24. Pensando en Aden.
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Comencé a caminar a la escuela, ya es más de medianoche. ¿Como se atreve a llamarme y decirme esas estupideces?
Típico de Aden. Llego al colegio y busco todas las ventanas hasta conseguir una abierta, entro al salón donde está él sentado con las piernas cruzadas.
Calculo diez botellas a su lado mientras se bebe otra. Si no fuese casi inmortal ya estuviese muerto, ¿qué rayos pasa con él?
Me pongo a su frente y sus ojos rojos se posan sobre mirándome con deseo por lo que me estremezco. ¡No me mires así!
—Oh, llegó la rompe corazones y la causante de mis desgracias —comenta tomando más de su botella.
¿Yo soy la culpable de sus desgracias? Más irónico no puede ser.
—Levántate, te llevaré a casa —niega con una actitud de borracho.
Me quedo sin aliento cuando sus ojos vuelven a posarse en mi. Son simplemente hermosos y más cuando me miran de esa forma.
Lleva pantalones, botas y una camiseta negra. Está tirado en el piso con las piernas cruzadas, ¿no puede sentarse normal ni borracho? Bueno, yo también me siento así pero él es tan extraño.
—No iré a ningún lado con la mujer que amo y se acuesta con otros —bebe más de su botella y odio y amo tanto que me diga que me ama.
¿No puede hacer de esto algo más fácil? Me aburre tener que pelear una y otra vez con él. Y no es como que somos la típica pareja que pelean y vuelven porque, nunca volvemos. Nunca estamos juntos y eso es lo confuso.
Se levanta después de un momento para mirarme fríamente.
—Te odio, Alice —me dice con frialdad, matándome con sus dos iris preciosos.
—¿Si? Que bien, el odio es mutuo —se molesta más tensándose.
—¿Y tú por qué me odias?
¿En serio pregunta? Parece loco, —Porque eres un imbécil, egoísta, inmaduro, cobarde, pedante...
—Ya entendí —me interrumpe ante la gran lista y toma otra botella.
¿Va a seguir bebiendo? Doy un paso intentando quitarle la botella y mueve la mano alzándola.
—La botella Aden, estás muy borracho —intento calmarme para no romperle la nariz por idiota. ¿En serio me hace venir al colegio a esta hora?
—¿Y te importa? —inquiere con sarcasmo bebiendo más e intento volverle a quitar la botella pero se sube en una mesa.
Hago lo mismo quedando a centímetros de su cuerpo, me tenso cuando posa sus manos en mi cintura bajando la botella.
No quiero que me toque porque pierdo todo sentido de autocontrol.
Sus labios se posan cerca de los míos y luce tan desesperado. Me bajo quitándole la botella para recoger las otras y meterlas en el cubo de basura que está cerca.
Me agacho a recoger otras y siento como mi vestido es levantado.
Suelto un grito bajando mi vestido y volteo a verle furiosa mientras él tiene una mirada inocente y confusa ya que frunce las cejas.
—¿Por qué traes un vestido? Pudiste ponerte jeans —en este momento me hago la misma pregunta.
—¡No vuelvas a hacer eso! —advierto señalándolo y alza las manos en un gesto de paz.
Sigo haciendo lo mío con el montón de botellas hasta que termino y él está en una mesa silla casi dormido. O mejor dicho completamente dormido.
¿Qué pasa con este chico? Lo tomo del brazo despertándolo y se incorpora rápidamente mirándome extrañado.
—¿Ya llegamos? —pregunta todo borracho y pongo los ojos en blanco queriendo romperle la cara.
—No, levántate, nos vamos —paso uno de sus brazos por mi hombro intentando levantarlo pero está borracho y no se deja.
No quiero usar mi fuerza sobrenatural para cargarlo. Lo dejo ahí cruzándome de brazos.
—Necesito que me ayudes —se endereza en la silla dándome la sonrisa torcida de siempre.
—Si me das un beso —suelta una risa y me molesto más.
Debería dejarlo aquí. Pero simplemente no puedo.
—Madura de una vez —le golpeo el hombro y se levanta caminando hacia la ventana molesto.
—¿Por qué no me quieres besar? —hace un puchero como un niño de dos años, a decir verdad borracho parece uno, solo que sigue siendo igual de sexy.
—Tengo novio, ¿recuerdas? —se molesta volteándose y caminando hacia mí.
Retrocedo y me toma de la nuca rápidamente, sus ojos se fijan en los míos con mucho odio y deseo mezclado.
—Novio o no, nunca te besará como yo —sus labios rozan los míos y lo separó de un empujón con la sangre viajando a mis mejillas y la piel picándome.
—Obvio no, lo hace mejor que tú —me encojo de hombros y se molesta más intentando tomarme pero corro por todo el salón.
Parecemos niños pequeños, pero a decir verdad me da miedo lo que me hará si me toma.
—Madura de una vez —me quejo y me toma estrellándome contra la pared.
—¿Besar mejor que yo? ¿Dónde está? A mi se me hace que ese tal Tobías es solo un invento tuyo.
—Claro, estás tan celoso que prefieres pensar que es un invento —me saca por lo menos dos cabezas, sus ojos me hacen perderme por un momento hasta que habla.
—¿Y qué si estoy celoso? —reclama tocando la piel de mis muslos y me tenso en el acto—, tu me perteneces —se inclina dejando sus labios en mi oreja donde respira entrecortadamente—. Por favor, dime que no te acostaste con nadie —susurra en el mismo con la voz tierna y suplicante.
Lo aparto por fin, me estoy molestando por la reacción de mi cuerpo con su toque. Soy como una bomba solo de tocarme y más después de cuando sus dedos estuvieron en mi.
Voltea a verme y me fijo en sus manos, hasta esas son hermosas. Delicadas, blancas, uñas bien arregladas, dedos largos... dios todo en él es perfecto.
—¿Recordando cuando mis dedos estuvieron en ti? —interrumpe mis pensamientos y lo miro a sus ojos oscuros llenos de deseo.
—Deja de verme así y ya vámonos, esto es estúpido —se acerca lentamente tomándome de las piernas para dejarme en un mesa.
Me quedo de piedra, ¿que rayos está haciendo? Sus ojos buscan los míos y cuando los encuentra se acerca rozando su nariz con la mía.
El aire deja a mis pulmones, el pulso se me estalla y me quedo fría cuando sus dedos recorren mis muslos.
—Solo... déjame... —susurra en mi oído hallando la zona que quería y me estremezco anhelando su toque.
—No creo que sea buena idea —susurro contra sus labios, la voz se me nota errática y él muerde su labio inferior cuando toca el elástico de mis bragas.
Lo aparto haciendo uso de mi autocontrol.
—O nos vamos o te vas solo —señalo la ventana y él suelta un gruñido pasándose la mano por su precioso rostro.
—Bien —concluye por fin y ambos salimos por lo que me toca cerrar la ventana a mí.
—¿Te puedo acompañar a tu casa? —pregunta en un murmullo metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón mientras se tambalea de un lado a otro.
—Mejor no —respondo con una sonrisa al verlo en tal estado y entonces comenzamos a caminar.
—Te odio —murmura como el inmaduro que es. Giro los ojos viéndolo.
—Lo del chico es mentira. Simplemente no te quiero en mi vida —sus ojos se detienen en los míos, el alivio reflejado en su rostro.
—Júralo —pide deteniéndose y niego riendo.
—Ya te dije la verdad, no tengo porque jurarlo —me toma del brazo dejándome tan cerca de él que mi piel se eriza y la respiración se me acorta.
—Júralo.
—Lo juro —digo frunciendo las cejas y él descansa su frente en la mía para plantar un beso en la misma y seguir caminando.
La piel me pica donde me besó, el cosquilleo de todo mi cuerpo no desaparece y casi me corto la garganta para recobrar la compostura.
Camino a su lado mientras él tiene la mirada perdida y se tambalea de vez en cuando.
—¿Por qué estabas tomando? —rompo el silencio sepulcral.
—Por ti, es obvio.
—Claro, es tan obvio como cada cosa en ti —espeto con sarcasmo.
—En serio muero por callarte a besos, carajo, eres tan molesta —lo miro con las cejas fruncidas mientras él cierra los ojos con molestia.
—No soy molesta, solo expreso lo que pienso —su mirada tormentosa se detiene en mi.
—Eso es precisamente lo que te hace tan molesta.
—Que te den —sigo caminando molesta pero me vuelve a tomar del brazo.
—Lo siento —pide un poco más dulce que antes clavando sus ojos en los míos y asiento tragando saliva.
—No te perdono lo demás, pero suéltame —me toma de la barbilla suspirando varias veces.
—¿Por qué no me dejas besarte?
—¡Porque dijiste que no te dejara entrar! —me quejo quitándolo de mi y frunce las cejas.
—Tú no sabes quien soy y cuando lo sepas me vas a odiar mas que ahora.
—¿Será eso posible, Aden? —cierra los ojos cansado.
—Te pido que te alejes siempre porque soy... Dios mio, algún día vas a entender mis razones para mantenerte alejada de mi.
—Ese es el detalle, Aden. Que quieres que me largue de tu vida y sigues apareciéndote en la mía.
—¡Porque no puedo dejar de verte como te veo! —me grita molesto—, joder, ¿crees que es fácil verte sin poder tocarte? No lo es. Es más difícil para mí que para ti y me odio por intentar que vuelvas a mí siempre, pero así soy. No puedo evitar querer tenerte, ni muchos menos querer besarte, acariciarte, follarte... —susurra la última parte haciéndome sonreír para voltear los ojos seguir mi camino.
No pienso dejar que sus palabras me hagan cambiar de parecer. Aden es todo lo malo y bueno que hay en el mundo, por eso debo mantenerlo alejado de mi, punto final.
—Hey, en verdad siento haberte llamado —habla detrás de mí y volteo a verlo.
—Yo lamento haberte conocido —expreso con voz y mirada fría haciendo que su semblante se llene de tristeza.
Me mira para darme una sonrisa triste y seguir caminando.
Su casa queda primero por lo que en un rato se va a la misma y yo sigo caminando hasta llegar a la mía. Tal vez mentirle no sea la mejor opción de todas, pero es mejor que estar llorando a cada nada y creyendo cada una de sus palabras.
Estoy cansada de que me quiera hablar después de un mes o una semana. Que le dé por quererme un día y al otro no. Así que a la mierda.
Me acuesto en la cama, tal vez lo mejor sea olvidarme de sus labios y su toque. Porque si vuelvo a caer con Aden lo que sea que me esté ocultando me va a dejar más que lastimada. E incluso siento que aun así no estemos juntos lo hará, porque al parecer me enamoré de él.
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Me levanto temprano, dándome una ducha para colocarme un pantalón, zapatos deportivos, una camiseta y un abrigo. Hace demasiado frío ya que aún es de madrugada, recojo algunas pertenencia metiéndolas en un pequeño bolso y cuando salgo ya Alondra está lista.
Solo saldré con ella ya que los chicos tienen que hacer cosas aquí. Ambas salimos sin despedirnos y tomamos el primer bus a Seattle. De allí tomaríamos un avión a Nueva York ya que me comunicaron esta mañana la ubicación de Brenda.
Tener amigos Cooper por todos lados daba sus beneficios. Y más si tengo a Alondra de mi parte.
Pasamos la mayor parte del día viajando y pronto aterrizamos en Nueva York ya en la tarde. Comenzamos a caminar, no nos quedaremos ya que lo que haremos es interrogar a Brenda y volveremos a Forks.
La conseguimos cenando con alguien, no identifico quien hasta que me acerco más para ver al hermano de Aden. Ella parece un poco incómoda y Alondra mira la situación estupefacta.
—¿Qué hace ese imbécil aquí? —y ahora recuerdo que Aden se encontraba solo, días atrás. ¿Aún lo estaba?
Ambos se levantan y caminan hasta donde estamos, nos pasan por un lado y los seguimos muy de cerca. Cubriendo nuestras presencias desde que aterrizamos.
Alondra es quien lo hace ya que la suya es más fuerte que la mía e incluso el idiota sospecha hablando bajo y volteando a ver atrás a cada nada.
De pronto se gira golpeando a la nada no tan nada ya que le da a Alondra en el rostro haciéndola caer en un quejido.
Cubro mi presencia rápidamente y persigo a Brenda quien corrió hacia otro lado.
La tomo del brazo una vez la tengo y sus ojos parecen salirse de sus cuencas cuando me ve.
—Oh por dios, Alice —murmura con algo de alivio y pronto Alondra vuelve con Tadeo por lo que miro todo confusa.
—La estoy protegiendo, ¿que rayos crees que haces, Cooper? —me habla molesto y vuelvo a ver a Brenda.
—Eres uno de mis sospechosos. Solo necesito hablar con Brenda porque necesito saber la razón de su supuesta muerte —él suelta un suspiro soltando a Alondra quien lo ve mal.
—Vuelves a golpearme y te juro Tadeo que es lo último que harás en tu miserable vida —este da un paso hacia atrás mirándole con algo de sorpresa.
—Explícame entonces, Brenda —la suelto y después de un rato nos cuenta todo haciéndome quedar con los ojos muy abiertos.
Entonces mi corazonada fue buena solo con uno... dijo no saber quien mas estaba involucrado, solo nos dio un nombre que fue el último que me imaginé. Nos ofrecen quedarnos, pero volvemos a tomar el avión y el bus llegando el lunes por la mañana en Forks.
Tiro todas las cosas, no me puedo creer lo que Brenda me dijo. De todas las personas no pensaría que fue él quien la intentara matar.
—Es un dead —sugiere Alondra en mi cama viendo su foto y yo me pongo pensativa.
—¿Por qué crees que Aden no lo ha matado? Parece tenerle mucho rencor —ella frunce las cejas.
—Tal vez se contuvo un poco, no lo sé hermana. Los hombres son muy extraños si nos ponemos a ver —sonrío asintiendo.
—Me pregunto en verdad el porqué de matar a personas aquí. ¿Quién más crees esté involucrado? —me enseña una foto y abro la boca, los ojos y alzo las cejas en sorpresa.
—No creo... es...dios no —asiente.
—Tal vez solo sea una corazonada. Puede que no, pero no descartes sospechosos hasta no tener cuartadas. Además no sabemos cuántos dead o Cooper hay aquí, así que deberías empezar por ahí.
—¿Y cómo?
—Papa es... muy importante entre los Cooper y muy odiado entre los dead. Creo que sería la carnada perfecta para hacerlos cazar —mi hermana está loca, pero tiene toda la maldita razon.
Pero no lo haré aún. Tengo primero que hablar con papá y convencerlo de hacer todo eso.
Suspiro y justo en ese momento comienza a caer la lluvia de pronto. Volteo a ver a las oscuras nubes sonriendo porque amo la lluvia.
La brisa se coloca fría al instante y bajo rápidamente las escaleras hasta llegar afuera donde dejo que el agua me moje por completo.
Las gruesas gotas me empañan y disfruto de la fría agua.
—Algo parecido hiciste cuando nos conocimos —escucho un grito algo lejos por lo que alzo la vista para ver a Aden.
El corazón me da un vuelco y las piernas me tiemblan. Parece venir de alguna parte con zapatos blancos, jeans y camiseta negra. También lleva una gorra de béisbol roja y Dios... se ve precioso así mojado.
—¿Qué haces aquí? —elevo el tono para que se escuche por encima de la lluvia y él camina hacia donde estoy quedando a un metro de mi posición.
Agradezco que no me toque, pero no evita que la garganta se me seque y la respiración se me acorte.
—Estaba de paso, pero ya me voy para no incomodarte —me sonríe con la boca cerrada.
—Pero eres libre de hacer lo que quieras —digo en cuanto me pasa por un lado y se detiene.
—Pero no de tocarte o besarte y eso me está matando —inquiere sin verme haciéndome pestañear un par de veces.
—En fin... —cambio el tema un poco incómoda por su proximidad y voltea a verme.
—Me contó Tadeo lo de Brenda. ¿Por qué te empeñas en meterte en esos asuntos?
—Hay muchas cosas que no sé sobre este pueblo, pasan cosas extrañas Aden y tengo que saber a qué me enfrento —gira los ojos.
La lluvia le moja todo y el cabello le moja el rostro goteando el mismo. Sus ojos se detienen en mis labios y de no ser por esta barrera ya estuviese besándolo.
—¿Harás algo el miércoles? —me lo pienso y niego.
—¿A donde me llevarás?
—¿Aceptarías salir conmigo? Como amigos claro —específica y la punzada de decepción me atraviesa. Finjo una sonrisa y asiento.
—Pero tienes que decirme a donde —sonríe viendo hacia otro lado, su perfil es tan hermoso. Fija su mirada en mi segundos después pasando saliva por sus labios.
—Es una sorpresa, pero pasaré por ti por la noche. ¿Nos vemos luego? —frunce el ceño luego de su pregunta y suelto una carcajada asintiendo.
—Nos vemos cuando nos veamos supongo —se ríe mostrado los pequeños hoyuelos y se va sin más.
Voy a mi casa y antes de entrar me detiene con su voz.
—¡Hey Alice! —grita por encima de la lluvia y fijo mis ojos en lo precioso de los suyos.
—¿Si? —sonríe quitando su gorra supongo por incomodidad.
—Te eché de menos —el rubor corre a mis mejillas y él sonríe más para darme la espalda y desaparecer por la calle.
¿Qué rayos fue eso? Intento recuperar el aliento y mi pulso, pero ya es demasiado tarde.
Corro a mi habitación dándome una ducha, salgo secándome el cabello con una toalla a parte y me pongo mi pijamas de pantalones cortos negro.
Dejo mi cabello desordenado suelto y busco una película en el televisor de mi habitación.
El teléfono pronto me vibra y lo tomo algo dudosa.
Número: Ojos grises.
Es solo para quedar. Me escribes cuando estés lista, es que estoy algo ocupado con unos problemas en la casa y tal vez se me olvide.
Pd: Tu cabello mojado es lo mas lindo de todo mi día.
Sonrío con el teléfono en la mano.
Yo: oh, está bien. Te escribo el miércoles para quedar y gracias.
Espero su respuesta mordiéndome el labio. Puede que no responda, o puede que lo haga. Y lo hace, a los segundos mi teléfono suena.
El: Buenas noches, Alice. Fue un gusto verte.
Sonrío dejando el teléfono en mi pecho, la sonrisita triunfal no se me quita y pronto apago la lámpara queriendo por fin terminar este día.
—Eres un completo idiota Aden, pero supongo que olvidarte es imposible.
Y así me quedo dormida. Pensando en Aden, y sus estupideces.
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