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ANÓNIMO
No es la chica inocente que creía, es más pícara de lo que imaginé, pero sentí nerviosismo en ella, al parecer solo conoce la inexperiencia. No me interesa ser el primero en tener relaciones con ella, aún estoy dispuesto a enamorarla, que sea mía. Hoy la vi, tan linda como siempre, tuve la oportunidad de hacer con ella lo que quisiera pero preferí dejar las cosas como están. Al menos sé que le gusto, eso sí pude sentirlo, pude sentir lo mojada que estaba, sus gemidos me decían "quiero más", pero me detuve, no quiero que suceda así, ella es mi princesa y la quiero cuidar.
12:30 pm
Toc toc toc...
— ¡Cariño,ya es mediodía,el almuerzo está listo! —interrumpió nuestro sueño una voz masculina.
— ¡Uffff!, vaya manera de despertar —resoplaba Julia dándome un beso en la boca— ¡ya voy papá! —se levantó de la cama y abrió la puerta.
Enseguida me levanté y fui al vestidor antes de que Iván entrara a la habitación, no quería que me viera en condiciones como las que me encontraba (desnuda). Al menos Julia se puso un vestido encima que tenía cerca, pero yo no encontraba mi ropa.
Entonces escuché.
— ¿Amor?.
— Dime papá.
— ¿Y toda esa ropa en el suelo bajo la cama?.
— ¡Ahhh!, de Andrea pa, es que se puso uno de esos vestidos míos para dormir —Julia entra a su habitación haciéndose una coleta en su cabello con las manos, se gira para la mesa de maquillaje, agarra una liga y se la pone para completar su peinado,se sienta en la cama— ¿no vas a pasar, Andrea está en el vestidor.
— No cariño, las esperaré abajo. Por favor no demoren.
— Vale, chao —cierra la puerta y le pega un cariñoso, pero fuerte grito a Andrea — ¡ya vístete!.
—
¡En eso estaba!, de hecho ya terminé.
— Déjame adivinar que trajiste.
— Mis jeans negros, ya sabes...
— Mi conjunto favorito —dijimos a coro y entre risas fuimos al baño y nos hicimos personas (lavarnos los dientes, el aseo, bla bla bla bla).
Al terminar bajamos a comer. Iván es un Dios cocinando, el pavo que había azado estaba riquísimo.Curiosamente no se decía una palabra sobre la madre de Julia, al parecer estaba prohibido o algo, asi que ni me inmuté en preguntar.
Como agradecimiento los invité a cenar esa noche a mi casa, ayudé a recoger la mesa y a fregar. Hablamos media hora haciendo planes para la noche, Iván estaba nervioso, decía que nunca había sido invitado a una cena en casa de personas tan importantes.
No entendía, su situación económica no era mala, ya que Iván era un empresario bastante conocido y reconocido nacional e internacionalmente, pero a pesar de eso no tenía empleados y su casa era bastante sencilla, grande, pero sencilla a la vez.
Nunca levantó su mirada, evitaba tropezarse con la mía, como un imán cada vez que hablaba mis ojos se desviaban a sus labios y recordaba aquel beso ardiente. Quería evitar que se incomodara más y para lograrlo saqué mi móvil para ver la hora y así tener una excusa para irme.
Leo, el chófer, vino a recogerme después de mi llamada. Por el camino rumbo a mi hogar, recordaba aquel beso, el cual no lograba eliminar de mi mente, el botón Delete no existía y ese momento no salía de mi cabeza, solo pensaba en sus besos y en sus caricias . De mis pensamientos me raptó la voz del chófer anunciando nuestra llegada a la mansión.
Bajé del auto y entré saludando a todos.
Al entrar al salón principal estaba mi madre sentada tocando una pieza preciosa en el piano, al sentir mis pasos, me invitó a sentarme a su lado para que la acompañara.
¿Se sentirá bien, o sea, que bicho le habrá picado?. Desde hace unos meses ya no era tan amable conmigo y muy pocas veces me trataba así. Al parecer tenia un buen día y estaba más relajada que nunca.
Cuando tocábamos casi el final, llegó mi padre, el cual traía una cara de disgusto que daba miedo .
— ¡Andrea, a mi despacho ahora mismo!. ¡Te quiero en menos de un segundo allá!— la autoridad en su voz hizo que se me pusiera la piel de gallina. ¿Qué hice ahora?, pensaba tratando de encontrar algún error.
Sin pensarlo dos veces salí corriendo hacia su despacho.
— ¿Qué pasa?. ¿A qué viene tal enojo?.
— ¿Qué pasó?— ¡eres una desvergonzada!. ¿Cómo pudiste traer aquí a dos hombres y a esa amiguita tuya?. ¡Qué dice ser católica!.
Lo sabía, sabía que Luisa no era tan buena. Pues si guerra quiere, guerra tendrá.
Y sí, mi consciencia tenía mucha razón. De mi trance me sacó un puñetazo encima del escritorio. Alcé mi mirada y tropecé con un rostro enrojecido de alteración. Me quedé espantada, jamás había visto a mi padre así, pero afortunadamente reaccioné de inmediato.
— ¿Te estás escuchando,padre?. ¿Cómo puedes creerle a una empleada? —mire directamente a sus ojos.
— ¿Por qué mentiría?, ¡no me pidió nada a cambio! —me agarró por los cachetes y alzó su mano para darme una bofetada.
Quité sus manos de mi cara y me aleje de él llorando.
— Sabes por qué está haciendo esto. Ah qué no lo sabes, ¿verdad?, pues yo te muestro.
Saqué mi celular y le puse Play al video donde aparecía Luisa contando el dinero en el cuarto de empleados.
¡Si, amigos!, la había grabado, porque obviamente no me fiaba de ella, sabía que haría algo para ganarse la confianza del patrón.
Robert (mi padre) al ver el video quiso abrazarme y disculparse, le rechacé.
— Ni se te ocurra tocarme de nuevo, aléjate de mi. Que no se te olvide que creíste en la palabra de una empleada ladrona, que en tu propia hija. No me hables más —de mi rostro caían lágrimas, que verdaderamente eran del susto que había pasado y de tratar así a mi padre.
Antes de darle la espalda y marcharme le comuniqué que Julia y su padre cenarían con nosotros. Él no respondió, se sentó en su silla con la mano derecha tocando su frente.
Ahora no se reflejaba en su rostro furia, sino arrepentimiento y vergüenza. Me largué de ese tenso ambiente y llegando a mi habitación, se escuchó un enorme grito que retumbó en toda la casa...
— ¡Eduardo, busca a Luisa y dile que vaya con urgencia a mi despacho!
Eduardo era nuestro mayordomo desde que tengo razón, el pobre estaba soportando toda la descarga de mi padre. Abrí la puerta de mi cuarto y me lancé sobre la cama, mirando al techo y me quedé dormida de repente .
— ¡Fuera de esta casa!. ¡Podía perdonar que me robaras!, ¿pero inventar eso de mi hija?. ¡Eso no lo acepto!.
Los gritos de mi padre me despertaron, salí de la habitación y me asomé en la esquina de la escalera que subía al segundo piso de la casa.
— Te mataré, pequeña zorra! — fue lo último que escuché de Luisa después de salir por la puerta principal, la que casi derriba del tirón que le dió.
Mi padre me mira, intenta hablarme, pero yo rechazo todo tipo de disculpas. Entré a mis aposentos y observé la hora en mi celular, casi eran las nueve de la noche. ¡Dios mio!
Mmmm, no, muy escotado
este muy serio
este muy corto
este muy largo.
Por amor de Dios no hay un vestido adecuado para que Iván me vea.
¡Por la sangre de Cristo!, por qué pienso en cómo debo verme frente al padre de Julia.
Llaman a la puerta...
— ¿señorita?. ¿Puedo entrar?.
— Si Cleo, entra, necesito tu ayuda — hago puchero.
— Lamento mucho lo sucedido con Luis....
— Ahhh, por favor Cleo, olvida eso sí —decía miéntras entraba cada ves más a mi clóset para buscar algo que ponerme.
— A ver princesita, déjame ayudarte...
— ¡Tu siempre me salvas!.
— Mira este, es negro, además la gamuza te va genial. No está ni extremadamente corto, ni tan largo, ni muy escotado...
— "Ni muy serio" —balbuciamos entre risas juntas .
Cleo era mi nana desde los cinco años, a pesar de su edad tenía buen gusto para elegir. Mientras buscaba los zapatos adecuados, ella preparó mi baño con sales hidratantes...
— ¿Cleo?. ¿Pero que haces?. Eso no era necesario, yo puedo hacer esas cositas, tonta.
— Mi niña, sabes que amo ayudarte. Ahora te dejaré a solas, pero no demores que tus invitados están al llegar.
Salió de mi habitación y fui corriendo a tomar el exquisito baño que me habían preparado.
Murmullos en la entrada del salón principal hizo que saltará de la bañera y me secara a la velocidad de un rayo para pegar vestirme e intentar escuchar.
— Bienvenidos, sean.
— Gracias, es muy amable. Él es mi padre Iván.
— Mucho gusto señor Iván. Es un honor conocerlo al fin.
— Lo mismo digo. Bueno, este... traje estas flores como regalo y está botella de vino .
— Ni tenía por qué molestarse, pero gracias por el detalle. Mi hija Andrea está al bajar.
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