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— Puedo explicarlo, vale.
— Adelante, quiero escuchar tu famosa explicación.
— En aquella fiesta, cuando descubrí que Ruth era tu madre, vi en ti una posibilidad de vengarme, por eso esa noche me acosté contigo.
— ¿Co, co, cómo pudiste hacerme eso?.
— Por favor no llores, déjame terminar.
— ¡Ya cállate!, no quiero escucharte más.
— No alces la voz, por favor, vamos a hablar.
— Yo hablo como se me pegue la gana, eres un gran Hijo de puta.
— Por favor, te lo suplico, me enamoré de ti, lo juro.
— Te enamoraste, no mientas más, fui solamente una pieza de tu retorcido juego.
— No te vayas, espera, tienes que saber muchas cosas que yo sé sobre ellos y ...
— No quiero verte nunca más Iván, desaparece de mi vida. Hoy me quedaré con Julia, después de esta noche, para mí estás siete metros bajo tierra.
— ¡Andrea!, ¡Andrea!.
Salí corriendo hacia la habitación de Julia casi llorando, me tiré encima de la cama boca abajo y dejé que cayera eso a lo que llamamos lágrimas.
— ¿Papá, que ha pasado?.
— No lo sé, salió corriendo y le gritaba pero no me respondía.
— Voy a ver qué le sucede.
— Iré contigo.
— No es necesario papi.
Iván se quedó preocupado en el comedor, no sabía lo que diría aquella furiosa muchacha, pasó sus manos por su cabello y se dirigió al baño. Mirándose al espejo, abrió el grifo, dejó correr un poco de agua para luego echarse en la cara y volver a observar su reflejo, no pudo evitar que cayese unas cuantas lágrimas de sus ojos.
— Maldita sea, ¡Maldita sea! —encolerizado salió de la casa, arrancó su coche y se fue.
Mientras en la habitación de Julia, una mujer dolida lloraba por desamor.
— ¿Andrea que te sucede, por qué corriste así?.
— Me siento muy mal, el estómago quema, creo que es por tanta comida —decía clavando su rostro en la almohada.
— Mi padre se quedó preocupado, ¿sabías?.
Preocupado, que descarado, inútil, bueno para nada, hijo de pu...
Vale vale, ¿puedes callarte de una vez?, no estoy de humor.
— Disculpa, no era esa mi intención.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?, se que no es el momento porque te sientes mal, pero me da curiosidad saber por qué demoraste tanto cuando fuiste a recoger las llaves del coche.
— ¿En serio?.
— Disculpa.
— Tranquila, el problema fue que se me trabaron.
— Si que eres torpe. Venga ya, a levantarse, no vas a morir por un dolor estomacal. ¿Cierto? —jala su ropa, intentando animarla.
— Vale —se sienta en la cama— ¿pero que vamos hacer?.
— Primeramente te daré medicina para el mal de estómago, lo segundo daremos un paseíto y tercero, te follaré bien duro.
— Ja ja ja, por dios Julia, pareces un chico hablando así. Me convenciste, ahora mismo nos vamos a la pizzería.
Gracias a Julia, me sentí un poco mejor, pero en mi cabeza no paraba de dar vueltas aquella conversación. Fuimos al Bon Appetit, estuvimos casi todo el tiempo ahí ya que nos encontramos con varios chicos de la escuela, después de comer hasta no poder más, salimos a por helado, sentía que mi estómago no aguantaba más y nos fuimos a casa.
Entrando la voz de un hombre furioso y angustiado nos llamaba la atención.
— ¿Dónde estaban, casi me vuelvo loco?.
— Ca...
— Disculpa padre, no fue nuestra intención.
Gracias a todos los actrices porno por hacer que Julia interviniese, sino acabaría diciendo un disparate, les debo una masturbación manual, sin juguetitos viendo una de sus pelis.
— Está bien, espero que no suceda más, cariño, recuerda que estoy a cargo de las dos e iban en coche, además la hora, sé que son chicas grandes y responsables, pero espero que puedan entenderme.
— Claro que si, entendemos papi, ahora la niña y yo iremos a darnos una ducha.
— Una cosa más.
— Dime.
— ¿Ya cenaron?.
— Si, Andrea me invitó a comer... hija, habla, ¿acaso te comieron la lengua los ratones?.
— Pizza Iván, tu hija y yo cenamos pizza hace un momento, disculpen pero de tanto comer me he vuelto a sentir mal, ciertas cosas cuando las miro me da náuseas.
Sin decir una palabra más subí los escalones y me senté en los muebles del cuarto de Julia.
— ¿Estas bien?.
— Realmente llena, en mi barriga no cabe ni un sorbo de café.
— Eso te sucede por glotona. Voy a bañarme o prefieres que nos bañemos juntas.
— No Juli, no, capaz que me dé dolor, tenga que cagar ahí mismo y tú estés sentenciada a saborear el olor de mis pedos.
— Cristo bendito, ¿no podías utilizar otras palabras, para embellecer tus intenciones de protegerme de ahogarme en tu peste?.
— Mmmm... no. Anda vete a bañar, que algo por aquí empieza a apestar.
—Lanza la blusa en la cara de Andrea— odiosa.
Varios minutos de espera, sale mi amiga del baño y entro yo. El agua estaba caliente, estupenda para relajarme y sacar un poco la tensión, pero al recordar a Iván, un dolor en el pecho, falta de aire y lágrimas empezaban a aparecer, derrumbándome por completo. De aquel trance me sacó Julia al llamarme en reiteradas ocasiones, me sequé, me vestí y salí.
— Al fin, pensé que el váter te había tragado.
— ¿Podemos ver las fotos de Ruth, teniendo sexo?.
— Pero que pervertida eres hija mía.
Se lo debo a los dioses porno.
¡Debemos!.
— Nací y moriré así.
— Pues vale —encendió su laptop y empezó a mostrar fotos.
— ¿Cuántas son? —pregunta Andrea rascándose la nariz.
— Diez.
— Genial, ¡venga ya!.
La primera foto fue en un acto de felación religiosa, al menos eso parecía, ¿a quién se le ocurre chuparla con el crucifijo en la mano?, la segunda; La cruz de metal estaba colocada en el clítoris de Ruth mientras Patricio le penetraba el culo, la tercera; encima de su cabeza yacía una corona de espina, los brazos de Ruth estaban atados a los lados del confesionario, y sus piernas unidas igualmente amarradas, dando la forma de Cristo crucificado, no me pregunten como lo hicieron, pero debo reconocer que son unos genios, se veía al Padre masajeando uno de los senos con una mano y lamiendo el otro.
Si querían hacer blasfemia, pues esta era una opción bien recomendada.
— Ya, ya ya Julia, que esto es muy raro.
— ¿Segura?, a mi me mola.
— Quita eso.
— ¡Jo!.
— Obvio que te gusta, si tu también estás enferma.
— Miren quién habla.
— ¿Qué hora es?.
— Ocho y media.
— Estoy cansada, creo que dormiré.
— Vale amiga igual yo.
Nos despedimos con un gran beso y dormimos abrazadas. Me levanté bien temprano y le dejé una nota a Julia, tratando de disimular que mi mal estar era por causa de su padre.
Disculpa si esto parece infantil, pero me fui temprano porque necesitaba cagar en mi baño.
Llegue a casa y le pedí al chófer que estacionara el auto, saludé a todos, me senté a la mesa a desayunar y conversamos. El abuelo nos comentó que a Daysi le darían de alta el Viernes, estaba muy contenta ya que estaría para mí cumpleaños, que precisamente era mañana. Después de saciar mi hambre subí a mi habitación y me encerré en una burbuja, así pasaron los segundos, minutos y horas, hasta que la noche cayó, cenamos, conversamos y nuevamente regresé a mi guarida.
Recibí una llamada, ¡era Julia!.
— ¿Cómo te sientes?.
— Mejor mejor.
— Eres idiota, quiero que lo sepas, ¿en serio te daba vergüenza ir al baño aquí?.
— Si, así mismo, era en serio.
— Realmente eres muy extraña. Espero que estés bien toda la noche. Beso.
— Beso.
Justamente cuando colgué, papá tocó a la puerta para hablar conmigo un rato y yo acepté. Conversamos mucho, estaba muy contento ya que lo habían aceptado en la banda y tendrían un tour por Europa el mes que viene. Al terminar cerró la puerta y me fui a dormir.
— ¿QUÉ?. ¡NO PUEDE SER!.
— Cálmate por favor amor.
— No me digas amor, nunca más, ya lo nuestro terminó.
— Intento calmarte.
Escuchaba los gritos desde mi habitación pero no hice caso, de seguro sería una discusión con Ruth.
— ¡Papá!, ¡papá!.
— ¿Qué pasó, por qué esos gritos?.
— Es mamá, ella, ella, ella esta...
— Habla ya, ¿quieres que me dé un infarto?.
— Está, está , está... mu-er-ta.
Mis ojos se abrieron más rápido que la velocidad de la luz, bajé las escaleras corriendo y me encontré a mi abuelo en el suelo adolorido, Cleo llamaba una ambulancia, pero mi padre lo cargó en brazos y se lo llevó en su auto.
Quedé en shock, no podía creerlo, miraba a mi alrededor y todas las miradas de los empleados estaban en mi, Ruth salió disparada por la puerta, no se ha donde iría. Bajé lentamente las escaleras y me acerqué a Cleo.
— ¿Cleo?.
— Mi pequeña, lo lamento mucho —la abraza.
— ¿Lo que escuché, es cierto?.
— Lamentablemente...
— ¿Qué ha pasado aquí? —interrumpe Roxana.
— La señora Daysi ha fallecido hace unos minutos, de un paro cardíaco.
— ¿No me digas?, gracias a todo los seres celestiales, al fin escucharon mis plegarias.
— ¡Cállate!.
Deje caer el peso de mi mano en el rostro de Roxana dejando una marca roja y enorme. Me responde el golpe y empezamos a pelear hasta que los empleados nos separan.
Llorando me fui a mi habitación, tenía ganas de morir, mi abuela, no puede estar muerta, si hace dos días estaba en perfecto estado, ¿cómo puede ser eso posible?.
Cleo se puso frente a los empleados y empezaron a organizar el velorio, las coronas de flores adornaban las paredes de la sala de estar y el vestíbulo, un cuadro con la foto de mi abuela, estaba en una mecita cubierta por una tela negra y rosas de un rojo vivo, como a ella le gustaba. Bajé otra vez pero no tuve valor para ver todo aquello, solamente escuchaba los mandatos de Cleo y a cada eco de su voz, se quebraba un pedazo de mi corazón.
Hola amigos.
¿Triste, verdad?.
Ya sabemos que Daysi fue asesinada, pero... ¿ y los personajes?.
Ahhh, pues ellos tendrán que descubrirlo, más bien... ¿nuestra protagonista?. ¿Quién lo descubrirá?.
¡Ahh tendrán que seguir leyendo!.
¿Coincidencia de que Daysi muriera justamente el día de su cumpleaños?.
¿Quién asesinó a la abuela?.
Déjenme saber en sus comentarios.
Y si les gusta mi trabajo, dejen sus votos.
Eso me hace muy muy feliz.
Besos tristes 😔
🥀La autora y Andrea🥀
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