Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 14: En sus brazos

Brooklyn

—¿Sebastian? —pregunto incrédula.

¿Justo él debe estar aquí?

—¿Qué haces aquí? —pregunto con la voz ahogada.

—Quise pasar a verte —responde—. Pero no pensé encontrarte así —me señala con la mirada— en este estado.

—Pues no estás invitado a quedarte —acoto, mirándolo directamente a los ojos—. Si no te gusta lo que ves lárgate —hago el intento de retirarme, pues ya que al parecer ya no habrá vodka ni Martinis iré a encerrarme a mi habitación a calar unos cuantos cigarrillos y luego a intentar dormir. Pero Sebastian me detiene.

—Por Dios, Brooklyn. Solo mira cómo estás, jamás perdiste el control de esa forma.

—Pues ya ves —sonrío amarga y breve—. Siempre hay una primera vez.

—Creo que ya es hora de que lo superes —hace alusión a la "muerte" de Noah, mirándome fijamente—. Sé lo mucho que lo amabas, sé que te dolió muchísimo su muerte, pero tienes que seguir adelante o al menos intent…

—¡Noah está vivo! —lo interrumpo, de repente me siento encolerizada y con ganas de explotar. Quiero desahogarme, quiero sacar toda la rabia y frustración que estoy guardando en mi corazón. Sebastian me mira estupefacto, pero no le doy tiempo de pronunciar palabra alguna—. Así, como lo escuchaste, ¡Noah está vivo! ¡Noah está vivo, nunca murió!

—¿Y el disparo en la cabe…? —quiere preguntar, pero lo dejo con la maldita frase al aire.

—¡No fue mortal! No entiendo de cómo ¡pero no fue mortal! ¡Todo este maldito tiempo estuve llorándole a una estúpida lápida vacía! ¡Todo este tiempo le lloré a quien nunca estuvo ahí, a un ataúd vacío! Diablos, ¿y para qué? ¡¡Para que el señorito se enamorara de alguien más!! ¡De una insípida y sin sabor que es prácticamente una niña! ¡Para que antes de ello Noah estuviera en coma medio año y despertara con amnesia…! —apenas y acabo de percatarme que rompí en llanto, mi voz se quiebra poco a poco, pero prosigo.

»—Para que se olvidara de mí… del pasado que compartimos juntos, de que yo era su prometida a quien amaba… ¡Con quien se iba a casar y compartir una vida juntos! ¡Lado a lado! —con rabia pongo bruscamente uno de los mechones de mi cabello hacia atrás, y sorbo mi nariz a la par—. Dime, Sebastian, ¿por qué tuvo que pasarnos esto? ¿Qué hice mal? ¿Por qué… por qué…? —el llanto se intensifica, lo cual me impide continuar hablando.

Acto seguido Sebastian me abraza, no deja que continúe, solo me abraza. Yo quedo atrapada entre sus fuertes brazos, apegada a su pecho, empapando su camisa de lágrimas y escuchando los latidos de su corazón. A medida que lloro y saco así todo lo malo y amargo dentro de mí, él presiona un poco más su agarre.

Pero él no es Noah.

Su aroma no es el suyo.

La firmeza de sus brazos no es la que empleaba mi prometido conmigo.

Su calidez no es la misma, no es la que me hacía sentir protegida y complementada.

Este no es el hombre que amo.

No, no. Nada es lo mismo.

¿Y lo será acaso?

—Llora, llora —dice Sebastian—. Desahógate, Brooklyn. Lo necesitas, todo debió ser un tremendo shock para ti. Saca toda tu impotencia. Créeme, comprendo como te sientes —a pesar de tener las mejores intenciones del mundo, su voz se escucha lejana y me es ajena.

No entiendo mucho de lo que me está diciendo. O estoy muy ebria o me encuentro bastante aturdida. Ya no sé.

Pero sea lo que sea que esté hablando Sebastian, sé que sus palabras no son las que desearía oír de los labios de Noah. Que me recuerda, que me extraña, que me ama, que soy la única en su vida… que me pertenece. Pensar en ello vuelve a estrujarme el corazón, pues sé que aquello de momento no es así.

