CAPÍTULO 10: Dejar ir
Brooklyn
¿De cómo habría imaginado o siquiera cruzado por mi cabeza que un día tendría que separar a alguna chica de mi Noah, con fragmentos de Orgullo y Prejuicio? ¿Y encima, siendo este al parecer uno de los libros favoritos de tal chica? Sin duda, en un milenio. Fue algo improvisado, pero bastante efectivo.
A mí también me fascina leer, pero no soy para leer cosas con trama calma, lenta o tranquila, me gustan los libros llenos de intensidad, cargados de emociones fuertes.
50 sombras de Grey sería mi libro favorito sino fuera porque el tipo desfoga en Anastasia lo malo de su pasado, y la forma en que tienen sexo es una por demás salvaje y violenta. ¿Háyanse visto azotes así en la vida real? Noah era parecido a Christian, pero no era tan violento ni salvaje en ese sentido. Tenía sus encantos.
En fín, ya no puedo esperar para correr a los brazos de Noah. Abrazarlo, besarlo, hacerle recordar, llevarlo a conocer el firmamento y la explosión de galaxias nuevamente, fenómenos que ocurrían dentro de nosotros cada vez que hacíamos el amor.
***
Brenda Caterina
Estoy llorando.
No pude permanecer un minuto más junto a Brooklyn Paris, no podía ya verla a los ojos, no sabía ni sé cómo sentirme…
Camino desorientada, pero no soy capaz de dar ni un paso más, me apoyo contra la pared, me deslizo poco a poco por esta y estallo en lágrimas.
Es la primera decepción amorosa que sufro. Y Noah no me hizo precisamente nada que es lo irónico. Duele, duele mucho. Siento como si me hubieran estrujado el corazón, y además, para rematarla, siento culpa. Culpa con Brooklyn Paris.
Primeramente porque cuando la vi por primera vez parada frente a mí en mi casa… Dios, sé que está mal y te pido que me perdones, pero me sentí amenazada, puesto que casi de inmediato comprendí de quien se trataba, una mujer así de elegante jamás pisaría nuestra casa porque sí. Pero además de amenazada me sentí intimidada, Brooklyn Paris es… una mujer en todo el sentido de la palabra. A diferencia mía.
Soy consciente de que soy bonita y obviamente me sentía contenta conmigo misma, con el cuerpo que Dios me dió, hasta que la vi a ella. Alta a lo normal, fina, elegante, guapa, muy sexy, con buen porte y por supuesto atractiva a cualquier vista masculina, por unos momentos pensé que era de la clase de personas que piensan que todo se resuelve con dinero y que están acostumbradas a que se haga su voluntad, que son arrogantes y prepotentes.
Pero no.
A lo que vi ella es una buena persona. Simpática, con cierta picardía y buen sentido del humor, muy amable y comprensiva. No fue directo al grano conmigo, se dió de rollos a propósito para no lastimarme, cosa que admiro, por su buena intención. Pero lo que ella no sabía es que de una u otra forma me iba a lastimar, y ya lo hizo. Aunque no fue su culpa.
Ella volvió para recuperar a su novio, a su prometido, puesto que aunque Noah no lo recuerde comparten un pasado juntos. Juntos.
Esa palabra que ilusamente relacioné conmigo y con Noah en un futuro, claro, si lo intentábamos y funcionaba. Jamás conté con que hubiese tenido una prometida en su pasado, ¡con quien se iba a casar! Y quién sabe, tal vez Brooklyn Paris querrá retomar los planes de boda.
Por todas las cosas que me dijo, se nota que lo ama intensamente, con mucha devoción, me conmovió la forma en que me contó que sufrió por Noah al creer que éste había muerto. Dios, debió ser muchísimo peor a lo que estoy sintiendo ahora. Sentí punzadas de culpa cada vez que me decía una palabra referente aquello, así como de vergüenza por haber soñado tantas veces con un príncipe azul que no es el mío.
¿Por qué tiene que estar rompiéndoseme el corazón de esta manera? Me repito una y otra vez mentalmente que el sufrimiento es necesario para el ser humano, de ahí se aprende así como de los errores.
Ella lo ama, no hay duda. ¿Pero Noah? ¿Seguirá amándola? ¿Brooklyn Paris continuará estando en su corazón? ¿El amor depende de la memoria? Dios mío, tantas incógnitas y ninguna sin respuesta. O… ¿sí?
Lo que le dije a Brooklyn Paris es verdad. Yo no me di cuenta de que había tomado el impulso de besar a Noah, hasta que sentí mis labios masajeando los suyos, mi lengua buscando explorar tímidamente la suya. Pero en ese momento se me nubló todo. Tenía la esperanza inconsciente de que Noah me correspondería. Y no lo hizo, se quedó anonadado, como quien no se lo espera. Por ello sentí morir de vergüenza. ¿No se supone que es el varón quien toma la iniciativa? Si mis padres supieran de esto estarían decepcionados de mí.
Aunque fuera de esto llegué a la conclusión de que Noah me ve nada más como a una buena amiga, y yo confundí las cosas. Pero, ¿y la forma en que me tomó de la mano el sábado? Ese sencillo gesto significó mucho para mí. No, no. Fui yo quien malinterpretó las cosas.
Noah perdió la memoria, pero sigue comprometido con Brooklyn Paris, ella está dispuesta a recuperarlo y a hacerle recordar, él lo hará, después de un tiempo tal vez se casen y pues soy yo quien juega mal tercio. Debo frenar mis ilusiones aquí y dejarlos ser felices. Por más que me duela. Por nuestro bien. Para evitar más sufrimiento a los tres.
Pero en algo Brooklyn Paris está equivocada, lo que yo tengo no son sólo meramente ilusiones como ella quiere creer. Yo lo amo. Amo a Noah Anderson, con toda mi alma. Y porque lo amo, es que procuraré su felicidad.
***
Acabo de llegar a mi casa. Antes de hacerlo por más que lloré hasta casi secarme, limpié todo rastro de lágrimas y me lavé el rostro en un baño público lo más que pude. A tal punto que la gente me miró extraño.
—Brenda, hija. ¿Cómo te fue? —me pregunta con cariño mamá. Dándome un abrazo al cual correspondo.
—Bien, creo —sonrío breve y me encojo levemente de hombros.
—Tu padre ya me contó todo. ¿Cómo te fue con Brooklyn Paris? ¿Fue descortés, te amenazó o algo?
—¿Cumplió con su palabra de no decir nada fuera de lugar? —añade mi padre, quien acaba de bajar por las escaleras.
Asiento con la cabeza.
—¿De veras, hija? ¿Nos estás diciendo la verdad?
—De veras, por más raro que suene, no hizo nada de eso.
—¿Entonces? —pregunta mamá.
—Sólo conversamos —doy un leve suspiro.
—¿Y tú cómo estás después de eso? —pregunta papá.
—Bien, padre, bien dentro de lo que cabe.
—¿Quieres… hablar de ello? —papá me toma de la mano, preguntándome con la mirada si estoy preparada para hablar de eso.
—Ella, se portó muy amable. Fue una plática trivial al principio, pero poco a poco tocamos el tema de Noah. Brooklyn Paris, me agradeció lo que hicimos por él, me contó lo que sufrió cuando pensó que había fallecido y, oh por Dios, les juro que la noté sincera. Luego me comentó que usted le contó el primer recuerdo de Noah, de cómo él… la conoció. —Cierro los ojos unos instantes, con dolor. Es inevitable.
—Tuve que hacerlo, hija mía —papá me toma de las manos.
—Lo sé.
—También me ha dicho que usted le contó que el doctor Bacchelli les dijo a Noah y a usted que el que haya recordado algo es un buen indicio, y conviviendo con gente o cosas de su pasado puede ir recuperando la memoria.
—Es verdad —papá suspira.
—Y que ella es la persona más indicada para hacerlo —apenas y me di cuenta que mientras dije estas palabras una lágrima rodó por mi mejilla.
—Oh, hija mía, cuánto lo siento —mamá me abraza, y yo le correspondo, escondiendo mi cabeza entre sus hombros.
Además de su rol de madre, ella es algo así como la mejor amiga que podría desear. Ella mejor que nadie sabe sobre mis sentimientos por Noah, es más, fue la primera en saberlo. Recuerdo la vez en que se lo conté, compartió mi emoción, pero también me aconsejó ir con calma, más unos consejos útiles, como por ejemplo, que no volara muy alto con mis ilusiones, pues las caídas estrepitosas contra tierra suceden, pero que tampoco diera nada por perdido, pues las esperanzas sí necesitan volar, y que para eso también, analizara si era correspondida, notando las actitudes de él para conmigo. También me recordó que mayormente es el varón quien debe tomar la iniciativa, a no ser que notase que sí era correspondida y él se tardase mucho. Y sobretodo, que por más que me gustase mucho, no dejase de ser yo misma, que si él se enamoraba sería de quien soy realmente.
Y eso hice todo este tiempo. Pero hubo un consejo que mamá olvidó: Que en el corazón no se manda, no se impone. Y yo recién lo estoy aprendiendo. Me siento tan novata en estas cosas del amor. Pero bueno, a quien le toca por primera vez, ¿acaso no se siente un inexperto también?
—Llora, Brenda, hazlo. Te hará bien —me dice papá, mientras también me abraza. Aunque no tan a detalle como mamá, él también conocía sobre mis sentimientos—. Desahógate, mi niña.
A excepción del beso con Noah, casi nunca existieron secretos entre nosotros.
Mis lágrimas son silenciosas, no emito ruido alguno, pero sí son significativas. En ellas están reflejadas todo el dolor que estoy sintiendo. Pasados unos minutos el llanto aminora poco a poco.
—¿Te sientes mejor? —papá pone una mano sobre mi hombro. Y yo asiento en respuesta.
—Lo superaré, ya verán. No es culpa de Noah, fui yo la que se hizo ilusiones y… confundió amistad con amor. Tampoco es culpa de Brooklyn Paris, ella, como todo mundo pensó que él había muerto. Nunca rompió su compromiso con Noah, iban a casarse y, el atentado fue repentino. Ahora que se reencontraron, no quiero ser un obstáculo para ellos, pues, según la actitud de Noah estos días desde la visita de Brooklyn Paris, se nota que le removió el corazón. La sigue amando, y ella a él, me lo afirmó, quiere recuperarlo, y no soy quien para impedírselo. Yo… amo a Noah, y me duele, pero más que todo quiero que él sea a felíz. Y lo acepto si no es a mi lado. Por favor, no quiero que su trato para con él cambie después de esto. Me, ¿me lo prometen? —se los pido aún con lágrimas en los ojos, tomándolos de las manos.
—Te entendemos completamente, hija mía —habla papá—. Quiero que sepas que estamos muy orgullosos de ti, por la actitud tan madura que estás tomando. Eres una persona con el corazón puro y bueno. Respecto a Noah, no te preocupes, a pesar de todo sabes que es como un hijo para nosotros, nuestro trato con él no cambiará en nada. Te daremos tu tiempo, el que necesites para asimilar todo esto, pero también te ayudaremos a restablecer tu buen ánimo.
—Vas a ver que volverás a ser la misma Brenda Caterina de antes —me sonríe mamá.
—No, la misma de antes ya no —me miran extrañados—. Aprendí que intensificar las ilusiones es malo, porque cuando no se realizan hacen daño a uno mismo, por ejemplo, en mi caso, se transformó en amor y el daño es un poco más severo todavía. Pero, haré lo posible por marcar página, me distanciaré de Noah durante el tiempo en que vaya asimilando esto, y luego intentaré verlo como un buen amigo. No se preocupen por mí, que intentaré volver a sonreír. Ni por la presencia de Brooklyn Paris, que está en su justo derecho de recuperar a su prometido, por mi parte haré lo posible por no topármela. Si tiene que venir, que lo haga. Yo no estancaré mi felicidad aquí.
***
Noah
(Al día siguiente)
Soy consciente de que estos días estuve con la mente en otra parte. Pero debo relajarme un poco, dejar de pensar en Brooklyn… y en Brenda Caterina. Ayer no estaba de ánimos para asistir, estaba tan ensimismado y perturbado que temía hacer algo mal en el trabajo, y se lo dije a don Felipe, él lo comprendió, a pesar de que no cualquiera lo hubiese hecho, creo que es porque conoce mi situación. En cambio hoy necesito distraerme, que en mis pensamientos sólo estén los automóviles que haya que reparar.
Estoy tan confundido, desde que vi a esa mujer que tengo los sentimientos arremolinados. ¿Quién es Brooklyn Paris en realidad? O mejor dicho, ¿quién fue? ¿Por qué mi mente no deja de darle vueltas al asunto? ¿Por qué mi corazón late a toda velocidad cuando pienso en el día en que la conocí?
Ya estoy convencido de que algo más pasó entre nosotros después de esa junta. Si tan sólo recordara quiénes eran los hombres que nos rodeaban, pudiera tener una pista, pero, desgraciadamente, ni eso logré recordar.
Y Brenda Caterina. Se supone que estaba enamorado de ella, que ese beso era un momento esperado en cuanto le propusiese que fuera mi novia. Entonces, ¿por qué no la correspondí de inmediato? ¿Por qué dudé? Antes de que apareciera Brooklyn Paris, ella era algo así como mi centro del mundo, por más cursi que suene, cuando estábamos solos —como ocurrió el día sábado al contemplar juntos ese atardecer—, sentía que nadie y nada más existía. Sólo ella y yo. Además de que varias veces me vi tentado de besarla, preguntándome qué sensaciones despertaría en mí y yo en ella. Pero, llegado el momento, no sentí nada en especial, o en concreto. Aún estoy analizando la idea de que tal vez confundí una linda amistad con amor, pues de que la quiero y le tengo cariño, lo tengo.
—No hablaste en toda la mañana, muchacho —llama mi atención don Felipe—. No puedes continuar así.
—Es que, mi mente no deja de darle vueltas al asunto.
—¿No se supone que el trabajo te desestresaría?
—Lo intento pero… parece no importa qué haga, ni en donde o con quién esté, me está resultando imposible dejar de pensar en eso.
Además, sumado a todos los problemas. ¿Qué pasaría si don Felipe se enterara que su hija me besó, y yo no la correspondí? Que luché tanto por conquistarla, y sin embargo ahora ya no estoy seguro de lo que siento y debo hacer. Que resultó que Brenda Caterina está enamorada de mí, y yo le di alas, para al final dejarla así, con las ilusiones por el suelo. Me tendría en el peor de los conceptos.
—¿Y, respecto a Brenda Caterina? ¿Cómo vas con ella? —ante su pregunta trago duro. Pues fue sorpresiva. No sé qué responder—. Sabes que puedes confiar en mí —lo mismo me dijo ella antes de besarme.
—Don Felipe, yo… no quiero que se desilusione de mí. No quiero defraudarlo.
—Sentémonos un momento. Dime, ¿qué pasó? ¿Algún malentendido entre ustedes?
—Algo así, o no exactamente —me rasco la nuca, nervioso.
—¿A qué te refieres?
—Es sobre Brenda Caterina. Nada malo, pero a ella le concierne contárselo. Es algo que, a pesar de no ser malo, me hace sentir culpable.
—¿Culpable? —asiento con la cabeza.
—Don Felipe, usted… Tenía razón cuando me dijo que nunca hay que decir nunca. Y quiero ser sincero con usted. Después de todo lo que hizo por mí no se merece una deshonestidad de mi parte.
—Cuéntame. Comprendo perfectamente tu situación, Noah, no soy ajeno a ella. Créeme que no he de juzgarte.
—Agradecería mucho su comprensión, de verdad —lo miro triste—. Desde que apareció Brooklyn Paris, que siento como si me hubieran removido los sentimientos y pensamientos. No sólo mi mente no deja de pensar en aquello, sino que… —lo miro con temor. Don Felipe es la persona más pacífica que conocí, pero temo su reacción a lo que voy a decirle. Pero debo hacerlo—. De verdad, tengo un gran aprecio por su hija, y juro que jamás quise jugar con sus sentimientos, ni tuve malas intenciones con ella. Estaba yendo enserio, e incluso hablé con ustedes para pedir su consentimiento a nuestro posible noviazgo, pero… Creo que confundí amistad con amor, que… Brenda Caterina si llegó a gustarme, pero no estoy tan enamorado como yo mismo creía tan convencidamente. Mejor dicho, sí estaba enamorado de ella, sí estaba seguro de que me gustaba. Pero… la aparición de Brooklyn Paris cambió todo esto, y ahora estoy muy confundido y… No sé qué hacer —las lágrimas se me escapan de frustración, sin que pueda evitarlo, sólo que no al punto de llorar.
Don Felipe me mira fijamente unos segundos, por esos instantes pienso que es con reproche, con resentimiento tal vez. Pero no. Soy sorprendido por un abrazo.
—Brenda Caterina lo entiende, Noah —se separa de mí.
—¿Cómo? —frunzo el ceño, extrañado—. Ella sabe que yo…
—No, eso no.
—¿Entonces?
—Eso tienes que conversarlo con ella. Es necesario que ustedes dos hablen —suspira.
—Está bien.
—Fuera de eso, quiero que sepas que sí me encuentro algo desilusionado, habrías sido la pareja perfecta para mi hija.
—De verdad. Lo siento mucho, sé que le juré que nunca la lastimaría y… Dios, es lo primero que hago. Pero quiero que sepa, por favor, que nunca tuve la intención de…
—Yo lo sé —palmea mi hombro—. Sé que tenías buenas intenciones y empezabas a sentir cosas por mi hija, pero entiendo que desde que apareció esa mujer, te encuentres así. Mi hija está sufriendo, pero es consciente de lo que está sucediendo, lo comprende más de lo que crees, lo cual es admirable. Y sabe que no es tu culpa.
—No sabe cuánto me tranquiliza oír eso, don Felipe. Por favor, hágale saber que mis intenciones para con ella jamás fueron malas, que nunca quise jugar ni lastimar sus sentimientos. Y le pido perdón de corazón. Aunque de todos modos, yo lo haré también en persona en cuanto tengamos la oportunidad de hablar. —Una oleada de alivio me inundó el pecho al escucharlo. Pero también a la par más punzadas de culpa.
Es que, se siente horrible saber que otra persona está sufriendo por tu causa. E intenta no guardar rencor alguno.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro