Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 15: ¿Evadir o evocar?

Brooklyn

De una puta vez, Noah —me muerdo el labio inferior—. Hazme nuevamente tuya.

Cometí la estupidez de pensarlo en voz alta.

Ahora Sebastian se detuvo y me está mirando muy seriamente.

—Perdón —es lo único que atino a decir—. De veras no quise…

—Me llamaste por el nombre de otro, Brooklyn.

—Ese otro era mi prometido —me siento enojada ante su comentario.

¿Referirse a Noah, como el "otro" sabiendo que con él me iba a casar y es a quien pertenece mi corazón?

—De todas formas. Esto fue idea tuya, y con el justo propósito de olvidarte de Noah aunque sea unos momentos, ¿no? —arquea una ceja.

—Sí, sí, lo sé. Discúlpame, de veras no sé qué me pasó, empecé a divagar y no me percaté de eso —Sebastian permanece callado.

—Sabes que deseo estar contigo, eres maravillosa en todos los sentidos. Pero… —suspira— no me parece correcto hacer esto mientras en tu mente está otro. Sé que Noah es importante para ti, pero en este momento soy yo quien está contigo —toma delicadamente un mechón de mi cabello y lo pone tras mi oreja—. Lo entiendes, ¿verdad?

—Prometo que no me distraeré más. Por favor Sebastian, termina lo que empezamos —enrosco suavemente mi mano derecha tras su cuello y le doy un casi breve beso—. Por favor —lo miro tiernamente a los ojos y le doy más besos piquito—, por favor, anda, ¿sí? —le doy un último beso en la mejilla y lo miro a los ojos.

—Está bien —suspira—. Pero por favor concéntrate —yo asiento con una comprensiva sonrisa y entonces su mano derecha me rodea por detrás de mi hombro, yo cierro mis ojos y él vuelve a besarme, mientras empuja mi cuerpo con suavidad hacia la cama y terminamos de hacer lo que empezamos.

Cuánto extraño tener sexo con Noah. Imposible, jamás podré superarlo ni aunque quisiera. Parece que nunca encontraré refugio en otros brazos que no sean los suyos.

***

Al día siguiente

Noah

Me encuentro más calmado de pensamientos a comparación de lo que fue el día anterior. Extrañamente, entre tanto lío mental y frustración sí conseguí conciliar el sueño.

Pero aún necesito distraer mi mente y no puedo seguir ausentándome del taller de don Felipe, así que en estos momentos estoy terminando de alistarme para dirigirme hacia allá. Espero que haya mucho trabajo hoy para que mis pensamientos no se desvíen hacia… Brooklyn.

Ayer resolví por hacer de cuenta que nunca apareció en mi vida e ignorarla, pero ojalá que por su parte ella haga lo mismo. Si Brooklyn decide aparecerse hoy por el taller, definitivamente no sabré qué decir o como actuar. Tengo cierto temor de conocer al cual fue mi pasado, y ella sin duda alguna forma parte de aquél. Cuando estoy enfrente suyo me es inevitable sentir curiosidad e intriga, y Brooklyn parece un portal abierto dispuesto a disipar la mayoría de mis dudas. Respuestas que estoy casi convencido que no me gustarán y todavía no me encuentro preparado para conocerlas.

Por lo tanto de momento prefiero vivir ignorando aquello, aunque algo en mi interior me dice que tarde o temprano tendré que confrontarlo, mi pasado no es algo que podré evadir para siempre.

Volví a ensimismarme en mis pensamientos, al punto de que casi me paso del taller de don Felipe. Le digo al chofer del transporte público que he de bajar, le pago y así lo hago. Ingreso al taller y veo mi reloj de mano. Ocho de la mañana en punto —suspiro—, llegué justo a tiempo.

—Buenos días muchacho —me saluda don Felipe desde un extremo, quien se encuentra limpiando un Volkswagen Golf rojo.

—Buenos días, don Felipe.

—¿Descansaste? ¿Cómo te encuentras?

Solo atino a asentir, pues la verdad no sé ni cómo me encuentro. ¿Confundido, frustrado, temeroso? Realmente no lo sé.

—Hoy tenemos muchos autos que limpiar, ayúdame con este —me señala un Toyota Corolla de color gris que está a su lado, entonces me dirijo hacia allí, don Felipe me alcanza un trapo y prosigo a abrir la puerta del auto. Meto mitad de mi cuerpo dentro del vehículo y comienzo a limpiar desde los asientos.

Pasan como dos minutos de un tenso silencio, pero don Felipe decide romperlo.

—¿Te encuentras preparado para hablar? —pregunta de repente, entonces me quedo estático en mi lugar unos instantes, pero prosigo con mi trabajo.

—La verdad… no sabría como responderle.

—¿Y quieres hacerlo? —ante su pregunta me detengo nuevamente en lo que hacía y lo pienso unos momentos.

No lo decido en concreto, pero es algo que tengo que hacer, así que salgo del auto y volteo a mirar a don Felipe.

—Necesito hacerlo —respondo.

Entonces don Felipe asiente, camina unos pasos más allá, luego vuelve con dos banquitos en sus manos. Me alcanza uno y él acomoda el otro, por consiguiente nos sentamos casi al mismo tiempo.

—Primeramente, antes que nada, ¿te encuentras bien de ánimos? —niego con la cabeza en respuesta.

—No sé como me siento exactamente —me sincero—. Mis pensamientos y emociones en este momento son todo un caos.

—Entiendo —asiente y se queda callado unos instantes—. ¿Lo que recordaste fue muy importante?

—No fue un único recuerdo.

—¿Muchos?

—Tampoco, fueron… unos cuantos. No podría catalogarlos como importantes pero, el asunto que me llevó a recordarlos vaya que sí lo fue.

—Descubriste algo relacionado con Brooklyn, ¿verdad?

—Fue mi prometida —pronunciar esas tres palabras hace que inevitablemente las lágrimas inunden mis ojos—. O bueno, ella no lo dijo en tiempo pasado. Afirmó que actualmente seguimos comprometidos —intento serenar mis emociones, pero no sé si pueda conseguirlo.

—Continúa —don Felipe posa su mano sobre la mía y la aprieta, a la par que me mira comprensivamente.

Desde que me encontró malherido don Felipe no solo se portó humanitariamente conmigo, él me dió cuidados, casa, alimento, una bonita familia con la cual sé que puedo contar, un trabajo y ahora… su comprensión y consejos, además de su infinita paciencia para con mis asuntos. Viví bajo su techo por dos años, me fue imposible no cogerles cariño y afecto a él y su familia, no, cariño y afecto se quedan cortos a lo que realmente siento por ellos.

En este tipo de situaciones sobretodo, es cuando siento a doña Luisa —quien siempre está preocupándose si como o no, si tomo mis medicinas o no, si tengo frío o no, entre otras cosas— y a don Felipe quien siempre tiene las palabras acertadas para mí, como unos padres. Me es imposible verlos de otra manera.

Un padre o una madre no son solamente los que engendran y crían, sino también los que cuidan, protegen y aconsejan, siempre procurando el bienestar de aquella persona y más allá. Así se comportaron ellos conmigo, y a pesar de que ya no vivo con ellos aún lo hacen, continuamente procuran que yo esté bien. No sé cómo podré contribuirles a todo esto algún día.

Prosigo a contarle todo lo que sucedió ayer con Brooklyn. Cuando me contó que fuimos —o somos— prometidos, el beso que nos dimos y las sensaciones que despertó en mí, el recuerdo de la lencería, la mención de Brooklyn sobre la forma en que nos conocimos, lo que quedamos atrapados en ese elevador y nos… besamos. Tras unas cuantas horas de conocernos.

También menciono el pequeño fragmento que recordé de aquel pasaje, y que tras ello varios recuerdos confusos y borrosos comenzaron a bombardearme, provocando más la impresión que me desvaneciera. Luego le cuento que tras mi desmayo al momento de despertar seguía recordando cosas, varios fragmentos que venían y saltaban a otro de golpe, pero mi mente solo fue capaz de retener y almacenar los cuatro últimos.

Ahí me detengo y suspiro.

—De momento considero lo más prudente alejarme de Brooklyn —digo al fin—. Aún tengo cierta intriga sobre el cual fue mi pasado, pero ahora que tengo la oportunidad de conocerlo yo… Ya no estoy tan seguro.

—Noah —dice don Felipe, mirándome fija, pero comprensivamente a los ojos—, sabes que tarde o temprano tendrás que enfrentarlo.

—Lo sé, lo sé don Felipe. Pero todavía no me siento preparado. Según lo que Brooklyn me contó y lo poco que recordé… Empiezo a descubrir que mi yo del pasado no era el que internamente esperaba.

—Noah, tu yo del pasado no tiene por qué cambiar a la persona maravillosa que eres ahora. Quien hayas sido en eso quedó, en el pasado muchacho.

—Esa es la cuestión, don Felipe. ¿Quién fui? ¿Quién fui realmente?

—Noah…

—Siento mucha intriga, pero a la vez me siento muy temeroso de saber. Cuando Brooklyn me visitó ayer quería saber, saber, saber y saber hasta sentir mi curiosidad satisfecha. Pero después de ese encuentro no estoy tan seguro ya. En esos recuerdos yo tenía unos pensamientos lascivos y morbosos, hacía y decía cosas de las cuales ahora soy incapaz. En cierta forma fueron recuerdos decepcionantes.

»—Brooklyn parece ser un portal abierto dispuesto a disipar la mayoría de mis dudas, por eso mismo pretendo alejarme de ella. ¿Lo entiende? De momento prefiero continuar viviendo ignorando al cual fue mi pasado, pues siento que al conocerlo me llevaré una gran desilusión. No sé, es una corazonada.

—No puedes saberlo con certeza, Noah. Ningún ser humano es perfecto, nadie está colmado de todas las virtudes. Todos cometemos errores y tú no fuiste la excepción.

—Pero pensaba de una manera que… ahora me impresiona y un poco asusta.

—Sabes que la verdad tarde o temprano siempre sale a la luz, ¿verdad? —asiento—. Sabes que no todo se puede evadir para siempre, ¿no es cierto?

—¿Qué otra cosa más puedo hacer? —lo miro rendido—. Además si de unos cuantos recuerdos me desmayé, ¿qué pasará si llego a recuperar la memoria? —trago con temor ni bien termino de formular la pregunta.

Recuperar la memoria, ¿qué sucedería si aquello llegara a ocurrir?

¿Y de veras la recuperaré algún día? Eso parece tan cercano de suceder, pero a la vez algo que posiblemente no ocurra.

—Nadie dijo que fueras de golpe, recuerda las palabras del doctor, poco a poco. Primeramente debes prepararte psicológicamente e ir paso a paso. Pero antes, ¿definitivamente quieres vivir ignorando tu pasado? —don Felipe arquea una ceja.

¿Realmente quiero hacerlo? ¿Es mejor vivir con intriga, temor o ya conociendo lo necesario? ¿Me arrepentiré de vivir ignorando mi pasado o de, en su caso, ya conocerlo y llevarme una desilusión?

—Siéndole sincero, don Felipe, la verdad no lo sé. No consigo decidir sobre cómo actuar al respecto.

—Entonces, lo que necesitas hacer primero es poner en orden tus pensamientos, analizar con la cabeza fría la opción que te sea más conveniente o la que te parezca mejor, tomándote el tiempo que necesites, pero tampoco postergando esto. ¿Comprendes? —asiento, mirándolo con interés—. En cuanto hayas tomado una decisión, si así lo prefieres coméntamela y te daré mi parecer al respecto.

—Es lo más prudente de momento.

—¿Y qué hago mientras tanto si la señorita Paris vuelve?

—Dígale que necesito tiempo para asimilar algunas cosas, por favor; que en cuanto crea conveniente me contactaré con ella.

—¿Y realmente pretendes hacerlo?

—No, pero como dice usted, tarde o temprano voy a encontrármela y tendré que enfrentar esta situación. Sea cual sea la decisión que llegue a tomar, será mejor que se la haga saber en persona.

—Cuentas con mi apoyo y ya sabes, para cualquier cosa en la que necesites ayuda u orientación, aquí estamos mi esposa y yo para ello. —Me sonríe y aprieta mi mano en señal de lo que acaba de afirmar.

—Me pregunto, ¿qué de bueno habré hecho en la vida para que me haya tocado personas tan buenas como ustedes? Don Felipe yo… creo que jamás tendré como pagarles todo lo bueno que hicieron y aún hacen por mí.

»—Usted me salvó la vida, junto a su familia me visitaron en el hospital, me ayudaron con mi recuperación, me ofrecieron techo, cobijo, alimento y protección. Usted me enseñó un oficio y me dió un empleo. Y ahora a pesar de lo que sucedió con Brenda Caterina aún siguen dispuestos a recibirme en su casa, a escuchar mis problemas y a aconsejarme. Aún me lo pregunto, ¿cómo puede existir gente tan buena como ustedes en el mundo?

—Muchacho, al principio fue cuestión de humanidad, lo que cualquiera creo habría hecho. Luego nos enteramos de que no tenías a nadie ni nada, y pensamos que lo mejor sería darte albergue en nuestro hogar hasta que te recuperaras. No queríamos que si en cuyo caso despertaras te sintieras solo, así que te realizamos frecuentes visitas cada día que podíamos preguntando si tu estado mejoraba o no.

»—Con el tiempo te cogimos cariño y afecto, al convivir con nosotros eso fue algo inevitable. Y conforme continuó pasando el tiempo te llegamos a considerar como de la familia. Luisa te adora, los niños también, Emmanuel te considera un buen amigo, y Brenda…

—Le rompí el corazón. Jamás me perdonaré por ello. Aunque nunca tuve la intención de lastimarla… —don Felipe me interrumpe.

—Yo lo sé, muchacho. No te voy a engañar, me siento muy mal por mi hija y daría lo que fuera por no verla así de triste y decaída —escuchar eso hace que me de punzadas al corazón. Aún no logro definir si como mujer o como una amiga, pero la quiero, le tengo un cariño sincero y odio que esté sufriendo por mi causa. Además sé cuán ilusionados estaban don Felipe y doña Luisa con nuestra futura relación.

Relación que no llegó a concretarse.

—Pero es de conocimiento universal que las cosas hechas bajo presión mayormente salen mal o como uno no lo esperaba. ¿Qué tal si Brooklyn Paris sigue en tu corazón si es que en un pasado la llegaste a amar? Mi hija sufriría mucho más que estuvieras con ella conociendo que en tu corazón está otra.

Tiene razón, mucha. No puedo estar pensando en una futura relación cuando siquiera puedo conseguir poner mis pensamientos en orden. Eso sería como romperle el corazón a Brenda a propósito.

—No quiero que ella sufra por mi causa. Aún no logro definir en qué sentido, pero la quiero, don Felipe. La quiero sinceramente.

—Muchacho, nada consigues culpándote. Las cosas siempre suceden por algo, si sucedió así, tal vez así tenía que ser. Brenda lo comprende, Noah —percibo cierta nostalgia y tristeza en su mirada.

Sé que a él como padre le duele que su hija sufra, e internamente sabe que es por mi causa. Pero está muy consciente de la situación o es excesivamente bueno.

—De momento ordena tus ideas y piensa con la cabeza fría, con calma, lo peor que puedes hacer es presionarte. Y recuerda, vive el presente, mira hacia delante, pero no vivas con temores, culpabilidades innecesarias ni evadiendo fervientemente tu pasado. A los problemas no hay que huirles, hay que plantarles cara en cuanto uno se siente preparado —don Felipe me sonríe al final.

—Tomaré en cuenta sus consejos, don Felipe. Muchas gracias, nunca creí decirlo pero es usted como un padre para mí, y su familia creo ya considerarla como mía. A pesar de todo ustedes siempre son incondicionales para mí —esbozo una sonrisa, pero como respuesta recibo un abrazo.

—Y tú eres como un hijo para mí, para nosotros —tras decir aquellas palabras que me dejan un poco sorprendido, prosigue—: Desde que ingresaste a nuestro hogar te convertiste en un miembro más de esta familia.

***

Tras nuestra plática de la mañana —la cual como la mayoría de las veces consiguió levantarme los ánimos— proseguimos con el lavado de aquellos autos y uno que otro reparo. Aunque agotador este trabajo consigue relajarme un poco y distraerme. Pero muy aparte de mis problemas personales cada vez voy encontrando más pasión en la mecánica.

¿En un pasado le habré hallado algún gusto a las actividades empresariales? ¿O tal vez era algo que se me hacía muy monótono y aburrido?

Son preguntas que no podré responder hasta recordar aquellos aspectos, pero afortunadamente son detalles que no pasan de una mera curiosidad. Pero por ahora, los números en contabilidad me dan ciertos escalofríos.

Ahora estoy almorzando espagueti junto a unas deliciosas albóndigas con la familia de don Felipe. Con mi familia. Él está a la cabecera, doña Luisa a su lado derecho y yo al izquierdo, Brenda Caterina está al lado de su madre, Daniel al mío, Mía Geraldine a lado de Brenda y el pequeño Diego a lado de Daniel.

Cuando ingresé a la casa doña Luisa no paró de preguntar que cómo me encontraba, si sentía alguna molestia, si había descansado lo suficiente, si no volví a sentir descompensación alguna y si tomé mis medicinas. La tranquilicé diciendo que me encontraba bien y asegurándole que sí descansé y tomé mis medicinas, que no se preocupara. Entonces ella dijo que es que le había dado un buen susto y que luego estaba disponible para platicar sobre las causantes del desmayo.

—¿Es cierto que ayer te enfermaste, Noah? —me pregunta Mía con una tierna vocecilla.

—Sí, pero ya estoy mucho mejor y sigo tan fuerte como para hacerte dar un montón de vueltas —respondo entusiasta.

—¿Y a mí? —reclama Diego enojado, haciendo un tierno puchero y cruzando sus delgados brazos.

—Claro que a ti también pequeño tornado —respondo, volteando hacia su dirección.

—¡Yeiii! —festeja Diego, lanzando desde su tenedor espagueti al aire, pero a poca distancia hacia su plato.

—Diego, ¿qué es eso? —lo regaña doña Luisa frunciendo el ceño—. Con la comida no se juega pequeño tornado —así lo llaman todos en la casa, además de Dieguín y Señor preguntas. Pues a diario causa pequeños huracanes en la casa.

—Lo siento —el niño agacha la cabeza tímido y continúa comiendo.

—Y tú Mía, deja de hacerle muecas a tu hermano —le ordena a la pequeña, quien hace unos momentos le sacaba la lengua.

—Lo siento mami —se disculpa Mía, agachando la cabeza también, pero en un descuido de su madre vuelve a hacer lo mismo.

—Niños, niños —suspira doña Luisa—. ¿Por qué no son como su hermano Dani…? —se interrumpe a sí misma al percatarse que el chico tiene la cabeza agachada y se encuentra ensimismado—. Dani, Daniel, Daniel —a la tercera llamada el susodicho sube la mirada.

—¿Sí, madre?

—Dale el libro que tienes sobre tu regazo a tu padre, continuarás leyendo después de comer. ¿Qué dijimos lo de leer a la hora de la comida, mi niño?

—Está bien, lo siento mucho —Daniel se sonroja al saberse delatado, se incorpora y tímidamente entrega un libro a don Felipe.

Esto es algo que comúnmente sucede entre los niños y doña Luisa, no sé, pero siento que internamente don Felipe se divierte con las regañinas que su esposa dirige a sus hijos, pues sonríe cuando eso sucede y no siempre interviene.

—¿La Odisea? —don Felipe frunce el ceño, examinando el libro. Daniel tan solamente asiente—. Últimamente cada libro que lees supera al anterior.

—¿En verdad usted cree eso? —pregunta Daniel con un leve brillo en sus ojos.

—Estoy seguro —afirma don Felipe mientras se incorpora y con el libro en mano se dirige a la sala, segundos después vuelve sin él y toma asiento de nuevo, a la par de su hijo—. ¿En qué parte ya vas?

—Cuando Ulises y los suyos se encuentran con el cíclope y… —responde Daniel entusiasta, dando inicio así a una animada conversación.

Inevitablemente esto me transporta a los tiempos en los cuales Brenda y yo platicábamos infinitamente sobre libros.

Flashback

—Y, así que te gusta leer —le comentaba a Brenda sonriendo de medio lado.

Estaba recostado en cama, habían pasado dos meses desde mi alta médica pero aún no podía caminar. Brenda Caterina estaba sentada a lado mío, acababa de realizarme un masaje en las piernas y ahora descansaba mientras platicábamos, quería conocerla mejor.

—¿Que si me gusta? No, no —Brenda negó con la cabeza, sonriendo también.

—¿Cómo? Pero dijiste que… —cuestioné extrañado, pero ella me interrumpió.

Leer para mí significa más que una mera afición. Leer para mí… no sé, ¿cómo describirlo? Es una gran pasión, es como encontrarme a mí misma, sentirme plena y que las palabras ahondan en mí, claro, dependiendo el libro me siento identificada con él… Algo así. ¿Cinco palabras? Indescriptiblemente hermoso, maravilloso y significativo —sonrió con una expresión soñadora al final—. ¿Te doy una anécdota curiosa? —asentí—. Cada buen libro tiene su propio significado u enseñanza, y cada significado u enseñanza influye en cada persona que se identifique con él.

¿Y tú te sientes identificada con alguno?

—Con varios he de serte sincera. Pero con el que más más pues con Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen. Es una autora estupenda.

—¿Me lo enseñas? Quiero descubrir qué tiene de especial —le pedí mirándola interesado. Los ojos de ella brillaron ante mi petición, de orbes grises, pero su miraba iba cargada de vida.

Podía pasar minutos eternos perdido en su dulce y viva mirada.

—Claro, ahora vuelvo —se incorporó y salió de la habitación.

Un minuto después ella estaba de vuelta.

—Y aquí te enseño mi libro favoritose sentó de nuevo y me alcanzó el libro.

«Orgullo y Prejuicio, el inicio de la felicidad soñada» rezaba la portada, aunque la leí un poco apenas.

—¿Es una historia romántica?

—Más que eso, es un clásico del romance. Te hablaría maravillas de él pero te haría spoiler, así que prefiero que descubras la historia por ti mismo.

Entonces le di la vuelta al libro e intenté leer la sinopsis.

—Este, ¿recuerdas cómo leer? —me preguntó Brenda Caterina algo dubitativa.

—Me avergüenza decir esto pero, aún tengo ciertas dificultades en lo que respecta la lectura. Poco a poco voy recordando cómo hacerlo, pero aún no lo consigo del todo.

—Entiendo —Brenda bajó la mirada con una expresión que a mí me pareció triste, entonces extendió su mano para tomar de vuelta el libro, pero me adelanté en decirle:

—Quiero que tú me la leas.

—¿Qué?

—Quiero que tú me la leas —reiteré, mirándola fijamente y acercando mi rostro al suyo en lo que me fue posible—. Deseo descubrir aquella maravillosa historia que me dices a través de tus labios.

Hubo unos segundos de silencio en suspenso tras mis palabras, Brenda detuvo su mirada en mí.

—Noah —dijo al fin—. No sabes cuan felíz me hace tu petición —y ni bien terminó de hablar me abrazó, acomodando su cabeza en mi hombro izquierdo.

Debo admitir que su abrazo me tomó por sorpresa, pero no tardé en correspondérselo. Fue ahí donde descubrí que me gustaba tenerla así, así de cercana. Sentía el calmo palpitar de su corazón, la calidez que ella me transmitía, me sentí pleno y dichoso con su compañía. Su cabello despedía un suave, pero agradable aroma frutal y me resultó tan cómodo tenerla apoyada en mí.

Toda ella me era grata.

Al fín nos separamos, lo hicimos con cierta lentitud. Nuestras miradas se detuvieron una en la otra. Sus ojos grises me tenían hipnotizado y atrapado, parecían dos hermosas gemas.

—¿Quieres que comience ahora? —Brenda rompió el silencio con su dulce voz, refiriéndose a la lectura.

—Por favor, y muchas gracias —le dediqué una sonrisa.

—Te encantará —fue lo último que dijo y entonces buscó una postura cómoda para comenzar a leer y así empezó:

—«Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa…»

Fin flashback

—Noah, Noah —escucho la voz de doña Luisa, lo cual me saca de mi ensimismamiento.

—Sí, dígame doña Luisa —dirijo mi mirada hacia ella.

—Te preguntaba si comiste bien esta mañana. ¿Desayunaste?

—Sí. Café y panqueques.

—Muchacho, ¿a eso le llamas comer bien?

—Cariño, Luisa… —carraspea don Felipe en dirección a su esposa, pero ella prosigue.

—Tienes que comer más, Noah, unos huevos fritos con salchichas sumado a lo que desayunaste no te habría sentado mal.

—Luisa…

—Es más, hasta se me hace agua la boca de imaginarlo. Prepararé eso mañana —determina decidida mientras se lleva otro bocado a la boca, tras masticarlo bebe un sorbo de zumo de naranja y vuelve a dirigirse a mí—. Y Noah, me enojaré mucho contigo si mañana me entero que no comiste bien. Debes estar muy fuerte, saludable y en especial en estos momentos —hace alusión a la situación por la cual estoy atravesando con Brooklyn y mi pasado.

—Lo entiendo, doña Luisa. Así lo haré —afirmo mientras también me llevo un bocado.

—Más vale que la obedezcas, Noah —me dice don Felipe—. Sino se pondrá como fiera y… —bromea, pero doña Luisa lo interrumpe.

—Y no degustarás más de mis galletas y malteadas todo un mes —completa por él.

—Doña Luisa, no puede hacerme eso…

—Créeme que puede —interrumpe Mía Geraldine—, cumplió conmigo por una semana.

—A mí también me castigó una vez con eso —dice Dieguín.

—Pero porque tú rompiste su florero favorito —le recuerda Mía.

—Y a ti porque te fue mal en tu examen —le echa en cara el pequeño.

—¿Pero tú que vas a saber si recién estás en pre kinder? —replica la niña y entonces Diego le saca la lengua, ella hace lo mismo.

—Niños —llama su atención doña Luisa—. ¿Quieren otra semana sin galletas?

—Noooo —niegan al unísono.

—Entonces a comer dejando de pelear —les ordena don Felipe y ellos con un puchero agachan la cabeza y se disculpan.

—¿Brenda, tú también mi cielo? —le pregunta doña Luisa, pero ella parece ensimismada.

Brenda Caterina revuelve el contenido de su plato con su tenedor. Tiene una expresión triste y decaída, su mirada permanece gacha y carece de brillo alguno, se nota algo pálida y creo que hasta ahora apenas probó bocado.

Siento una punzada en el corazón al verla así, ella no es la Brenda Caterina que conozco, y es por mi causa. Yo le di ilusiones, la llevé a lo más alto de las nubes y le corté las alas.

N/A:

Lamento muchísimo la pequeña demora que tuve en publicar este capítulo, pero ya ta 7u7

¿Muy sad no? :'( ThOdO en sTa vEda es SAD así que acostúmbrense xD Okno

Manifestarse aquí los #TeamBrooklynXNoah
#TeamBrendaXNoah que la autora no se decide pa' na' por cual team ir :O

Me hacen muy felíz sus estrellitas y comentarios, si te gusta la historia no te vuelvas fantasma ;-)

¡Gracias por leerme!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro