3. Ojos grises azulados.
____________
▫️3▫️
__________
Ha pasado una semana desde ese estúpido juego.
Todos estamos castigados por un mes. Así que vuelvo del colegio a la casa y viceversa. Mamá no me deja ni siquiera salir a hacer trabajos, insiste en que los haga con Gi pero pues ella no tiene muchas clases en común conmigo, ya que está en otra sección.
Solo compartimos una clase, literatura y es porque ella convenció a uno de los profesores y ni sé cómo.
Estamos en la biblioteca estudiando para un examen, bueno ella estudia mientras yo solo leo memorizando todo rápido.
Estoy cansada y aun molesta. Gi no para de hablar de Colin, ya terminaron su clase de rara relación mientras yo la escucho atentamente. A pesar de que me moleste que hable de él y que se queje de todo la escucho, porque soy su mejor amiga y ese es mi rol: estar para ella cuando lo necesite.
—Mandalo a la verga, que se joda —le digo mordiendo la manzana que tengo y los 'Chsss' no se hacen esperar.
—Vamos a la cafetería mejor —ofrece Gi y me levanto siguiéndola.
—Es un imbécil, a ver; dices que lo viste con otra y la presentó a ella como su novia, ¿qué esperas para huir? ¿Que te diga que eres la segunda? —suelta un suspiro ante mi honestidad.
—Ya lo dejé, pero no significa que a él le duela más que a mí —giro los ojos. Nunca me acostumbraré a su dulzura, porque mientras ella es un amor yo soy cruda y real siempre. Aunque si soy bastante vulnerable.
—Ya basta Gi —la tomo de los hombros dramáticamente—. Supera a ese hombre, no te quiere, ten dignidad. A la próxima que te vea llorando lo mando a golpear y no lo he hecho porque me prohibieron la mesada —asiente girando los ojos y seguimos caminando hasta entrar en la cafetería.
Los murmullos no tardan, yo sigo comiendo mi manzana mientras mi mejor amiga me sigue hablando sobre mi hermano mayor maldiciendo su existencia.
Esos ojos me han atormentado la última semana y me siento terriblemente humillada. No lo he visto desde aquel día, desde que me había mentido y humillado dejándome como tonta deseando unos labios por primera vez.
El recuerdo hace que el calor suba a mis mejillas, las personas siguen hablando y la voz de Gi sigue quejándose mientras estamos sentadas en unos bancos.
—Si sigues hablando de mi hermano me voy a ir, porque hablar siempre del mismo tema me aburre —la corto haciéndola suspirar, es que lleva toda la mañana hablando de lo mismo.
—Lo siento, ni siquiera te había preguntado nada. ¿Qué tal todo? Te he notado distraída en la última semana.
—Hm sí. Después de esa humillación no me quedaron ganas de ir a otra fiesta y mi mente sigue ahí —asiente mientras yo sigo comiendo mi manzana, me gustan mucho. Es mi fruta favorita.
El lugar se queda en silencio de pronto, solo unas cuantas voces siguen en lo suyo. Lo primero que me llega cuando pasa por mi lado es su olor varonil, a colonia y esa especie de olor natural que se carga. Supongo que tiene tanto perfume que su olor queda en mí.
Lleva una camisa blanca con corbata, los pantalones del uniforme, zapatos y una mochila sobre sus hombros.
No me ve en cuanto pasa y se sienta en una mesa a varios metros a mi frente quedando sus ojos sobre mi por dos segundos, y con solo eso mi sangre hierve al recordar lo que me hizo pasar.
—Ese idiota me las va a pagar —le digo a mi amiga con los dientes apretados y ella suspira asintiendo.
—Yo se que sí.
—¿Debería gastar la mesada en él o en Colin? —pregunto sin despegar la mirada del idiota.
—Prefiero que la gastes en tu estúpido hermano.
—Debería convencer a papá para que me quite el castigo, ya no soporto estar encerrada. Ni siquiera puedo hacer trabajos en grupo —su mano acaricia mi cabello.
—Como si quisieras formar grupo con alguien —yo giro los ojos.
No estoy usando lentes porque es de día, pero tampoco puedo ver super bien. Me resfrego los mismos cansada ya que no he dormido nada, termino de comer mi manzana y lanzo lo que me queda a un cubo de basura cerca.
Me quedo allí sentada. No lo había visto en la última semana, estoy tan enojada con él pero no puedo evitar que mi corazón se acelere al verlo a pesar de no saber nada sobre su vida.
Me quedo en la silla, perdida en mis pensamientos. Y entonces, los tres fastidios del colegio pasan por mi lado.
Dos siguen su camino, la única que se queda es Brenda. El fastidio número uno del colegio.
—Alicia —me saluda sabiendo que odio que me llamen así.
Razón por la cual sé que me llamó así ojos grises azulados, y aun no se cómo sabe todo lo que me molesta.
—Es Alice —la corrijo y ella se encoge de hombros dándome a saber que le importa poco.
—Quería invitarte a hacer el trabajo de biología juntas.
—Paso —me levanto y ella gira los ojos con fastidio.
—Siempre Alice la anticuada. Por eso aquí nadie te quiere, tonta Alice.
Se va sin mas, haciéndome fruncir las cejas. Llega con sus amigas y todas caminan hacia otro lado.
Eso fue raro, ni siquiera pude enojarme ya que se fue rápidamente y Brenda usualmente no es así. Siempre se queda a ver que pasa.
Tomo a Gi del brazo y la arrastro hacia afuera, aun desconcertada.
—Gracias a Dios se fue. Vi como querías amenazarla —me dice con una pizca de reproche.
—Si, si. Igual lo tengo prohibido.
La razón por la que me la prohíben es porque saben que una amenaza mía no es en vano, y si alguien la ignora pagan las consecuencias. Así que mamá me prohibió hacerlo en la escuela. Ella me conoce tan bien.
Volvemos a la casa con Colin, la tensión entre esos dos es notable y en cuanto nos bajamos ella intenta correr rápidamente hacia dentro para evitarlo.
—Oye, Gretchen… —intenta decir mi hermano y coloco una mano al frente dejándola a ella entrar.
—Esta será la última vez que te advierto hermano, déjala en paz. Solo le haces daño y eres bueno en captar las cosas cuando las haces mal. Y para asegurarme de que la dejes en paz, recito el código amarillo —me voy dejándolo con la palabra en la boca.
Los códigos son sagrados al igual que las reglas. No los cumplimos porque queramos, lo hacemos porque las consecuencias son tan graves que nos intimidan.
A diferencia de las reglas solo hay tres códigos y son utilizados cuando el tema es grave.
Código amarillo: Estas en una peligrosa situación, así que si algún familiar lo nota y recita este código debes parar de hacer lo que sea que estés haciendo. Sino serás…
Como ya dije, las consecuencias son graves, por eso ya Colin no se le acercará a mi amiga. Informo a papá en cuanto lo veo y este asiente dándome un papel el cual dejo en la cocina.
“Tienes prohibido acercarte a Gretchen. Palabras de papá”.
La regla número 4 es que la palabra de papá y mamá son absolutas. Si rompes esta regla también hay consecuencias. Una vez rompí una y no me quedaron más ganas de hacerlo, todavía tengo la pequeña cicatriz en mi muslo.
Y si, es una familia de locos. Por eso todos nos atenemos a las reglas y códigos, para estar en paz en casa.
Entro en la habitación donde está mi mejor amiga llorando.
—No debiste recitar el código —dice entre sollozos.
Gretchen es la única que sabe todo acerca de mi familia. Ella también puede recitar los códigos y tiene que respetar las reglas. Lo hace, pero como ella no es como nosotros le va mejor, nunca ha recibido ningún regaño, excepto por aquél día cuando nos castigaron.
—Puedo quitarlo cuando quiera. Y eso será cuando te calmes y recojas los restos de tu corazón. Ah, y tu dignidad —voltea los ojos limpiando los mismos y se acuesta en la cama.
Me acuesto a su lado viendo al techo, estoy extremadamente cansada. Ni siquiera consigo respirar bien ya que mi pecho se comprime con cada bocanada de aire que intento tomar. El estrés me pone así.
—¿Estás bien?
—Lo estoy, solo algo cansada —los ojos del idiota vuelven a mi mente y ya no sé cómo sentirme al respecto.
Los últimos días he tratado de buscar pistas, pero nadie sabe nada de él. No quise preguntarle al profesor de química, además él en la última semana no se ha presentado a esa clase. Nadie sabe una mierda sobre el, y me sigo preguntando, ¿quién es él?
—¿Piensas en él? —no doy para mentir y asiento mirando a Gi quien me da una sonrisa triste.
—¿Me vi muy boba esperando ese beso? —asiente y yo suelto un suspiro—. Lo supuse. Mi fuerte no es el amor —suelta una risa sarcástica.
—No seas ridícula. Por la única que puedes sentir amor es por mí —se queda en mi pecho y yo sonrío asintiendo.
—Es agotador ser la mala de la historia.
—Eres la persona más vulnerable que conozco, así que no vengas con esas —la aparto de mí yendo hacia la ventana.
El sol está triste mientras las nubes colocan el cielo áspero y oscuro indicándome que pronto caerá un gran aguacero.
—Lloverá —le digo a Gi viendo por la ventana.
—Eres buena analizando pronósticos, deberías ser una de esas de la tele.
—¿Hablas de un climatólogo?
—Sí, eso mismo. Oye, ¿de qué trabajo hablaba Brenda?
—Oh sí. Tengo que hacer un trabajo en equipo, pero me da igual —sigo viendo por la ventana y pronto cae el aguacero dándome a oler el dulce aroma de la tierra mojada.
Aspiro dramáticamente y en ese momento, allí, viendo llover por mi ventana, lo veo.
Lleva una sudadera, supongo que encima de la camisa que le vi temprano, yo aún tengo el uniforme, pero rápidamente salgo de la habitación corriendo escaleras abajo.
No me pregunten, ni siquiera yo sé porqué lo estoy siguiendo.
No ha anochecido aún, así que el regaño de mamá no me detiene, porque ella aún no llega. Abro la puerta y corro detrás de él con solo mis medias negras y mi uniforme puesto.
La lluvia me empapa pero mis pies no se detienen y antes de alcanzarlo se detiene volteándose por lo que choco con su torso cayendo ruidosamente en un charco de agua y tierra la cual me deja llena de barro.
—¡Oye! —me quejo intentando levantarme pero me vuelvo caer.
Él no responde y siento que ya se ha ido ya que el barro también nubló mi vista, pero luego siento su mano en la mía y me levanta. Me quedo de pie respirando mal por la tremenda corrida que di para alcanzarlo.
—¿Se supone que me sigues, Alice? —sigue pronunciando mi nombre sin afán, como si le gustara pronunciarlo de esa forma.
Me limpio los ojos y mi vista se queda en su perfecto rostro. Estamos a dos metros de distancia y el agua sigue cayendo sobre nosotros haciéndome temblar de frío. Mis labios tiemblan, el agua está fría pero no me importa porque me siento muy molesta con el alto hombre a mi frente.
Sus largas pestañas caen sobre sus pómulos cada que parpadea y tiene su expresión fría como siempre.
El cabello le gotea el rostro y está empapado pero parece no importarle.
—Sí, te estaba siguiendo —admito y a él no parece sorprenderle.
—Ya lo sé. Deberías irte a bañar —señala mi ropa y yo le doy una mirada fría.
—¿Me dirás cuál es tu nombre?
—No —responde sin dudar.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero.
—Eso no es una respuesta.
—Es una respuesta muy válida para mí. Por ejemplo, si te preguntara ¿por qué no quieres tener sexo conmigo? —me sonrojo solo con la mención de sexo—, eres libre de responder: porque no quiero. Y, ¿quién va a refutar eso?
—Entiendo el punto, eso no era necesario —su comisura izquierda se eleva dándole paso a una misteriosa sonrisa, remarcando un pequeño hoyuelo en su mejilla.
—Te pone nerviosa, ¿no es así?
—Claro… en fin.
—Me sorprende ver que me sigas después de haber rechazado ese beso que tanto querías —el agua sigue cayendo sobre nosotros y me siento más que avergonzada, por suerte estar empapada cubre el rojo que tiñe mis mejillas.
Ya el agua escurrió el barro que tenía encima y su mirada fría al pronunciar esas crueles palabras me deja sin aliento.
—Yo no quería ningún beso. Juego es juego —me encojo de hombros y él da un paso hacia a mí quedando a centímetros de mi rostro.
Tengo que alzar la cabeza para verlo y él tiene que inclinarse para quedar a esa distancia de mis labios los cuales mira sin preámbulo.
No sé lo que siento pero inmediatamente mi pulso se acelera y me dispongo a voltear la cara pero eso solo me dejaría como una cobarde. Siento su respiración pesada en mi rostro, la mía también está errática y ni siquiera nos hemos rozado por lo menos.
Su aliento huele a menta y sus ojos son demasiado hermosos para ser real. Quiero besarlo.
No sé que causa él sobre mí, pero eso es lo que quiero en este momentos.
—¿Me dices que no mueres por besarme? —susurra cerca de mis labios.
—Exacto —respondo rápidamente y él vuelve a sonreír como hace un rato.
El corazón me late como un loco mientras la tensión en el aire es notable ya que veo algo más en sus ojos a pesar de que es él quien quiere jugar conmigo.
—Yo si quiero besarte ahora —susurra y doy un paso hacia atrás con el corazón latiendome a mil.
—Sí, eres el más lindo de Forks —digo una vez lejos de él y sonríe nuevamente—. Pero no me provoca besarte —alza una ceja y es en ese momento cuando el auto de mamá se estaciona y ella sale con un paraguas.
—¿Alice? —pronuncia en la puerta intentando verme y yo la saludo con la mano.
Le doy una última mirada al hombre a mi frente quien me ve con diversión.
—Nos vemos ojos grises azulados —abre un poco los ojos y sonríe más.
—¿Ese es mi nuevo nombre? —me encojo de hombros.
—Hasta que no me digas tu nombre ese lo es —me despido con la mano, ya no siento tanta furia como antes.
En cuanto entro en el techo de la casa mi madre me ve con los brazos cruzados. El piso se comienza a mojar con mi ropa empapada y me muerdo el labio inferior.
—Es un amigo —defiendo y ella me mata con los ojos.
—¿Y por eso te vas a mojar en medio de la calle?
—Tengo que hacer un trabajo de biología, y no tengo con quién —admito preparada para por primera vez en mi vida mentirle a mi madre—, así que en cuanto lo vi caminar corrí hacia él ya que está en esa clase conmigo. Es muy difícil de tratar y no quiso entrar —ella alza una ceja y yo estoy consciente que acabo de romper la regla número 8 por ese imbécil.
—Pues que mañana venga hacia acá, ya que tienen tanto trabajo que hacer y sigues castigada, espero conocerlo mañana —me deja con el 'pero…' en la boca y sube las escaleras, pero antes de salir de mi vista se voltea hacia mi—. Te das un baño y limpias el piso que acabas de ensuciar, te haré un té para que no te me enfermes, y ya deja de llevarme la contraria —termina de subir los escalones y yo suspiro.
¿Ahora qué carajos voy a hacer? Todo por mis impulsos locos de ir a ver a ese imbécil. O sea, aparte de que le mentí a mamá y rompí una de las reglas ahora tengo que pedirle mantener la mentira. ¿Y si mañana no va a la escuela?
¡Asg! Todo es tan frustrante. Subo los escalones y después de darme un ducha, ponerme mi pijama y limpiar el piso mamá me coloca una taza con té a mi frente en la cocina.
—¿En qué anda esa mente tuya? —pregunta insoportable por lo del escape.
Me quedo viendo el té y no le respondo. Ella tiene un carácter tan delicado y fastidioso como el mío, pero siempre ha sido una buena madre.
—Estaba pensando en el trabajo de biología —no le miento, en realidad mi mente está pensando en cómo hacer el trabajo de biología y cómo convencer a ojos grises azulados de mentir.
—Hm. Bueno, iré a dormir, estoy cansada. Ten —me entrega una pequeña taza y se va.
En cuanto la abro el olor a manzana acaramelada me llega a la nariz haciéndome sonreir. Mamá es el ser más hermoso que puede haber.
Me lo como todo y vuelvo a la cama.
▪️
Después de despertar y vestirme estoy en mi primera clase de historia.
No presto ni un poco de atención ya que mi mente está en otro lado.
—Señorita Cooper —la profesora pronuncia mi apellido y la veo mientras está a mi frente de brazos cruzados.
—¿Sí? —pregunto alzando una ceja porque su actitud no me gusta para nada.
—¿Puede decirme lo que estábamos hablando? —suelto un suspiro.
—Sobre la edad media —abre un poco los ojos pero vuelve a su expresión de molestia mientras los demás comienzan a murmurar.
Que no preste atención no quiere decir que mi cerebro no grabe lo que dice, y si cree que por eso puede quedar como la mejor, entonces conmigo se equivocó.
—Bien, explícame algo sobre la edad media.
—Esto es estúpido —bufo viéndola con mala cara y ella se encoge de hombros.
—Sino me respondes en el próximo examen no te daré el derecho de presentarlo —giro los ojos ante la necesidad de estas personas de querer intimidar.
—La edad media es el período comprendido desde la caída del imperio romano de Occidente hasta el derrumbamiento de Constantinopla a manos de los turcos en 1456 —ella me mira con los ojos muy abiertos y yo me levanto recogiendo mis cosas—. Puede hacer lo que quiera con su examen, y a la próxima que haga eso haré que la despidan —me mira impresionada.
—¿Disculpa? —salgo sin decir nada más.
Mi papá tiene el poder de despedir a quien quiera, y si las personas se pasan pues yo usaré mis métodos.
Voy caminando por el pasillo, la joven de limpieza con al menos quince años es algo torpe, pero está haciendo su trabajo como puede a varios metros de mi posición.
Comienzo a caminar y antes de pasar por su lado un grupo de hombres aparecen y le patean el cubo de agua haciendo mojar su uniforme. Me quedo parada en mi posición, sus ojos se humedecen mientras su cabello rubio ondulado le cae en el rostro mojándose con sus lágrimas.
—Oh, lo siento. Se me fue la mano —dice uno de los imbéciles con una risa y sus amigos lo apoyan.
Me pongo roja de la furia en dos segundos. La joven no hace nada, solo sollozar en silencio mientras ellos se burlan.
Le toma del cabello queriendo pasar su rostro por el suelo y no sé cómo pero en cuanto me doy cuenta estoy sosteniendo su muñeca tan fuerte que un quejido deja sus labios y suelta el cabello de la chica.
Estoy furiosa y cuando lo estoy no me mido, otro quejido sale de sus labios y yo lo miro con los ojos ardiéndome.
—¿Quién te crees? —pregunto con voz helada haciéndolo abrir los ojos.
—Oye, ya cálmate no es para tanto —uno de sus amigos defiende.
—¿No es para tanto? —repito con una sonrisa sarcástica y me ve a los ojos preso del miedo—. ¿Quieres decir que humillar a las demás personas por un estatus social, no es para tanto?
—Me lastimas… —murmura y aprieto más su muñeca, ejerzo tanta fuerza sobre ella que por poco y la rompo, o bueno…
—¡Alice! —la voz de Evan me devuelve a la realidad y suelto la muñeca rota del hombre quien comienza a chillar de dolor.
Sus amigos corren junto a él y yo respiro asimilando que acabo de romper otra regla.
—No le digas a mamá —le pido a Evan y suspira asintiendo.
—G-Gracias —murmura la chica y yo le doy mi mejor sonrisa agachándome junto a ella.
—No tienes que aceptar sus acosos. Tienes que defenderte o por lo menos si no puedes, delatarlos.
—Me da miedo —murmura bajando su cabeza y suspiro.
—Está bien, no creo que te vuelvan a molestar.
—Gracias de nuevo —vuelve a pedir y yo vuelvo a sonreír.
Me levanto dejándola ahí y camino junto a Evan.
—Sabes que pueden descubrir nuestra naturaleza si actúas como animal —me regaña Evan en un susurro.
—¿Qué se supone que hiciera? ¿Dejar que la siguieran humillando? —susurro igual.
—¡No tenías que romper su muñeca! —lo dejo solo en el pasillo corriendo hacia la salida.
No estoy para sus reclamos y sí, sé que no debí actuar así. Pero es sólo que de todos soy la más impulsiva y mi furia me ciega.
Miro mi mano, rompí su muñeca pero eso no es lo que importa. Tengo que ocultar la pequeña marca que se hace cada que hago daño a alguien.
Por eso mamá se entera si rompo las reglas ya que al aplicar mucha fuerza sobre un objeto deja una marca en la palma de mi mano.
—Joder, creo que estoy en problemas —murmuro en la salida.
Gi no vino a la escuela ya que se sentía mal del estómago. Y yo pues tengo que buscar a ojos grises azulados para convencerlo, así que me devuelvo por donde vine yendo a mi locker.
—¿Dónde estará? —pregunto en voz alta y el sonido de un locker al cerrarse me hace dar un pequeño salto porque estaba distraída.
—¿Me buscas a mí? —pregunta ojos grises azulados y yo suelto el aire que no sabía estaba que conteniendo.
—Yo necesito…
—No —me interrumpe caminando y frunzo las cejas corriendo detrás de él hasta estar a su lado.
—No has escuchado lo que te voy a decir —me quejo caminando, cruza hacia un pasillo desierto y luego suelta un suspiro deteniéndose y viéndome.
—No pienso mentir por ti —declara y abro la boca falsamente ofendida.
—Yo nunca te pediría algo así —miento haciéndolo torcer los ojos.
—¿Qué me darás?
—¿Cien dólares? —alza una ceja y da un paso hacia mí obligándome a retroceder.
Cuando me doy cuenta mi espalda esta contra la pared y sus dos manos sobre mi cabeza dejándome atrapada.
Su mirada se queda en la mía y ya siento mi respiración agitada.
—No quiero que me pagues con dinero —dice haciéndome tragar saliva.
Y yo nunca me pongo nerviosa con nadie, pero en él hay algo que me obliga a temerle. Como si yo supiera que detrás de todo eso hay algo que oculta de lo cual yo terminaré arrepintiéndome.
—¿Con qué quieres que te pague? —pregunto en un susurro.
Acerca su boca y la deja a centímetros de la mía haciéndome escuchar su respiración entrecortada. Sus ojos detallan los míos y su aliento huele a menta y chicle de fresa.
Su pulgar roza mi labio inferior enviando descargas por todo mi cuerpo, mis piernas me tiemblan y mis pulmones se quedan prácticamente sin aire sólo con ese mínimo contacto. Pero a él no parece divertirle como creí que lo haría, solo puedo ver algo que no decifro en su mirada… ¿deseo?
Sus ojos se detienen tanto en mis labios que me siento rara queriendo huir de la situación.
—Un beso —su voz es apenas un susurro y mis ojos se detienen en los suyos, los cuales tienen un pequeño brillo.
—No —respondo firmemente en un murmullo y él se separa rompiendo todo contacto entre nosotros.
Comienza a caminar y corro detrás de él.
—Entonces no mentiré por ti —¿cómo sabe que tiene que mentir? No me aguanto y le hago la pregunta la cual lo detiene en la puerta de un salón
Me mira con esos ojos tan adictivamente hermosos que tiene, fríamente, como si fuese lo más obvio del mundo.
—Le debiste mentir a tu madre por lo de ayer —deduce viéndome y me quedo perpleja—. Sí, fue eso, ¿qué le contaste? ¿Que somos amigos?
—¿Si no decía eso que le decía? ¿Que eramos pareja? Ni siquiera me sé tu nombre. Le dije éramos compañeros y que además teníamos que hacer una tarea juntos.
—Un beso —repite y yo giro los ojos.
—¿Sólo un beso? ¿Si te doy un beso irás a mi casa a fingir hacer tarea? —una de sus comisuras se eleva formando una sonrisa malévola y torcida.
Ese hoyuelo vuelve a remarcarse en un mejilla izquierda, en vez de ser tierno lo hace lucir muy sexy.
—Sí. Sólo por un beso mentiré por ti e iré a tu casa.
—¡Bien! —respondo hastiada y su sonrisa se extiende más.
—¿Dijiste algo? Es que no escuché.
—¡Asg! Si, te daré un beso si eso es lo que quieres —sigue caminando por el pasillo y yo me detengo y lo observo.
—Nos vemos a las 7 —es lo que dice antes de desaparecer por una puerta.
Y así es como ojos grises azulados me vuelve a dejar sola.
Siempre me deja sola con la pregunta en la boca de: ¿quién rayos eres?
Pero ahora me tengo que preparar para mentirle a mamá, así que en mi mente no hay espacio para él.
Tal vez sea una noche interesante. O simplemente sea una noche… estresante.
Lo que sea estoy preparada para asumir las consecuencias, pero ahora tengo que mantener esta mentira, o mi castigo será mucho peor que perder el orgullo para aceptar su trato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro