CAPÍTULO 29: ¿CÓMO PUDE?
BELLA
Cuando desperté apenas podía mirar, todo parecía extrañamente borroso, con poca luz. Parpadeé esperando que mi vista mejore pero nada pasaba.
— ¡Mamá!— intenté gritar pero de mi garganta solo salió un graznido. Me llevé una mano a la boca, la notaba seca y pastosa. Uno de mis brazos estaba conectado con tres cables o tubos hacia algún lugar. Me dolía.
¿Dónde está mamá y papá? ¿Dónde está Edward?
Me detengo a intentar recordar pero me duele mucho la cabeza y una bruma más densa que la de mis ojos me alcanza. ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?
Me dejé caer otra vez sobre la almohada, confundida, aterrada.
¿Por qué no recuerdo?
Sé quién soy, sé que vivo en Forks, sé que... no, no sé dónde ni porqué estoy aquí, tampoco cuál fue la causa. Recuerdo... ¡Mi mamá! Mi mamá murió...
Mis ojos se llenan de lágrimas, siento el pecho cerrado porque no tengo fuerzas para gritar. Mamá murió en un accidente viniendo de Port Ángeles... Pero eso... fue hace tiempo... Yo, soy maestra, sí, maestra de preescolar. Recuerdo a esos pequeñitos de mi clase, sus caritas llenas de alegría. Matheo, Patrik, Evelyn, la más pequeña, Kamila y mi amiga Ángela... ella tiene a los de 4 años, yo aún estoy en prácticas...
¿Papá? ¿Dónde está Charlie? ¿Qué me pasó papá?
Escucho la puerta abrirse, algo repiquetea a lo lejos, no sé creo que es alguna máquina. Esa mujer me mira a los ojos, mueve los labios pero no logro escuchar realmente lo que me dice. Se va apresurada, cierro los ojos intentando espantar las brumas.
Nada.
Sé que tenía algo que hacer, siento en mi pecho la necesidad de hacer algo pero lo he olvidado. ¿Qué olvidé por Dios?
Nuevamente escuché un sonido, la puerta pero esta vez la voz de un hombre me llega, lejos pero logro escucharla.
—Señora Swan— me dice. ¿Señora? No estoy casada, lo recordaría.
— ¿Mi papá?— pregunté despacio para que me entienda.
—Le llamaremos, cálmese. Necesito revisarla, por favor— pide sin tocarme. Asiento. — ¿Sabe dónde está?— pregunta. Por la bata que trae, el uniforme de la muchacha a su lado y los aparatos que me rodean, no es difícil darme cuenta.
— ¿Hospital?— respondo aun confundida.
—Sí, está en el hospital de Forks. ¿Sabe cómo llegó aquí?— vuelve a preguntar. No necesito ser genio para saber eso, soy torpe de nacimiento, tengo accidentes fortuitos y me caigo con frecuencia.
— ¿A... accidente?— tartamudeo.
—Sí, sufrió un accidente que ha quizás haya comprometido alguna de sus funciones... Quizás esté aturdida pero le aseguro que eso irá pasando poco a poco— me dice pero no le creo. Me remuevo, intento mover mis brazos y aunque duele el derecho, me obedecen. Mis piernas es otro rollo. Muevo mi pie izquierdo, luego el derecho, siento los dedos, la sábana rozandolos. Suelto una fuerte bocanada de aire al comprobar que puedo moverme, no como quiero pero sé que podré ser la misma con el tiempo.
— ¿Qué me pasó?— pregunté ahora. –No recuerdo...
—No estoy muy al tanto pero creo que tuvo una aparatosa caída. Necesito evaluarla— me dice sacando una pequeña linterna y se acerca a mis ojos, luego toma mi pulso, saca su... esa cosa que siempre llevan colgada en sus cuellos y que va ala corazón de las personas. Creo que está escuchando mi corazón. – ¿Sabe en qué año estamos?— pregunta.
—No. No, no lo recuerdo— digo intentando dispersar la bruma pero me duele la cabeza, sobre mi ojo derecho me punza.
—Tranquila. Poco a poco. Ya le llamamos a su padre, debe estar por llegar, también el director del hospital, el doctor Cullen— al escuchar su apellido mi corazón salta.
— ¿Carlisle? ¿Carlisle está en Forks?— balbuceo. ¡Eso significa que Edward regresó!
—No, el doctor Edward Cullen— me dice como si fuera lo más normal. ¿Edward director de este hospital? ¿Cómo pasó eso?
— ¿Ed... Edward? ¿Aquí?
—La ha estado visitando regularmente, con... creo que debe tomarlo con calma. El doctor Cullen pronto va a llegar— me mira como si temiera que yo sea peligrosa. Algo me oculta, lo siento. Pero agradezco y me quedo quieta.
No pasa mucho tiempo, escucho voces afuera, luego veo a papá en mi campo de visión. Al verme se acerca.
—Bella— su voz se quiebra, quiere llorar, debió extrañarme mucho, después de todo estamos solos. –Despertaste chica, eres una campeona— me dice acariciando mi frente. –Sabía que lo harías, sabía que lograrías regresar, te necesitamos tanto. Hemos cuidado bien de la bebé...— pero se detiene al escuchar una voz fuerte. ¿Cuál bebé? ¡Esa voz!
— ¡Charlie!— le llaman, es la voz de Edward. Mi mirada lo busca desesperadamente pero no puedo verlo, alguien está dándome la espalda, tapándome su figura. –Aún no es momento— apenas alcanzo a escuchar esto último.
— ¿Qué bebé?— le pregunto a mi padre tomándolo de las mangas de su chaqueta. — ¡Papá!— intento que me mire.
—Tranquila hija, dejaré que él te lo explique— lo suelto de inmediato. Un estremecimiento me recorre la columna. ¡Voy a ver a Edward! No sé cuánto tempo ha pasado pero él... estaba en Vancouver, estudiando medicina.
Lo veo acercarse pero no es él... ¿Cuándo creció tanto? Parece mayor, apenas hace un tiempo que se fue. ¿Cuánto ha pasado? Si es doctor es que ya terminó su carrera. Yo... aun no termino la mía pero ya trabajo con los pequeñitos porque estoy practicando ¿O no?
— ¿Bella?— me dice acercándose despacio. — ¿Me recuerdas, Bella?— pregunta con temor. Mis mejillas se encienden. ¿Cómo no voy a recordarlo? Mi gran amor, mi primer beso, mi primera vez... Pero se fue porque... creyó que yo lo engañaba con Jake. Por cierto ¿Dónde está Jake?
—Sssi— digo bajando la vista. Sus ojos verdes están igual de como los recuerdo. Hermosos y tan intensos.
—Necesito saber lo último que recuerdas de mí— me dice tan suavemente que siento que enloqueceré. Así solía hablarme cuando...
—Yo... ¿No estabas en Vancouver?— me atrevo a mirarlo, su expresión decae, parece confundido.
—Estaba, sí. Pero regresé ¿No recuerdas eso? Te atendí varias veces— me sonríe.
—No. Intento recordar más pero me duele mucho— llevo mi mano a mi frente.
—Tranquila, poco a poco podrás recordar, no te fuerces.
— ¿Terminaste tu carrera entonces?— pregunto. –Eres médico.
—Sí, lo soy. Terminé mis estudios, soy pediatra— me sonríe. En mi rostro se forma una confusión, siento como mi frente se arruga.
—Si... si eres pediatra ¿Por qué me atendiste?— pregunto pero él suelta una carcajada suave haciéndome olvidar la pregunta. Es tan hermoso ahora que ya no es el adolescente del que me enamoré puedo ver que se ha convertido en un hombre guapísimo.
—Porque no había nadie más, en un inicio claro— dice. –Sabes, debes descansar. Tienes que recuperarte, ganar peso, recobrar tus recuerdos. Pero no te esfuerces por favor. Debes tomarlo con calma, has estado un tiempo sin despertar.
— ¿Estaba... en coma o algo así?— pregunto asustada.
—Algo así pero no te preocupes, lo importante es que has vuelto y ahora necesitas reponerte— lo escucho atenta.
—Está bien— le acepté el consejo. –Me siento algo cansada— apenas cierro los ojos me invade un gran cansancio pero recuerdo que quería preguntarle algo...
—Los golpes de la caída provocaron algunas fracturas y fisuras, es por eso que llevas algunas ortesis en tu cuerpo, las quitaré para que no te incomoden pero por favor, que tus movimientos sean suaves, no te agites ni intentes levantarte. Estaremos aquí cuando vuelvas a despertar— tomó una de mis manos y la besó. El sueño me iba venciendo, no pude evitar sonreír.
Vuelvo a despertarme, esta vez asustada. Escuché el llanto de un bebé en sueños, sabía que tenía que ir a cuidar de ese pequeño, o pequeña, no estaba segura. Pero hay tanto silencio, debe ser de noche, no sé porque las cortinas están cerradas. No hay nadie conmigo... o eso pensé. Charlie estaba en el sofá a mi lado. No quiero despertarlo, me quedo un buen rato pensando, intentando recordar sin forzarme a ello pero en mi mente sigue la niebla, ya recordaré. Me sigo preguntando cómo es que Edward está aquí, en Forks. ¿Por qué habrá vuelto? Y luce tan familiar conmigo. De pronto una idea se instala en mi mente y casi doy un salto de la emoción. ¿Y si regresó por mí? ¿Y si ya nos hemos amistado? Quizás hasta somos novios nuevamente y por eso está tan al pendiente. Qué maravilloso sería poder... tenerlo nuevamente, abrazarlo, besarlo. Vuelvo a caer en el sueño con una sonrisa porque sé que cuando despierte otra vez, Edward estará conmigo.
Escucho voces a mi lado, no abro los ojos y me quedo quieta. Es Jake, parece molesto por algo, discute con Charlie en voz baja.
— ¿Cómo que nadie le ha dicho nada? ¿No tienen el valor o qué?— le reclama mi amigo. ¿Me están ocultando algo importante? La puerta se abre. –Cullen, Charlie me ha dicho que...
—Lo que tengas que decir, lo dices afuera— le dice en tono bastante enfadado.
— ¿Se la están ocultando?— vuelve a preguntar.
—Black ¡afuera!— es un grito apagado. Me sobresalto a escucharlo, me muevo aunque intento mantenerme quieta. Mis ojos se abren solo para ver la espalda de Edward, creo que se ha llevado a Jake.
— ¿Qué pasa? Escuché gritos...— le digo a Charlie que está a mi lado.
—Era Jake, está molesto porque no le avisamos anoche, ya se le pasará— intenta tranquilizarme pero lo conozco. Algo me está ocultando.
—Papá... ¿Hay algo importante que no recuerde?— pregunto. Tengo que presionarlo o me quedaré sin saber.
— ¿Qué dices? Debes descansar muchacha, tienes que recuperarte para...
— ¿Para qué?
—Para que estés bien, mírate, llevas semanas allí.
— ¿Semanas? ¿Cuánto tiempo exactamente?
—Cómo seis semanas. Sanaste bien pero necesitas ganar fuerza para poder levantarte.
— ¿Qué me pasó? ¿De dónde me caí?— me mira sin saber si decirme.
—Estabas en un lugar al que no debiste ir, te dije que iría yo pero eres terca. Nadie sabe pero caíste por las escaleras desde un tercer piso, rodando. Te rompiste una pierna, dos costillas, te golpeaste muy fuerte la cabeza y tuviste una hemorragia, el doctor Cullen tuvo que inducirte al coma para que sanaras.
— ¿Edward?
—No, el otro, su padre. Deberías haber despertado hace días pero nada pasaba, hasta ayer.
—Entiendo. Sigo siendo torpe ¿Verdad?— Charlie sonríe.
—Creo que sí.
Luego de un rato, Edward regresa visiblemente ofuscado. Le pide a Charlie que nos deje solos. Sé que tiene que ver con Jake, con lo que creo que me están ocultando.
—Bella, necesito saber hasta dónde llegan tus recuerdos, es importante. Creo que tienes lagunas en tu memoria...
—Espera ¿Qué? ¿Me estás diciendo que hay cosas que no recuerdo? ¿Algo importante?
—Así es. Por ello necesito que hablemos. ¿Cuál es tu último recuerdo?— pregunta. No sabría decirlo con claridad.
—Creo... no sé pero recuerdo estar en pre escolar, con Ángela, cuidando de los pequeños. Mamá falleció aunque no sé hace cuánto. Yo... no he terminado mis estudios. Creo que me falta poco para recibirme de maestra... ¡No sé!
— ¿Y de mí? ¿Qué recuerdas de mí?
—Estabas en Vancouver, te fuiste ¿No? Por tu beca aunque... no te despediste...— miro mis manos porque no sé si pueda sostener su mirada.
— ¿Nada más?— dice indolente. Es algo importante y él no parece interesado en esa parte de nuestra historia.
—Soñé... no sé, si lo soñé o lo recordé, pero un bebé lloraba. Sólo eso, nada más.
—Está bien. Debes descansar y los recuerdos llegarán poco a poco, necesitas terapia, rehabilitación y...
— ¿Qué me estás ocultando?— digo más desesperada. — ¿Qué es eso que dice Jake que no me han dicho?— la mirada de Edward se desvía, sí me está ocultando algo importante. Quizás de mi presente.
—Debemos esperar Bella, no es prudente que algunas cosas...
— ¡No me importa lo prudente!— intento gritar pero una máquina repiquetea incesantemente.
—No te alteres, por favor. Debes estar tranquila sino deberé aplicarte algún sedante.
— ¡No! Está bien, estaré tranquila— intento respirar pausadamente inspirando largo. –Sólo dime o no podré controlarlo, sé que algo me ocultan, que algo he olvidado.
—Está bien. Creo que tus recuerdos se sitúan hace algunos años, dos o tres años atrás. Pero han pasado cosas en el último año. Acontecimientos importantes que nos... no han acercado.
— ¿Acercado? ¿Quieres decir que... hemos vuelto?
—Algo por el estilo pero no precisamente— su voz parece algo avergonzada. –Bella, aunque sé que es incorrecto, debo decirte la verdad, solo si me prometes mantener la calma y no desesperarte en vano. Estas cosas toman tiempo y deben hacerse con tranquilidad para no dañar la evolución del paciente...
—Sólo dilo, estoy preparada— miento sin moverme un milímetro. Me pone nerviosa lo que sea que me va a decir. Él mira los aparatos al lado de mi cama y vuelvo a tomar bocanadas de aire lentamente para calmar mis nervios.
—Tú y yo... tenemos una hija— me dice mirándome y calculando mis reacciones. Mi mente no es clara, intento recordarla ¿Una niña? ¿Hija de ambos? ¿Cómo puedo ser tan idiota para no recordarla? Siento un dolor agudo en la frente y en el costado de mi cabeza, no me deja mirar, ni estar quieta. Llevo mis manos hacia allí, gritando por aquella inesperada tortura. Siento que mi cabeza se va a abrir.
— ¡Bella! ¡Ayuda!— grita mientras me toma en brazos, escucho murmullos, indicaciones, reclamos. Por sobre las voces escucho la de Edward, en la única en la que me enfoco de verdad. "Te dije lo que pasaría, perro" murmura. "Renata, prepara la Dexmedetomidina" "Qué salgan los familiares" Vuelve a ordenar sin soltarme. Intento fijar mi vista en él pero el dolor no me lo permite, cierro los ojos y no veo nada más porque siento mucho sueño.
Despierto nuevamente atontada. Abro los ojos, a mi lado hay alguien que está tomando mis datos o eso creo. Es una enfermera que anota cosas, cuando me mira se sorprende pero me sonríe.
—Hola, Bella— me dice de forma familiar. ¿La conozco? Su cara se me hace familiar pero no recuerdo de dónde, ni tampoco su nombre. –Iré a avisar que has despertado— me tranquiliza.
La puerta no tarda mucho en abrirse, es Jake. Esperaba a Edward o a Charlie pero no, es mi mejor amigo. Intento sonreírle cuando un pensamiento me asalta, un recuerdo. "Tenemos una hija", mi respiración se acelera.
—Wow, wow, tranquila Bells, tranquila— toma mi rostro. –Mírame, todo está bien. Respira.
— ¿Y mi hija? ¿Dónde la tienen?— balbuceo.
—Liz está bien. Calma. Me dijeron que no hablara de ella contigo a menos que estés tranquila.
— ¿Liz? ¿Se llama Liz?
— ¿Todavía no la recuerdas?— me dice triste.
— ¡No! Edward me lo dijo...
—Se llama Elizabeth, ya tiene tres meses, está empezando a sentarse, es bastante inquieta— sonríe.
— ¿Dónde está? ¿Por qué no la han traído?}
—Con los Cullen, la cuida la rubia, Rosalie, cuando su padre no puede.
—Jake ¿Cómo es que tuve una hija de Edward?— le pregunto asustada.
—Ommm... es una historia larga, no creo que te guste mucho, ya de por si te avergonzabas de contarla cuando estabas bien.
— ¿Hice algo malo?— pregunto más asustada.
—A ver... te fuiste a buscarlo a Vancouver y te embarazaste de él que no sabía lo que hacía porque estaba bastante borracho...
— ¿Qué yo hice qué?— grito.
—Eso es lo que tú me dijiste y a Charlie, cuando no pudiste explicar el parecido de la bebita con Cullen, en un inicio nos dijiste que te habías hecho una inseminación porque estabas enferma.
— ¿Yo hice eso? ¿Enferma?
—Pues es lo que dijiste, Bella. Y todo estaría bien sino fuera porque Cullen está comprometido— se encoge de hombros.
— ¿Edward comprometido? ¿Yo me metí con él sabiendo eso?
—No sé amiga, no sé. Todo este asunto es tan complicado, también me estresa.
—Y... ella... la prometida de Edward...
—Ese es otro cuento. ¿No recuerdas nada de cuando estabas en coma?— pregunta.
—No. ¿Debería?
—Pues ella, se llama Tanya y está embarazada, casi pierde a su bebé, por eso está en su casa haciendo reposo— me dice bastante desanimado.
—No puedo creer lo que me cuentas, es tan... indecente ¿Realmente fui tan desvergonzada? Al punto de... ¿Forzar a Edward a hacerse cargo de mí?
— ¡No! No lo forzaste a nada, él vino solo. No le dijiste nada de Liz hasta que ella nació y enfermó de gravedad entonces creo que necesitaba sangre, tú le dijiste. Cullen le donó sangre, hasta casi morirse pero la salvó la niña.
—Debo recuperarme Jake, pronto. Tengo que ver a mi hija, salir de aquí y apartarnos de los Cullen, no puedo creer que le hice todo eso a Edward— digo al borde de las lágrimas.
—Si no te calmas no te dejarán verla— me advierte. Le pido que me cuente como están los demás. Leah, Sam, Emily, los chicos de La Push. Sonrío al escuchar algunas anécdotas porque Jake es muy chistoso. Edward no tarda mucho en aparecer y nos ve reír. Mi amigo sale de la habitación sin que se lo pidan. Me dice que va a volver, Edward y yo no quedamos solos. Siento tanta vergüenza que no puedo verlo a los ojos.
— ¿Estás mejor? ¿Crees, que podrías recibir la visita de alguien?— me pregunta.
— ¿Liz?— me desespero al pronunciar su nombre.
—Sí, Elízabeth está aquí. No puedes cargarla, te ayudaremos, aún tus brazos no están lo suficientemente fuertes.
—Por favor, que pase— ruego. Va hacia la puerta y segundos después regresa con una pequeña en brazos. Es hermosa, se sostiene sola apoyándose en el pecho de su ¿padre? Me duele mucho saber que la he olvidado, que pude bloquear de alguna forma mis recuerdos con ella. El embarazo, el parto, sus primeros días.
—Tranquila— me dice Edward, no me había dado cuenta cuando empecé a llorar.
— ¡No puedo!— llevé mis manos a mi rostro, la cabeza me punzaba otra vez, al intentar recordar esos dolores regresaron. –Lo... lo siento— empecé a sollozar, Edward tuvo que pedir ayuda para que se lleven a la niña y me atendieran. Mi hija, de la que no tengo un solo recuerdo, ni siquiera pude tocarla.
Volvieron a aplicarme un sedante para dormir sin sueños por no sé cuánto tiempo y desperté nuevamente con esa terrible sensación de no recordar. Por recomendación del neurólogo me llevaron a hacerme más estudios, de los que era posible en Forks, luego me iban a enviar a Port Ángeles o tal vez a Seattle por más exámenes. Sin embargo yo no tenía mucha esperanza de poder ser la Bella que fui antes, me sentía debilitada, sin fuerzas. Con una horrible sensación de estar estorbando, de ser un problema en la vida de todos. ¿Cómo pude hacerle algo así a Edward? ¿Cómo fue que llegué a ser tan egoísta?
Me dejé vencer por el remordimiento, los días que siguieron casi no hablaba, tampoco quería recibir visitas, me limitaba a dejarme llevar a distintas partes del hospital a hacerme más análisis, muestras de sangre, pruebas del corazón, de la vista... Me sentía tan desanimada al verme así, en silla de ruedas porque mis piernas aún no eran capaces de sostenerme y cuando fui a rehabilitación grité de dolor apenas me hicieron los primeros estiramientos.
Intenté ver a mi hija un par de veces pero no pude ni cargarla porque su presencia me desesperaba al punto de producirme mucho dolor físico que no podía controlar. ¡No puedo ni hacerme cargo de mi pequeña! ¡Soy tan inútil!
*************
Por fin despertó Bella, lamentablemente no es como esperábamos, el tiempo en coma ha sido duro y necesita recuperarse ¿Recobrará sus recuerdos? ¡Vamos Bella!
Gracias por leer
PATITO
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