Es sorprendente lo rápido que pasa el tiempo y lo lento que algunas veces se nos hace. Es lunes y ha pasado un mes desde que le pedí a Cristian le confesara sus sentimientos a Sthep. Me entristece un poco ver como sufre por no tenerla a su lado, si tan solo dejara desvanecer su miedo vería lo que es capaz de hacer. Cris es un chico guapo, atento y siempre ha estado cuando lo hemos necesitado. Solo debe enfrentar sus temores y de una vez por todas declararse.

Dentro de poco, en dos días para ser exactos, será el cumple de Sthepania y estoy planeando organizarle una fiesta sorpresa. Tengo pensado hacer de ese día algo memorable y que ella lo recuerde como el mejor de toda su vida. Por eso hoy, en la reunión que programé con Cristian, lo convenceré de una vez por todas para que saque todo lo que lleva guardándose en su interior durante tantos años por miedo a perder su amistad.

— Hola Al, ¿puedo pasar? — me pregunta al llegar.

— Claro entra, solo tengo que terminar de guardar estos papeles— le digo colocando unos documentos en la carpeta.

— ¿Puedo saber el motivo de esta reunión? — me pregunta haciéndome reír.

— No te preocupes, es algo sencillo. Vamos a trabajar en tu confianza para que el día del cumpleaños de Sthep le digas tus sentimientos.

— ¡Te has vuelto loca!

— No para nada, solo estoy cansada de ver como sufres por reprimirte. Es hora de dar el siguiente paso o te veré en pocas semanas en mi situación, siendo el amigo de la persona que amas mientras está con otro— le digo algo fastidiada de que no quiera entrar en razón.

Hace unos días nos reunimos todos y les hablé de lo que siento por Santiago. Ellos no están muy de acuerdo con que sea yo quién organice la boda. Sin embargo, les di tantos argumentos válidos que no tuvieron otra opción que darme la razón.

— Mi situación no se parece en nada a la tuya— se defiende.

— Dale tiempo y ya verás. Acabarás sufriendo igual o más. Yo amo a Santiago desde hace poco tiempo, pero tú— digo señalándolo con el dedo— amas a Sthepania desde hace mucho tiempo.

— Puede que tengas razón.

— La tengo— digo segura.

— ¿Alanna y si al decirle de mi amor nuestra amistad se acaba o cambia? — me pregunta dudoso. Sé cuánto miedo le da perder por completo a nuestra amiga.

— No lo hará, tienes que tener esperanza y fe. Todo saldrá bien, confía en mí.

— Está bien, confío en tí ¿Qué haremos?

— Así se habla, ese es el espíritu— digo haciéndolo reír— En la fiesta sorpresa pondré una canción romántica y tú la invitarás a bailar. Te le irás acercando poco a poco y darás algunos indicios sobre lo que sientes. Luego, delante de todos, le dirás cuanto la amas y todo lo que llevas guardando en tu interior.

— ¿¡Se te han fundido los focos!? ¡No puedo hacer eso! — exclama asustado. Me rio de su cara.

— Mentira, mentira, te tomaba el pelo— le digo y veo como suspira— La parte de bailar si es cierto. Después la llevarás al balcón o algún lado y le pedirás hablar. No puedes echarte para atrás Cris, ya es hora de que venzas a tus demonios internos

— Eso me gusta más— dice sonriendo— Ahora...esto... ¿qué le digo?

— En eso si no puedo ayudarte, tú eres el único que tiene esas respuestas. Busca en tu corazón y no solo hallarás las palabras sino también el valor para decirlas.

— Lo intentaré y me lo pensaré, pero no prometo nada.

— Tú decides— le digo antes de despedirnos. Quien diga que enamorarse es fácil simplemente jamás lo ha hecho.

Decido volver al trabajo, lo que venga ahora depende de él. Llamo a Santiago para que venga a mi oficina. Es hora de seguir con los preparativos, el tiempo se está agotando.

— Buenas, ¿cómo estás? — me pregunta al sentarse.

— Bastante estresada ¿y tú?

— A diferencia de tí me encuentro de maravilla.

— ¿Has hablado con tu futura esposa? _ le pregunto, aunque me duele.

— Sí, todos los días hablamos un rato_ dice con una sonrisa soñadora partiéndome más el corazón. Es un dolor tan insoportable que tengo que hacer muchos esfuerzos para no derrumbarme y llorar.

— Será mejor concentrarnos en los preparativos, el momento se acerca y nos faltan muchas cosas.

— Tienes toda la razón ¿Qué sigue ahora?

— Veamos... como ya conseguimos el vestido de novia y el traje del novio nos faltan las vestimentas de las damas de honor. Conseguir el niño de los anillos y la niña de las flores al igual que sus trajes_ le digo sacando mi agenda.

— A ver... por eso no te preocupes, serán los sobrinos de mi novia.

— De acuerdo, ellos deberán ir como los novios.

— Ya está solucionado. Entre mi madre y la madre de Ana lo consiguieron.

— ¿Ana? — le pregunto sin entender

— Así se llama mi novia ¿No te lo había dicho? — niego con la cabeza— Lo siento, fue un despiste.

— No te preocupes, yo tampoco pregunté— "por la simple razón de que me dolerá saber más" agrego para mis adentros— Si eso está resuelto, nos faltan las damas de honor y sus vestidos.

— Las damas de honor serán dos de las amigas de Ana.

— Resuelto entonces. Ahora háblame un poco de ellas, eso me sería muy útil para elegir el color y la forma del vestido.

— Bueno no las conozco mucho, pero una es bastante alocada, divertida, le gustan las fiestas. ¿Te sirve?

— No, no mucho. Necesito más detalles específicos, color de piel, ojos, pelo, forma.

— Bueno es... eh... blanca, ojos cafés, pelo negro, algo delgada, un poco baja— dice encogiéndose de hombros.

— Con esa descripción podría guiarme por Sthep, una de mis amigas, para elegir correctamente— le digo resoplando.

— Puede ser, aunque para serte sincero, no me acuerdo mucho de tu amiga. Sé que conocí a algunas en la fiesta en tu casa, pero no soy muy bueno recordando rostros— dice haciéndome reír.

— Tranquilo, yo sé lo que me hago. ¿En cuanto a la segunda...?

— Más tranquila. Es divertida, le gustan los animales, morena, ojos negros, pelo rojo, cuerpo normal.

— Me parece que a mis amigas le han surgido un par de dobles— digo riéndome para tratar de quitarme la angustia de todo esto.

— ¿Dobles? ¿De qué hablas? — preguntó extrañado. Vaya, pensé que eso de no acordarse de mis amigas era broma.

— ¿En serio no recuerdas a mis amigas?

— Recuerdo a algunas. Si no tuvieras tantas sería más sencillo— dice riéndose. Me uno a él, en verdad tengo demasiadas. Voy a tener que empezar a buscar algunos chicos para equilibrar la balanza.

— Será mejor que sigamos_ digo volviendo al tema que nos ocupa— Según lo que me dices para ambas podemos elegir vestidos sencillos color beige con algún adorno de encaje o pedrería. Si quieres podría ir con ellas a buscarlos ¿Supongo que se lo dijiste?

— Bueno... se lo iba a decir. No se encuentran aquí ahora.

— ¿Qué? — le digo incrédula.

— Sofía viaja a otros países y en este momento se encuentra en República Dominicana y Anita está de luna de miel.

— Pero…pero cómo sabes que estarán aquí para ese día ¡Dios! sabía que esto era una locura, va a ser un desastre— le digo alarmada. Cada vez más este plan me parece una completa catástrofe.

— Alanna cálmate, todo saldrá bien— me tranquiliza Santiago.

— ¡Bien… bien! La novia no lo sabe. Puede que no le llegue a gustar nada de lo que organicemos ni siquiera el vestido y las damas de honor no están presentes ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? — digo sin entender. Resulta que en vez de estar preocupado él lo estoy yo. De seguro me dará un ataque al corazón si seguimos así— Todo se va a venir abajo, no funcionará. Lo mejor será acabar con esta imprudencia antes de que la liemos más. Pídele matrimonio y luego organizamos todo— le digo casi sin resuello.

— No puedo, quiero que sea una sorpresa todo. Créeme, nada va a arruinarlo. Ahora parece una locura, pero lograremos lidiar con las dificultades.

— Está bien, está bien— le digo respirando— Puedo...puedo llevar a mis amigas. Si el día de la boda no les sirve a tus damas de honor podemos recogerlos un poco o hacerles un arreglo rápido— le digo buscando una solución veloz.

— Ves, ya te dije que lo solucionarías ¿Pasamos a lo siguiente?

— Sigue elegir el pastel y los aperitivos de la boda.

— Bueno, yo puedo ayudar con eso. Soy chef y mi opinión contará— me dice.

— Cómo quieras, pero tendrá que ser en otra ocasión; hoy las chicas están algo ajetreadas y yo ya tuve bastantes sorpresas por el momento— le digo cansada de todo esto. No comprendo tanto misterio "¿Qué tendrá de especial esa chica para que él pase por todo esto?"

— Ya lo sé, pero ¿no crees que es mejor adelantar algo más hoy?

— Tienes demasiada energía— digo suspirando. Él se ríe de mi actitud pesimista— Lo que sigue es ver el destino de la luna de miel y hacer las reservaciones— le informo— ¿Has pensado en un lugar en concreto?

— Pues sí. Un hotel en Varadero. A Ana le encanta ese lugar y más la playa— "¡a mí también me gusta, podrías llevarme en su lugar!” quiero gritar, no lo hago, claro.

— Me encargaré personalmente de elegir el mejor hotel. Déjalo todo en mis manos.

— Gracias Al. Ya podemos detenernos aquí.

— ¿Por qué? — le pregunto sorprendida. Era él quien quería seguir adelantando.

— Quiero invitarte a almorzar ya que por lo visto no has notado la hora, son las doce pasadas.

— ¿Qué? — en efecto las doce y cinco minutos para ser exactos. El tiempo se me ha ido volando.

— Venga vamos— lo sigo porque tengo ganas de pasar más tiempo con él hablando de otras cosas que no sean relacionados con la boda y bueno... también porque me muero de hambre.

La velada fue agradable, pasar el rato con Santiago es fabuloso. Es tan atento, gracioso, divertido. Me siento fatal por no ser totalmente sincera en cuanto a mis sentimientos como le digo a Cris que lo sea. No obstante, confesarle que lo quiero no cambiaría nada, solo contribuiría a provocar la cancelación de todo y él se sentiría fatal por no haberlo notado, haciéndome daño.

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Al anochecer regreso a casa y me siento a ver el televisor. Cuando estoy sola, las dudas, sufrimientos y los miedos me asaltan sin piedad. Lo único que puede distraerme un poquitico es oír música o ver algo en la tele. No puedo soportar esta situación, solo quiero encontrar una forma de parar este amor que cada día crece más. Debe haber una fórmula secreta o algo, porque si no, me volveré loca

— ¿Al estás en casa? — ¿quién será a esta hora?

— Robbie hola— le digo al mensajero más codiciado de la zona.

— Hola Al, esto llegó para tí— dice dándome una postal.

— Ah, gracias— le digo antes de cerrar la puerta. Me gustó enterarme hace unos días, de que su novia por fin recapacitó y ahora son muy felices. Qué suerte la suya, yo no puedo decir eso de mí. Esto del admirador secreto se está volviendo cada vez más raro. Me envía los miércoles rosas blancas con notas y los lunes y viernes postales con rosas rojas ¿A qué juega?

La inmensidad del universo no es tan grande como el abismo que nos separa. Quiero saltar al vacío y en su profunda oscuridad encontrar la luz que me lleve hacia tí. Te amé la primera vez que vi tu rostro resplandeciente bajo el destello del sol. Te amo ahora bajo el cielo deslumbrante y te amaré bajo la centelleante luna llena. Quiero poder tu rostro mirar y decirte estas dos palabras que me queman el alma:

Te Quiero

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El miércoles ya está todo listo para el cumpleaños de Sthep. Santiago y yo no hemos podido reunirnos de nuevo para adelantar. Cuando no tengo un problema con alguna novia lo tiene él en su restaurante. Le he dicho que tenemos que terminar cuanto antes, nos faltan un montón de detalles por hacer. Sin embargo, hoy solo me preocuparé por crear el ambiente para que Cristian se le declare a Sthepania de una vez por todas.

A las cinco llegaron todos menos la homenajeada, logramos mantener el secreto hasta este día. No fue muy sencillo hacerlo. Sthep no paraba de preguntarnos la razón tras tanto secretismo entre nosotros. En un momento dado todo queda en silencio, sólo se oye la respiración pausada de los presentes. Las luces están apagadas, las emociones a flor de piel, el nerviosismo corrompe nuestra tranquilidad y cuando todo va a estallar... Se abre la puerta del salón y a coro gritamos muy entusiasmados como niños cuando van a abrir sus regalos...

— ¡Sorpresa! — Sthep se quedó muda y pasmada mientras todos salíamos de nuestros escondites. Tiene los ojos llorosos por la sorpresa, no se esperaba esto. Corremos entusiasmados a abrazar y felicitar a la cumpleañera.

— Oh, esto es tan bello, gracias, gracias a todos— nos dice aún sin control. Un rato después estamos bailando, bebiendo y hablando en grupos.

— Chicos esto fue fabuloso, no me lo esperaba para nada— nos dice Sthep cuando por fin dejaron de darle las felicitaciones y solo estamos Santiago, Cris, Orlando, Analia, ella y yo.

— Vamos, no es para tanto— le digo quitándole importancia.

— Sí, si lo es. Esto debió de daros mucho trabajo y ustedes ya tienen bastantes complicaciones.

— No te preocupes, siempre hay tiempo para una amiga— le dice Santiago con una encantadora sonrisa.

— Dejaos de sensiblerías e idioteces y vamos a bailar— nos dice Orlando.

— Idiota tú— le digo— pero llevas razón. Ven Santiago bailemos— le digo dirigiéndole una mirada súper significativa a Cris, Analia y Orlando.

Santiago me agarra de la cintura y empezamos a movernos juntos al compás de It Must Have Love, una preciosa balada.

— ¿Qué estás tramando? — me dice arqueando una ceja con su rostro peligrosamente cerca del mío.

— ¿Tramando yo? — le digo inocentemente.

— Sí, tú, arpía. Vi las miradas que intercambiaste con los chicos hace un momento. Venga, desembucha que malvado plan han hurtado los tres demonios— no puedo evitar reírme ante su frase.

— Nada que no deberíamos hacer. Solamente darle un empujoncito a Cris.

— ¿Empujoncito? — preguntó divertido antes de mostrar una sonrisa juguetona.

— Aja, mira hacia allí— le digo señalando hacia nuestra derecha— ¿Dime qué te parece?

— Vaya, vaya, interesante— sonríe abiertamente al darse cuenta. A escasos centímetros de nosotros Cristian y Sthepania bailan muy acaramelados mirándose a los ojos de la forma en que solo los amantes pueden.

— Ves, ¿no hacen una hermosa pareja? — le digo alegre por haber conseguido unir a dos de mis mejores amigos. Sé que serán muy felices y nada los separará.

— Estás hecha todo un Cupido, buen trabajo— dice antes de darme un beso en la mejilla.

Cuando se separa su cara está demasiado cerca. La respiración se me corta, mi mirada y la suya no se separan, el mundo a nuestro alrededor desaparece y somos transportados a una dimensión alterna. Una paralela donde el tiempo se detiene, donde nuestras miradas hablan largas horas sin pronunciar palabra, donde con solo un movimiento nuestros labios podrían unirse en un beso hechizante. Sin embargo, unos aplausos nos devuelven a la realidad verdadera, una en la cual él se va a casar y yo seguiré mi camino, sea cual sea.

— ¡Bravo, bravo! — oí que gritaba Orlando seguido de carcajadas.

Quiero mirar, saber qué pasa ¿Por qué tanto alboroto? Aun cuando signifique separarme de Santiago, no obstante, no puedo. No puedo desviar la mirada de ese mar embravecido que son sus ojos; unos ojos que esconden demasiadas emociones como los míos. No puedo zafarme de ese agarre invisible que me mantiene aquí, clavada, cerca de ese cuerpo caliente que me abraza sin querer soltarme. Debo hacerlo, sé que debo o al final nos arrepentiremos de esto. Por mí, por él, por los dos, doy con toda la fuerza de voluntad que soy capaz de reunir un inmenso paso atrás y miro hacia donde Sthep y Cris se besan apasionadamente, rompiendo de esta forma el embrujo bajo el cual hemos estado sometidos.

— ¡Por fin! — grito sin poder contenerme emocionada— Mira Santiago, por fin están juntos. Por fin ha acabado su dolor y pueden con creces empezar su marcha hacia el futuro.

— Sí, ya lo veo. Se ven geniales y estoy seguro de que, como ellos, todos emprenderemos a partir de este instante nuestra marcha hacia ese porvenir tan misterioso que nos aguarda— dice separándose y soltando mi cintura.

Veo en él lo mismo que en mí, pero no puede ser, su corazón le pertenece a otra ¿no? La belleza de la canción y el momento nos jugaron una enorme mala pasada. Si bien fue inesperado y mágico, todo queda olvidado y resguardado con candado en mi corazón.

Después de esas palabras Santiago desapareció. Creí se había molestado conmigo por lo que pasó, sin embargo, luego me alivió ver que no se había ido o esfumado, solamente charlaba con algunos invitados. Me encantó comprobar que nada había cambiado entre nosotros. Al parecer para él, como dijo al preguntarle si todo estaba bien entre nosotros, ese momento fue: "Un magnífico baile con una amiga tan especial como lo soy yo". Pero lo que verdaderamente me desconcertó fue llegar a casa y encontrar pegado a la puerta con cinta adhesiva una rosa blanca y una nota (cuando ya por la mañana recibí la de este día, o sea, la postal. Algo completamente diferente a esto) que decía:

Perdóname si algún día te lastimo sin saberlo,
perdóname si algún día daño tu corazón,
perdóname si alguna vez te hago derramar lágrimas de agonía.
Mi amor por tí es tan grande y verdadero
que no puedo contenerlo.
Quererte y haberte conocido
son el mejor regalo de Dios.
Espero que al descubrir quién soy
y al saber el por qué me oculto,
puedas perdonarme y olvidar
la tristeza que sin saberlo ni quererlo
TE PROVOQUÉ.

👰🏻💗🤵🏻💗👰🏻💗🤵🏻

Aquí culmina este maratón de dos capítulos.

Cuéntenme, ¿Qué les está pareciendo la historia?

¿Les va gustando la trama?

Nos vemos dentro de poco, mil besos a tod@s.💞