Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 13: Alejarme de ti

Brooklyn

La cagué.

La cagué y en grande.

Mi intención era intentar que Noah recordara. Que me recordase. Pero como la tarada que soy solo conseguí asustarlo. Si él está aquí, sin sentido frente a mí, es enteramente mi culpa. De nadie más.

Me siento tan impotente conmigo misma. Paso a paso dicen, y yo quiero saltarme todos ellos. ¡Mierda que soy tan idiota! Tanto que crearía mi propio meme mirándome al espejo y preguntándome por qué soy así.

—Noah, Noah, por favor reacciona, por favor mi amor —le doy palmaditas en el rostro, algo estúpido porque sé que no reaccionará de esa manera. Pero estoy asustada y no estoy con el intelecto al cien por ciento.

Me seco las lágrimas que empiezan a correr por mi rostro —suerte la mía que el rimel que traigo puesto es resistente a las lágrimas, sino parecería un mapache—, cierro los ojos y beso a Noah en los labios. Rogando para mis adentros que esto funcione.

No resultó.

Así que levanto con sumo cuidado y lentitud su cabeza, la apoyo con la misma precaución encima mi brazo derecho y vuelvo a besarle, esta vez un poco más largo y profundo, con más lágrimas haciendo su recorrido por mi rostro y mojando un poco las ahora pálidas mejillas de Noah. Con mi lengua intento reanimar la suya, muevo la mía en círculos, muerdo sus labios de la forma más placentera que le resultaba a él en un pasado, agarro y aprieto un poco un mechón de su cabello. Pero me separo frustrada y más asustada. No funcionó. Su desmayo no parece ligero. Está pálido y ahora tiene los labios entreabiertos debido al beso no correspondido que le di. ¡Agh! No sé cómo actuar en estos casos, jamás me pasó. Estoy frustrada.

Me duele. Me siento culpable. Yo lo puse así, está así por mi culpa, pero yo tan solo quiero recuperarlo, me siento muy impotente a la vez también. ¿Qué habrás recordado con exactitud, Noah? ¿Fue tan terrible acaso? ¿Fue tan malo? Siendo sincera la forma en que conocí a Noah me encantó muchísimo, fue como si hubiera encontrado a mi media naranja que me complementaría. Si hubiese sido yo quien hubiera perdido la memoria y ese fuese uno de los primeros recuerdos en recuperar, no podría evitar esbozar una sonrisa y sentir una cierta dicha interna de lo placentero que me resultaría.

¿Por qué a Noah le afectó tanto? Sigo sin entender. ¿O fue otra cosa lo que recordó? Empiezo a temblar.

«—Quiero que sepa que de verdad lo siento si llegué a incomodarla de alguna manera. No puedo decirle que no era mi intención puesto que no recuerdo ese detalle, pero ahora sí me disculpo con usted como se debe.»

En cuanto me dijo eso tenía ganas de lanzarle mi bolso de mano en la cabeza y preguntarle porqué carajos lo sentía. Yo no quería que lo sintiera en ningún momento. Él jamás me había incomodado, todo lo contrario. Yo quería que me contase felíz y emocionado lo que había recordado, no una puta y absurda disculpa. Que sintiera mucha dicha al recordar ese momento tan especial… y excitante que nos había conectado a ambos. Y vaya que sí tenía todas las intenciones conmigo.

Niego con la cabeza e intento despejarla. No es momento para pensar en eso. Ya habrá tiempo para llorar después. La prioridad ahora es que Noah despierte.

—¡Señor Felipe! ¡Señor Feli…! —resuelvo por levantarme e ir a tocar a su puerta con desesperación.

¿Por qué no sale ya? Vuelvo a insistir. Golpeo mis muslos, suspiro, pongo mis manos en las caderas y levanto la vista hacia el cielo. Doy dos vueltas inquietas y rápidas alrededor de mi propio eje y vuelvo a tocar la puerta.

—¡Señor Felipe, señora… por favor! ¡Tienen que ayudarme! —les suplico entre lágrimas. Es entonces cuando me abren, es don Felipe quien lo hace. Su señora esposa viene detrás de él.

—¿Qué pasó señorita Pa…? —pregunta, pero no le doy tiempo de seguir hablando.

—Es Noah. Se desmayó —digo sin más rodeos.

—¿Dónde está? —pregunta don Felipe con preocupación.

—Ahí —señalo con la cabeza hacia un lado de donde está un Ford Escort de color azul.

—Voy a por paños limpios —dice la señora y se adentra rápidamente en su casa, mientras don Felipe y yo corremos hacia Noah.

***

Noah

«Ya lo arreglarán. Más bien y aún mejor, ¿en qué íbamos nosotros?

—A que me refería, por ejemplo…»

«Licenciada Brooklyn Paris. Encantada.

—Es un placer.

—El placer es mío.»

«—Repítelo.

—Yo, Brooklyn Paris, soy completamente…»

«—¡Pero te digo que…!

—¡No te creo! ¡Eso es lo que tú…!

—¡Por favor créeme…!»

No sé si estoy soñando u es real, pero a cada momento las escenas saltan de una a otra, todas interrumpidas. Hubo más pero no recuerdo cuáles eran, o más bien eran como una señal cortada de televisión, todas distorsionadas, exceptuando las últimas cuatro. Aunque todas interrumpidas de repente.

No sé qué está sucediendo, me siento muy confundido. Es como si estuviera rememorando esos momentos pero a velocidad luz, sé que tienen que ver y están relacionados conmigo, estoy presente brevemente en ellos, pero no me siento parte de ellos. Ante las últimas palabras que llego a escuchar empiezo a abrir los ojos poco a poco.

—Está reaccionando —escucho la voz de una mujer, solo que no sabría distinguir de quién en específico.

—Vamos, denle su espacio —dice otra persona, pero los oídos me zumban un poco. Al abrir los ojos veo un cielo celeste frente a mí, unas cuantas nubes más allá, un rayo de luz y empiezo a bajar la vista, aturdido. Veo los rostros con algo de nebulosa y doble (pero tendiéndose mi visión a normalizar) de doña Luisa y don Felipe enfrente mío, un poco más a la derecha el de Brenda Caterina y a la izquierda el de… Brooklyn Paris, que es donde dejo de ver mal y mi vista se vuelve más nítida.

Tengo que salir de aquí. Así que intento incorporarme como puedo. Solo alcanzo a sentarme.

—No, todavía no te levantes de golpe —me detiene doña Luisa—. Acabas de sufrir un desmayo y tu cuerpo está débil.

¿Qué?

—Tómate primero esta limonada. Te hará reaccionar un poco —Brenda Caterina me alcanza un vaso con lo que supongo es limonada, pero no me dirige la mirada. Por inercia y porque también necesito energías —aún me siento un poco mareado— empiezo a beber su contenido.

—¿Te encuentras mejor? —me pregunta Brooklyn.

Nuestras miradas cruzan unos momentos, no sabría descifrar la mirada de ella ni el tono de voz que empleó. Además de una cierta preocupación se mantiene casi inexpresiva. Asiento como respuesta a su pregunta trémulamente, desviando mi vista.

—Te ayudo a levantarte —don Felipe me extiende su mano y apoyado en ella consigo incorporarme.

—Gracias —les digo tímidamente, avergonzado por lo que acaba de suceder—. Y perdonen las molestias.

—No tienes qué agradecer —dice don Felipe, suspirando.

—Te pondrás mejor —me dice Brenda Caterina colocando su mano sobre mi hombro y dirigiéndome la mirada unos breves instantes—. Voy con los niños —anuncia y se adentra en la casa con lo que parece ser algo de prisa.

—Ahora, no puedes ir a tu departamento en este estado y debes descansar. Puedes dormir en la que era tu cama en el cuarto de Emmanuel para recuperar fuerzas. —Me sugiere don Felipe.

—Le agradezco mucho el ofrecimiento, don Felipe. Pero necesito un tiempo a solas.

—¿Recordaste algo? —pregunta con interés. Asiento con la cabeza en respuesta. Don Felipe se ve tentado de hacerme más preguntas pero prefiere guardar silencio al respecto—. Con mayor razón, debes quedarte a descansar. Necesitas despejar tu mente.

—Prometo que nadie te molestará —me dice doña Luisa brindándome una sonrisa maternal—. Mantendré a los niños ocupados y además te prepararé chocolate caliente para que recuperes energías.

—De veras gracias —le sonrío brevemente en disculpa, pues sé que el chocolate caliente que prepara es una delicia—. Pero necesito estar a solas, pensar en qué concretamente recordé. Estoy… estoy con la cabeza hecha un revoltijo —suspiro y dirijo la mirada unos instantes hacia Brooklyn Paris, quien continúa inexpresiva y totalmente al margen.

Siento ganas de huir.

Don Felipe lo piensa por un momento, pero parece que accedió a mi indirecta petición.

—Está bien. Te llevo a tu departamento. Luisa cuida a los niños, voy por las llaves de la camioneta —le da un beso en la mejilla a su esposa.

—No, está bien —interviene Brooklyn—. Yo puedo llevarlo en mi auto —ahora ya no está inexpresiva, sino parece ansiosa y un poco suplicante. O son imaginaciones mías.

—Dejó su auto para más pintura, ¿recuerda? —le pregunta-afirma don Felipe.

—Pero traje ot… —quiere sugerir Brooklyn, pero la interrumpo.

—No se moleste más señorita Paris. Ya estoy bien —le dirijo una breve, pero un poco amarga sonrisa—. Muchas gracias señora Luisa —la tomo de las manos.

—Cuídate Noah —me da un beso en la mejilla—. Y descansa, te lo digo enserio. Nos diste un gran susto —me mira con advertencia.

—No se preocupe —le sonrío y aún un poco mareado sigo a don Felipe.

***

Me encuentro paseando de un lado al otro y nuevamente de un lado al otro a la par que intento tranquilizarme.

Don Felipe y yo no hablamos mucho durante el trayecto, él me conoce tan bien que sabía que no era un buen momento para responder preguntas, pero sí me recomendó que descansara y si no tenía problema alguno y me encontraba preparado le platicase sobre esto mañana, pues ya sabe que recordé algo. Accedí, pero no estoy seguro de que para mañana estaré más tranquilo. Me dejó recostado en la cama pero cuando se fue me levanté de allí. Tampoco estoy seguro de poder descansar.

Ahora me paso las manos por el cabello con frustración y luego coloco mi mano bajo el mentón, para después golpear la mesa en un intento de desahogo y tirarme a la silla. Ya allí vuelvo a pasarme las manos por mi cabello y ahí se quedan.

Suspiro.

De las cuatro últimas escenas que vi dos ya había recordado, la primera con apenas minutos de comparación y la segunda fue como conocí a Brooklyn, mi primer recuerdo. Pero las últimas dos… son recuerdos recientes, porque estoy seguro de que lo son.

«—Repítelo.

—Yo, Brooklyn Paris, soy completamente…»

En este recuerdo Brooklyn estaba frente a mí, solo podía distinguirle el rostro, pero ambos nos mirábamos muy fijamente y sentía que una de sus manos aprisionaban un mechón de mi cabello. Además yo le sonreía de medio lado, satisfecho por lo que ella me iba a decir, o repetir.

¿Qué habrá sido? No pude descubrirlo dado a que el recuerdo saltó a otro en ese instante. Y este último es el que más me inquieta.

«—¡Pero te digo que…!

—¡No te creo! ¡Eso es lo que tú…!

—¡Por favor créeme…!»

Estábamos peleando. Brooklyn y yo peleábamos muy acalorados. Solamente que aquí ya no hubo imagen alguna de ese recuerdo y las voces se confundían entre sí, no sabría decir qué fue lo que dije yo y qué lo que dijo ella, pero tengo una cierta sensación de que era sobre un asunto grave, pues ambos estábamos muy alterados y ante la última frase uno de los dos estaba llorando. Fue en ese momento en que comencé a despertar.

Aunque sinceramente no me imagino gritándole a una mujer.

Ese creo fue el motivo de mi desmayo, no tanto por la impresión de lo que Brooklyn me decía, bueno, en parte sí, pero principalmente porque empezaron a asaltarme varios flashbacks a la vez, de los cuales solo conseguí conservar cuatro. Estuve a punto de recuperar parte de mi memoria, pero mi cerebro se negó a conservar y analizar esa información. Era todo como una señal malograda de televisión y luego como cuando se corta la luz.

Ahora bajo mi mano izquierda y apoyo la derecha en mi frente, apenas y me percato que una solitaria lágrima resbala por mi mejilla.

Durante el tiempo en que Brooklyn y yo estuvimos juntos, comprometidos (aún me cuesta asimilar que lo estuvimos), ¿habremos tenido peleas similares a esas? Todas las parejas las tienen aunque sea alguna vez, ¿pero las habremos tenido con frecuencia? ¿Habrán sido de cosas sin mucha importancia o de asuntos realmente serios?

No lo sé. E intentar recordarlo me está ocasionando nada más que incrementar el dolor de cabeza, con el cual desperté.

Pero si hay algo que sé con certeza es que ahora estoy con más incógnitas y dudas que antes. Aunque la diferencia es que ahora ya no me encuentro tan seguro de querer saber. Pienso que tal vez sea mejor que continúe viviendo ignorando al que fue mi pasado, estos tres años si bien con curiosidad, pero debo decir que fueron muy felices: Conocí a unas personas maravillosas (con quienes me siento en familia), sentí lo que es ser acogido en un hogar, aprendí un oficio y ahora trabajo en lo que descubrí que me gusta hacer… Tenía todo lo que necesitaba para ser felíz. E ignoraba casi todo sobre mi pasado, no tenía mucho de qué preocuparme más que de recuperarme y salir adelante. Incluso hasta creí haberme enamorado —aunque ese asunto aún no logro definirlo— de una buena muchacha, inocente y de un corazón puro.

Pero desde que apareció Brooklyn Paris… me la paso ensimismado, confundido, intrigado, angustiado y también puedo decir que decepcionado de mi yo del pasado, ese que parecía que era según lo que recordé. Tan solo son pequeños fragmentos de lo que fue mi vida pasada, pero siento que dicen mucho. Y que no me auguran nada bueno.

Ahora vuelvo a golpear la mesa con mi mano derecha y la recargo contra mi cabeza. Mientras más y más lo pienso creo que lo mejor es que empiece a ignorar la curiosidad que siento a veces respecto a mi pasado, que deje de indagar sobre él y sencillamente… lo deje estar.

Sí, es lo mejor, pues no me encuentro preparado para conocer otros datos sobre cosas que hice en mi pasado y de las cuales no me sentiría orgulloso.

Brooklyn Paris me intriga mucho, muchísimo a decir verdad, pero tengo que ignorarla a partir de ahora. Debo hacer de cuenta que nunca apareció en mi vida.

Brooklyn Paris debe continuar permaneciendo en el olvido.

¿Pero por qué parece una tarea tan complicada?

***

Brooklyn

Conduzco sin rumbo alguno.

Conduzco, conduzco y conduzco, muy alterada. No hago otra cosa más que conducir. Luego golpeo el volante con furia y sorbo mi nariz, intentando por enésima vez ser fuerte y no llorar.

Pero me es inevitable. Parece que estaré condenada a llorarle hasta no sé cuando. Primero, por los problemas que teníamos, luego, por su "muerte", ahora, porque no me recuerda. ¿Qué más sigue?

Estoy cansada de sufrir. Estoy harta, totalmente harta. Asustada además y principalmente, un tremendo escalofrío recorre ahora mi espina dorsal. Suspiro y niego.

No puedo parar de pensar en lo que Noah pudo haber recordado. ¿Será en como nos conocimos? ¿Será alguno de nuestros momentos íntimos? ¿Será un solo recuerdo o, varios? ¿Habrá recordado que yo…?

—¡Aghhhhh! —grito, mientras golpeo el claxon histérica.

Por cierto, mi auto favorito continúa en el taller ese, tuve que traer mi auto deportivo Corvette, el cual es rojo también. Tengo cierta obsesión con ese color. Apasionante color ¡que también me recuerda a Noah!

Necesito un trago. No, dos tragos. ¿Dos? Aún me parece insuficiente, necesito más. Necesito más y más y más tragos. Quiero que me dé amnesia como a Noah para no recordar lo mucho que le quiero a ese imbécil.

Está decidido. Ahora mismo me dirigiré hacia mi casa y llamaré a Smith. Pepita —su insípida novia— detesta que lo moleste cuando no está en horario laboral. Pero las cosas son así, él está a mi disposición en todo momento, de todos modos no puede quejarse, le pago extra por los favorcitos extracurriculares que me hace.

Y me vale una reverenda mierda lo que opine esa mujer. Si es que puedo llamarla así.

***

—¡Salú Smith! —brindo al aire mientras me incorporo tambaleándome y río a carcajadas—. No, ¡no! —digo de repente.

—¿Q.qué, licenciada Paris? —pregunta él, también parándose y riéndose a carcajadas conmigo, mientras se acomoda los lentes y vierte un poco del Martini seco en el piso sin percatarse. Se parece al Chavo del Ocho haciendo eso—. ¡Paris! ¡Como la ciudad, —eructa— de Paris en Francia!

¡Oh, sí! Smith acaba de descubrir América, qué gran aporte a la humanidad.

Sip, lo obligué a venir a embriagarse aquí conmigo. Por supuesto que no iba a hacerlo sola. Pero claro, sin la servidumbre presente. En cuanto llamé él estaba teniendo sexo con Pepita —no le llamaría "hacer el amor" con semejante vaca, es zoofilia—, lo digo por la voz de tarado que empleó al contestarme y por los tremendos mugid… diré, gemidos que emitía la Tronchatoro de su novia. Y no lo digo porque sea gorda, más bien porque es robusta en exceso.

«—¡Qué mal gusto Smith!»

Recuerdo haberle gritado furiosa.

—«Pe, pe, perdone li licenciada Paris. ¿Sí, dígame?

—Necesito que dejes de follar con vacas y te dirijas de inmediato a mi casa.

—¿Vacas? No, no hay vacas aquí licenciada —pobre inocente, pensé.

—¿Y esa que no para de mugi… digo, de gemir, quién es?

—¡Oígame licenciada…! —gritó enfurecida su novia, pero la ignoré olímpicamente.»

¿O mejor me quedaba con el apodo de Tronchatoro?

«—No te pagan por tener sexo con vacas. Dirígete a mi departamento ya o consideráte despedido. Lo digo enserio. Te quiero aquí YA.»

Y colgué. Creo que ambos discutieron después de eso por la expresión derrotada que traía Smith al llegar. Pero ahora está más felíz que como si se hubiese ganado la lotería. Carcajeando algo así como mujer encolerizada.

Creo que el alcohol le resulta una mejor compañía que su propia novia.

—No seas bruto pues menso —le digo mientras me dirijo hacia él con tambalones y la vista distorsionada, también vertiendo de mi propio líquido hacia el suelo, apenas percatándome—. Se sirve, así. Mira —vierto vodka a chorrones a la copa de Martini de Smith, mojando así también mi vestido.

¿O son dos copas las que estoy agarrando con una sola mano? Lo parece pero, a propósito, ¿dónde está la mía? Veo mi otra mano vacía y me tambaleo dos veces en mi sitio, para luego mirar hacia el suelo.

—¡Ah! Ahí habías estado —le digo a mi copa que ahora está desparramada en el suelo. Tan desastrosa como yo.

Continúo con mi tarea de servir vodka en la copa de Smith y luego le lanzo sin mucho cuidado una aceituna. Con poca delicadeza se la extiendo a mi asistarado.

¿Lo ves? ¡Así se hace weón! —exclamo mientras recojo mi copa del suelo y procedo a servirme también más vodka al ahora muy lamentable y casi inexistente cóctel—. Ahora sí, ¡quiero brindar contigo! —anuncio con una sonrisa triunfal, como quien se gradúa de la universidad.

—Brindemos… porque me quedé con trabajo —exclama Smith, tambaleándose. Entonces yo niego algo frenéticamente con la cabeza.

—No, no. Por eso no.

—¡¿Pero por qué por eso no?! —reclama indignado.

—Porque de todas formas… te ibas a quedar, con trabajo. No planeaba, despedirte enserio —me cuesta un poco pronunciar tantas palabras a la vez—. ¡Y no me levantes la voz! —me altero—. Soy, tu superiora y tú, nada más que mi asistarado.

¿Asistarado?

—Sí, ¡y no me cuestiones! Brindemos de una puta vez.

—Y entonces, ¿por qué vamos a brindar?

—¡Brindemos! Porque Noah me olvidó —de repente me siento melancólica y triste.

—Oh, licenciada… —Smith quiere acercarse a darme un abrazo, pero con un movimiento de manos lo detengo.

—¡Déjame terminar! —chillo y prosigo—. Brindemos, por mi vida de mierda. ¡Brindemos…! —alzo la voz—. Porque Noah ya no me quiere. ¡Ya no me quiere! Y yo lo amo como los mil demonios maldita sea. Brindemos porque él, el amor de MI vida —enmarco la palabra "mi"—, se enamoró de otra chica mientras yo le lloraba, a una estúpida lápida vacía. Mientras yo sufría él… se estaba enamorando… de alguien más —empiezo a llorar amargamente.

Todos los malos recuerdos hacen mella en mi cabeza. ¿Qué le vió a Brenda Caterina que no tuviera yo? Esa chiquilla apenas y me llega a los talones. ¿Pero por qué estoy pensando en ella ahora, si ya la alejé de Noah? Parece que me pasé un poco de copas.

Smith vuelve a hacer el intento de acercárseme pero no lo dejo.

—¡Deja! —me hago a un lado, suspiro e intento calmarme. Lo consigo un poco—. Por todo ello y más, ¡salud! —bebo en seco el contenido de mi copa y me sirvo aún más vodka.

Luego otra vez, otra vez, otra vez y otra vez.

El ambiente permanece en un tenso silencio que no hace más que aumentar mi depresión.

—¡Smith! —grito, pues cuando volteé hacia él había estado durmiéndose sentado en el suelo y apoyado contra la pared, abrazado a una botella de vodka.

—Sí, sí, sí, sí, sí, di di dígame li licenciada —se incorpora sobresaltado, casi haciendo caer la botella contra el suelo.

—Deja de tartamudear que me emputa cuando lo haces y pon música —le ordeno mientras me apoyo contra la mesita que está al medio de mi sala para no caerme. Siento que el equilibrio me está fallando un poco—. Pon una triste, melancólica, esas de desamor.

—¿Y en dónde pongo música? —pregunta con la voz ahogada. Está igual o más embriagado que yo.

—En tu IPhone pues tarado. Ahí —le saco el tal desde el bolsillo de su chaleco de modelo anticuado y se lo alcanzo con rudeza—. Pon una que me deprima hasta los tuétanos.

Busca unos buenos eternos segundos alguna opción. Pero tal parece que no encuentra y eso termina por exasperarme.

—Trae acá —le quito su IPhone (el cual le regalé el año pasado por Navidad, por cierto) y busco una buena canción en su playlist.

¿Los pollitos dicen pío pío? ¿Susanita tiene un ratón? ¿Con mi burrito qué…? ¡¿Qué?!

—¿Acaso no terminaste de crecer Smith? —le pregunto alterada, pero más que alterada incrédula. O es el alcohol que me está haciendo alucinar cosas locas.

Pero ahora lo veo y está sonrojado a más no poder.

—Li, licenciada ta tal vez haya una bu buena opción más abajo —sugiere y yo hago caso, desplazo la pantalla hacia abajo.

¿Soundtracks de boxeo? ¿Soundtracks épicos? ¿Qué?

—Treinta y siete canciones… y no encontré nada —la vista se me nubla un poco, pero me recompongo rápido—. Podría despedirte por tener tu playlist tan pobre y que las pocas canciones que hay son tan ñoñas. Eres decepcionante Smith —le digo arqueando una ceja.

Entonces él se pone a llorar.

—Pe pe perdóneme. No fue mi intención. Pepita fue quien puso los soundtracks esos… Y ade además soy consciente de mi lamentable vida social y…

—Ya, ya, ya. No quiero oírte. Vete, quiero estar sola —lo corro, pero él continúa lamentándose—. ¡Vete de una vez!

Entonces reacciona.

—A antes, ¿pu puedo llevarme una para el…? —se alza una botella de vodka con la mitad de contenido.

—Ya ya, llevátela. Pero lárgate —me pongo arisca y entonces lo veo retirarse a tambalones y el pantalón algo-muy caído.

Me dió un poco de pena correrlo así pero realmente su compañía no me estaba ayudando en nada. Continúo bebiendo. O eso quise hacer puesto que oí una voz masculina en la puerta de entrada —distinta a la de Smith—, o… No, no, debo estar imaginándomelo. Y al fín y al cabo, me da lo mismo. Todo ahora me da igual.

Solo quiero beber.

—¿Brooklyn? —escucho a lado mío. Pero lo ignoro—. ¿Pero qué estás haciendo? Deja eso —alguien acaba de quitarme la botella de vodka pero yo me encapricho com recuperarla.

—¡No, no! —pero es inútil, la botella ahora está lejos de mí. No me rindo y voy a por otra. Pero esta también se va fuera de mi alcance. Entonces no veo más opción y voy a sentarme en el suelo al igual que Smith hace minutos, pero alguien me detiene.

—¿Qué está sucediendo, Brooklyn? —me sujeta sin mucha fuerza por las muñecas. Entonces me veo obligada a mirarle.

—¿Sebastian? —pregunto incrédula. No puede ser que justo él esté aquí.

N/A:

¿Qué opinan de Brooklyn borracha? xDD ¿Es un amor verdad? Jajaja, pero explota a nuestro Smith :'(

¿Creen que Noah pueda mantenerse alejado de Brooklyn? Tal vez sí, tal vez no… Todo es posible xD

¿Brenda Caterina se alejará también definitivamente de Noah? Todo puede pasar, mis niños.

¿Qué tal el playlist de Smith? Chicos como él ya no hay xDD

¿Y quién será Sebastian? ¡Intriga a milll!

En fin, les dejo con el pinshe suspenso y les deseo una felíz Noche Buena. Coman mucho panetón y sean felices, no beban como Brooklyn.

¡Felíz Noche Buena mis amores!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro