4. El pago con un beso.
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Ojos grises azulados.
Se acerca la hora en la que tengo que asistir a la casa de la miedosa.
Miro mi pulgar admitiendo que me gustó tener su carnoso labio inferior bajo él. Joder, se sentía tan bien.
Me levanto ignorando lo que causa la rara en mis pensamientos y me doy una ducha con agua fría para alivianar la tensión que siento en todas las partes de mi cuerpo, sobre todo en una.
Me visto con camiseta y jeans negros. Me pongo unas botas del mismo color y salgo por las escaleras tomando mi chaqueta negra.
En la cocina está mi tío Alfred, pero solo lo saludo con la mirada. No somos de palabras, así que después de tomar una botella de agua sale caminando hacia su despacho.
Mi hermano mayor también entra, solo somos nosotros tres en la casa, supongo que para tres hombres vivir juntos no es fácil, y la comunicación no es nuestro fuerte.
—¿A dónde vas? —pregunta mientras yo meto las dos manzanas que el me da en mi mochila.
—Iré a la casa de una amiga —digo cortando el tema ya que salgo tomando las llaves de mi motocicleta.
Decirle a donde iría solo iniciaría una pelea que evito desde que conozco a Alice. Sé lo que tengo que hacer, lo tengo claro pero eso no significa que vaya a hacerlo como él quiera.
Por eso me evito las discusiones con él. Me subo en mi motocicleta ducati multistrada V4 F negra con rojo y conduzco por varios minutos hasta estacionar en la gran y linda casa de la rara.
Dejo el casco en mi motocicleta y toco el timbre. Ya son alrededor de las 7:30, se me hizo un poco tarde pensando en cosas absurdas.
La señora que vi el otro día me recibe con una sonrisa.
—Buenas noches —saluda mientras la brisa entra por la puerta en la que está.
Tiene el cabello castaño claro hasta los hombros y los ojos azules, como uno de los ojos de Alice.
—¿La madre de Alice? —finjo no conocerla y ella sonríe.
—Sí, tu debes ser el amigo de ella, el del otro día. ¿Tu nombre es…?
—Se lo diría pero corro con el peligro de que le diga a Alice mi nombre —abre los ojos sorprendida.
—¿No sabe tu nombre? —niego. Mi mirada siempre se ha mantenido fría, es un don.
—No se lo he dicho.
—Hm, no te creo, ella es muy… —se detiene pensando en una palabra adecuada para describir a su propia hija.
—Lo es. Pero yo también —asiente pero no me deja pasar.
—Hay una condición para entrar.
—Pero si se lo digo tiene que prometer que no lo dirá, y por lo que veo usted es una señora que cumple con sus promesas —vuelve a sonreír y susurro mi nombre en su oído.
Me abre espacio sonriente.
—No le diré que me dijiste, y… lindo nombre.
—Lo sé —respondo arrogante.
—Mi hija está en su habitación. Penúltima puerta en el pasillo. Puedes subir si quieres, yo prepararé galletas y chocolate por si quieren comer algo —asiento quitando mi chaqueta y la cuelgo en el lugar.
Todo se siente cálido, la señora me indica en dónde es y yo subo los escalones encontrándome con un chico mayor que yo en los mismos. El cabello negro le cae por todos los lados de la cara y sus ojos negros se ubican detrás de mí haciéndome voltear.
La chica que se la pasa al lado de Alice está debajo, él la mira por dos segundos siguiendo su camino y saliendo de la casa con una actitud un tanto afligida.
La chica me da una sonrisa de boca cerrada para sentarse en el mueble, noto sus ojos tristes. ¿Amor? ¿Culpa?
No… es algo más. ¿Prohibido? Si, es eso. Oh, se gustan y no pueden acercarse. ¿Por qué razón será?
Bien rara la situación, pero sigo mi camino tocando la penúltima puerta y al no obtener respuesta la abro.
La rara está en su cama boca arriba con unos audífonos puestos y los ojos cerrados. Sus labios están cerrados mientras respira por la nariz.
Tiene puesto solo una pijama que consta de una blusa de tirantes y un pantalón de algodón. Ambos son negros.
La música se escucha desde mi posición y cierro la puerta observándola desde lejos.
Creo que está dormida porque no se mueve ni nada. El cabello negro está en un moño desordenado y noto que no tiene brasier, por lo que la tela remarca sus… muevo la cabeza hacia otro lado queriendo quitarme la imagen de mi frente.
Aclaro mi garganta sin verla pero no escucho que haga algo. La luz está encendida y me muevo a su posición quitándole los audífonos cosa que sí la despierta.
Las enormes pestañas le caen en los pómulos cuando parpadea fijándose en mis ojos como siempre cada que me ve.
Los suyos son simplemente alucinantes. El derecho es azul intenso, como el de su madre, con rastros de color miel mientras el izquierdo es gris rayado.
—Oh, eres tú —es lo que dice con voz ronca y se levanta yendo a la silla donde se encuentra su computadora.
La habitación es grande y yo la observo desde una pared teclear algunas cosas.
—Mamá debe entrar ahorita para traer comida, siempre es así —me avisa sin verme y yo me lanzo en la cama tomando un peluche suave de…
—¡No toques a Chesuur! —me grita desde su posición colocándose roja de la furia y me arranca al simple peluche de las manos.
Su respiración es agitada y yo solo sonrío ante la diversión de verla así.
—¿Chesuur? ¿En serio?
—Es uno de los amigos de Alicia en la película, pero yo le digo Chesuur para no decir Cheshire —murmura sonrojándose y yo asiento levantándome de su cama.
—¿Y tu te crees esa Alicia? —digo dando un paso hacia ella y como siempre ella da uno hacia atrás.
Se moja los labios en cuanto llegamos a la pared donde la vuelvo a acorralar. No entiendo porqué pero tenerla así hace a mis músculos tensarse.
No puedo ni pensar ya que mi mirada solo se enfoca en sus labios y aunque al principio pedí besarla para molestarla ahora muero porque me pague con uno de sus besos.
Su mirada se enfoca en mis ojos, sus pequeños pechos lucen bien sin brasier y ya me he colocado…
Me molesta, así que me separo con una sonrisa de suficiencia, aunque todo lo hago para molestarla.
—¿Querías que te besara? —la molesto y se pone roja de furia y cuando está a punto de decir algo la puerta se abre con su mamá en ella.
—Traje galletas y chocolate como prometí —dice con una sonrisa y Alice se sienta de nuevo.
—Gracias mamá. Si te sientes insegura puedes dejar la puerta abierta —ella me ve a mi guiñándome un ojo y cierra la puerta.
—¿Haremos el trabajo? —pregunto sacando una cajetilla de cigarrillos de mis pantalones.
Saco un cigarro y devuelvo la cajetilla al bolsillo encendiéndolo.
En cuanto le doy una calada y expulso el humo la mirada de Alice se detiene en mí.
Se levanta tirando la silla y me arranca el cigarrillo de los labios pisándolo en el suelo. Sigue tan roja como hace unos momentos y su mirada es tan fría que me recuerda a lo único que vine por ella.
—Es la última vez que intentas fumar en mi habitación.
—Como si fuera a volver —digo sacando otro y me quita la caja pisando todos mis cigarrillos—. Ahora me debes más que un beso.
Retrocede en cuanto la intento tomar.
—No te debo ni un beso ni nada —dice roja, está más molesta de lo que suele estar y yo solo sonrío.
—De aquí no me voy hasta darte el beso que me debes —el rubor corre por sus mejillas, sus ojos son tan fenomenales que tengo que apartar la vista sacando mi teléfono.
—Quédate todo lo que quieras, por mí mejor ya que así convenzo a mamá —dice haciéndome sonreír maliciosamente.
Me acuesto en la cama mientras ella vuelve a su puesto.
La llamada de mi hermano no se hace esperar ya que tengo varias perdidas y contesto de una vez.
—¿Sí? —digo viendo con tristeza mis cigarros.
—¿Estás en su casa? —pregunta en una nota de reproche y yo suspiro.
—Sí, aquí estoy —la mirada de Alice se detiene en mí.
Finjo no verla para molestarla más aún.
—Vuelve a casa… —pronuncia mi nombre con tristeza.
—En cuanto termine podemos vernos —ella alza una ceja en cuanto mi vista se detiene en sus ojos.
Escucho el suspiro de mi hermano mayor.
—Deja de meterte en problemas y cuidado, no quiero que hagas nada de lo que después te arrepientas —cuelga y yo suelto un suspiro.
—¿Tu novia? —pregunta volviendo a mirar la pantalla de su laptop.
—Eifersüchtig? —pregunto en alemán y ella me ve con las cejas fruncidas.
—¿Qué dijiste? —me encojo de hombros.
—No me pagas con el beso, me dañas mis cigarrillos y no me das la comida que te dejó tu mamá, ¿crees que te diré algo?
—Ya estás insoportable ojos grises azulados —suelto una risa, la que me da cada que me dice así.
Tomo mis galletas y la taza de chocolate caliente y me quedo sentado viéndola fruncir el cejo.
—¿Tomas clases de biologia? —pregunta mientras yo me como las galletas.
—Na'. No me gusta, pero puedo tomarlas por ti —voltea a verme roja y yo suelto una risa—. Solo es sarcasmo Alice, no te emociones que no me he enamorado de tus ocultas facetas —se coloca aun más roja.
Después de una hora ella termina el trabajo, no está cansada ni nada. Más bien aburrida, así que yo me levanto en cuanto ella lo hace.
—Un placer mentir por ti, pero ya es la hora de irme. O mejor dicho, la hora del pago con un beso —me mira frunciendo las cejas y niega pero yo me acerco a ella tomando su barbilla y rodeando su cintura con mi mano.
El mero toque de su pecho contra el mío hace que mi corazón casi se desboque y no sé qué rayos es lo que tiene ella y sus ojos que me ponen así.
Dejo mis labios a centímetros de los suyos queriendo en verdad el beso más que ella. Está roja como un tomate y parpadea varias veces respirando mi aliento.
Huele a chicle de fresa mientras yo solo me enfoco en su pesada respiración sintiendo la mía del mismo modo.
No entiendo porqué hay tanta tensión en nosotros dos. No nos conocemos, ella no me gusta, no le gusto. Pero entonces, ¿por qué carajos la adrenalina me sube tanto junto a ella?
De todos modos no puedo ceder ante mis impulsos, así que solo digo:
—Bromeaba —la suelto y se coloca roja, siempre está roja, mientras yo me dirijo a la puerta—. Considera esto como un favor que tarde o temprano tendrás que pagarme —abro la puerta viéndola—, no quiero besarte, miedosa.
Salgo mintiendo como lo único que se me da a la perfección y prácticamente corro por las escaleras para no volver hacia allí y estampar mis labios contra los suyos.
Me paso los dedos por los mismos y el otro hermano de Alice es quien me recibe en la salida.
Tiene el cabello castaño y los ojos grises. Me saluda y me abre la puerta así que salgo rápidamente conduciendo hasta mi casa con la única cosa en mente: en verdad quería ese pago con un beso.
▪️
Alice.
Dos semanas han pasado quedando apenas una para que retiren mi castigo.
Tampoco he visto a ojos grises azulados, bueno, no he interactuado con él. He estado evitándolo, en cuanto veo alguien parecido a él me escondo, no por miedo, es que si lo veo juro que le patearé las pelotas.
Me escondo tras mi libro en clases de química. Que no venga, que no venga, que no venga.
Nos quedamos atrapados en clases y el profesor dice que hará una dinámica ya que quiere colocar a dos personas a hacer un trabajo.
Y sí chicos, lo adivinaron. Me colocó con el idiota que no asistió.
—Tienes que decirle para que estén al día ya que el trabajo tienen que dármelo en tres días —asiento ante su recomendación y suelto un grito de frustración en el baño después de salir del aula.
¡Yo no tengo porqué buscarlo a él! Sus palabras vuelven a mí.
No quiero besarte, miedosa.
Y lo triste es que yo sí quería. La imagen de él mojando sus labios vuelve a mí y me niego a pensar en eso.
Salgo del baño echa un desastre y camino a grandes zancadas, no veo nada de lo apurada que voy y solo siento el impacto de un cuerpo contra el mio.
—Miedosa —escucho su voz y volteo a verlo con la furia desatada.
—Ojos grises azulados —saludo secamente y él me sonríe mirando hacia otro lado.
Es que también tiene los dientes y la sonrisa perfecta. ¡No quiero que sea tan hermoso!
—¿Me extrañaste? Han pasado dos semanas desde que estuve en tu habitación, supongo que aún mueres por mis labios —hago una mueca mirando hacia otro lado y vuelvo a fijar mi vista en él.
—Me da igual besarte. Y ya que estamos, tenemos que hacer un trabajo juntos, si no quieres dile al profesor para que lo hagas con alguien más, tal vez sea lo mejor para los dos.
—¿Por qué ese tono? ¿Estás molesta porque no te besé? —me acerco hacia él quedando a centímetros de su rostro ya que me coloco de puntillas.
Intenta retroceder al ver lo que intento hacer pero lo tomo del cuello.
—Ni en esta vida ni en miles más moriría por besarte —susurro en su oído—, no te hagas ilusiones.
Lo suelto caminando hacia otro lado a toda velocidad. Muerdo mi labio inferior corriendo por los pasillos mientras intento contener la risa al sentirme tan triunfal.
Encuentro a Gi esperando a mi hermano y me río a carcajadas para después contarle todo lo que acaba de pasar.
Ya está al tanto de todas las extrañas cosas que me han pasado con él así que ríe conmigo.
En cuanto Colin estaciona nos subimos y Evan como siempre llega tarde y agitado. Ya estoy cansada por lo que mis ojos se cierran solos, pero siempre lo estoy a decir verdad.
Nos bajamos en casa, no subo a mi habitación ya que papá está en el mueble y me siento a su lado abrazando e inhalando su dulce olor a papá.
—¿Cómo anda mi maravilla?
Sonrío ante el recuerdo de una Alice pequeña diciéndole a papá "¡Soy Alicia en el mundo de las maravillas", mientras papá me responde, "eres mi maravilla".
Él deja descansar su barbilla en mi cabeza mientras los chicos suben a su habitación agotados y sin ver hacia atrás.
Solo saludan a papá como tienen que hacerlo y sin más desaparecen.
—Estoy feliz porque tenía días que no te abrazaba —sonríe en mi pelo y besa el mismo.
—Anda a descansar, te estás durmiendo aquí mismo.
—¿Saldrás o algo?
—Sí, voy a Seattle por dos días. Estoy esperando que tu mamá vuelva para hablar sobre los cargos —suelto un suspiro y lo miro.
—No me gusta este trabajo. Ya tienes suficiente dinero, ¿por qué quieres hacer eso aún?
—No pido que lo entiendas. Arriba, no me refutes —me levanto yendo hacia mi habitación y me lanzo en la cama.
Quisiera desobedecer sus órdenes y decirle "¡piensa un poco en tus hijos!" pero no quiero castigos.
Papá y mamá son buenos padres, pero casi nunca nos escuchan. Bueno mamá sí, pero papá es mucho más cerrado que todos.
Esta familia es importante para nosotros, somos muy unidos y leales los uno con los otros, tal vez por eso la gran muralla que levantamos no se ha caído.
▪️
Me levanto bostezando. Ya la noche cayó y ni siquiera me había dado cuenta que me quedé dormida.
Sigo con el uniforme puesto, reparo mi entorno y en la puerta hay una nota. Las notas solo las deja mamá, por lo que me levanto y la tomo en mis manos.
“Estaré unas horas fuera con papá. Volveré a media noche, ya saben lo que pasa si salen sin mi permiso.
•Con amor, mamá".
Me doy una ducha y me coloco un pijama de shorts y suéter con lunas y estrellas en los mismos.
Me hago un moño desordenado ya que tener el cabello en el rostro me molesta. Como es de noche tomo los lentes que están en la mesilla y antes de abrir la puerta me devuelvo tomando mis audífonos.
Ducan Laurence invade mis oídos con la hermosa y triste canción Arcade.
Me distraigo bajando las escaleras mientras me pierdo en la música. Siempre lo hago, las voces hermosas me distraen en cuanto las escucho.
—I’ve spent all of the love I saved
We were always a losing game
Small town boy in a big arcade
I got addicted to a losing game
All I know, all I know
Loving you is a losing game.
Tomo una manzana cantando la canción mientras me siento intentando ver TV, pero vaya que no es lo mío, además de que tengo los audífonos, y sí, siempre hago cosas de locos.
Me levanto repitiendo la canción porque me gusta mucho. Subo los escalones percatándome de que no veo a ninguno de mis hermanos por la casa.
Gigi tiene su habitación, solo que a mí me gusta dormir con ella. Supongo que está dormida ya que no siente mis pasos, por lo que abro la puerta quedando de piedra completamente.
—Colin… —murmuro con los ojos abiertos como platos mientras ellos están a medio vestir en su cama.
En cuanto me ven saltan de la misma intentando ponerse algo, pero da igual porque ya vi lo que hacían.
—Alice… —intenta decir Gi y yo corro hasta mi cuarto tirando los audífonos.
Acaba de romper un código. Él rompió un código por estar con mi amiga, y eso duele como una traición porque nunca los hemos roto.
—¡Alice! —me llama Colin en la puerta.
No tengo tiempo ni para pensar. Avisa que va a tumbar la puerta mientras yo intento asimilar lo que acabo de ver.
Gigi dijo que no estaría con él y al primer momento cae, pero eso no es lo que importa. Si, se que es extraño, pero Colin es mi hermano y confiamos el uno en el otro, por ello, el que rompa el código que recité, parece a traición.
La brisa me cae en el rostro haciéndome suspirar. La escalera sigue ahí sorprendentemente, aunque si lo creo ya que mi habitación está del lado trasero de la casa por lo que no se nota mucho.
Bajo la escalera rápidamente y en cuanto mis pies descalzos tocan el frio césped, Gi sale por la ventana viéndome pero tiro la escalera sacándole el dedo del medio.
Salgo corriendo hasta llegar a la salida, mis pies corren a toda velocidad y no quiero hablar con ellos porque sé que solo me van a convencer de no decirle nada a mamá y papá.
Corro calle arriba escuchando el rugir del auto de Colin. Joder, no he corrido mucho, o sí pero no quiero sus reproches, no quiero descontrolarme y golpearlo hasta hacerlo sangrar rompiendo otra regla.
Llevo por lo menos 3 cuadras cuando siento el auto de Colin a pocos metros.
—¡Alice ya deja el show! —me grita Gi desde el auto y yo me detengo esperando que estacione a mi lado.
—No puedes…
—Decirle a mamá —interrumpo a Colin y sigo mi camino—. No diré nada, así que ahórrenselo, y déjenme en paz un momento —siento la mano de Gi sobre mi brazo y me zafo de un manotazo.
—Alice… —intenta tomarme y le aparto la mano nuevamente haciéndola retroceder.
—Eres más estúpida de lo que creí —confieso y antes de seguir con mi camino me detengo observando al hombre que sale sin camiseta botando algo de basura.
Gi está llorando mientras Colin la abraza. No los quiero ver, me da igual su relación pero los códigos se respetan y debían esperar hasta que yo me retractara. Romper los códigos es considerado traición en mi familia, y por eso le doy una mirada fría a mi hermano.
—Me retracto del código, ya no es necesario y menos si no los cumplen.
—Oh, es la rara —dice la voz de ojos grises azulados detrás de mi.
Maldición, había olvidado por completo al hombre sin camiseta.
—Tú —lo señalo viéndolo y él se señala a sí mismo con una expresión de, '¿yo?'
—Gretchen, Colin —saluda a los chicos viéndolos y me pregunto cómo se sabe todos los nombres de nosotros.
—Volvamos a casa y hablemos de esto —dice Colin caminando hacia mí y en cuanto su mano me toca retrocedo dos pasos hasta quedar a tres más de ojos grises azulados.
—No tengo nada que hablar con ustedes —pronuncio con rabia y su expresión se torna con un ápice de tristeza.
—Alice, vamos —refuta Gi limpiando sus ojos.
—Te llevaremos a casa y si es necesario usar un código o recordarte las reglas lo haré.
—¡Ya basta! No soy una niña que pueden manipular a su antojo —me intenta tomar de nuevo y un fuerte manotazo lo hace retroceder dos pasos.
—Creo que dijo que no irá con ustedes —a mi frente el hombre sin camisa le pronuncia a mi hermano quien frunce las cejas con rabia revisando el golpe en su hombro.
—¿Quién te crees? Es un problema familiar.
—Colin, ya vete —pido por última vez y ojos grises no me ve, pero puedo ver su semblante oscuro mientras ve a mi hermano.
—Vuelve antes de media noche. No quiero que tengas problemas con papá o mamá. Y por favor hablemos de esto —me pide con los ojos y suelto un suspiro asintiendo por lo que se va con Gi detrás de él.
—Oye… —intento decirle a ojos grises y voltea a verme con una expresión más relajada.
—¿Me estabas evitando éstos últimos días? —pregunta sacando un cigarrillo del bolsillo del jean claro que lleva puesto.
Joder, es que está buenísimo. Lleva los pies descalzos, el cabello está húmedo por lo que supongo que se acaba de dar una ducha.
Sus ojos se detienen en mí y luego en mis labios por lo que quito la cara para que no vea el rubor que corrió a mis mejillas.
—¿Quieres algo de tomar? —pregunta de pronto—. Hace frío, estás en pijama y creo que acabas de tener una discusión con tu familia. Así que entremos.
Volteo a verlo alzando una ceja. Le da una calada a su cigarrillo tirándola a un lado del césped. Sonríe mostrando su perfecta dentadura y hace a mi vientre hormiguear con diversas y lindas sensaciones.
Aprieto los puños al sentirme de esa forma con su mera presencia.
—¿Me estás invitando a entrar? —pregunto casi en un susurro.
—Sí, vamos —camina hasta una enorme casa blanca.
Entro detrás de él, lo primero que noto es el suelo de mármol negro.
—Al tío le gusta los colores oscuros —dice caminando y yo lo sigo hasta entrar a la cocina donde me lanza una manzana haciéndome fruncir las cejas.
—¿Cómo sabes que…?
—Porque es lo único que te gusta. Ya que estás aquí, ¿tenemos que hacer un trabajo juntos, ¿cierto?
—Sí —muerdo mi manzana y él se queda viendo mis labios nuevamente.
Mis músculos se tensan con esa estúpida mirada, la piel me hormiguea y el corazón me comienza a latir rápido y fuerte.
—Iré a la habitación, creo que tengo algunas anotaciones sobre el tema —me pasa por un lado dejándome impregnada de su masculino olor.
—¿Puedo ir contigo? —pregunto viendo a todos lados ya que hay solo oscuridad.
No quiero quedarme en esa casa sola, en medio de la cocina.
—Vale —es lo que pronuncia sin verme y sigue su camino por lo que lo sigo a un metro de distancia.
Subimos las escaleras y un pasillo se abre paso con varias puertas.
Se dirige a una en específico y ambos nos adentramos.
Enciende la luz sentándose en una silla junto a un escritorio.
Me quedo observando el lugar, a diferencia de mi habitación esta es pálida, solo hay colores negros, grises, blancos y marrones.
Sus sábanas son grises y tienen un enorme logo con una serpiente de sólo cuatro comillos.
Me recuerda a su tatuaje, pero no digo nada.
Aclaro mi garganta y él posa sus ojos en mí.
—Me siento algo incómoda, ¿podrías ponerte la camisa? —una de sus comisuras se eleva formando esa sonrisa torcida tan malévola como todo en él.
—Ängstlich —murmura girando los ojos.
—¿Que signifi…? —mi pregunta queda a medias ya que el mareo que me invade me deja débil.
Mi vista se torna borrosa, y entrecierro los ojos.
—¿Alice? —pregunta ojos grises a mi frente y yo me tambaleo cayendo al suelo en cuanto todo a mi frente se coloca como una neblina de solo oscuridad.
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▫️Eifersüchtig? : ¿Celosa?
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