7. Secretos y alcohol.
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Las discusiones de ojos grises con su familia se escucha aquí, pero no entiendo nada ya que están discutiendo en alemán.
Vuelvo a tomar mis audífonos y me acuesto en su cama escuchando Pillowtalk de Zayn.
Cierro los ojos y lo primero que viaja a mi mente con la letra de esa canción son sus ojos.
Sinceramente mi mente está en colapso, no sé porque vine ni el porqué de estar aquí esperando que discuta para hablar y conocer más de él.
Eso es lo que quiero, conocerlo más a fondo. Apenas sé unas partes de él, y quiero más. Que me cuente todo con confianza.
Ya estoy pensando estupideces. Suelto un suspiro y me acuesto de lado dejando mi mejilla izquierda en mi mano.
Observo en la pared una especie de pintura y pongo mi mano en ella detallándola.
Es un grafilado, pero no distingo de qué y cuando me doy un cuenta la mano de ojos grises azulados está en mi muñeca.
Me quito los audífonos y lo miro a los ojos fríos, que me miran con molestia.
—No deberías estar tocando cosas de los demás —reclama soltándome y me incorporo en la cama.
—Solo fue curiosidad —gira los ojos sentándose a mi lado.
—¿Quieres ir a otro lado? Odio estar aquí —admite y mi boca se abre en un 'O'.
—Podemos ir a caminar —propongo carraspeando y él asiente levantándose y quitándose la camiseta frente a mi.
Vuelvo a quedar con la boca abierta, su espalda es marcada y tiene otro tatuaje en la misma que llega un poco hasta el cuello. ¿Como no la había notado antes?
Si me había dado cuenta que en su cuello hay un poco de tinta, pero había estado tan enfocada en otras cosas de él que nunca noté bien ese tatuaje.
Se coloca un suéter azul marino y cuando se va a quitar el short blanco aparto la cara avergonzada.
Siento la sangre en mis mejillas y pronto aparece a mi frente con un pequeño gorro en su cabello y un jean oscuro.
Me levanto y bajamos las escaleras para pronto encontrarnos con una chica con el cabello rojizo.
Está comiendo unos duraznos y en cuanto ve a ojos grises los ojos le brillan.
—¡Cariño! —grita corriendo hacia él y rodeándolo con sus brazos.
Él sonríe contra su pelo recibiendo el abrazo y yo me quedo literalmente en colapso.
—¿Cómo estás pequeño? —le pregunta la chica sin verme y me siento invisible.
—Te he dicho que no me llames así —responde fríamente y ella le roba un beso en los labios.
Oh maldición, sigo estando perpleja para luego sentirme incómoda. Mi teléfono vibra en el bolsillo trasero de mi jean salvándome de la situación.
En cuanto suena por primera vez la chica posa sus ojos sobre mi.
—Hola —me saluda y yo contesto la llamada dándole una sonrisa de boca cerrada.
—¿Si?
—Creo que Gigi está desmayada —dice la voz preocupada de Evan y frunzo las cejas yendo a otro lado en busca de privacidad.
—¿Crees?
—Es que no me abre la puerta, y no ha comido nada desde que Colin se fue.
—Tienes fuerza sobrenatural imbécil, derriba la puerta y ya.
—Bien, pero no cuelgues, si está desmayada la llevaré al hospital —el sonido de una madera rota se cola en mi oídos y pronto siento la respiración pesada de Evan.
—¿Y?
—No está.
—¿La dejaste escapar? Seguramente ya debe estar buscando a Colin al fin del mundo —suelto un resoplido colgando y marcándole a Gi.
—¿Todo bien? —pregunta la voz de ojos grises azulados—, Hayley nos acompañará.
Volteo a verlo.
—Tengo que irme, buenas noches —salgo de su casa marcándole a mi amiga una y otra vez pero obviamente no me atiende.
Llego a la casa tomando las primeras llaves de algún automóvil para buscarla.
—He llamado a mamá pero tampoco contesta.
—Vamos —lo tomo de la mano y nos subimos en un Corolla que tiene mamá en la cochera.
Evan conduce a toda la velocidad por las calles, el teléfono me vibra con un mensaje así que lo saco de mi jean.
Número: Ojos grises.
¿Pasó algo? ¿Por qué te fuiste así?
Ignoro su mensaje eliminándolo. Nunca me dijo nada de esa chica, así que se ahorre el buscarme porque ya no quiero saber nada de él.
Le marco a Colin y tampoco me atiende. ¿Se escaparían juntos?
No lo creo, Colin debe estar en otro lado, y papá probablemente lo esté vigilando.
Evan frena de pronto y las luces del auto quedan en una rubia con un vestido blanco.
Me bajo inmediatamente.
—Gretchen —murmuro acercándome lentamente.
—Hay un… vacío en mi mente Alice —confiesa con lágrimas en los ojos—, siento que tengo que buscar algo pero no sé que es.
—¿De que hablas? —pregunto y ella se encoge de hombros diciéndome que no sabe.
—Desperté esta mañana y ni siquiera puedo recordar en qué día estamos —mamá borro sus recuerdos de Colin.
—No hablas en serio… —la rodeo con mis brazos dejando mi barbilla en su cabeza mientras ella llora en mi pecho—. Lo siento tanto linda —susurro contra su pelo.
¿Por que no la dejan ser feliz? No me gusta verla llorar y tal vez Colin la haya herido, pero ella ha sido más feliz con él que otra persona.
Los Cooper son una familia extensa. Hablo de muchísimas personas, si acaso no miles, no como una familia normal. Poseemos aprendizaje extremadamente avanzado, así como fuerza sobrenatural. También podemos borrar algunos recuerdos, pero para hacer esto hay que tener mucha experiencia y un don a lo mejor.
Volvemos a casa y cubro a Gigi con las sábanas llorando en silencio por ella. Pero no se crean, mamá y papá me van a escuchar en cuanto vuelvan de donde sea que estén.
—Colin volverá mañana, ya puede venir —avisa Evan desde el umbral de la puerta y lo miro a sus ojos inyectados de sangre.
—No llores —le digo tomando su cara y dejando mi frente en la suya.
—Es muy cruel —admite con voz rota y asiento abrazándolo dejando que llore en mi hombro.
—Está bien Evan, está bien sentirte así porque han hecho algo imperdonable.
En cuanto se calma lo dejo en su habitación también y al momento recibo un mensaje de ojos grises azulados nuevamente.
El: ¿Estás bien? Cuando te desocupes márcame por favor.
—¡Vete a la mierda! —le grito al teléfono dejándolo en la cama de mi habitación.
Bajo hasta la cocina y tomo las primeras botellas que me consigo destapando una de vokda y empinándomela.
A la hora me tomo una botella entera para luego caminar descalza por todas las calles de Forks con una botella en mano.
—¡Los odio! —grito tan fuerte que se me desgarra la garganta.
Estoy dolida, no es justo, no es justo, ¡no es justo!
Las lágrimas me empañan las mejillas y no puedo ni siquiera respirar bien de tanto llorar. El pecho me sube y baja furiosamente mientras sigo bebiendo de la botella.
—¡Son crueles! ¡No escuchan! Siempre son ustedes y las malditas reglas por delante antes de la felicidad de sus hijos.
Estoy tan molesta, me siento vulnerable de una forma en la que no puedo expresarlo. El pecho me duele, cada latido se siente forzado y ya no quiero sentirme así.
Pero mis padres acaban de romper no solo mis sentimientos, acaban de romper el corazón de todos nosotros porque sé que mis hermanos deben estar igual que yo. En especial Colin. Aunque él aún no debe saberlo.
Me molesta y a la vez me aterra que sean capaz de hacer algo tan cruel.
De pronto caminando descalza y con la misma ropa que antes me encuentro en el frente de la casa de ojos azulados.
No sé qué hora es, debo llevar horas bebiendo y mi cabeza da vueltas hasta más no poder.
La brisa me emborracha más y me tambaleo en el césped cuando intento tomar una piedra.
Me sostengo en el suelo y al recoger una la lanzo tan fuerte que rompe la ventana de ojos grises haciéndome pegar un pequeño grito para taparme la boca.
La luz de su habitación se enciende mientras yo me doy otro largo trago de la botella.
—¡Te odio! —le grito con furia mientras la cabeza me da vueltas—. ¡Eres un imbécil, no te creo nada!
Se asoma por la rota ventana mirándome con las cejas fruncidas e intento no caer en sus brazos cuando me da esa mirada.
—¿Alice? ¿Qué haces aquí?
—Vine a decirte lo mucho que te odio —expreso con molestia—, pero ya me voy, no vaya a ser que interrumpa tu velada con la del cabello rojo.
Me doy media vuelta, todo a mi alrededor se ve más borroso a pesar de aun tener mis lentes.
Caigo sobre el césped y me intento levantar tomando más de la botella.
—Alice… —ojos grises intenta tocarme pero lo golpeo tomando más de mi botella.
—No me toques que con mentirosos no ando.
—¿Mentiroso? —pregunta ceñudo y no me creo el descaro.
—Olvidalo, no sé ni para que vine —arrastro la lengua y sigo mi camino hasta que sus fuertes brazos me rodean desde atrás caminando conmigo hacia la entrada.
—¡Bájame! —me quejo sin éxito ya que pronto estoy dentro de su casa.
—Apestas —dice apartándome el cabello de la cara.
—¡Te odio! —pataleo en el mueble de la sala y pronto él queda encima de mi poniendo su mano en mi boca.
—Dejate del número, ¿quieres? —lo mato con los ojos y no quita su mano de mi boca—. Si haces otro ruido te besaré —me pongo roja y quita su mano de mi boca haciéndome callar.
—Quiero irme a mi casa —murmuro viendo hacia otro lado y se levanta quedando de brazos cruzados.
—¿Por qué estás bebiendo? —intento volver a tomar y me quita la botella de un manotazo haciendo que el vidrio impacte contra el suelo haciendo mucho ruido.
—Dijiste que no podía hacer ruido.
—Eso es porque tu voz me estresa —me toma del brazo rudamente haciéndome subir los escalones rápidamente.
—Ojos grises… —murmuro en cuanto cierra su habitación con ambos dentro.
Mira la ventana haciendo una mueca.
—Definitivamente estás loca —vuelve a tomarme del brazo y parezco una muñeca de trapo andando con él de aquí a allá.
Saca toallas y jabón de su armario dejándome en el inodoro mientras me tambaleo de un lado a otro.
—Me voy asi que necesito que por lo menos te pongas de pie —asiento roja como un tomate y él se va cerrando la puerta.
Me quito el jean a duras penas ya que en cuanto salgo de el me caigo en el suelo sobre mis rodillas y aparte me golpeo la barbilla.
—¡Au! —me quejo con una risita que no se si es por el alcohol.
La puerta se abre con ojos grises en ella y se pone de rodillas levantándome.
—¿Estás bien? —pregunta dejándome nuevamente en el inodoro y yo asiento con otra risa.
—Lo siento es que fue muy estúpido —defiendo entre carcajadas y él frunce las cejas.
—Estás muy borracha. ¿Cuanto bebiste? —hago seña con mi mano indicando cinco—. ¿Cinco tragos?
—¡Cinco botellas! —respondo riendo y él frunce más las cejas quitandome la blusa a pesar de mi forcejeo.
Quedo en bragas y brasier. Por un momento su mirada se enfoca ahí haciéndome sonrojar a pesar de no estar en mis cinco sentidos.
—Eres tan estúpida —murmura tomándome como una muñeca y lanzandome en la bañera.
Comienza a mojarme la cabeza con una pequeña manguera. La ropa interior se me adhiere a la piel mostrando más de lo que debería.
—Ojos grises —murmuro cerrando los ojos ya que al parecer me estoy mareando más con el agua—, eres muy sexy —lo veo a los ojos y otra risita se escapa de mis labios.
—¿Soy sexy? —pregunta con una sonrisa torcida.
—Eres muy sexy. Cuando te pones la banda en tu frente, he imaginado tantos escenarios besándote y tomando tu pelo —suelto otra risa chispeando agua en su rostro.
—¿Quieres besarme? —pregunta sin parar de mojar mi rostro y asiento.
—Quiero besarte, besarte, besarte y besarte —me toma de la barbilla mirándome con esos ojos tan malditamente adictivos y estoy consciente.
Yo sé lo que estoy haciendo, pero mi lengua dice todos mis pensamientos, y no puedo parar de hacerlo.
—Yo también quiero besarte —murmura cerca de mis labios.
—Hazlo —mi lengua pronuncia las palabras sin poder detenerlas.
El corazón me martillea con cada uno de sus movimientos. Quiero besarlo.
—No puedo —pronuncia dejando su nariz en la mía respirando mi aliento.
—Pero…
—Si lo hago no podré parar. Y quiero que estés consciente, no que te arrepientas mañana si me besas —intento decir algo pero se separa de mi y después de darme un jabón me da la espalda—. Cuando estés lista me dices.
Sale sin más dejándome anonadada. Me molesto y salgo mojada y en cuanto su mirada se detiene en mi frunce más cejas.
—Alice… —intenta regañarme pero lo callo con una bofetada.
—¿Que no pararás? ¿Consciente? ¿De qué carajos hablas? —enfurezco—. ¡Ahora nunca te voy a besar!
—¡Calmate!
—¡Idiota!
—¡Estúpida!
—¡Orangután!
—¡Víbora!
—¡Otaku!
—¿Disculpa?
—¡Imbécil!
—¡Malcriada! —frunzo las cejas.
—¡Gilipollas sexy!
—¿Eso siquiera es un insulto?
Me abro paso para caminar a la puerta y en cuanto salgo me vuelve a tomar del brazo metiéndome y cerrando la puerta de un portazo.
—¡No quiero estar contigo!
—¡Borracha eres insoportable!
—Por lo menos yo lo soy borracha. Tú lo eres bien cuerdo.
—Ya cállate.
—¿Ves? Me voy… —me toma del brazo lanzándome en la cama así toma mojada.
—Me lavarás todo después. ¿Estás haciendo berrinche porque no quise besarte borracha?
—Si —planta sus labios en mi frente.
—Ya está. Ahora cálmate —forcejeo ante su burla y su sonrisa se extiende haciéndome molestar.
—¡Que me sueltes! —cierra los ojos antes de quitarme el sujetador descubriendo mis senos para ponerme la camiseta que tiene puesta.
Huele a él y no me quejo ya que fue lo suficiente bondadoso para cerrar sus ojos, igual no evita que las mejillas se me enciendan hasta más no poder.
Una arcada me hace quitarlo y le vomito el suelo sin querer.
Mis bragas siguen mojadas mientras yo sigo vomitando todo el montón de vodka que bebí junto a toda la comida del día.
Me duele la garganta de tanto que las arcada me fuerzan y al final termino ensuciando toda la camiseta de ojos grises.
—Baño —murmuro y él me lleva por lo que me meto en la ducha que está junto a la bañera.
Osea es que el baño es enorme y tiene para elegir, él se queda de pie mirándome.
—¿Estarás bien sola? —me pregunta y asiento.
—Lamento vomitar tu habitación —se encoje de hombros.
—Solo no te desmayes —sale sin más y termino de bañarme envolviendo mi cuerpo en una toalla.
Cuando salgo el está en la cama sentado en la cama de esa forma tan extraña con un lapicero en la boca.
—¿Cuál es tu afán de estar así? —pregunto acercándome y se levanta.
—Estaba pensando en algo.
Ya el vómito no está y él tiene alguna ropa en sus manos.
—¿Para mi? —asiente y me entrega las cosas con una sudadera blanca de él y un pequeño short de pijamas.
—Es mio cuando estaba pequeño —murmura mirando hacia otro lado.
—Está bien, iré a ponérmelo en el baño —señalo el mismo viéndolo.
—Puedes hacerlo aquí, bajaré —asiento y sale por lo que me pongo todo rápidamente aun incómoda.
La cabeza me duele y me siento cansada innecesariamente. Creo que sigo borracha, porque murmuro cosas sin querer hacerlo.
Termino acostándome en su cama buscando la comodidad.
▪️
Me quedé dormida.
Ese es mi primer pensamiento cuando me incorporo en la cama y veo el sol entrar por la ventana rota.
Volteo a ver todo a mi alrededor. ¡La habitación de ojos grises!
Reviso mi ropa, tengo su ropa puesta. ¿Qué carajos pasó ayer?
Las imágenes aparecen a mi frente como una ráfaga y me toco la cabeza cuando me da un dolor intenso en la parte de adelante.
—¡Víbora!
—¡Otaku!
—¿Disculpa?
—¡Imbécil!
—¡Malcriada!
—¡Gilipollas sexy!
—¿Eso siquiera es un insulto?
Una discusión con ojos grises. ¿Por qué no me sorprende?
—Quiero besarte, besarte, besarte y besarte.
Que vergüenza. Me tapo la cara avergonzada, mi cabello es un desastre y cuando alzo la vista el pequeño ronquido me desconcierta.
Delante de mi está ojos grises. No en la cama, está en el escritorio recostado en el mismo.
El cabello le cae en toda la cara y a pesar de estar durmiendo luce sexy y hermoso como siempre.
Me refrego los ojos levantándome y me quedo a su frente observándolo de cerca.
—Oye ojos grises —murmuro tocándolo y se despierta al instante bostezando e incorporándose en la silla.
—¿Sabes cuantas veces intenté moverte para dormir en MI cama?
—No. No recuerdo nada —miento porque recuerdo todas nuestras discusiones, su mirada, sus palabras.
—Bien, deberías irte a tu casa —me siento en el escritorio suspirando.
—No quiero ir a casa —confieso y él se levanta estirándose .
—Laura lavó tus cosas, deben estar en el armario. Cuando estés lista baja a comer, y ahí hay unos zapatos —señala el armario—, no trajiste unos anoche, pero hoy los necesitarás.
Sale sin más y hago todo lo que me dice poniendo mi cabello en una cola desordenada para bajar hasta la cocina donde están dos hombres más y la misma chica de ayer.
—Buenos días —saludo educadamente.
—Buenos días Alice —me saluda el señor Alfred con una sonrisa de boca cerrada y ojos grises me lanza una manzana.
Se dirige hacia mi ya que ellos están en el extremo del mesón y deja un plato con comida a mi frente.
—¿Me dirás como sabes que las manzanas son mi fruta favorita? —susurro una vez que lo tengo cerca.
—No. Lo que te diré es que te apresures porque tengo que llevarte y darle una buena excusa a tus padres —vuelve a ir con su familia.
Su hermano ni me determina al igual que la mujer de pelo rojizo.
Termino de comer sola mientras ellos hablan cosas en alemán y ríen haciéndome sentir más que incómoda.
La chica también habla con ellos y todos parecen tenerle mucho cariño ya que le dan medios abrazos, sonrisas y la tratan de lo mejor.
—Oye Alice —se dirige a mi por primera vez y volteo a verla, tiene una sonrisa en el rostro mientras ve al señor Alfred—. Haré una fiesta aquí, es fin de semana así que puedes venir si gustas.
—¿Hoy? —asiente y yo pienso que no me van a dejar ir, pero…
—Yo me encargo de que venga —dice ojos grises mordiendo una manzana y ella sonríe viéndolo.
—Bien, pues enviaré ya todas las invitaciones. Con permiso —sale de la cocina.
—¿Ya? —me pregunta ojos grises y asiento.
Después de subirnos a un Toyota auri 120T negro estaciona en mi casa y ahora estoy con él la puerta de mi casa.
A decir verdad la discusión de mamá me da muy igual. La odio en estos momentos, así que no pienso perder mi tiempo disculpándome por algo que no lamento.
Quien abre la puerta es papá, su rostro se suaviza en cuanto me ve y me estruja en su pecho.
—Me preocupé tanto —lo aparto de un empujón.
—No me toquen —pido seria y molesta.
No estoy para afectos de su parte.
—Las personas impulsivas no suelen ser muy inteligentes —me dice ojos grises y me paro en seco—. Tranquilizate.
Miro a mi papá, y luego a el pero pareció que… son ideas mías. Si, él no podría hacerlo.
—¿Quién es? —pregunta papá observándolo de pies a cabezas con esa expresión fría que solo tiene con desconocidos.
—Es ojos grises.
—Llámeme Z, si es tan amable —miro mal al hombre detrás de mi.
—No me sé su nombre. Y hay temas que tú y yo debemos discutir.
—Pero antes… —opina ojos grises— quiero decirle que su hija saldrá hoy conmigo. Verá, es que ayer le pasó algo muy raro —papá le presta atención mientras yo maldigo su existencia—, me la encontré desmayada junto a mi casa ya que le iban a robar. Bueno, al parecer tenía unas copas demás y la agarraron descuidada. Bueno en fin, la llevé a casa y conoció a mis familiares y haré una pequeña reunión con mis padres, los cuales quieren que asista. Puede hablar con papá si quiere.
Lo miro mal, ¿que diablos está diciendo? Papá suelta un suspiro.
—Hablaré con su padre personalmente. Depende de lo que me diga te dejaré ir a la cena Alice, luego hablaremos de nuestro asunto pendiente. Oh, y Z… gracias por cuidarla —ojos grises asiente y papá se retira dejando la puerta abierta pero eso no me detiene para voltearme y mirarlo mal.
—¿Te volviste loco? —le reclamo—. Podría haber descubierto que era mentira.
—Pero no lo hizo, así que nos vemos en casa Alice, y ponte tu mejor bikini, me gusta ver tu sexy cuerpo en ropa interior —me da la espalda caminando hacia su auto y me quedo parada roja como un tomate al recordar todo lo que hice anteriormente.
Ahora asistiré a una fiesta y… me da miedo lo que vaya a pasar.
Pero el que no arriesga no gana, así que entro preparada para jugar el juego de ojos grises.
Me aseguraré que quede más que loco por verme en bikini. Y que se vuelva loco por rechazar el beso que le pedí.
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