XV
Jueves, 13 de octubre del 2022. 07:08
Luego de un día increíble, el ser humano no puede dormir pacíficamente porque se ve en la necesidad de repetir la grabación mental (desde todos los ángulos posibles) de los mejores momentos del día. Está comprobado científicamente... o eso creo.
¿A qué viene esto? Bueno, a que no dormí ni una mísera de segundo en toda la noche. Sin embargo, esta mañana me siento de maravilla, como si hubiera renacido de las cenizas como el ave fénix (omitiendo el pico y las plumas, obviamente). Tan radiante me siento que cocine panqueques de avena, con frutos rojos de decoración y un corazón de mermelada a cada uno.
Aun ahora mi mente sigue repitiendo los sucesos de anoche. De no ser porque la casa ha estado totalmente vacía desde entonces, yo ya estaría internada en un psiquiátrico por lo mucho que he hablado sola, y la cantidad de veces que me he felicitado a mi misma por las agallas de besar al chico que me gusta, no una, sino dos veces.
Ahora mismo amo la idea de no haber dormido. Así no hay manera de confundirlo con un sueño.
Salgo mas temprano de lo normal de casa, lista para poner a máximo volumen canciones románticas mientras hago mi recorrido de siempre, cuando noto algo fuera de lo normal.
Cam se encuentra con la mirada clavada en sus zapatos y la espalda recargada en uno de los pilares del porche delantero de mi casa. Una vez que es consciente de mi presencia, levanta la cabeza y adorna su rostro con una de esas sonrisas que me hacen estar cerca de un paro cardiaco.
— Hey.
— Cam. — Musito sorprendida. Ya había planeado la mirada seductora que le daría en clases cuando nos viéramos por primera vez desde anoche, pero supongo que todo eso ya se fue a la mierda. Plan B: Improvisar. — ¿Que te trae por estos... lares?
Bueno, no se si ya lo había mencionado antes, pero no se me da bien improvisar cuando estoy nerviosa. Por suerte, él es lo suficientemente buena persona como para ignorar mi incomodidad y centrar la atención en algo más.
— Pensaba que quizá te vendría bien un aventón al Molina.
Hace un ademán señalando su auto con la cabeza, a la vez que extiende su mano en mi dirección, la cual tomo vacilante.
— Claro. Eso sería increíble. — me guía hasta su auto, abriendo la puerta del asiento de copiloto por la cual entro. Tan pronto como él toma asiento detrás del volante, le hago una pregunta que ronda por mi cabeza: — ¿Cómo sabías a qué hora saldría de mi casa?
Enciende el auto, mas procura mirarme a los ojos antes de contestar con una expresión divertida.
— No tenía idea. Estuve esperando desde las siete en punto a que salieras. — siento mi barbilla desencajarse, mientras tanto el comienza a manejar hacia el Insti. — Pensé en timbrar, pero no quería lucir desesperado.
— Bueno, no tenías porqué estar fuera tanto tiempo. Casi siempre salgo después de las siete y media.
— Que bien que lo dices. Así no me apresuro tanto mañana.
¿Qué? ¿Planea hacerlo más días?
Cam estaciona en uno de los sitios más cercanos a la entrada principal del Molina. Justo donde la "realeza" suele parquear sus vehículos y donde se concentra la mayoría de la población estudiantil previo a la primera clase del día.
Comienzo a sentir cierta inquietud tan pronto como noto todas las miradas en mi acompañante, el cual sale del auto y se aproxima a mi puerta para hacer como acostumbra, sin embargo yo me adelanto en abrir. Ya puedo oír las voces de todos cuchicheando.
— Gracias, Cam. Ha sido muy amable de tu parte.
Mi espalda se mantiene recta por la tensión que me causa tanta atención. Pienso que él es capaz de notarlo, pero, por el contrario, el suelta media sonrisa e intenta acercar su mano a la mia, mas yo no le dejo completar su objetivo.
— Eh, no. Tengo que ir a clase. — mi rechazo lo descoloca, pero eso no me detiene de seguir hablando al mismo tiempo que comienzo a alejarme. — Hoy es Jueves, ¿no? Si, justo tengo clase con Edilia, la profe de Historia, y es extremadamente estricta con los atrasos.
Prácticamente huyo. Me abro paso entre la gente que se comienza a acercar a Cam, el cual se recupera pronto hablándoles con el mismo entusiasmo que le caracteriza. Pienso que lograre mi cometido de llegar al aula de clases sin ninguna obstrucción, cuando una mano jala de mi camisa, deteniéndome en el proceso.
— ¡Alto ahí, cenicienta! — mi mejor amiga, o quiero decir mejor fastidio, llega a mi altura con ambas manos en su caderas —, ¿entiendes? Porqué estás huyendo de tu príncipe azul como si hubiera dado la medianoche cuando solo es la escuela, nada de gran relevancia. Que, ya que tocaste el tema, ¿que haces corriendo de tu principe? Pensé que estabas loquita por sus huesos.
— ¿No era que no te agradaba?
— Desconfío de él, no de ti. Y si te hace feliz, ¿quién soy yo para juzgar? Yo ya hice mi deber al advertirte de lo que sé, ahora lo único que me queda es ser testigo de toda su historia romántica como buena amiga que soy.
Sus comentarios me sacan una sonrisa. Cuando quiere, puede ser hasta cursi a su manera.
— Está bien. Te voy a contar, pero no puedo decir su nombre porque el Molina está lleno de buitres, listos para inventar cualquier cosa bajo su nombre.
Asiente en acuerdo, a la vez que mira alrededor con ojos de sospecha.
— Cambia su nombre en la historia por Midas, porque todo lo que toca es oro.
— Hoy amaneciste creativa, ¿no es así?
— Calla y cuenta ya, antes de que toquen el timbre.
Procedo a hacerle un resumen con solamente los fragmentos más importantes de cómo empezamos a pasar más tiempo juntos, a luego intercambiar saliva anoche, hasta lo de hoy en la mañana, de lo cual fue testigo como todos en el Molina, con la única diferencia de que ella si supo reconocerme. Ella no hace ninguna interrupción, pues está bastante enfocada en que termine mi historia en lo que dura nuestra caminata al aula de clases.
— Picarona. No puedo creer que hayas logrado guardar todo eso para ti misma.
— Si, bueno. Supongo que eso ya no importa porque ya todo el insti debe estarse inventando cosas, ¿que voy a hacer si a Cam se le ocurre acercarse a mí de nuevo, frente a todos? Dios, como odio a los mirones.
— Eh, no te alteres. No creo que lo haga, pero en caso de que sí, aquí tienes a tu amiga para defenderte.
Da unas palmadas a su bicep diminuto, haciéndome rodar los ojos y soltar una carcajada. Si dependiera de su fuerza física, ya me podría dar por muerta.
El timbre suena, por lo que cada una entra a sus respectivas clases que, por suerte, están una al lado de la otra así que ninguna tiene que correr para llegar a tiempo. Hago lo mejor que puedo, concentrándome en tomar notas y hacer las actividades que piden los profesores, ya que eso suena mejor a pensar en cualquiera de los divagues que rondan en mi cabeza. Así pasa el tiempo, hasta que suena el famoso timbre que anuncia el receso, por lo que salgo disparada al pasillo en dirección a la cafetería, siguiendo la corriente de estudiantes hambrientos. Vane y yo nos encontramos en el camino, y hacemos fila juntas para llenar nuestra bandeja de aperitivos para no pasar hambre por las horas que restan de clases.
Todo apunta a que hoy será un día como cualquier otro en el rutinario Molina, hasta que Cam interrumpe nuestro camino a la mesa. Grito para mis adentros, más por fuera luzco tan serena como un elefante.
¿Sabrá el caos que generan sus acciones? ¿Tan difícil le es dejarme pasar desapercibida? Digo, yo encantada de que se acerque a mi, pero justo en el circo que es la cafetería, no estoy muy segura.
— Hey, Mel, Vane. — ni siquiera me molesto en preguntar de donde conoce a mi amiga. Lleva poco más de un mes en Celsis, claro que la conoce. — ¿No les gustaría sentarse en nuestra mesa?
Silencio.
No se movió ni un alma en todo el lugar al instante en que terminó de pronunciar su pregunta. Mis latidos parecían haberse conectado a una bocina por bluetooth ya que era lo que más alcanzaba a escuchar.
— Si, porque no. — Dice a mi lado mi amiga sonriente. La asesino con mi mirada, sin embargo ella solo toma mi brazo siguiendo a Cam, quien nos hace un espacio entre él e Ivan.
— Eh, chicas Que bien que se nos unen, estos idiotas ya me tienen cansado de tanta tontería. — Ivan dice, para luego recibir un golpe de un chico alto y moreno a su lado.
— Si, claro. Si tu eres el que lleva arrastrando medio semestre.
— No acepto reproches de gente que se pelea a puno cerrado con desconocidos solo porque le ponen pina a la pizza.
— Eso solo fue una vez.
— No me hagas mencionar la vez en que...
— A nadie le importa. — Una chica de pelo negro y pestañas postizas bastante notables, interrumpe su discusion del otro lado de la mesa. — Tu, ¿cómo era que te llamabas? No me suenas de nada.
Me está hablando a mi.
Yo, por el contrario, sí que la conozco. Literalmente ha tenido conversaciones con mi amiga frente mío, creo acordarme hasta de haberle dicho mi nombre antes. Pero obviamente no me recuerda, puesto que su mirada me recorre de arriba a abajo como si le presentaran un platillo por primera vez y lo odiara.
— Soy Melissa, estamos en la misma clase de filosofía desde primero.
El chico a su lado, que parece ser su novio o algo por el estilo ya que ella está prácticamente sobre sus piernas, ríe burlonamente.
— Justo por eso no le hablo a nadie de clase fuera de esta mesa. Está lleno de...
La chica le da un codazo para que no acabe la oración, sin embargo su sonrisa lobuna delata que está de acuerdo con lo que sea que iba a decir.
— ¿Y qué tipo de relación tienes con Cammy Cam?
Perdona, ¿quién?
Le doy una mirada de reojo a mi ángel, quien a primera vista luce tranquilo, sin embargo su mandíbula está totalmente tensa.
— No creo que a nadie le importe realmente.
Una chica castaña del otro extremo de la mesa, se inclina al centro de la mesa hasta entrar en nuestro campo de visión.
— A mi si me importa. — en cuanto salen esas palabras de su boca, abre sus ojos tanto que parece que van a salir de sus cuencas, antes de agregar —: Mas bien, yo diría que a todos aquí nos interesa saber.
Vane a mi lado forma un puno con su mano, lista para cumplir su amenaza sin importar que cercanía mantenga con esta gente. Sin embargo, alguien más se le adelanta.
— Oh, Lou. No ocupas disimular, ya todos sabemos que te gusta Cam, pero descuida que no le interesas. — Eva toma asiento justo frente a nuestro. Creo verla guiñar en mi dirección, pero fácilmente podría haber sido al chico a mi lado puesto que está a la misma distancia. — Como sea, están hablando de cosas tan irrelevantes que supongo que a nadie le importa que cambie de tema, no es así? — una buena cantidad de chicos embobados asienten alrededor de la mesa, incluyendo a Ivan —, mis padres saldrán a un viaje de negocios todo el fin de semana, así que el sábado haré una fiesta en mi casa. Inviten a quien quieran, cancelen los planes que tengan que cancelar, habrá barra libre hasta el amanecer del domingo.
— No entiendo, ¿no te habían prohibido hacer fiestas por todo el mes?
— Mierda, Lou. A ti se te tiene que explicar todo, ¿no es así? Sus padres no se van a enterar de nada. — Lou se contrae en su asiento y comienza a picotear su ensalada con las mejillas ruborizadas. Aun así, la pelinegra sigue hablando —, pero, Eva, ¿vas a invitar a todos los de la mesa?
Entiendo perfectamente que no le agrado ni un poco a esa chica. La verdad es que es recíproco. Si por mi fuera, ya le hubiera lanzado mis macarrones con queso en la cara.
Eva parece entender igualmente su comentario, sin embargo nos dirige una de sus sonrisas más perfectas, como toda ella, antes de hablar.
— Es verdad, casi me olvido de decirles. Si quieren, ustedes dos pueden llegar antes para ayudarme con los preparativos y alistarnos juntas.
Vane acepta por ambas, aunque yo me enfoco más que nada en mirar con suficiencia a la otra chica, a quien la noticia le sentó como un gancho al hígado. Por otro lado, debajo de la mesa, Cam me propina un apretón en la mano en señal de apoyo.
Hola hola gente hermosa <3
Con este capítulo comenzamos la segunda parte de esta historia.
Ojalá la estén disfrutando mucho y, si es así, no se olviden de hacérmelo saber para seguir escribiendo cada vez más seguido.
Los quiere,
Eureka.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro