9. Muerte.
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Brenda yace en la camilla mientras nosotros nos preguntamos, ¿que carajos está pasando en Forks?
Los primeros pensamientos de Evan y a decir verdad también los mios, fueron: ¿son los "Dead"?
Persigo la camilla donde está Brenda con la garganta desgarrada pero aún con vida.
—Ok Brenda, escúchame —le pido cuando los enfermeros la dejan sola para que sé yo, buscar a un médico ya que el hospital está colapsado.
—Ali…ce —tomo su rostro en mis manos.
—¿Quien te hizo esto?
—Fue él —pronuncia con mucha dificultad.
—¿Quién es él?
—Vendrá por todos Alice —toma mi rostro cuando una colvulsion la toma haciéndome quedar ahí como la estúpida que soy.
Los doctores llegan sacándome del lugar mientras intentan hacerle no se que en el cuello.
Evan toma mi mano y la aprieto quedándome al margen de todo. Nos sentamos en la sala de espera, sus familiares están a mi lado, dos personas que están nerviosas y lo entiendo, es su hija la que está luchando por su vida.
Pronto el doctor llega y Evan y yo nos retiramos ya que por los pensamientos del doctor sabemos que no viene nada bueno.
Entro nuevamente en el lugar abrazando a Colin mientras lloro en su pecho.
—Era Brenda, fue un alboroto —notifica Evan sorbiendo lo que hay en su nariz.
La noche cae por lo cual tenemos que volver a casa con Colin, ya que se curó más rápido de lo que estimé.
Mamá está en el mueble con esa expresión que sólo viene cuando quiere regañarme.
—Paralizaste a tu padre, Alice Cooper. Lo paralizaste por una semana, o tal vez más. Ni siquiera abre los ojos, ¿como eres capaz de hacerle eso a tu padre?
Suelto un suspiro lanzando las llaves de la casa en una de las macetas pequeñas en la mesa, donde siempre van. Los chicos suben llevando a Colin a mi habitación donde estará más seguro. Me cruzo de brazos viendo a mamá con expresión fría, porque su lamento simplemente no me causa nada.
—¿Lo dice la mamá que deja que sus hijos sean castigados y les mutilen las extremidades solo porque vuelven a crecer? ¿De eso hablas, madre? ¿Dices que debía dejar que papá golpeara a Colin hasta casi morir, solo por tus caprichos de no tocar a sus padres? Pues ¿adivina qué?, ya tus reglas y códigos me dan igual. Y si tanto quieres que te respete y lo respete, gánatelo, porque mientras intenten dañar a los míos no callaré y no me detendré. Ya sabes que mis promesas nunca son a medias. Con permiso, madre.
Subo los escalones abriendo la puerta de la habitación de Gigi, ya que debe estar en la mía. Estoy sumamente cansada, todo en esta casa han sido problemas, problemas y problemas.
Todo parecía tranquilo en Forks, hasta que hace algunos meses comenzaron las extrañas muertes. Nadie se pregunta como, porque, o quienes matan. Y yo no tengo ni la menor idea, de hecho las preguntas nunca habían pasado por mi cabeza. Hasta hoy.
Me doy una ducha colocándome un conjunto de pijama blanco. Me dejo el cabello suelto acostándome en la cama.
Y pronto recuerdo que la ventana está abierta, ya que el frío que hace es descomunal. La cierro después de levantarme y cuando volteo un grito ahogado sale de mis labios.
—¿Estás loco, Aden? —le reclamo a ojos grises a mi frente en la cama donde estaba yo hace unos momentos—, ¿Como carajos entraste?
—¿Estás bien? —pregunta levantándose y una sonrisa sarcástica se forma en mis labios.
—¿Que si estoy bien? Pues no, casi me matas de un fucking infarto, Aden —se acerca a pasos lentos tomando mi cabeza.
—¿Segura que estás bien? ¿No te hicieron nada?
—¿De qué hablas? —lo aparto colocándome mis lentes—. A ver, Aden. No puedes aparecerte así en esta habitación sin querer explicar nada. Además, ¿quién me haría algo que preguntas por eso?
—Escuché lo de Brenda. Y pensé que tal vez estuviste involucrada, quería ver si estabas bien, así que escalé hasta aquí ya que era la única ventana abierta. No había nadie en casa, excepto por tu papá casi… inválido podría decir, y tu madre. Así que esperé en ésta habitación a que entraras en la tuya, pero casualmente entraste en esta. Ahora, ¿estás bien?
—Si. Lo estoy, y gracias pero no tienes de que preocuparte, me sé cuidar sola.
—No me interesa tu dependencia Alice. Vine a ver si estabas bien, punto —abro la boca para protestar pero me toma del cuello estampando sus labios contra los míos.
No puedo negar lo mucho que me encantó aquel beso en la piscina. No puedo negar que mi boca se mueve contra la suya, así sin más. Así que dejo mis manos en su cuello recibiendo el beso, porque me encantan sus labios y todo de él a decir verdad.
Mi corazón late desesperado y fuerte, ya que todo lo que creí que era divino es remplazado por sus besos, porque no hay nada más delicioso que eso.
Nuestros labios danzan y sus manos bajan a mi cintura pegándome más a su pecho. Diversas sensaciones viajan por todo mi cuerpo, el sentir su fornido cuerpo hace que me desespere más buscando no se que cosa, pero cuando me doy cuenta ambos estamos en la cama.
Rompo el beso sintiendo mi respiración más que desesperada.
—Deberíamos parar, Aden —pido sin aliento tomando su rostro.
—Mi nombre suena más lindo cuando lo dices tú —responde con una sonrisa atrapando mi labio inferior con sus dientes. Suelto un jadeo.
—En serio, creo que… deberíamos parar —sus labios descienden por mi cuello y me aferro a su cabello cuando comienza a chupar una zona sensible encima de mis senos.
—También lo creo —suelta mi piel cayendo a mi lado en la cama con la respiración igual en la mía.
—Lo siento —pido no se porque viéndolo con la mejilla sobre mi mano y él me ve con una sonrisa torcida.
—No tienes que disculparte por no querer algo, Alice —deja sus labios sobre los míos dándome pequeños besos.
Disfruto tanto de sus labios que aún no de como explicarlo, sonríe contra los mismos haciéndome soltar una risa.
—Está muy amable y cariñoso, ojos grises —vuelve a su puesto con una sonrisa.
—Ya sabes mi nombre, Alice. No tienes porque llamarme así.
—Me gusta llamarte así.
—A mi me gustas tú —se levanta haciéndome parpadear un par de veces.
—¿Aden? —me levanto detrás de él pero ya está bajando unas escaleras.
—Nos vemos mañana. Secundaria, Alice —me guiña un ojo saltando en el césped y se despide con la mano para desaparecer por la oscuridad.
Vuelvo a la cama quitando mis lentes. ¿Que le gusto? ¿Yo? No debería jugar diciendo cosas como esas.
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Forks. Algo muy extraño y terrorífico está pasando en Forks, y no tengo idea de qué. Todos en mi aula actúan como si nadie hubiese muerto, como si fuera normal despedir a uno de los suyos.
Y tal vez lo sea. Tal vez sea normal para ellos, porque ya están acostumbrados a que pase. Termino mi clases de español y al pasar por el área de lockers encuentro el de Brenda con muchas flores.
Me quedo parada a metros del mismo, viendo como algunos lloran y otros simplemente siguen su camino.
—¿Estás decidiendo? —volteo a ver a Aden quién me da esa sonrisa torcida.
Lleva el uniforme y sobre la camisa lleva una sudadera negra. La mochila no le falta, lo único diferente es que tiene un gorro negro sobre su cabello dejando algunas hebras del mismo sobre su frente.
—¿Decidiendo qué?
—Si irás o simplemente pasarás fingiendo como todos que nada ha pasado.
—¿También te diste cuenta?
—Me doy cuenta de todo. Por ejemplo —se acerca a mi oído respirando en el mismo haciendo a mi piel erizarse— hoy no lleva brasier, señorita Cooper —lo separo de un empujón poniéndome roja mientras él suelta una pequeña risa mostrando los hoyuelos que solo se forman cuando se ríe así.
—Deja tus perversiones conmigo, Aden.
—¿Yo? ¿Pervertido? La que me ve como tonta cuando estoy sin camisa eres tú, pervertida —toca mi nariz juguetón y suelto un suspiro.
—Esto es raro. Aden, murió ayer. Ella, literal se fue, y ¿a nadie le importa?
—A ti sí —lo miro y él limpia mis lágrimas—. Si puedes llorar por su muerte, entonces a ti te importa. Da igual si a los demás no, si tiene a alguien quien llore por ella y lamente su muerte, creo que estará mejor donde esté —asiento limpiando mi nariz.
—Quiero que me ayudes —le pido en un susurro.
—¿A qué?
—A averiguar que le pasó a Brenda, y porque todos actúan así —hace una pequeña mueca de desagrado.
—Bien, si eso quiere tendrá a su querido detective a su disposición, señorita Cooper —hace una pequeña reverencia y pronto soy consciente de todas las miradas que se posan en nosotros.
—¡Aden, ya basta! —pido en un susurro y él se endereza sonriendo.
—¿Te da miedo que un par de ojos miren lo nuestro? —abro la boca falsamente ofendida.
—No hay un "nuestro", Aden —se coloca la mano en el corazón.
—Me has herido Cooper. Has roto este frágil, hermoso y bondadoso corazón —tuerzo los ojos.
—Ya entendí la referencia, ¿vale? No es necesario que aclares que lo que yo siento o digo te vale mierda. Con permiso —me retiro, pero me toma del brazo dejándome en su pecho.
Su mano se queda en mi cintura y mi mirada se detiene en la suya, la cual solo posee oscuridad. Ya no hay nada de diversión en sus ojos.
—Nunca pienses que lo que tu sientes me da igual, Alice. No soy así, nunca dije se así.
—Ese es el punto, Aden. No sé quién eres, de donde vienes, qué quieres o qué sientes. Apenas me sé tu nombre y no fue precisamente porque me lo dijiste. ¿Por qué debería confiar en ti? —muerde su labio inferior viendo hacia otro lado y cuando se fija en mi lo suelta dejándolo rojo.
—Porque es lo que quieres. Eso deseas, confiar en mi. Solo lo piensas demasiado, Alice.
—¿Y no debería detenerme a pensar en quien diablos es el chico extraño, guapo y sexy que apareció en mi vida sin más?
—¿Crees que soy sexy y guapo? —pregunta enarcando una ceja.
—¡Oh vamos! Dije más cosas aparte de esas, y bajale dos a tu ego.
—Estoy a dos segundos de besarte y hacer público el que eres mía, Alice Cooper. Corre, corre mientras puedas, porque cuando te agarre créeme —me toma de las mejillas estrellándome contra los casillero, está apretando la mandíbula mientras las venas de su cuello se marcan más, y una en su frente parece a punto de reventarse—, no te soltaré jamás.
Me suelta yéndose por otro lado y me quedo ahí, tomando mis mejillas y sintiéndome muy extraña, porque en vez de temer por su amenaza, me siento… excitada.
El rubor corre por mis mejillas y me apresuro al baño a sentarme en el inodoro de uno de los cubos.
Cuando salgo acomodo un poco mi cabello el cual está suelto. Un pequeño quejido sale de mis labios en cuanto intento acomodar mi corbata, así que la quito, quitando los botones de la camisa para ver la enorme marca roja que está en la piel que chupó Aden ayer.
—¡Oh por dios! —me cubro rápidamente corriendo hacia fuera.
Ésta me las va a pagar. ¿Quién se cree para marcar mi piel así?
Salgo vuelta un lío. Los recuerdos de Brenda segundos antes de morir me atormentan. ¿Qué le paso a ella? La verdadera pregunta es, ¿que está pasando en Forks?
Las clases terminan y por suerte no me encuentro más con Aden. Por el altavoz el director notifica sobre el funeral de Brenda y yo salgo sin querer escuchar más sobre eso.
Gigi y yo nos encontramos en la salida y la abrazo esperando que Colin pase por nosotras y al momento lo hace.
En casa papá está en sillas de ruedas, podría deshacer el veneno… podría, pero no quiero.
—Iremos al funeral. Todos —avisa mamá bajando los escalones en cuanto pisamos la casa—, y Alice, necesito que le quites lo que sea que le diste a tu papá, no quiero tener que inventar alguna otra excusa.
Hago una mueca mirando mis manos, mi boca hace un sonido y ella se cruza de brazos.
—Verás mamá, es que… no sé como hacerlo.
—No me mientas Alice Cooper.
—Vale, espera que me bañe y lo devuelvo a la normalidad —la dejo en la sala subiendo las escaleras hasta llegar a mi habitación.
Por la ventana veo a los vecinos salir, los Parker. Son buenas personas, su hijo es mayor que yo por un año y está en otro colegio privado, por lo que no nos vemos a menudo.
Sin embargo en cuanto me ve por la ventana me saluda con la mano y una sonrisa en su precioso rostro.
