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¡Mierda!, ¿qué diablos pasaba por mi cabeza? Para olvidarme de todas las barbaridades que se me ocurrían, decidí cerrar mis ojitos para descansar.

—¿Estás loca?.

— Shh. ¡Habla bajo!.

Unas voces interrumpieron mi placentero sueño, pude reconocerlas y venían del otro lado de mi puerta. ¿Qué hacían mi madre y mi tía despiertas a esta hora?. Sin perder tiempo me levanté y como chismosa que ama espiar a la gente, escuché tras la puerta.

— ¿Qué mierda ibas a hacer, Roxana?.

Entrar, quería hablar con ella.

— ¿ A esta hora?. No te entiendo, para algunas cosas eres la persona más madura que alguien pueda conocer, pero para otras, eres una infantil.

— Vale, siempre tan aburrida, de pequeña no eras así, esto te está cambiando, no puedes dejar que te afecte.

— Habla bajo tu ahora, ¿que quieres?, ¿que Andrea despierte, se pegue a la puerta y nos escuche?, y nuestro...

— Ya calla, no es necesaria tanta explicación, vamos a bajar.

Baja tu, mi habitación está aquí arriba, ¿recuerdas?.

— Obviamente, pensé que me harías compañía pero ya veo que no. Buenas noches.

— Buenas noches.

"Espera, ¿cómo que antes?, qué es lo que no podía escuchar yo. Algo muy raro estaba pasando, el regreso de Roxana fue por una causa mayor y descubriré que es. Esto lo resuelvo mañana, estoy muy exhausta, necesito descansar, pero no pararé hasta saber los planes de esas dos."

Me preguntaba mientras me acostaba y cubría mi cuerpo con mi manta. Me  dormí enseguida.

— ¡Muérete Andrea, muérete!.

Sudada, agitada y con miedo.
Así me desperté, así comenzó mi mañana, despertando de una horrible pesadilla.

¿Qué hora será?.

¿Qué día es hoy?.

¿Qué tengo que hacer hoy?.

Busqué mi móvil y vi que eran las siete y media.

¡Joder que temprano!

Me levanté a duras penas, pero los deseos de ver a mi abuela, eran muchos más fuertes. Estuve lista en menos de media hora, todo un récord para mí.

Genoveva, además de pastelera era también nuestra cocinera y había preparado un menú para los dioses.
Me encontré con un padre y un abuelo, sentados en la mesa conversando felices.

— Buenos días, a los dos hombres de mi vida —saludé sentándome en una silla.

Buenos días —contestaron.

Ofreciéndome una taza de café expreso y una sonrisa, mi padre comenzó a hablarme sobre mi cumpleaños y los planes que tenía.

— ¿ Todo eso, papá estás seguro?.

— Claro mi amor, te mereces eso y más.

— Eres el mejor padre del mundo.

— Te lo mereces querida, eres una nieta ejemplar —pude notar en sus palabras una alegría inmensa, a sus ojos retornó ese brillo característico que lo diferenciaba de cualquier persona.

Al observar bien el desayuno, una mezcla de olores, invadían mis fosas nasales, provocando que mi estómago rugiera.

Wafles.

Sirope.

Helado.

Leche con chocolate.

Pedacitos de mango bien jugosos.

Café.

Huevos revueltos.

Beicon.

M

i cabeza iba a reventar de ver cuánta comida había en el desayuno, ¿acaso Genoveva quería engordarnos?. Nuestra conversación se amargó al llegar mi tía a la mesa, venía en unas condiciones precarias, daba pena su condición.


¿Pulóver ancho y largo, en bragas, sin sostén, pezones marcados en su pulóver, despeinada, con unas ojeras que daba miedo y lagañas?.

Mi mente la describía a la perfección, sentándose en la mesa, encaramó sus pies encima y se sirvió una taza de café, derramando un poco en el suelo.

— ¿Hija, esas son condiciones de venir a desayunar?.

— Ay padre, buenos días aunque sea.

— ¿Cuándo piensas madurar, comportarte, era necesario derramar café al suelo?.

— Para eso hay empelados en esta casa, ¿no?.

— Te espero en el hospital padre —se levanta enfadado.

— Si hijo no te preocupes.

— Adiós hermanito.

— Andrea no demores, estaré esperando en el coche —se va sin contestar y yo empecé a comer más rápido que Bolt en una carrera de cien metros planos.

Cuando me había saciado totalmente, apareció Ruth para conversar.

— Buenos días a todos.

— Buenos días cuñada.

— Buenos días Ruth.

—Buenos días ma.

— ¿Cómo se levantó la reina de esta casa? — pregunta Ruth con la boca llena de mango.

— Muy bien, Roxana, muy bien. ¿Andrea cuando termines podemos hablar?.

— ¿Puede ser cuando regrese del hospital?.

— Ahh, hoy iran a ver a la vieja.

— Roxana, por favor este no es el momento, cállate —le advierte mi abuelo.

— Hoy todos se levantaron de mal humor —comentó poniendo los ojos en blanco.

— De acuerdo, cuando regreses conversamos y apúrate, tu padre espera por ti.

— Vale ma, adiós abuelo.

— Adiós, enseguida estaré allá.

— Adiós ma, adiós tía— la palabra tía salió de mi boca con tedio.

Ella no me respondió, seguía tragando y tragando. No podía creer que le había dicho "ma" a Ruth, pero sentí algo diferente, se dirigió a mí con más cariño, ¿se sentirá bien?.

— ¡Andrea!— suena el claxon del coche de mi padre, el cuál me sacó de mis pensamientos. Corrí hasta la salida y me senté en el asiento del copiloto.

No hablamos en todo el camino hasta al hospital, entramos y fuimos directo al cuarto de mi abuela. A su lado se encontraba, el médico del pase de visita.

— Buenos días, llegaron puntuales.

— Buenos días —respondimos.

— Bueno, primero que todo, felicitaciones, la paciente asimiló todos los medicamentos que se le suministraron anoche, sus análisis dieron todos bien y su evolución es perfecta.

Esas palabras, fueron un aliento de esperanza, sabíamos que abuela estaría bien dentro de poco.

— Entonces, ¿que día podemos llevarla a casa?.

— Señor Jackson, muy pronto, hoy es Martes, si su madre sigue evolucionando favorablemente, le daríamos de alta el Viernes, ahora sí me disculpan, debo visitar a otros pacientes.

— Si, no se preocupe, muchas gracias por todo.

— Por nada, es mi trabajo, ahora está dormida, pero cuando despierte, deberían hablarle, bueno que pasen buen día.

— Igualmente doctor.

Saliendo el médico, iba enterando mi abuelo.

— ¿Qué dijo?, ¿Cómo está?.

— Está bien, papá está de lo mejor.

— Hay que esperar que despierte abuelo, tranquilízate.

Mi padre lo calma y le cuenta toda la información dada antes a nosotros, esperamos media hora, ya eran las nueve y media.

— Buenos días.

¿Esa voz?, esa voz es de mi abuela.

Así es conciencia, ¡ha despertado!.

Emoción y alegría, impregnaba aquella habitación. Conversamos de todo, planes futuros, mi cumple, la iglesia y hasta de ir a la delegación a denunciar.

"Llamada de Rebeca"
Estas palabras se reflejaban en mi celular y no podía creer que lo de Yudith era en serio.

— ¿Qué?.

— Mi madre pregunta que por qué no has llegado.

— Estoy en el hospital.

— ¡Está en el hospital mamá!,— escucho que le  grita a Yudith y ella le responde que en la tarde, en cuanto salga del hospital pasara por su casa.

— Dice que...

— Ya lo escuché, adiós.

Colgué y volví con mi familia, mi padre se fue del hospital a la una de la tarde, ya que mi abuela se encontraba mejor, él retornó al trabajo y tenía que resolver algunos problemas. Mi abuelo y yo nos quedamos más tiempo, hasta las cuatro y media. Llamamos a un taxi para  regresar a casa. Nos recibió Cleo con la noticia de que mi hermana y su novio estuvieron, pero que se fueron de compras.

—Regresarán en la noche, para cenar.

La aclaración de Cleo hizo que me espantara, no podía creer que compartiría oxígeno con ese pervertido acosador.

Me di una ducha rápida, me puse un pulóver blanco con una licra negra, unas zapatillas Nike y salí rumbo a casa de la loca.

"Toqué a la puerta".

Miré el reloj que llevaba puesto y eran las siete y media de la noche.

Me recibió Lourdes, la señora mal educada de la otra noche, sin nada de educación me hizo pasar y lanzó la puerta tras mis espaldas, entre gritos llamó a Yudith.

— Al fin llegaste.

—¿Qué quieres?.

— El video.

— ¿Cuál video? —nerviosa empecé a jugar con mis dedos.

— ¿Nerviosa Andrea?, crees que no te vi entrando a la sala de conferencias, solamente no iba a dejar de disfrutar una polla, por estar pendiente a una cría.

— No tengo nada, déjame en paz.

Le di la espalda y empecé a caminar hacia la puerta para irme, cuando sentí que me jalaban del cabello.

— ¡Ah!. ¡Suéltame perra! —una bofetada azotó mi mejilla derecha y automáticamente, lágrimas empezaron a correr.

— ¿Qué, qué te pasa?.

— ¿Me lo vas a dar?.

— ¡SUÉLTAME!. ¡YA TE DIJE QUE NO TENGO NADA!.

— No grites, que nadie te escuchará. Mandé a mis empelados fuera hasta la hora de la cena.

Arrastrándome me encerró en una habitación oscura, habitación que me resultaba conocida. Estuve encerrada por varios minutos, cuando de pronto sentí el chillido de la puerta al abrirse y segundos después, se prendió la luz.

— ¿Rebeca?.

— Por favor, habla, ¿qué es lo que tienes de ella?.

— ¡No tengo nada!, te lo juro.

— Disculpa por esto.

Se acercó a mí, pensé que me golpearía o algo, pero me sorprendió lo que sucedió.

Sus labios rozaron con los míos, algo dentro de mí comenzó a temblar...

Ahora no Andrea, no es momento de ser la loca sexual que llevas por dentro, concéntrate tia, por dios.

Mi mente me decía algo y mi coño otra cosa, lo que quería en ese momento era coger, coger como si no existiera un mañana, así que seguí su juego.

— ¿Te gusta?.

— Calla, Rebeca, bésame.

— No, ¡detente!. Mi mamá quiere esto para grabarnos y chantajearte.

— ¡Shh!, —coloqué mi dedo índice en sus labios y los deslice hasta su coño.

— Entonces...

— ¡Déjate llevar!.

Nos besamos, nos besamos tanto, que sentía que nuestros labios se borrarían, pero cada beso me encendía, quitaba su blusa desesperadamente hasta dejar ver sus pechos, bajé dando besos por su cuello hasta llegar a ellos y empecé a hacer círculos con mi lengua alrededor de sus pezones y no paré hasta que estuvieran duros y paraditos.

Ella jadeaba incontrolablemente, bajé más, hasta llegar a sus bragas, subí mi mirada y nos cruzamos y me regaló una sonrisa maliciosa. Esa fue la gota que derramó el vaso, con mis dedos, comencé a tocar sus bragas humedecidas, las corrí hacia un lado e introduje uno de mis dedos.

Su vagina estaba caliente y mojada, a cada movimiento mio, gemía cada vez más fuerte. Dejé de jugar con su coñito mojadito y la lancé encima de la cama, con furia nos despedimos de nuestra ropa que estorbaban para disfrutar de nuestros cuerpos. Sin pensármelo bajé nuevamente y está vez no fueron mis dedos. Mi lengua se paseaba por su sexo, sentía como se corría lentamente mientras se contraía cada vez que besaba y succionaba.

Me tomó por los hombros y me besó, abrió sus piernas y se acercó a mí oído...

" Quiero correrme de nuevo, haz que me corra."

Su frase me enloqueció, abriéndola de piernas otra vez, coloqué mis manos en su rodillas y bajé, bajé despacito, noté como se le erizaba la piel, llegué otra vez a su "cosita" rasurada, y con mis pulgares comencé a jugar con su clítoris hasta que no pude más y me subí encima de ella, haciendo que nuestros sexo se uniera.

