequeñísima pregunta.

— Madre, ¿no interrogarás al padre de mi mejor amiga, como sueles hacer con todos?.

— Andrea, ¿qué es eso?, compórtate. ¿Qué pensará el padre de tu mejor amiga de la crianza que le hemos dado a nuestra hija?. Discúlpenos, esta niña no es fácil.

Esta vez "hija", fue lo que musitó extrañado y desconcertado. No entendía por qué se comportaba tan raro. Terminamos de cenar y cuando traían el postre recibí un mensaje de un número desconocido.

+5356661818
Estas muerta, zorra, las pagarás, quieras o no, las vas a pagar.

Mis manos temblaron tanto que el móvil cayó al suelo, lo recogí y subiendo la cabeza, por el borde de la mesa vi a Ruth saliendo del comedor y tras ella iba Iván.

Decidí seguirlos ya que todos estaban entretenidos hablando, incluso Julia tenía una extensa conversación con mi padre.

Aquellos dos se encontraron en el jardín trasero. Me escondí tras un árbol y aguardé para saber qué sucedía.

— Estabas más cerca de lo que imaginaba. ¿Cómo pudiste abandonarnos?. Vaya abandonar a una hija, yo soy lo de menos, pero un pequeño no se abandona Ruth.

— Desaparece Iván, lárgate de mi vida, vete, me fui porque no tenias condiciones, nuestro romance era una aventura y salió mal, esa no es mi vida, siempre fui de alta categoría y mis padres me echaron de casa por culpa de ese embarazo, un niño bastardo, un escándalo enorme. Vete no quiero saber nada más de nadie, ni de ti, ni de esa mocosa de Julia.

— ¿Eres detestable sabías?, lo que te gustaba era estaf...

— ¡Cállate Iván!. ¡Cállate!.

— Pobre Robert. Pero escucha bien esto. ¡No me hace falta nada de ti!, odio cada partícula de tu ser, pero escúchame, Ruth, vas a pagarlo todo, no te saldrás con la tuya.

Quedé espantada no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Seré hermana de Julia?. Náuseas y mareos llegaron de pronto, solo de pensar en todo lo que ha pasado entre nosotras. No podía creerlo, me negaba cada vez más.

Salí de ahí lo más rápido que pude y entré despacio en el comedor. Para mi sorpresa no había nadie, entonces sentí unas voces desde la sala de vídeo de la casa.
Al llegar nadie había notado nuestra ausencia, al rato llegaron aquellos dos como si nada estuviera pasando.

Entonces interrumpí en aquel salón inesperadamente...

— Bueno ya veo que no solo llegaron mis invitados, sino que mi padre hizo de las suyas —se escucharon risas— bueno, asia ir aprovechando el momento, quería comunicarles a todos que me siento feliz de tener una familia como la mia —aclaré mi garganta, como suelo hacerlo casi siempre—porque si nos detenemos a pensar, hay mujeres que abandonan a sus hijos (infaticé esa palabra) y padres que le mienten por miedo a la culpabilidad de lo sucedido.

— Mi hija tiene razón —comenta con orgullo.

— Y eso en mi familia gracias a nuestro señor Jesucristo "el altísimo", no ha pasado ni pasará.

Mientras hablaba miraba a Ruth y a Iván, ella me miró extrañada y él bajaba la cabeza de la vergüenza que sentía al escuchar mis palabras sin saber que yo sabía la verdad, pero al parecer aquellas cosas que dije tocaron una parte sensible de él y le recordaba lo sucedido.

— ¡Qué pasen una noche espléndida!
—les desee a todos—  luego de eso me retiré de la sala hacia el vestíbulo.

Minutos después ,todos los invitados pasaron a la sala de baile. No sabía por qué mi padre había montado una fiesta de repente pero no me interesaba.

A escondidas subí a mi habitación y agarré dos cigarrillos, un encendedor y salí al jardín.

En pleno acto me interrumpió Ruth...

— ¿Qué escuchaste?.

— No entiendo, ¿a qué te refieres?.

— No te hagas la boba, todo ese discurso de la familia perfecta, ¿a qué vino?.

— ¿No se de qué hablas?, ¿me puedes dejar a solas?.

— ¡Le diré a tu padre que fumas!. Ya que no obedeces nada de lo que digo.

— Tus acciones hacia mi, han hecho que pierdas el respeto.

— Tampoco te pases, ahora mismo iré con tu padre.

— No creo que te conviene hacer semejante acusación, madre de Julia.

Su expresión cambio repentinamente, se había congelado, miro a su alrededor y me advirtió.

— Abres la boca y estas muerta.

-— ¿Acaso es una amenaza?, ¿qué madre le dice eso a un hijo?. ¡Ay!, cierto, si fuiste capaz de abandonar a un hijo, matar a otro no hace diferencia alguna, ¿no?.

— Fue solo una expresión, pero si dices algo, prepárate para las consecuencias.

— Lo mismo te digo "madre". Espera, ahora que lo pienso, ¿serás mi madre?, tendré que preguntárselo a mi papá, no vaya a hacer que te hayas acostado con otro y le hayas hecho el marrón a mi papito.

— ¡Estás loca!.

— Y tu, eres un asco de ser. Escúchame, sea lo que sea que planeas, lo descubriré, ya entiendo por qué me tratabas tan mal, pero frente a mí padre eras un amor o cuando necesitabas algo. Que falsa eres Ruth. Por favor déjame ya.

Sin decir una palabra más,s e retiró y saliendo ella se acercaba Iván.
Él la dejó pasar sin mirarla. Se podía oler a mil leguas el odio que se tenían.

Al llegar donde estaba suplicando me dice: — ¡por favor!, no le cuentes a mi hija.

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