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21. Rompimiento.


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Me inclino para besar a la peor adicción que nunca antes habia tenido.

No me importa si me tiran tomates u otras cosas. Los labios de Aden me reciben sin rechistar y rompo el beso cuando los murmullos de los chicos me desconciertan.

Aden se inclina hasta llegar hasta mi oído. No puedo evitar el cosquilleo que me causa su cercanía, y menos cuando su aliento cálido se aloja en mi oreja erizando cada vello de mi cuerpo.

—Oculté nuestras presencias. Deberíamos escapar —susurra en mi oído y sonrío por instinto asintiendo.

Me toma de la mano y salimos como si nada mientras todos ellos se preguntan dónde estoy. La reacción de Aden antes de intentar decir lo que fuera diría me tiene desconcertada, así que no me aguanto en cuanto estamos junto a su moto soltando su mano.

—¿Qué pasa? —pregunta en un tono un poco molesto mientras su semblante sigue siendo igual de frío que cuando lo conocí.

No puedo evitar quedarme deslumbrada por la belleza que emana cada que respira.

—Antes de dejarme sola me ibas a decir algo, ¿qué era? —su expresión fría se rompe un poco y veo el nerviosismo que vi hace un rato.

—Nada. Te llevaré a casa, ya tus padres deberieron despertar del trance —asiento si más, a decir verdad no quiero otra pelea con ojos grises azulados.

Me deja en casa y se larga sin más. No hay beso, no hay palabras lindas ni nada. Aunque estoy algo acostumbrada a eso, no quiere decir que no quiero que lo haga. En fin, él y yo no somos nada. O más bien no se que somos.

En cuanto entro todos están dormidos en la sala y Alondra está sudorosa y cansada sentada en una esquina de la casa.

—¿Todo bien? —me acerco a preguntarle y asiente suspirando.

—Fue difícil sacarlos del trance, despertarán pronto así que te aconsejo que subas, duermas y estés ajena a todo esto —asiento ante su recomendación y la abrazo.

Es mi hermana mayor y me habían pintado una historia de ella que no era. Al principio duda, pero luego me recibe el abrazo.

Vuelvo a mi cama y me acuesto con muchos misterios en mi atormentada cabeza.

¿Qué estoy haciendo? Me he estado besando con Aden, no hago preguntas sobre nada de su vida y actuamos como si fuéramos pareja aunque nada que ver.

Eso está mal y no es sano. Por lo que mañana tendré una acalorada discusión con ojos grises sobre lo que sea que es esto.

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Me despierto de un humor terrible. Es domingo por lo que tengo un fastidio más que increíble.

De una vez le mando un mensaje a Aden para quedar de hablar en algún lado, por lo que ofreció su casa.

Iré en la tarde ya que tengo que ponerme al día con unas sospechas que tengo sobre Ryan y su familia.

Estamos desayunando y el tema del mismo llega a la mesa.

—Tengo entendido que te rompió la cara —comenta papá frunciendo el cejo y apretando los puños en la mesa.

Papá me idolatra, ama y protege como nadie, así que supongo se está removiendo la consciencia por no haberme protegido.

—No supe lo que era hasta que lo vi extrañamente furioso. Me superaba mucho en fuerza, por lo que…

—Tuve que intervenir yo —habla Alondra ocasionando que la mire con las cejas fruncidas.

Papá asiente agradeciéndole con los ojos y los chicos están con las cabezas gachas. Colin con la mirada oscurecida y Evan con lágrimas en su precioso rostro.

—No fue su culpa —expreso de una vez al ver su reacción—, simplemente cayeron en su trampa, pero no fue su culpa. Punto final.

El timbre suena y mamá se levanta con una mirada no muy agradable. Escucho el sonido de la puerta y una voz masculina por la que me levanto a ver quien es.

El rostro lloroso del padre de Ryan me da ganas de vomitar. Se pasa las manos por el rostro mientras conversa con mamá quien lo invita a pasar.

—Harold —llama a papá y con sus miradas ya se lo que harán.

Se lo llevan al despacho y yo salgo en busca de aire sin querer escuchar nada de esta maldita casa de espanto. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado aquí?

Meto las manos en los bolsillos del pijama que tengo y el teléfono me vibra con una llamada.

Es Aden, por lo que contesto de una vez.

—Hey —saluda desde el otro lado de la línea y me quedo sin respiración al escuchar su ronca y masculina voz.

—Hey, ¿que tal? —intento sonar lo más normal posible.

—Mira es que tengo que hacer unas cosas en la tarde. Dijiste que querías hablar de un tema serio y me preguntaba si podías venir ahora —trago saliva poniéndome roja al imaginarlo sin camiseta.

—Claro, en un momento llego.

Cuelgo y subo a cambiarme por un vestido blanco simple y mis converse negras con blanco.

Aviso antes de salir y camino hasta la casa de Ojos grises ya que no queda tan lejos.

Toco el timbre una vez en la puerta y al momento escucho pasos para que un Aden recién bañado y más hermoso de costumbre me reciba con su semblante serio y oscuro.

Paso antes de que me lo diga, lleva una camiseta negra junto a unos pantalones cortos blancos.

Luce sexy con el cabello oscuro mojado. La usual banda que usa está allí y noto que es nueva. Él se cruza de brazos, parece estar malhumorado por algo o más bien alguien pero evito decir cualquier comentario.

Aden varias veces me ha dicho que me aleje de él, que es lo mejor y eso es lo que estoy intentando hacer de una vez por todas.

No más besos sin ninguna relación o algo así, no mas toqueteos o noches de dormir el uno junto al otro. Ya eso tiene que terminar, odio verlo con alguien más y ya una vez me rompió el corazón. ¿Por qué sigo aquí tolerando su semblante frío?

A veces actúa como todo un maldito, en verdad lo hace. Y otras es tan lindo. Y ese sube y baja me tiene mareada. No entiendo nada de este chico. ¿Lo más triste de todo? Él no quiere contarme nada sobre él.

—Habla —ordena tomando una fruta la cual comienza a pelar con un pequeño cuchillo.

—Yo… quiero hacerte la pregunta del millón —me ve de reojo para seguir en su tarea mientras yo juego con los dedos sobre mi regazo—. ¿Que somos exactamente? —detiene la tarea fijando su tormentosa mirada en mi y ladea la cabeza como queriendo buscar en mi mente.

—Nada —responde totalmente neutral y me pregunto el cambio tan repentino.

La cólera se me sube a la garganta y quiero romperle la boca por ser tan idiota y volver a herir mis sentimientos tal y como cuando se besó con otra.

—¿Eso era todo? —toma su fruta picando un pedazo para llevarlo a su boca.

Su mirada vuelve a detenerse en mi y me pregunto cómo puede soltar cosas tan horribles y actuar como si nada. ¿Pero acaso es el humano? No lo es… nunca lo fue.

Siento como el oxígeno deja mis pulmones y más que molesta estoy decepcionada. Porque después de ver tantas facetas de él y pensar que era el típico chico que solo oculta sus sentimientos bajo un semblante frío pero en realidad es dulce resultó ser un maldito en todo el sentido de la palabra.

Pensé que era como en los libros… pero es mi vida, no es un cuento de hadas. ¿En qué rayos estaba pensando?

La sangre me hierve y su actitud de 'nada me importa' me descompone más el genio. No hay tristeza ni nada en sus ojos cuando me miran.

—Por favor no vayas a llorar aquí. Suficiente tuve con Aurore —me dice hastiado.

—¿Llorar? —finjo desinterés calmando cualquier signo de molestia en mi cuerpo, ni en esta vida ni en mil más Aden me vuelve a herir o se sastiface con mi dolor—, de hecho quería preguntar para saber tu opinión y ya que ambos pensamos lo mismo creo que lo mejor es que dejemos cualquier tipo de amistad o lo que sea hasta aquí —su expresión es rota por un ligero asome de enfado.

Mucho enfado. Las venas de sus manos se remarcan, su cuello se tensa y su mandíbula se coloca tan apretada que pienso va a romperse un diente.

Me levanto de golpe en cuanto intenta tocarme y juro que ya me perdí de todo lo que está pasando.

Su mano me toma de la muñeca mientras yo respiro desesperada con su cercanía. Dios mio, pero es que parece creado por los dioses del Olimpo.

—¿Por qué no te largas simplemente? —pronuncia tan molesto que apreta mi muñeca a un paso de romperla—, ¿por qué tienes que joderme de todas las formas que se te ocurren? ¿Por qué arruinas mis planes? ¿Por qué apareciste en mi vida? ¡Asg! —me suelta molesto caminando rápidamente por las escaleras.

No, no, no. Aden no me va a dejar así, ¿yo arruinarle la vida y sus planes? ¿Quién se ha creído?

Lo sigo rápidamente y antes de que cierre la puerta de su habitación entro mirándolo con odio, uno que no siento porque a pesar que no quiera, mi corazón golpea fuerte mi pecho cada que lo veo.

Y es molesto que el único hombre que me haga sentir de esta manera sea él.

—¿Arruinar tus planes? ¡Tu arruinaste mi vida apareciéndote! Eres un maldito bipolar, un día finges querer estar en verdad conmigo y luego saltas por la ventana de mi habitación largándote simplemente.

—¡¿Y qué quieres?! —me grita fuera de sí—, ¿que me quede a vivir contigo? Y la única que ha arruinado mi vida eres tú. ¡Has arruinado todo! Ya no puedo pensar en otra cosa que no sea en tus ojos. Quiero dejar de buscarte, me prometo todos los días no volverte a ver nunca más para enfocarme en lo que en verdad me importa. Pero sigues apareciéndote. ¿Cuántas veces debo herirte para que te alejes de mi? ¿Pará qué dejes de dejarme entrar? —lo miro incrédula, no puedo creer que esté diciendo eso.

Inhalo hondo intentando que las lágrimas no me empañen la cara y sostengo su fría mirada.

—Pues felicidades Aden. Ya no tienes de que preocuparte ni tienes que herirme para que me aleje de ti —limpio rudamente las lágrimas que se forman en mis ojos con cada palabra y puedo ver algo de pesar en sus ojos, pero sólo por dos segundos—, a partir de ahora somos desconocidos y en serio ruego por no tenerte que ver la cara más nunca en mi estúpida y miserable vida —la voz se me rompe y tomo el pomo de la puerta para salir pero su mano me detiene.

—No llores —pide en un susurro casi inaudible, me zafó de su agarre soltándole una bofetada mientras las lágrimas son reemplazadas por la creciente ira que siento.

—¡Te odio! ¡Te odio, te odio, te odio, te odio! —golpeo su pecho una y otra vez queriendo deshacer el sabor amargo que me dejaron sus palabras crueles.

¿Quién se cree para herirme de tal forma? Y aquí la misma pregunta de siempre, ¿Quién es él?

Tal vez me gané mi corazón roto por meterme en donde no debía. Por darle cosas que a nadie más le di sin siquiera conocerlo bien. No es más que una cara bonita y lo está demostrando en este preciso momento.

Intento tomar los pedazos de mi corazón y salir huyendo de su casa. Correr de él pero a decir verdad… no quiero.

Aden ha sido lo más cercano a un amigo, he podido hablar con él sin problemas y ¡Carajo lo odio por eso!

Sus brazos me rodean en cuanto termino de descargar mi furia contra él. Dejo que me toque y comienzo a llorar en su pecho sin importarme a llenar su camiseta de mi llanto.

Dejo que las lágrimas me empañen la cara, lloro por todo lo que he estado reteniendo. Por él, por papá, por mamá, por Ryan, por Brenda, por Evan, por Alondra. Lloro por todo lo que he sabido y he aguantado, pero estas serán las últimas lágrimas que derrame.

Ya basta de la Alice que llora a todos. Ya me cansé de depender de todos, ya me cansé de este triste tormento.

Con tristeza y el dolor aún alojado en mi pecho me separo de Aden limpiando mis lágrimas. Sus ojos se suavizan tanto que por un segundo siento que le importo.

Pero no es así, y aunque me cueste aceptarlo, Aden solo me utilizó como a todas sus conquistas.

—No te quiero volver a ver —pronuncio con odio, su rostro comprimiéndose—, oficialmente nuestra amistad quedó rota y no quiero saber nada de ti ni de tu existencia. Adiós, Aden —se intenta acercar a mi pero rápidamente corro bajando las escaleras y dejando su casa lejos.

Llego a la mía encerrándome en mi habitación, el pecho me duele con cada respiración y desearía tanto dejar de sentir por un momento, dejar de ser débil… dejar de ser la niña inocente que se cree Alicia en el mundo de las maravillas. Porque este es un mundo desastroso, no es como en las películas.

Aden me ha deshecho por completo y lo odio, pero me odio mas a mi por no darme cuenta de las claras señales.

Cierro los ojos durmiéndome. Los siguientes días pasan sin reparo, nada en particular ni nada especial.

Me la he mantenido casi deprimida, como muy poco, no duermo y lloro de vez en cuando. Puede que sea muy tonto pero cada que pienso en él, mi pecho se comprime con un sentimiento devastador.

Y desearía olvidarlo de la noche a la mañana. Enrollarme con otro hombre y dejarle en claro que no es irreemplazable. Pero no soy así, nunca sería de esa forma.

Por lo cual en el siguiente mes comencé a apartarme mas de los problemas.

Un mes y él no me ha hablado y lo agradezco mucho porque lo menos que necesito es que se acerque a romperme en mil pedazos de nuevo.

Poco a poco me recuperé, no diré del todo. Aún estoy un poco deprimida y mis días en los que sonreía parecen haber terminado. Aden era quien causaba esas sonrisas y ahora que no está me encuentro ajena a todo lo que tenga que ver con felicidad.

Estamos a principios de diciembre y este es el último día de clases para poder irnos de vacaciones hasta año nuevo.

Camino por los pasillos viendo las fotos de los últimos tres desaparecidos. No sé si son ideas locas que tengo pero ciertamente hay un patrón con respecto al aspecto de los chicos.

Uno tenía el cabello y ojos negros. El otro cabello castaño claro y ojos grises y el otro cabello negro y ojos grises. ¿Eso que era? Una clara señal de que iban por mi familia.

La mayoría están asustados, ¿como no? Forks es una ciudad pequeña, muy pequeña donde todo se sabe. La mayoría de las personas cuerdas resguardan a sus hijos con miedo a que desaparezcan tal y como los tres chicos.

Sigo mi camino, no tengo un buen presentimiento sobre esto. Las dudas no dejan mi cabeza ni un segundo y todo sigue resultando tan confuso. ¿Por qué de pronto empiezan las muertes y desapariciones?

¿De qué huía en verdad Brenda? ¿Se lo contó a Aden? ¿Por qué papá y mamá borraron mi memoria? ¿Por qué ocultaban tantas cosas? ¿Qué habían venido a hacer los Connor? ¿Por qué mamá había matado a aquella mujer y porque papá al hombre? Dios, son demasiadas preguntas sin respuestas y eso me pone de muy mal humor.

Me detengo en mi última clase, una cosa es terminar para siempre y recoger los pedazos de mi corazón. Otra es cuanto me tomará y cuán difícil será eso.

Aden empezó a ser más popular entre las chicas. De hecho siempre lo fue. En fin, mi corazón se sigue acelerando cada que lo veo. No importa la distancia, me descoloca como nadie al punto de hacerme temblar y girar mis talones.

Dos juegos más de baloncesto se llevaron a cabo aquí, y este equipo había ganado gracias a la estrella Aden del cual no me sé su apellido.

Me da igual, si no sé nada de él sera más fácil para mí olvidarlo. Bueno, Aden se volvió más popular y más… mujeriego.

Si antes no dejaba entrar a nadie a su casa ahora el chisme de la escuela era las chicas que describían su habitación sin saber que iban a las de huéspedes.

Me molesto en cuanto comienzan a hablar de él como si fuera lo más genial. No lo es. Es un maldito gilipollas que lastimó mi corazón.

Dos veces. Cuando se besó con la idiota de Aurore -la cual si antes me odiaba, ahora quiere matarme- sin importarle lo que yo sintiera.

Siempre ha sido así de descarado. Por eso elegí lo mejor para mi, y eso es tenerlo fuera de mi vida.

Su cumpleaños fue hace unos cuantos días, el 15 de noviembre para ser exactos. No asistí, solo le dejé un mensaje donde le decía feliz cumpleaños, el cual tampoco se molestó en contestarme.

Es tan frustrante y doloroso tener que verle todos los días sin poder tocarle. Sin poder besar sus carnosos labios los cuales ahora besan a tías sin reparo, lo cual me molesta más saliendo de la cafetería también.

Golpeo mi casillero dañando el metal y siento unos ojos en mi por lo que volteo encontrándome con el simpático pelirrojo que no para de decirme cosas lindas.

Tiene entendido que tenía una clase de relación con el imbécil de Aden, me compadeció y estuvo conmigo la última semana donde todavía lloraba por la clase de rompimiento.

—¿Qué tal, Lucas? —me sonríe desatando los lindos hoyuelos que me hacen recordar a Aden cada que reía con algo que decía.

Aparto la cara y siento su mano en la mía. Su cercanía es agradable, en verdad lo es. Pero sé lo que quiere conmigo por lo que aparto de su mano de la mía.

—Nada de contactos. Mejor vamos por un helado, ya muero por irme de aquí —se encoje de hombros y ambos salimos yendo a la cafetería donde pedimos dos helados.

—¿Escuchaste? Hay una fiesta en casa de Aden hoy —solo la mención de su nombre me da dolor de estómago y ganas de lanzarme de un abismo.

—¿Si? ¿Irás? —pregunto curiosa y sus ojos me miran con escrudriño.

—Pensaba asistir contigo. ¿Recuerdas la vez que me dijiste que querías golpearle el perfecto y hermoso rostro que tiene? —gira los ojos ante la última frase y no puedo evitar reír porque si había usado ese término un día que hablamos.

—Lo recuerdo —admito con una sonrisa. Sus ojos me miran con una pizca de… ¿deseo? Vaya, eso sí que es extraño.

—Este es el momento perfecto. Aden no ha parado de andar en fiesta los últimos días y siempre se emborracha mucho. ¿A qué no se da cuenta quien fue? —el asunto se puso más intenso, junto mis manos sobre mi regazo y le dedico una mirada cómplice al pelirrojo a mi frente.

—¿Seguro que no sabrá quien fue? —sus ojos se llenan de diversión para susurrar en voz baja:

—Te lo prometo.

Y, ¿como resistirme a tal propuesta? La verdad es que estoy molesta, herida y decepcionada. Así que un golpe en las pelotas no vendría mal.

Así que muy decidida, choco los puños con Lucas mientras me como mi helado con una sola cosa en mente: Aden tiene que pagar todo lo que me ha hecho con ese golpe.

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