Me movía con movimientos lentos circulares, veía como nuestros clítoris rozaban y nuestras vaginas se mojaban cada vez más, mientras más gemía Rebeca, más me estremecía y más rápido me movía.

Arriba, abajo, de un lado al otro, lento, rápido. Una mezcla de movimientos nos poseían, hasta que...

— Méteme un dedo Andrea, uno no, dos.

No podía resistirme a dicha petición, así que dando un giro de ciento ochenta grados, quedé con su breva en mi cara, al igual que ella con la mía

— Tu tendrás que hacerme lo mismo.

— Sin problemas, será un placer.

Un dedo primero, se escondió dentro de ella y su lengua recorrió todos los rincones de mi entrepierna, un dedo de ella también jugaba conmigo.

Ahora era yo la que gemía y tenía la respiración a mil, pero nunca me quedo atrás, un segundo dedo entró en ella y al ritmo de mi lengua en círculos, movía mis dedos dentro, sentía como se acercaba su orgasmo y ella hacía lo mismo conmigo.

No sabía quién estaba más caliente, solo sé, que las dos nos corrimos al mismo tiempo.

En una habitación estaba Yudith frente a una computadora observando, lo que su hija y Andrea hacían.

— ¿Qué haces masturbándote, viendo a estas dos Yudith?.

— Ahora no Patricio —dice gimiendo.

— ¿No quieres que te ayude?.

— Si, ven, penétrame.

— ¡Señora!, la llaman al teléfono.

— Quítate Patricio —susurra .

— ¡Ya voy Lourdes!.

— En cuanto salga, vete de aquí, desaparece.

— Vale, vale.

Al salir de la habitación, Patricio se quedó contemplando a las dos muchachas exhaustas de tanto placer y se podía notar su erección por encima de su sotana de cura.

— Pero que hermosas son, esto merece una paja.

* Dos minutos después *.

— ¿Qué haces aquí, todavía?.

— Ya me marchaba.

— Ese pañuelo, está sucio de qué, ¿de semen?.

— Así es querida, adiós.

— Te acompaño, tengo que dejar ir a Andrea, su padre llamó y Lourdes le dijo que la mocosa estaba aquí.

— ¡Ajá!, tu noviecito llamó.

— Cállate, que alguien te puede escuchar.

Saliendo del cuarto, el jardinero los vió y Patricio, para disimular le dió su bendición como "buen Padre" que aparentaba ser y se fue.
En cambio Yudith entró a aquella habitación, la misma habitación que Andrea vio a Rebeca teniendo sexo la noche de la fiesta.

Abrió la puerta repentinamente.

— ¡Rebeca, a tu cuatro! —como un perrito obedeció, recogió su ropa y salió corriendo.

Se dirigió a mí y me amenazó.

— Ya sabes, yo también tengo una prueba contra ti, aquí hay una camarita que filmó cada segundo, de tu locura.

— ¿No te importa exponer a tu hija? —pregunté vistiéndome.

—Vete a tu casa y ese morado en la cara , justifícalo con algo.

Me dió la espalda y se marchó, yo terminé de vestirme y salí de ahí también. Al llegar a casa mi madre me esperaba en la sala de estar.

— Son las nueve y media, tu hermana ya está en casa, todos esperamos por ti para cenar.

No respondí absolutamente nada, provocando que mi madre preguntara de nuevo.

— ¿Pero cariño que te ha pasado?.

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Bueno bueno, lamento la demora en actualizar.😢

Tuve un percance con la conexión y así estaré varios dias. 🙄

Espero que este capítulo les recompense y que les guste sobre todas las cosas, eso es lo más importante.

Espero sus votos y comentarios chicos.

¡Y aquí les dejo un pequeño meme!

¿Que pasará en el próximo capítulo?.

Bueno, ya veremos, sigan leyendo y lo descubrirán.

😂Besitos cachondos 😂
💋💋💋💋💋

La autora
💕💕💕💕💕

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