No es Noah quien está frente a mí dispuesto a decirme todo eso.

—Desahógate —vuelvo a escuchar, aunque esta vez su tono de voz es bajo, o al menos eso me lo parece.

Pero así lo hago, porque lo necesito. Necesito que Noah desocupe mi cabeza, así como yo lo hice en la de él. Pensar en él me hace mal. Pensar en lo que yo quisiera que me dijera y lo que sucede en realidad, me hace daño en estos momentos.

Al menos ahorita, debo sacarlo de mis obstinados pensamientos.

Mientras estoy en este confuso lío mental, siento un mareo y a mi cuerpo queriendo desvanecerse. No sé en qué momento dejé de llorar.

Brooklyn… —escucho, pero esa voz me es más lejana aún. Ya sin ser dueña de mis cinco sentidos me percato que estoy siendo sostenida desde la cintura. Mis pies ya no me sostienen firmemente.

Veo a mi cabello siendo llevado hacia atrás. Luego un rostro. Un bonito y atrayente par de ojos mirándome preocupados ¿Es ese Sebastian? ¿Entonces porque Noah está enfrente mío? La imagen no deja de moverse y confundirse y duplicarse.

Brooklyn —vuelve a pronunciar mi nombre, pero ya no sé si quien lo está haciendo es Noah o Sebastian.

Parpadeo confundida e intento normalizar mi visión. La imagen no se vuelve nítida pero sí menos borrosa y ahora no se mueve tanto, es mucho más leve su movimiento. Estoy convencida, es Noah quien está aquí.

—Dime que me amas, por favor —mi voz suena quebrada.

—Brooklyn…

—Necesito oírlo… —y no resisto más. Me enderezo, pongo mi mano derecha tras su cuello, para atraerlo hacia mí y mi mano izquierda abrazando su firme espalda, lo miro pícara, le sonrío coqueta, cierro los ojos y…

Y le planto un beso en los labios.

Si bien siempre besé a Noah con intensidad, pasión y posesión, este beso duplica aquellos tres, y en este expreso y plasmo todo mi ahínco, toda mi añoranza, todos mis sentimientos.

Muerdo sus labios, muevo su lengua buscando que lo haga a mi compás, mis uñas se clavan un poco en su espalda y mi agarre tras su cuello se reafirma más. E incluso estrujo un mechón de su cabello entre mis desesperados dedos de mi mano derecha. Pero algo anda mal.

Este no es el sabor de los labios de Noah. No es ese sabor dulce y embriagante que me volvía loca y me hacía perder la noción del tiempo y espacio. Sus movimientos no son los mismos, si es que los hay. El cabello que ahora agarro entre mis dedos no es el de él. No se siente igual. La pasión y energía si son las mismas, pero por parte mía, porque no estoy siendo correspondida para nada. No consigo tener esa sensación de éxtasis y placer que exclusivamente sentía con Noah, por más que me esforcé mucho con este beso.

No me siento satisfecha.

Paro el beso, me separo de sopetón, abro los ojos y veo a Sebastian frente a mí.

Ahora la imagen sí es clara.

¿Qué es lo que acaba de suceder? Por Dios, ¿qué acabo de hacer? Creo que de momento mi sentido racional hace presencia y por unos instantes no me siento bajo los efectos del alcohol.

Me siento sorprendida por mi actitud de hacia unos momentos.

Sebastian retrocede dos pasos hacia atrás y aún asimilándolo, se anima a preguntar:

—¿Q.qué fue eso, Brooklyn? —articula apenas, mientras no sabe hacia dónde dirigir la mirada.

—Te… besé —respondo y afirmo incrédula, mientras Sebastian se dirige a un escritorio caoba que está un poco más allá de la sala y yo involuntariamente llevo mis dedos hacia mis labios y los dejo allí.

No lo puedo creer todavía.

¿De verdad besé a Sebastian? ¿De verdad creí que él era Noah? ¡Definitivamente estoy mal! O bebí demasiado. Sebastian tiene razón, nunca perdí el control de mí misma de esa manera. ¿Qué está sucediendo conmigo?

Y hablando de bebida, conque ahí encima de aquel escritorio Sebastian llevó las botellas de vodka y las copas semi vacías de Martini, pues ahora con lo que parece enojo se sirve vodka en una de esa copas y se la bebe de un solo trago. Luego de un golpe seco apoya sus manos encima el escritorio y se queda absorto en lo que sea que esté pensando.

¿De verdad se enojó porque yo, Brooklyn Paris, lo besó? Río irónica ante su actitud. No digo que Sebastian no sea un hombre con porte y elegancia, sumamente guapo y atractivo, varonil y caballeroso —casi ya un treinteañero—, además de tener unos preciosos ojos azules. Pero yo que él, me sentiría afortunado de que una mujer como yo, igualmente con porte y elegancia, atractiva, sexy, exuberante, selectiva —porque soy consciente de mis atributos— y cuyo corazón pertenece a una sola persona lo haya…

¡Pero claro! Ahí está la solución. Creo que aún estoy bajo los putos efectos del alcohol, pues se me ocurrió algo que estando cuerda y en mis cinco no se me ocurriría. Vuelvo a sentir un fuerte mareo, pero intento mantenerme firme.

Noah no me recuerda, Noah me olvidó, mi presencia le hace mal y su rechazo me lo hace a mí. Y si él puede vivir sin mí, al menos puedo yo intentarlo. Puedo intentar olvidarlo en los brazos de otro, hacer que su esencia desaparezca de la mía. Por lo menos mientras dure.

El amor que siento por Noah sigue y siempre seguirá intacto dentro de mí. ¿Pero quién me dijo que no puedo sentir pasión y placer con otra persona? ¿Hace cuánto que no tengo sexo desenfrenado con alguien?

¿Pasaron ochenta y cuatro años?

Puto alcohol.

Sebastian se mantiene en esa misma posición, mientras yo sonrío coqueta y con pasos seductores y contorneando las caderas me dirijo hacia él, intentando no tambalearme en mi caminata. Claro, fallando un poco en el intento. El sonido y repiqueteo que mis tacones hacen al caminar es lo único que se escucha en el ambiente de momento.

Me sitúo detrás de Sebastian, coloco suave y seductoramente mi mano derecha tras su cuello, y lentamente ésta recorre hasta llegar y posarse un poco más allá de su hombro. Mi mano izquierda sostiene su brazo sin hacer mucha fuerza, más bien lo hace suavemente.

—Dime, ¿acaso no te gustó que yo te besara? —le susurro seductoramente al oído. De manera sorprendente, mi voz no titubeó al formular la pregunta.

—Brooklyn —habla al fín y se incorpora, haciendo que lo suelte. Luego me mira confundido y de forma directa con sus iris azules—. Yo, tú…

—Yo te besé. Tú no me correspondiste, pero vaya que te morías de ganas por hacerlo —mi voz suena algo ronca, pero no pierde ese toque seductor.

Mi mano derecha vuelve a enroscarse tras su cuello, y la izquierda lo envuelve por la parte baja de su espalda, atrayéndolo hacia mí.

Quedamos muy cerquita. Pecho contra pecho. Nuestros alientos se fusionan y entremezclan mutuamente, confundiéndose al igual que nuestras respiraciones. El palpitar de su corazón es tranquilo y sereno.

Cuando estaba en ese tipo de situaciones con Noah yo sentía cómo latía su corazón, agitado y ansioso por estar de una vez por todas conmigo, por poseerme y hacerme suya. ¿O es que Sebastian lo disimula bastante bien?

Debo dejar de compararlos.

Como Noah para mí nunca habrá otro igual, pero es con Sebastian con quien estoy ahora. Me vino muy bien su llegada, pensándolo mejor.

—Brooklyn, esto —continúa mirándome a los ojos e intenta hablar, pero lo callo colocando mi dedo índice sobre sus labios.

—Shh, no digas nada —susurro acercando mi rostro un poco más al suyo, como si fuera posible—. Sé que te mueres por hacerme tuya, Sebastian —digo mientras mi mano derecha ahora recorre su torso, lentamente y de forma que a él le resulte placentera—. Aprovecha, que hoy estoy a total disposición. Quién sabe si luego se me dé la gana —lo miro altanera.

