VII
—Oriana—dice Thomas—¿Qué ves?
Me era imposible responderle a Thomas, mi atención estaba dirigida por completo a aquel hombre misterioso me sentía sumida en un estado de fascinación poderoso.
Noté que Thomas también fijo su mirada en aquel hombre.
—¿Lo conoces Oriana?—Thomas logra sacarme de aquel trance— ¿Quién es él?
Me volteó, para mirar la cara de Thomas.
—No.—Suspiré frustrada—Aunque quisiera saberlo.
Miré por encima de mi hombro, me di cuenta de que él ya no estaba ahí.
—Deberíamos revisar tu antigua habitación.—Sugiere Thomas.
Asiento y lo guió, recuerdo perfectamente que queda a la izquierda al frente de la habitación de mi difunta tía. La puerta es de color salmón, las paredes matizadas de un rosa pálido, la ventana blanca al igual que el juego de cuarto.
—La última vez que vine fue hace dos años.—Digo—Está como la dejé.
—No sabía que te gustaba tanto el rosa.—Responde Thomas.
—Lo escogió mi tía, en realidad mi color predilecto es el verde.—Murmuro en voz alta, a la vez recorro la amplia habitación—Ahora, como verás sólo quedan recuerdos.
El teléfono de Thomas repicó, en sus ojos leí un "Lo siento" se retiró de la habitación para poder hablar con confianza.
Tome en mis manos, un colgante con forma de delfín luego escuche la puerta abrirse creí que era Thomas por lo tanto no me gire para mirarlo.
—Preciosa gargantilla—una voz ronca, hizo que mi corazón se acelerara.
Me volteo y lo veo.
Mi mundo se paraliza.
Él estaba enfrente de mí, mi cuerpo se detuvo, y sin duda prefería morir a dejar de verle.
—Supongo que tú debes ser la chiquilla multimillonaria—Dice con cierto tono de superioridad.
—Prefiero que sólo se refiera a mí como —Digo, para luego ser interrumpida.
—Oriana.—Hace una pausa y se acerca lentamente a mí—Dulaine.
Por dentro lo único que deseaba era abalanzarme en los brazos de aquel hombre, y era punzante el dolor de resistirme a él. La duda me invade, sin embargo no sé el motivo, ni el porqué.
—¿Cómo sabes mi nombre?—musité dudosa.
El ignoro lo que dije, y sonrió ampliamente. Tomo entre sus dedos el colgante, yo aparte mi cabello de mi cuello para que él lo colocara. El tacto de las yemas de sus dedos en mi cuello, me estremecía haciendo que sintiera un hormigueo en toda mi piel.
—Tantas cosas que quieres preguntarme—susurró en mi oído, lentamente se alejó situándose en la ventana—y cuestionas algo, que sabes bien no tiene importancia alguna.
Iba acotar algo, pero él retomo la palabra.
—Además—dice con cierta ironía—en vez de preguntar, ¿Quién soy? solo preguntas como sé tu nombre.
—Tampoco tenía interés en conocer tu nombre.—Ataqué.
—No niegues, lo que ya ambos sabemos—su voz ronca se aproximaba a mí.
—¿Qué es lo quieres?—respondí dudosa, a la vez mis manos temblaban.
—¿Realmente quieres saberlo?—sus palabras emanaban un misterio, irresistible.
—No lo sé.—Digo aturdida.
Él rompió la distancia que nos separaba, parecía que fuera a besarme pero desvió su beso a mi mano.
—Es hora de que me vaya, ha sido un placer conocerte—revela.
En lo profundo de mis entrañas, podía escuchar como pedía a gritos que se quedará.
—¿Volveré a verte?—Digo con cierto pesar.
—Quizás, quien sabe.—Se aproxima a la puerta y por último dice—Todo es posible Oriana.
Finalmente se va.
***
—Jünger, la chica ha llegado a la mansión acompañada de Delta 3 y un chico, de nombre Thomas—informa Delta 1.
—¡Excelente!—Dice Jünger festejando—¿Qué saben del chico?
—Habla Delta 2, es hijo del jefe de la pizzería "Mamma Nostra" estudia psicología en la universidad "Santa Rousse" va por el quinto semestre, y también lo conozco—agregó la mujer.
—No es de nuestra importancia.—Aseguró Jünger.
—Hace un momento, la he visto hablando con un hombre—Delta 1 duda—pero nunca lo he visto antes.
—Pásame las imágenes de él, ahora mismo—Jünger gruño.
Delta 2 envió la imagen a su teléfono, luego la reenvió a Jünger.
—Investigaremos quien es.—Añadió Delta 1.
—Eso espero.—Finalizó Jünger.
Delta 2 hizo señales a Delta 3 y logro captar su atención.
—¿Qué sabes de este hombre?—cuestionó Delta 2, señalo en su Tablet la imagen del hombre—¿Lo has visto alguna vez?
Alicia negó con la cabeza.
—Todos los hombres buenos, los tiene la mocosa.—Masculló Alicia.
—En los años que llevamos aquí, no creo haberlo visto antes.—Aseguro Delta 2.
Alicia formo una distancia entre ella y Delta 2.
—Posiblemente lo hayamos visto antes—ahogo un suspiro—pero nunca supimos nada de él.
—Jünger se desesperó, cuando Delta 1 le informo—comentó Delta 2 algo confusa—estoy comenzando a tener la impresión de que Jünger...
—No lo digas—interrumpió Alicia.
Delta 2 le dedico una mirada de reproche.
— Hipotéticamente Jünger está enamorado de ella.—Delta 2 retomo la palabra—En tanto tú o yo irrumpamos su plan, nuestra cabeza colgará de su mano.
—Él me...
Esta vez interrumpió Delta 2.
—Él es el jefe, y créeme eres demasiado ilusa para lo madura que aparentas ser.—Finalizo Delta 2 perdiéndose entre los arbustos.
—Él será mío.—Chilló Alicia.
Haré lo que sea, para que ese hombre me pertenezca.
La esbelta rubia, se encamino a la mansión con sus dobles intenciones recargadas tal vez si hacía el trabajo mejor que sus compañeros, Jünger la recompensaría con otra cosa.
***
El almuerzo había sido espectacular, todos se lo habían pasado muy bien. Thomas dormiría en mi cuarto, en tanto a mí tendría que acostumbrarme a dormir en el cuarto de mi difunta tía, hace un momento había empezado a llover con furia según lo que leí en la prensa se debía a una tormenta tropical.
Estaba reconciliando el sueño, pero alguien entro a la habitación.
—Disculpa Oriana—Dice la rubia con acento inglés—lamento interrumpir tu descanso. Es para comunicarte que mañana a la siete de la mañana, nos esperaran en la camioneta para ir al entierro de tu tía.
—No hay problema Alicia.—Digo sofocando un bostezo—Por lo visto aún te cuesta hablar fluidamente el español.
—Es complicado.—Aseguró la rubia—Pero no imposible.
Dispuesta a quedarme dormida, acomode las almohadas pero Alicia me interrumpió nuevamente.
—Por curiosidad—retomó la palabra—¿Cómo sabía que yo sé hablar español?
Piensa una respuesta congruente Oriana.
—Mi tía me lo había comentado Alicia.—Finiquité.
La rubia se fue con inquietud en su mirada y cerró la puerta.
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