CAPÍTULO 18: ESPECIAL I (Parte I)
TIEMPO ATRÁS
Brooklyn
Tengo los ojos vendados.
Me mordería las uñas de la impaciencia que siento, pero no quiero arruinarme la manicura.
—¡Noah! —protesto por enésima vez, golpeando mis muslos.
El mencionado conduce su nueva y ahora preciada Maybach Exelero negra con un rumbo desconocido para mí. La adquirió hace poco más de tres meses, por ser el auto último modelo del mercado y ahora no quiere despegarse de ella. Su Aston Martin plateada quedó algo relegada.
Es comprensible, Noah es todo un fanático de los automóviles y esta cosa es un completo lujo. Claro, esto cuando se conoce el destino que tiene su conductor.
—Shh —me pide silencio el susodicho. Casi puedo adivinar que sonríe ladino, pero que a su vez está irritado. Touché, yo lo estoy más.
—Agh, eres un completo irritante —siseo molesta, entonces hago un mohín y me cruzo de brazos, desviando la vista, que a pesar de la oscura venda la mantenía al frente.
—¿Quién es la que va protestando durante todo el camino? —pregunta retórico.
—No me gustan la sorpresas, y lo sabes.
—A mí sí. Así que calla —demanda tajante. Y puedo afirmar con total seguridad que acaba de sonreír arrogante.
¡Noah es todo un mogrollo! Mojarrillo que se divierte a mis expensas. Los pensamientos no paran de darme vueltas y vueltas, ¿qué será lo que mi presuntuoso novio planea?
Ni modo. Suspiro resignada. Así es Noah y así lo amo. Además es todo un romanticón, tal vez un Mr. Darcy en versión magnate moderno; y eso ocasiona que esté cien por ciento segura que amaré —y mucho— la mentada sorpresa, a pesar de detestar ciertamente la aludida. Si hay algo que caracteriza a mi novio es que no es para nada predecible, sabe sorprender y bastante. ¿Planear? En esa área es un experto.
Por ejemplo, en el ámbito empresarial siempre me sorprende con sus ingeniosas estrategias.
Aún así si yo tengo un defecto, es el de querer saber y controlar todo cuanto puedo. Me gusta impresionar, sorprender; no que la impresionada y sorprendida resulte yo. Y eso justo es lo que Noah Anderson hace conmigo. No sé si amarlo o detestarlo por eso. Tal vez ambas cosas.
—Ajá, sí —murmuro casi imperceptible. Noah pidió que callara, seguro para que dejara de fastidiarlo con mis interrogativas o para hacer más misterioso el trayecto; pero como me encanta contrariarlo obvio no le haré caso—. Al menos me habrías prevenido de tu sorpresita para que me hubiera arreglado adecuadamente.
Pues eso, de seguro ahora son las siete menos cuarto de la noche, y hace minutos salía de mi trabajo trayendo puesta un sencillo vestido azul con algunas medianas figuras blancas, un abrigo blanco, tacones clásicos en color nude, con acabados de piel y mi cabello pelirrojo estando recogido en una elaborada coleta alta y ancha. Un atuendo sin duda cómodo y sencillo, de diario. No obstante uno que —a mi parecer— no es muy apropiado para una cita.
—¿Adecuadamente? Ni sabes adónde vamos —puedo asegurar que Noah reprime una risita.
—¡Pues por eso! —chillo—. ¿Cuál es el misterio?
—Lo que hace esto más interesante —responde prepotente, seguramente pretende dejar aquí por zanjada la conversación. Si es que se le puede llamar así.
—Estresante diría yo.
—Ya, deja el drama y solo relájate —me aconseja exasperado, mientras le escucho golpear un poco el volante.
Resoplo hondamente haciendo denotar con ello mi molestia.
—Por lo menos dime si estamos cerca —pido saber resignada.
—Puede que sí —es lo único que responde.
—Tú y tus intentos de hacerte al misterioso. —Espeto mientras apoyo mi mano derecha en la mandíbula.
—¿Intentos? Te mueres por descifrar el misterio, Paris —percibo ya su sonrisita ladina.
—Engreído —digo en mi defensa, pues sé que tiene razón.
—Así me amas —afirma y entonces me mantengo en silencio. No sé que más reponer, este altanero de mi novio no piensa decirme nada; pero es que el estar muerta de la curiosidad nunca fue uno de mis fuertes. Por desgracia en casos como estos.
Aún así no lo es, no me voy a rendir todavía.
—Paris, ¿crees que no te veo a través del retrovisor? —pregunta burlón. Agh, intento frustrado. Intentaba levantar un tanto de la venda para ver hacia afuera.
—Contigo no se puede, de veras —protesto exasperada.
—¿No es lo que yo debería decirte? —pregunta hastiado y exasperado—. Simplemente relájate, Paris.
Y ahí queda, pues mi intención tampoco es arruinar el momento. Tras unos minutos siento al auto detenerse.
—Listo. Hemos llegado —anuncia Noah, mientras se estaciona. Segundos después oigo la puerta de mi lado abrirse —pues yo iba en la parte trasera del auto— y a Noah tomar mi mano derecha delicada, pero firmemente.
—Supongo que ya acabó el misterio —es lo único que atino a decir, dando un breve resoplido de alivio, pero a la vez de expectación.
Muero por saber lo que mi novio preparó para mí. Estoy impaciente por conocer con qué pretende sorprenderme ahora.
—Supones bien —dicho esto Noah hala de mi mano y me impulsa hacia afuera. Siento la brisa golpear suavemente mi rostro. Además no hay ruido alguno que delate que aquí hay personas presentes. Percibo calma, paz.
—¿Donde estamos? —pregunto. Pero esta vez ya no demandante o exigente, sino increíblemente mi voz suena tímida; aunque sin perder un cierto toque de expectación y curiosidad.
—Espera, ahora te quito la venda —a Noah se le escapa una divertida risita y procede a quitarme la susodicha.
Entonces cierro y abro los ojos con lentitud, para que la luz que posiblemente haya no los lastime de golpe con mucha intensidad. Los mencionados poco a poco se adaptan a la visibilidad. Alzo mi vista al cielo; una inmensa capa azul oscuro cubre ya como una manta a otra de un grisáceo pomelo. Anochece ya. ¿Dije ya que me encanta —o mejor dicho— me fascina la noche? Creo que no; pero me resultan más interesantes y atrayentes los anocheceres. La cautivadora fusión de colores que se producen, dando paso a las estrellas.
Bajo un firmamento de ellas Noah y yo hicimos por primera vez el amor. Fueron nuestras testigos.
Exploro con la visión más a mi alrededor y distingo arena, un promontorio a unos pasos a la derecha y... Wow, acabo de quedarme sin palabras y casi sin aliento.
A unos dos pasos de distancia desde mis pies hay como el sendero de un pasillo un camino de pequeños candelabros iluminados por tenues, pero a su vez espléndidas llamas. Al terminar este en línea recta se expande en ambas diagonales a lo extenso —a derecha e izquierda—; donde puede vislumbrarse al centro un amplio lecho de pétalos de rosas rojas, que reposa sobre la arena. Ahora que me percato de ello también percibo una exquisita fragancia a rosas rojas, no es muy fuerte, pero el aroma tampoco pasa desapercibido.
Inhalo, y lo retengo para que esta deliciosa esencia quede perpetuada por siempre en mi memoria.
A los cuatro extremos del lecho de pétalos están enmarcadas en alto fotografías en las cuales Noah y yo aparecemos juntos. Una, donde ambos sonreímos estando con atuendo de oficina, formales; en la cual solo mostramos del rostro un poco más abajo. En la segunda estamos recostados sobre el jardín de mi casa, abrazados y semi-tapados con una sábana blanca; ahí Noah mira de perfil mi rostro, sonriendo pícaro, mientras que yo sonrío —o carcajeo para ser más precisa— mirando fijamente a la cámara de mi celular. Ahora que lo recuerdo su respiración y susurros divertidos en esos momentos me hacían cosquillas en el cuello y oído derecho, por consecuencia yo me removía inquieta, pero divertida. En la tercera los dos nos encontramos besándonos apasionadamente sobre mi escritorio de oficina, ahí estoy lo que podría decirse sentada encima el susodicho, resaltando mi trasero y pechos mas que ninguna otra cosa; mientras Noah me sostiene firmemente entre la cintura y la espalda, ambos semi desnudos. Solamente que esta fotografía es en blanco y negro, y a juzgar por la posición en la que nos hallamos ahí la mencionada puede ser digna para plasmar una obra de arte, al puro estilo griego.
¿Un dato curioso? Fue el pobre e inocente de Smith quien realizó aquella toma. De solo recordarlo con las mejillas más rojas que un tomate, entrecerrando los ojos a cada momento, sudando frío de nerviosismo por hacerlo posiblemente mal y ser luego castigado por mí, y de vergüenza por estar viendo lo <<prohibido>>... Me dan ganas de explotar de risa. Y no lo retengo. Estoy con la mirada perdida y los recuerdos divagando en la fotografía, las risas se me escapan.
¿Segundo dato curioso? Mi asisnocente es fotógrafo. Uno muy bueno, por cierto, pero increíblemente vergonzoso. A Noah le encantaba abochornarlo con ello. Y lo shippea constantemente con Pepita, su asismargada con cara de limón a los niveles máximos de ácido. Ojalá no lo siga haciendo, no me imagino siquiera a esos dos juntos. Smith será una persona muy torpe en múltiples, múltiples ocasiones, será casi en extremo despistado y todo lo que se quiera; pero tampoco es para desearle como pareja a una que parece sacada del regimiento militar.
Y por último en donde se supone que debería estar la cuarta fotografía... Se supone, pues el recuadro enmarca a un papel en blanco.
Enseguida lo comprendo. Noah pretende hacer de esta velada una muy, muy especial e inmemorable; una digna de ser enmarcada con el resto de fotografías.
Parece que perdí la capacidad del habla, pues por más que lo intento no puedo articular palabra alguna. No obstante a la vez deseo decir un montón de cosas... Realmente un montón de sentimientos que expresar.
—Noah, yo... No sé que decir. —Es lo único que consigo pronunciar, emitiendo un leve suspiro de ¿embeleso? ¿Ensimismamiento, tal vez?
—No hace falta —Noah sonríe de medio lado. Su típica sonrisa presuntuosa—. Sé que te pareció fascinantemente maravilloso y que ni siquiera encuentras las palabras adecuadas para describirlo. —Dice, mientras dirige su mirada hacia mí, manteniendo su sonrisa.
—¡Oye! ¿A ti lo arrogante no se te quitará nunca? —lo golpeo en el brazo, fingiéndome indignada, desviando la vista al frente y cruzándome de brazos; cuando la verdad estoy reprimiendo una risa.
Pero muy al contrario, Noah no la reprime.
—Mejor dime cuánto amaste la sorpresa. —Alardea, mientras con ambas manos me envuelve desde la cintura, obligándome así a estar frente a frente con él. Y a sonreír como paquete incluido.
—Okay, está bien. Admito que tuviste tantito de imaginación —pues a pesar de todo, debo darle sus méritos.
—También debes admitir que conseguí entrar a tu corazón —alega, mientras fusiona nuestros labios en un beso. Cierro los ojos. Y me dejo llevar.
Por primera vez en lo que Noah y yo llevamos de historia, me dejo llevar. Tarde caigo en cuenta de eso, y cuando lo hago intento reavivar la llama por mi cuenta. Pero parece que Noah ya se percató, pues se separa. Mis mejillas se encienden con un leve rubor por ese aspecto.
—Realmente lo amaste. —Declara, pero esta vez a diferencia de las otras no percibo arrogancia alguna en su tono de voz, sino mas bien... Su rostro irradia felicidad. Felicidad por hacerme feliz.
—Te amo, Noah —confieso de repente. Él me mira algo perplejo, pues en todo lo que llevamos de relación es la primera vez que se lo digo.
No soy de las personas a las cuales se les da fácilmente expresar sus sentimientos. Es algo... No sé como describirlo, aunque la palabra más acertada es complicado. Jamás se me dieron bien esas cosas, tampoco consideré muy relevantes a los susodichos. No sirven para los negocios, no generan ganancia alguna, no contribuyen al éxito empresarial... Sin embargo, ahí están, presentes en mi corazón. Con Noah pierdo la noción del tiempo. Es un sentimiento de una típica enamorada, pero sin embargo, algo que siento con intensidad y que nunca me había pasado con ninguna otra persona.
Es cierto, como ya cité, el amor no es un sentimiento que vaya a producirme lucro u activos y soy una persona que procura multiplicar su efectivo y patrimonios actuales; pero a diferencia de lo que siempre desde que tengo uso de razón creí, me agrada este sentimiento. De momento estoy muy a gusto con él. Con esto no determino que Noah vaya a ser el hombre con quien pasaré el resto de mis días, pero como un buen autor dijo una vez: Debo preocuparme por vivir dichosamente el presente, no por el afán de mañana. Pues posiblemente no exista un mañana.
Mi presente es hoy. Mi ahora es Noah, y desde ya quiero que sepa que lo amo, que deseo pasar estos momentos junto a él al máximo.
—Tal vez sea una enorme casualidad, Paris. Pues para tu fortuna igualmente te amo. Y quizás para desventura mía lo hago con todo mi ser —me es inevitable el sonreír.
<<Para desventura mía>>. Por más que sienta lo mas lindo y noble por aquella persona especial —en este caso Noah—, no sé si la susodicha tenga la misma afección por mí. Es decir, él me lo acaba de afirmar y con ello me hace una mujer dichosa, pero que lo ame no significa que esté dentro de él. No sé si este sentimiento pueda llegar a ser nocivo, tóxico, dependiente, destructivo... En resumidas cuentas si Noah interpreta la palabra <<amor>> de otra manera. Al menos yo llego a entenderlo así, es la incertidumbre de mi novio, que yo le realice algún tipo de daño. Siempre existirá esa inseguridad en una pareja, pero no quiero pensar en ello de momento.
No me apetece cavilar en dudas, inseguridades y demás. Este momento es exclusivamente de Noah y mío. No hay cabida para aspectos negativos y debo prestar más atención a la alegría que desborda mi corazón en este momento.
—Por consiguiente, ambos encarguémonos de que esto que tenemos sea todo lo contrario a desventura. —Sostengo, mientras vuelvo a cerrar los ojos y fundo a mi novio en otro beso en el cual, como siempre, pretendo ser la guía y líder.
—Sonará cursi y toda la cosa, pero toma mi mano. —Me pide Noah cuando nos separamos.
—Admítelo, eres un cursi —le asevero y formando un pícaro mohín fusiono ambas manos, entretanto caminamos hacia el lecho de pétalos de rosas. Me siento como en una película. El tacto que sostienen ahora nuestras manos no producen algún tipo de corriente eléctrica, pero vaya que me brindan una sensación de estar segura, conforme y protegida.
Ya estamos frente al jergón de pétalos. Y ya hallándome mucho más cerca percibo su aroma acrecentadamente exquisito. Delicioso. Noah sí supo darle un toque de elegancia y creatividad a todo.
—Ahora, ¿por dónde comenzamos? —pregunto con curiosidad.
—¿Qué te parece...? —Noah se queda en suspenso, haciéndose al meditativo, pero repentinamente se agacha detrás de la cabecera de la cama y se incorpora con rapidez—. ¡Una lluvia de pétalos! —exclama entusiasta, mientras los recientemente mencionados caen sobre mí. Ahogo un grito de sorpresa, algo aturdida, y él una carcajada. Noah sostiene una bolsa nylon un poco grande con múltiples pétalos rojos dentro.
Me es ineludible no emitir unas risitas divertidas luego.
No digo nada. Asimismo sin aviso alguno meto la mano dentro la bolsa y hago estallar para mi novio otra lluvia de pétalos. En respuesta Noah me lanza otro puñado, yo también y así vamos, en medio de placenteras risas. De este modo me voy percatando de que no son tan solamente pétalos de rosas rojas, hay asimismo de claveles rojos, de dalias escarlata, de amapolas carmesí e incluso de rosas chinas. En fin, hay una extensa variedad en lo que a pétalos se refiere; en la bolsa y de igual manera en el lecho, dándole un mejor vistazo. Ya estamos a punto de vaciar el contenido del bolso en esta amena guerra, pero este último será el puñado más agresivo que le arrojaré a Noah, a no ser que él tenga más reservas.
Okay, parezco una chiquilla. ¿Pero no hay un dicho que declara que cada persona, por más Cruella de Vil que sea o parezca tiene su niño interior?
Consigo arrebatarle la bolsa a Noah, pero él emprende la huida; aun así enérgicamente saco el último puñado de pétalos, corro tras suyo y con fuerzas se lo lanza hacia la espalda. No atino, pero por muy poco. Mas bien advierto que los pétalos al caer hicieron cierto ruido seco, y por ende los susodichos al impactar contra algo no producen sonido alguno. Frunzo ligeramente el ceño y me agacho para averiguar el por qué; por más de que sea un detalle realmente insignificante detesto quedarme con la intriga. Hurgo y revuelvo levemente entre los pétalos sobre la arena y encuentro un papel hecho bolita; contiene algo dentro eso es seguro. Así lo compruebo y...
Volví a quedarme muda. Totalmente sin habla.
Tres palabras, tres vocablos que marcan un antes y un después. Posiblemente un cambio radical en mi vida.
<<¿Quieres casarte conmigo?>>
Y debajo del papel, se luce un anillo.
A lo único que puedo atinar en este momento es a observar detenidamente el anillo. Cuando Noah se percata de que me quedé rezagada se da vuelta y escudriña mis expresiones con atención y algo de alerta, yo lo miro con estupor unos breves instantes. El anillo es precioso, y delata que Noah no escatimó en gastos para dármelo, tiene un bello rubí de un intenso carmesí luciéndose al medio y pequeños diamantes a los contornos, el material es de oro rosa y el referido no pierdo sus toques de elegancia e imponencia. No es por presumir pero seguro Noah pensó que me vería regia llevándolo puesto.
—Glamira —dice Noah, y yo lo veo con el entrecejo fruncido—. Anillo Halette —ya entiendo, me aclara la marca y nombre del anillo, masajeándose las manos de los nervios que seguramente tiene. Es algo raro y casi inusual ver a mi novio nervioso, así que reprimo una risa por la seriedad que requiere el asunto—. Rubí porque es una piedra preciosa que nos caracteriza, simboliza pasión y amor, sentimientos que para atribuírselos a esta joya se necesita sentirlos con intensidad; y es lo que me sucede contigo, Paris. Estuve con muchas mujeres, la experiencia con algunas fue mejor que con otras, pero por ninguna sentí nada tan intenso y excepcional, porque eso es lo que tú eres, una mujer sumamente excepcional.
>>—Sonaré como un cursi idiota, pero desde la primera vez que te vi supe que te quería para mí —ahora sí no puedo contener unas breves risas, pues esa frase la sacó de una canción; y Noah suda más de la inquietud que indudablemente siente—. Me cautivaste, conseguiste captar mi atención casi de inmediato. No besas mal, eres muy interesante, peculiar, exuberante y el término guapísima se queda corto con lo que eres, a pesar de ser muy irritante, caprichosa, rezongona y sacarme de quicio ciertas veces. Cada vez que tenemos sexo me dejas con ganas de más, me volviste un maldito adicto y eso que juré no depender nunca de nada y nadie, te odio por ello. Y a pesar de que debería estar resentido contigo por no invertir considerablemente en mi compañía teniendo la oportunidad y mi ofrecimiento, te quiero para mí. No me hiciste el honor de convertirte en mi socia... —Noah hace una pausa y me quita el anillo de entre las manos, para después inclinarse.
>>—¿Pero esta vez te dignas convertirte en mi esposa? ¿Y pasar juntos el resto de nuestras vidas? —Noah da un leve suspiro, como si se hubiese quitado un gran peso de encima, y sus ojos color avellana me miran expectantes a mi respuesta, con algo de incertidumbre y ansiedad a la vez.
¿Realmente quiero pasar el resto de mi vida junto a Noah? ¿Estoy cien por ciento segura de querer dar este paso? Nunca tuve como una meta el matrimonio, jamás ansié que llegara el momento de alguna propuesta, lo cual es justo lo que me acaba de suceder; no obstante no estoy muy preparada para responder. Es cierto, amo a Noah y hace poco recién me di cuenta de la intensidad del sentimiento, pero la idea de casarme con él no cruzó en concreto por mi cabeza; cuando lo conocí simplemente era un capricho que pensé sería pasajero, pero Noah me intrigó tanto que poco a poco pasó mas allá y tuvimos como una especie de adicción mutua. Me encanta estar con él, me enamoré de sus virtudes y defectos, de su porte. Y viéndolo por el lado frívolo, materialista y convencional pues Noah es un buen partido, es adinerado, un exitoso empresario, uniríamos fortuna. Además que siempre dada la oportunidad nos proporcionamos mutuamente un muy buen y complaciente sexo.
En fin, hay muchos puntos positivos para darle un sí como respuesta, pero también existen aspectos en contra. Noah a veces suele ser un poco muy controlador, celoso y posesivo; y yo no soy una mujer que soporte que la controlen o le digan qué hacer, una a la cual le impongan voluntades ajenas. Soy totalmente independiente y nadie toma las decisiones por mí. ¿Un matrimonio conllevará eso? ¿Noah querrá hacerse cargo de nuestra futura economía? ¿Tomará en cuenta mis opiniones o sencillamente me considerará como un bonito trofeo obtenido? ¿O desea casarse conmigo en parte por interés?
¡Agh, es inevitable que no surjan dudas al respecto! Es que nunca fui una persona que confiara fácilmente en intenciones foráneas, o que se lanzara a tomar decisiones precipitadas asumiendo riesgos a la ligera. Necesitaría pensarlo con más detenimiento, pero Noah seguro quiere una respuesta ya, a pesar de que llevo cerca a dos minutos callada. Sin embargo, se nota que mi enamorado no escatimó en gastos para esta propuesta, y es evidente que se esmeró mucho con los preparativos. Además no me dio cualquier anillo, supo darle nuestro significado como pareja e hizo el mejor esfuerzo de una cursi declaración, pues digamos que la cursilería no es uno de sus puntos fuertes; así que Noah merece sus méritos. Y viéndolo por el lado superficial nuevamente, él me tendría como una reina a su lado. ¿Pero tendrá precio alguno eso?
Estoy dándole muchas vueltas al asunto, pero es menester meditarlo. Por otro lado, después de todos estos meses que Noah Anderson y yo pasamos juntos, ya no me imagino sin él. Si le diera un no como contestación, pasara el tiempo y lo viera con otra, creo que me arrepentiría de aquella decisión. No me considero una celosa muy compulsiva, pero tal vez lo sea en cierta forma, pues no soportaría para nada verlo en brazos de otra; la sola idea me enferma. Definitivamente, no quiero perderlo. Es una oportunidad y dicen que llegadas estas no hay que desaprovecharlas, pero también considerarlas con prudencia.
—Noah, yo... —comienzo, dubitativa—. Realmente no me esperaba tu propuesta —es lo que acierto a decir. Solo espero que mi novio no tome eso como un no. Tal vez lo haya hecho, pues palideció un poco.
Se queda unos segundos en silencio, sopesando mi respuesta. Baja unos instantes la mirada, lo conozco, está pensando qué decirme; pero pasados estos vuelve a levantarla.
—Necesitas tiempo para pensarlo, ¿verdad? —y sí, él también me conoce.
—La verdad es que sí, me tomaste de sorpresa —digo lo obvio—. Y siéndote sincera nunca me planteé concretamente la idea de casarme —doy un leve suspiro. Noah se incorpora tras ello.
—Brooklyn, tú me amas y eres correspondida —Noah me toma de las manos—. ¿Realmente no te imaginaste una vida conmigo?
Auch. Parece que él sí se planteó la idea.
—Te amo, Noah, eso no lo dudes. Pero soy de esas personas que viven el presente como si fuera el último día y no piensan detenidamente en el futuro. Hago planes, sí, pero me enfoco más en el presente.
—Tu presente ahora soy yo, somos nosotros. Yo sí quiero convertirte en mi esposa.
—No me imagino una vida sin ti, Noah —confieso—. Yo... nunca fui buena expresando mis sentimientos, pero cuando estoy contigo me siento complementada, plena, feliz. Me dan ganas de presumir mi felicidad y al novio que tengo a todo el mundo. Eres un gran tipo, en todos los sentidos, y realmente aprecio mucho todo esto que hiciste —le afirmo, esbozando una sonrisa.
—Entonces, ¿es un sí? —los ojos de Noah brillan de esperanza. En cierta manera parece un niño pequeño con esa mirada.
—Es un voy a pensarlo, no te ilusiones wey —bromeo, golpeándole un poco el brazo—. Además como un hombre cursi eres fatal —me mofo divertida.
—Hice mi mejor esfuerzo, al menos debí raspar la materia, ¿no? —pregunta con cierta expresión tierna.
—Uhm, te dejo con la duda —le golpeo pícaramente con mi dedo índice en su pecho.
—Bueno —Noah se pone serio—, no quiero sonar impaciente y de veras respeto tu decisión. ¿Pero cuánto tiempo será eso? —mi novio casi prometido frunce ligeramente el ceño.
—Yo te avisaré. Pero tú contribuirás a mi respuesta.
—¿Cómo? —pregunta. Ya se viene lo interesante.
—Sorpréndeme, Noah. Hazlo más aún, supera mis expectativas y yo haré lo mismo contigo. Dame la velada más bonita que hayas conocido y luego me responderás unas cuantas interrogantes. Todo ahora está en tus manos.
N/A:
¡Holaaaaaa! ¡Por fin actualizo! Jaja, perdón. Nuevamente estoy sin cel y ahora tengo una hora justa de Internet por día, además que tuve que darle múltiples revisadas a este capítulo, arreglar detalles y esas cosas. Y como vieron en el título, este capítulo es especial. Estaba muy inspirada, sí, pero no se me ocurrió porque sí, este cap digamos que abre las puertas a una nueva fase de la novela, una donde las cosas serán más intensas 7u7 7u7.
Esta fue la primera parte del Capítulo 18, la segunda... Prepárense, que se viene con todo 🔥🔥
Los quiero 😘🥰
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