Le devuelvo el saludo y me indica que baje. Somos buenos amigos, desde que vine me hizo sentir bienvenida, pero no me llama al menos que quiera mostrarme algo importante.
En cuanto lo veo a metros de la cerca reparo su rostro. El cabello rubio le cae en la frente y sus ojos verdes me miran con encanto.
—Alice Cooper —me saluda con una sonrisa.
En su mano lleva una correa que conecta con el cuello de un perro pequeño y hermoso. Es negro y es un pitbull, por lo cual se acerca con cautela.
—Hey Bruce —saludo al perro, lo compró hace un mes al menos, está más grande desde la última vez que lo vi.
—¿A mi no me saludas? —pregunta con una sonrisa divertida y yo giro los ojos.
—Hola Louis —me guiña un ojo quedando en la cerca de mi casa.
—Quería que vieras que Bruce está creciendo. Iremos al funeral de esa chica.
—Si, está grande. Y yo también voy, tengo que alistarme.
—Fue triste. Dijeron que en el bus no paraba de gritar "ellos vendrán por nosotros".
—¿Por causalidad no dijo quienes? —pregunto curiosa.
—Algo con "Dead". No hubo muertos, sólo muchos heridos. Oye, nos vemos luego, papá me está esperando —se despide con la mano para lanzarme un beso y suelto una risa volviendo a dentro.
Me doy una ducha y al salir tengo un vestido y unos… tacones en la cama. Hago un puchero, no me gustan los tacones.
Me pongo a pensar antes de vestirme, ¿y si los "dead" en verdad están detrás de todo esto? Podría explicar muchas cosas, pero sin dudas tengo que llegar al fondo de todo esto.
Me coloco el vestido de tirantes gruesos, un pequeño escote en los senos y acampanado hasta las rodillas negro. Me pongo prácticamente obligada los tacones de plataforma y mamá entra haciéndome una coleta de caballo que no deja escapar ni una hebra.
Al bajar todos están vestidos de negro. Los chicos tienen trajes negros de tres piezas y mamá y Gigi vestidos a las rodillas y sueltos.
Hago que papá vuelva a la normalidad y todos tomamos los paraguas ya que las nubes se comenzaron a condensar.
Papá estaciona en la casa de los Miller y todos bajamos. El lugar está repleto de personas y veo a uno que otro compañero.
Doy el pésame y luego salgo por aire fresco al sentirme tan sofocada con todas las personas llorando su muerte.
—¿En qué piensas? —me interrumpe Gigi y la volteo a ver con una sonrisa fingida.
—En lo triste que es este funeral —admito suspirando y ella pone sus manos en mi cuello besando mi frente.
—Lo sé. Es triste, pero así es la vida y hay que seguir —asiento y Colin aparece donde estamos robándosela.
Dejo que se vayan ya que su felicidad es la mía. Dejo mis manos en los bolsillos que tiene la falda del vestido.
El cielo parece estar llorando. Las nubes grises adornan el panorama mientras algunos rayos se filtran por las mismas.
Un trueno pone a todos alerta e intentan cubrirse, pero yo solo me quedo ahí. Admirando la naturaleza y su eje, porque no hay nada más hermoso que el cielo en todas sus facetas.
La lluvia comienza a mojarme un poco hasta que un paraguas se coloca encima de mi. El olor a tierra mojada no se hace esperar y volteo a ver a Aden quien tiene una mano en el bolsillo de su pantalón y luce hermoso con su traje de dos piezas negro con corbata.
—Aden —saludo y él voltea a verme para sacar un cigarrillo.
—Alice —pronuncia antes de encenderlo, darle una calada y expulsar el humor de su boca.
Lleva el cabello peinado hacia atrás y su olor masculino es simplemente delicioso.
—¿Qué haces aquí? —pregunto y posa su atención en mí viéndome con esos ojos que son tan malditamente adictivos.
—Vine al funeral de Brenda. Te quedan bien los vestidos, y los tacones. Deberías usarlo más seguido —me muerdo el labio inferior mirando mis pies.
Ya debo estar roja como un tomate porque no me acostumbro a que suelte esas cosas sin más. Sin vergüenza en dar cualquier elogio a una persona.
—Me refiero a que haces aquí a mi lado.
—Oh, entonces me voy —se separa de mi haciendo que la lluvia me moje un poco pero corro un poco hasta envolverlo con mis brazos.
—Me voy a mojar —digo contra su pecho y cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo lo suelto rápido poniéndome más roja.
El solo sonríe un poco tirando lo que queda del cigarrillo. Me toma del cabello dejándome a centímetros de sus labios.
—Me gusta como se ve tu cabello así. Pero a la vez me hace pensar en muchas cosas —me separo sonriendo, ya mi cara no debe estar reconocible.
—Deja de decir cosas como esas, pervertido.
—¿A que te gusta este pervertido?
—Ni un poco —me deja frente a él ubicando sus manos en mi cintura.
—A mi sí me gustas —confiesa en un murmullo—, me gustas mucho, Alice.
Abro la boca para intentar decir algo pero como hace horas estampa sus labios contra los míos haciendo a mi cuerpo picar anhelando su toque.
Una de sus manos toca mi trasero y rompo el beso sonrojada pero él solo tiene una sonrisa torcida.
—No te pases… —deja el paraguas en mis manos.
—Nos vemos, Alice Cooper —desaparece entre la lluvia y los árboles y me quedo parada.
¿Quien diablos es él? Toco mis labios, en serio me gusta como besa. Me veo en el teléfono, y tal como predije estoy roja y mis labios igual, haciéndome tener la imagen de "me acaban de besar".
Un escalofrío me recorre el cuerpo y meneo la cabeza en negación. ¿Por qué me da tanta vergüenza eso?
—¿Alice? —pregunta una voz conocida detrás de mí y volteo a ver a Arthur.
—Hey —saludo caminando hacia él.
Nos damos el abrazo de siempre y besa mi cabeza reiterando lo mucho que me extrañó.
—¿Estás bien? Estabas viendo hacia aquel lado solo —volteo a ver lo mismo que él, si, estaba viendo como se iba nuevamente ojos grises.
La verdadera pregunta es: ¿cuando se quedaría?
—Si, solo veía los árboles. ¿Como estás?
—Estoy bien, quien está mal es Alex —frunzo las cejas.
—¿Alex? ¿El de la fiesta? —sonríe con tristeza y asiente.
—Brenda era su hermana menor.
Y así, todo mi mundo queda en pausa. ¿Por qué me duele tanto el dolor ajeno? Yo no soy así, pero mi corazón comienza a latir desesfrenado y de pronto quise saber quien le había hecho eso. Brenda podía estar loca, pero no haría eso sin ningún motivo.
—Disculpa —digo caminando hacia dentro mientras limpio mi nariz.
Las lágrimas se deslizan por mis mejillas y las limpio al entrar el oscuro, solo y triste lugar donde apenas y se escuchan los murmullos.
Y ahí está. Alexis Miller, está sentado con los codos sobre sus rodillas mientras el cabello negro ya sin mechas le cae desordenado en todo el rostro. Luce tan perdido que mi corazón vuelve a comprimirse.
Camino hacia él sentándome a su lado. Me ve con lágrimas en sus mejillas mientras sus ojos están rojos e hinchados de tanto llorar.
—Oh Alex —lo abrazo dejando que llore en mi pecho y luce tan frágil de esta manera.
—No lo entiendo, Alice —se queja entre sollozos—, mi hermana no era débil, ella nunca haría eso por decisión propia.
Acaricio su cabello dejando que siga llorando en mi pecho mientras no siento más que tristeza por él. Lo tomo de los hombros haciendo que sostenga su mirada sobre la mía.
Sigue luciendo tan perdido, como si ya no hubiese esperanza y todo en su mundo se hubiese derrumbado en dos segundos.
—Escúchame Alex. Vas a salir de esta ¿me oyes? —asiente perdido—. Yo me aseguraré de eso, y quiero que sepas que descubriré la verdad sobre el asesinato de Brenda —sus ojos se detienen en mi nuevamente.
—¿Me crees? Yo se que ella no lo haría Alice, pero nadie me cree.
—Yo si, Alex, te creo y voy a averiguar la verdad —vuelvo a abrazarlo y pronto siento demasiados ojos en mi.
El teléfono me vibra en el bolsillo del vestido y lo tomo sin soltar a Alex.
Ojos grises:
Deberías parar con eso. No me gusta, y se que a ti tampoco te gustan los ojos sobre ti. Mucho cuidado Alice, porque ya te dije, tu eres mía.
Un horrible escalofrío me recorre el cuerpo y dejo a Alex yendome a pie hacia la casa.
¿Qué está pasando aquí? ¿Como sabe lo de los ojos sobre mi? ¡¿Qué rayos está pasando en esta ciudad?!
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