Pero parece que nada resultó como yo lo esperaba, pues Sebastian se separa de mí y peina su cabello negro hacia atrás. Parece estar frustrado.

—¿Qué? —río, pero no se diferenciar si amargamente o porque estoy disfrutando esto. No me entiendo a mí misma.

Vuelvo a acercarme hacia él y coloco ambas manos sobre su pecho.

—¿Te intimido acaso? —susurro, y tras una pausa prosigo—. ¿A ti, Sebastian Montreal? Esa que sí no me la creo —vuelvo a reír breve, pero ahora acerco más mi rostro al suyo, mientras mis manos se prenden de su camisa. Sebastian no tiene ninguna expresión en su mirada—. O… creo que esa sí me la creo, porque sé que suelo causar ese tipo de efecto en los hombres. Incluido tú —le susurro con las mirada puesta en sus labios.

Ni bien termino de hablar cierro los ojos, jalo más de su camisa y sin previo aviso lo vuelvo a besar, mientras mi mano izquierda se enrosca tras su cuello y la derecha se posa en la parte baja de su espalda.

Él tarda un segundo en comprender que lo estoy besando, pero pasado aquél su mano derecha se posa firmemente en mi cintura y su izquierda me abraza por tras mi hombro, atrayéndome hacia sí, mientras comienza a corresponder al beso con la misma intensidad que la mía, como si fuera un momento que hubiera ansiado y al fín la ocasión se le da y quiere disfrutarla al máximo.

Sin separarnos siquiera un milímetro nos besamos salvajemente y sin pausas. Así como Noah solía hacer, Sebastian no deja que sea yo quien lo guíe, pretende adueñarse del momento, pero por supuesto que no le dejo. Ataco su boca con intensidad y por consiguiente él muerde mis labios, degustando esa acción, luego yo exploro su lengua y muerdo sus labios también. Mis uñas vuelven a prenderse de su cuerpo mientras su mano izquierda resbala a la parte baja de mi espalda y hace presión ahí.

Creo que se me olvidó cómo respirar.

El beso no está nada mal, pero no despierta sensación alguna en mí. No sé, sólo… no sé cómo explicarlo o describirlo. No es lo mismo, no hay química. Aunque lo que sí es que hay pasión entre nosotros, energía también, y mi cuerpo tiene ganas de más y más.

Necesito esto.

Sebastian se separa de sopetón de mí y empieza a depositarme rápidos besos al contorno de la boca, luego a lado de mi quijada, posteriormente baja de inmediato a mi cuello y empieza a morder ahí. Yo empiezo a gemir ante el acto.

Después de aquello Sebastian procede a bajarme la tira de mi vestido, entonces este resbala y yo avanzo dos pasos para quedar libre despojada de él. A la par yo rápidamente desabotono su terno, se lo quito y lo tiro a un extremo, luego prosigo a desabotonar su camisa y finalmente deshago el nudo de su corbata. Enrosco ésta alrededor de su cuello mientras sonrío divertida y coqueta, luego jalo de él para atraerlo hacia mí.

Volvemos a besarnos, pero esta vez soy yo quien hace que el beso sea breve e inmediatamente lanzo su corbata a un lado mientras él se despoja de su camisa y luego yo deposito un camino de besos hasta su cuello y lo muerdo, dejándole así un chupón. A la par que él muerde y lame mi hombro derecho con placer. Luego baja los tirantes de mi brasier y acto seguido muerde y lame mis pezones, mientras yo clavo mis uñas en su bien trabajada espalda ya desnuda y gimo de placer.

Extrañaba sentir esto.

Ya basta de Noah por hoy, ahora simplemente me dejaré llevar por el momento.

—Espera —Sebastian se separa de golpe y de imprevisto.

¡Ah, no! ¿Justo ahora weón?

—¡Justo ahora Sebastian! —protesto mientras intento retomar la acción—. No puedes parar, no ahora —quiero darle un beso para reanimarlo, pero él solamente se peina el cabello hacia atrás.

—Brooklyn, escúchame —me toma por los hombros, su voz suena calma, pero a la vez agitada y cauta—. Créeme que muero de ganas por estar contigo, eres una mujer muy guapa y sobretodo apasionada. Pero no así —suspira—, no quiero hacerlo contigo en este estado.

—¿Y qué tiene mi estado? —reclamo sintiéndome enojada—. Así estoy más disponible para ti —infantilizo mi tono de voz e intento volver a besarlo, pero Sebastian no me lo permite.

—¡Brooklyn, estás ebria! —exclama Sebastian, pero sin llegar exactamente a gritar—. Mañana de seguro no recordarás nada de lo que está sucediendo ahora, creerás que yo me aproveché de ti, la cual créeme, no es mi intención.

Ante tales palabras no puedo evitarlo, estallo en estruendosas carcajadas.

—¿Tú? O sea, ¿tú? ¿Aprovechándote de mí? —pregunto incrédula entre risas, río hasta casi ahogarme.

—Cualquier mujer en tu situación pensaría eso. Deseo estar contigo, pero quiero que tú seas consciente del momento —argumenta, entonces paro de reír y me prendo de sus fuertes brazos, mientras lo miro directamente a los ojos.

—¿Y quién coño te dijo, que no estoy consciente del momento, ahora? ¿Eh? —mi voz suena ahogada, pero directa y firme, mientras lo suelto—. Ya sea estando ebria como ahora, o en mis cinco sentidos yo siempre soy dueña de mis acciones —recalco—, y si pierdo el control es problema mío, ¿no? Además, nunca olvido lo que hago, y si mañana me arrepiento, problema mío también, ¿verdad?

Tras mis palabras hay unos instantes de un al parecer tenso silencio, hasta que Sebastian decide romperlo.

—¡Vaya! —exclama—. Ya tenemos a Brooklyn Paris de vuelta —aplaude y sonríe—. Entonces, ¿ningún tipo de reclamo mañana? —me mira directamente a los ojos a la par que arquea una ceja, niego con la cabeza en respuesta—. Porque a partir de este momento no habrá vuelta atrás.

—Espera —me dirijo a la cocina, mientras contorneo la cadera y el trasero en una pose sensual, procurando no tambalearme mucho. Sebastian me persigue y de seguro su vista está posada en mis contorneos.

Al llegar me sirvo un vaso con agua y me la bebo en dos tragos, luego me sirvo otro y repito la misma acción.

—Listo —digo triunfalmente, alzando la mano derecha en señal de victoria, mientras me muerdo el labio inferior seductoramente—. Para que luego no me salgas con el pretexto barato de que al momento yo no estaba lúcida.

—Lúcida o no tú eres igual de maravillosa —dice, entonces vuelvo a acercarme hacia él, Sebastian me rodea por tras mi hombro derecho con una mano mientras que la otra baja a sostener mi cintura, yo hago lo mismo que él, cerramos los ojos y entonces volvemos a besarnos.

Con este beso intentamos reavivar la pasión que sentimos minutos atrás, interrumpida por algo muy absurdo. Yo muerdo fuertemente su labio inferior y entonces la mano conque sostenía mi cintura baja a sostener mi muslo derecho, y mientras yo sigo degustando de sus labios él aprieta mi muslo y su mano hace un recorrido por allí.

Ante tal acción, para que él pueda hacer aquello más cómodamente —sin interrumpir el beso—, rodeo su cuello con ambas manos, luego enrosco mi pierna alrededor de la suya y por consiguiente la otra, a la par que mi mano izquierda aprieta fuertemente un mechón de su cabello.

Su mano izquierda acaricia mi espalda y la derecha continúa recorriendo mi muslo, hasta que inconscientemente se posa en mi trasero.

Al percatarme paro el beso.

—Pégame ahí —le pido en medio de un jadeo e inmediatamente prosigo a depositarle besos y a succionar la piel de la parte baja de su mejilla.

—¿Qué? —pregunta y me mira confundido.

—Que me des una palmada ahí, en la pompi —aclaro, pero antes de que lo haga añado—. Y que sea fuerte —entonces procedo a besar y morder nuevamente su cuello mientras siento la excitante palmada que me hace soltar un gemido y una breve risa de placer.

Ya sé que Sebastian no es Noah, pero quise —y quiero— sentirlo como si fuera él. Como si fuese Noah quien me estuviese haciendo el amor en estos momentos y no fuera en realidad un sexo de pasada con Sebastian. No solamente mi mente, no meramente mi corazón, sino que todo, absolutamente todo mi cuerpo, hasta la más mínima célula extraña y añora a Noah.

Pinche cabrón, ¿qué me hiciste para que te añore tan locamente?

—Vamos a tu habitación —sugiere Sebastian y entonces es mi turno de mirarlo confundida.

—¿Eh? —pregunto mientras continúo entretenida sacando un segundo chupón un poco más abajo de su cuello.

—Que vamos a tu habitación, preciosa —me mira con lujuria—. No querrás hacerlo aquí en la cocina, ¿o sí? —arquea una ceja divertido, entonces yo río con humor, mientras detengo mi acción y me remango los tirantes del brasier.

—Sería creativo. Pero, si así lo prefieres vamos al cuarto de visitas —me encojo levemente de hombros.

—No hay problema con eso —dice, y entonces vuelvo al ataque de sus labios.

Es un alivio que Sebastian lo haya entendido, eso de lo que no quise ir a mi habitación. Ese lugar es exclusivo de Noah y mío, jamás lo haría ahí con un tercero. Aquello sería como si le estuviera faltando al respeto a quien fue —y será— mi prometido.

Aún enroscada entre las piernas de Sebas, dejo que él me guíe hasta el susodicho cuarto. Ya allí me desprendo de él y lo empujo contra la acolchonada cama. Me muerdo los labios seductoramente y me abalanzo encima suyo. Luego procedo a sacar su cinturón y lanzo este a un extremo, prosigo por desabrochar la bragueta de su pantalón y sonriendo con lujuria se lo bajo y también lo tiro a un punto inexacto.

Es ahí donde cambiamos posiciones y ahora es Sebastian quien está encima mío. Me dedica una media sonrisa y procede a quitarme el brasier, arrojándolo, luego me baja las bragas y también las tira. Ambos reímos y él vuelve a besar mis pechos, acto seguido succiona la piel de mi seno izquierdo, dejándome un recuerdito cerca a mi pezón. Mientras que mis manos están posadas en su espalda y mis uñas se prenden ahí, mientras que suelto uno que otro gemido.

—¿Te gusta, verdad? —pregunta Sebastian, mirándome unos instantes y mientras procede a depositar un camino de besos hasta llegar a mi vientre.

—No está nada mal —es lo único que respondo.

Y es la verdad, Sebastian puede ser muy bueno en esta área, puede ser apasionado y complaciente, pero Noah para mí es insuperable, nadie nunca me satisfizo como él. Era sencillamente divino. Pero por supuesto que aquello no se lo diré a Sebastian ahora.

Luego sus manos bajan a tocar mis muslos mientras yo procedo a lamer sus hombros, depositando unas cuantas mordiditas rápidas. Es entonces que su mano derecha llega a mi clítoris y empieza a acariciar firmemente la zona.

Al sentirla mis uñas comienzan a arañar su espalda y empiezo a gemir un poco más. Pero, inevitablemente mis pensamientos comienzan a divagar y a confundirse.

No puedo evitar volver a pensar en Noah, en las formas que él usaba para estimular mi deseo, cómo acariciaba mi clítoris y me hacía desear con toda mi alma que nos fusionáramos en uno solo.

De una puta vez, Noah —me muerdo el labio inferior—. Hazme nuevamente tuya.

Recuerdo, recuerdo y no paro de recordar. Pero me percato que Sebastian detuvo su acción y me está mirando seriamente.

Oh no.

Maldita sea.

Pensé en voz alta.

Puto alcohol.

N/A:

¡¡Se prendió esta mierda!! 7u7 Brooklyn y el alcohol no son na' compatibles equis de xd.

¿Sebastian sentirá algo por Brooklyn? ¿Cómo reaccionará a lo que Brooklyn lo llamó Noah? 7u7

Ahí les dejo con el suspenso jajaja.

Besos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro