Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIX


Sábado, 15 de octubre del 2022. 11:57

Hace varios años, mientras veía la película de la bella durmiente en casa de tía Grecia, le pregunté si bailar con el amor de tu vida era tan mágico como en la televisión.

Me miró con la misma expresión que tuvo mi mamá antes de darme a conocer la verdadera identidad de Santa Claus.

Lo primero que dijo fue que no existe un "amor de tu vida", si no que cada etapa tiene un gran amor, pero, solo aquellos con la mejor de las suertes, llegan a amar a la misma persona el suficiente tiempo para llamarlo una vida. También dijo que, habiendo amor de por medio, cualquier momento se puede sentir tan mágico como en las películas. No importa que no luciera tan glamuroso como en ellas.

Rememoro esa conversación, a la vez que doy saltitos junto a Cam al son de una nueva canción de Bad Bunny. No tengo ni idea de cuánto tiempo llevamos en la pista, sin embargo, no me importaría ni porque alguien me dijera que ya hemos pasado diez años haciendo lo mismo.

—Tiempo fuera —grito por encima de la música—. Necesito ir al baño, o si no puede que explote y pase la vergüenza de mi vida.

Ya bueno, lo de diez años no era literal.

Cam asiente en acuerdo, para posteriormente, poner una mano en mi baja espalda para luego abrirnos paso entre la multitud hasta llegar a un baño junto a las escaleras.

No es tan espacioso como el de Eva, pero tiene el espacio suficiente como para verme casi por completo en el espejo de manos. Por suerte (y la buena calidad de los productos de la rubia), todo en mi apariencia sigue intacto y espléndido, como si no hubiera pasado ni un segundo desde que salí de la habitación de Eva. Hago mis necesidades y salgo sin demorarme mucho. Cuando lo hago, me encuentro a mi ángel con el ceño fruncido y la mirada en algún punto a su izquierda.

—Hey, ¿pasa algo?

Me mira, regresando a su expresión relajada de siempre, sin embargo, el cielo en sus ojos se ve turbio.

—Estaba pensando en llevarte a mi sitio preferido en esta casa.

—Me gusta como suena eso. ¿Será algún tipo de catacumbas? La casa es moderna, pero creo que es lo suficientemente grande como para tener ese tipo de cosas.

Es lo suficientemente grande como para mantener una civilización entera bajo techo, pienso.

Como respuesta, hace una mueca socarrona antes de hablar en tono irónico.

—Te llevaré a la sala de torturas del tatarabuelo de Eva.

—¿Cómo...?

Toma mi mano y me lleva al otro lado de las escaleras, hasta llegar a una puerta con varios candados además de una cerradura común. Extra seguridad. En una casa llena de vigilancia, situada en un vecindario donde hasta por tirar un trozo de papel en la calle te mandarán a prisión. Un escalofrío recorre mi espina dorsal.

—Es broma lo de la sala de torturas, ¿verdad?

—¿Lo dices por los candados? —pregunta, a la vez que gira el pomo de la puerta, abriéndola sin ninguna dificultad—. Son falsos. Están puestos para espantar a la gente que no sabe lo que hay dentro.

Bastante efectivas he de decir, por poco y me meo. Los ricos hacen cada cosa, que no está demás desconfiar.

Entro detrás de él vacilante, encontrándome con un cuarto tapizado de las paredes con cuadros de generaciones en generaciones, variando entre ocasiones especiales y excursiones familiares. Hay repisas llenas de piedras, figuras y cosas que en mi vida he visto. Siento como si viera mil películas a la vez mientras aprecio a detalle el interior de la habitación.

—Es increíble —musito para mí misma.

—Sabía que te gustaría —dice con orgullo—. Son tonterías sin mucho valor, pero con la suficiente importancia como para que no se quiera tener desconocidos merodeando por aquí.

—¿Cómo sabías que me gustaría? —le pregunto con sinceridad, entretanto jalo una cuerda del arpa de lira recostado sobre libros de minería, dando un brinquito en cuanto sale un sonido agudo. Parece un cuarto dedicado a objetos extraviados. Ni siquiera yo sabía lo mucho que me fascinaría algo así.

—Es un cuarto de sueños —explica, llamando mi atención—. No hay nada en este cuarto que no venga con una historia y un anhelo de alguien. Tú me dijiste que tienes muchos sueños sin cumplir, y creo que yo también, por eso siempre me atrajo este lugar.

Mis manos vagan por las costuras de un vestido de bodas, analizando sus palabras.

Me imagino a un pequeño Cam, oculto entre pilas de objetos varios, imaginando todas las posibilidades. De pronto, me surge la duda de si siempre se ha sentido tan desesperanzado por cumplirlos como ahora, o ha sido algo que adquirió con el tiempo. Se bien que yo siempre lo he sido, pero es en parte por mi tendencia cautelosa. Ya he tenido mil y una discusiones frente al espejo por culpa de ello, sin embargo, no importa cuantas veces me convenza de que cambiare, siempre cedo ante mis miedos.

—Me tengo que ir.

Giro abruptamente sobre mis pies, no obstante, él ya está abriendo la puerta por la que entramos.

—Espera, ¿a dónde vas?

—Me olvide que yo también tengo que ir al baño —dice, con un pie en el pasillo—. No te muevas de aquí.

No suena como una orden, aunque de todos modos bufo ante la idea de que me abandone en una zona escondida de la casa.

—No es justo, ¿me traes aquí para dejarme sola? Si te vas ahora, me voy con el primer chico que pase. Igual él no me deja en sitios abandonados para huir de mí —Mi amenaza absurda le causa gracia, por lo que eleva una ceja. Es que ni yo me la creería, pero bueno, tenía que intentarlo —. Bien, más vale que no me hagas esperar mucho tiempo porque seguro rompo algo sin querer, y no creo poder cubrirlo con mi sueldo.

—Seré tan rápido que ni notaras mi ausencia.

Con eso se marcha, cerrando la puerta a sus espaldas.

Bien, no es la gran cosa, aquí hay suficiente como para entretenerme toda una vida.

Giro a mi izquierda, tomando lo primero que encuentro para investigarlo, sin embargo, se trata de un muñeco de tela sin boca y varias agujas atravesando su cuerpecito. Ahogo un grito y lo suelto, haciendo que este caiga en un libro con un diablo y una mujer en la portada. Sin poder evitarlo, salgo a trompicones del cuarto corriendo en dirección contraria por la que llegamos al cuarto.

Llego sin querer al inicio de las escaleras, donde subo un par de escalones con el fin de recargarme en el barandal y calmar los latidos de mi corazón desenfrenado. No tenía idea de que cuando decía que ese cuarto albergaba sueños, también hablaba de pesadillas.

Si mi abuela siguiera viva, me diría que queme esa porquería y me dé un baño de sal cuanto antes. Lo mejor es que le diga a Eva, al fin y al cabo, es su casa.

Busco su paradero entre el cúmulo de cabezas, hasta que doy con su melena de impacto entre un grupo de personas junto a la barra. El problema recae en que, detrás suyo se encuentra cierta persona que debería estar en el baño. Sus brazos rodean la cintura de la chica, mientras que sus labios trazan un camino de besos por su cuello. La escena me provoca arcadas. Doy unos pasos en su dirección, apartándome de la seguridad que me brinda el barandal, con la mente en blanco, pero al mismo tiempo una dotación de preguntas en mente. Sin embargo, algo estalla dentro de mí al momento en que ella gira su cabeza y conecta sus labios con los de él en un beso tierno e infinito.

Siento como si el mundo se me viniera encima. Como si de pronto un tsunami arrasara con todo. Una hiedra crece y corroe cada uno de mis recuerdos con Cameron. Lluvia ácida cae en cada sueño que tuve, donde vivíamos alguna de las escenas cursis que me hacían suspirar en comedias románticas. Cada frase, canción, confesión o dato que pueda relacionar con su persona se vuelve una carga en mi cabeza.

Mi nube rosa cae dejando una claridad hiriente, que siempre ha estado presente más solo ahora es visible ante mis ojos. Nunca dejó de verse con ella.

Todo este tiempo estuvo jugando conmigo.

¿Estuvieron jugando conmigo? No, Eva no me debe nada. Si apenas hace unos días tuvo contacto conmigo.

Pero el... mi ángel.

El golpe mental es tan intenso que siento como si mis piernas ya no pudieran con mi peso, dejándome caer. Sin embargo, un par de brazos detienen el impacto instantáneamente.

–Woah. Ten más cuidado, idiota. De estar más consciente, te habría dejado estampar esa linda carita en el piso.

Idiota.

Si, todo este tiempo he hecho el papel de idiota.

Me suelta tan abruptamente que batallo por encontrar mi equilibrio, mientras él se acomoda la camisa y da un trago de la copa de champaña en su mano. Su actitud sumada a mi estado emocional me hace querer soltar un berrinche dedicado al mundo de mierda que parece tener algo personal contra mí. En su lugar, simplemente respondo:

–Me da igual. De todos modos, yo ya me iba.

El deja de prestarle atención a su bebida para posarla en mí. Sus ojos ambarinos suben por mis piernas, torso y cuello hasta dar a mi rostro. Es obvio que nunca antes me había visto, lo cual es correspondido. Nada en él me parece familiar. Ni su ligera barba remarcando una mandíbula ya de por si notoria, su piel vampiresa adornada con tatuajes en sus brazos tonificados o su cabello negro que le da dimensión a un rostro con rasgos romanos. Un rostro que podría sobresalir pero que mi mente se rehúsa a reconocer.

–¿Necesitas ayuda para tu huida? porque mi auto está más que disponible para ti.

–¿No dijiste hace un minuto que planeabas dejarme caer? –le miro hastiada. Hoy no estoy para soportar a hombres confusos e indecisos.

Yo diría que nunca, la verdad.

–Es que a mí no se me da rescatar a princesas en apuro, soy más del tipo que las roba del castillo.

–Mira tú, justo lo que necesito. Aunque deja de hablar de príncipes y princesas, no quiero oír más de cosas sin sentido –digo agriamente–. Si lo vuelves a mencionar, te mando al diablo.

Suelta una risa fuerte para después acercar su rostro al mío.

–Tus amenazas no me asustan.

En cuanto las palabras salen de su boca, siento un regusto amargo en mi estómago. Quizá esa es la razón por la que todos los hombres en mi vida han jugado conmigo. Nunca he sido del tipo que les trate mal ni cumpla sus amenazas. Cada una de las veces he sido su muñequita manipulable, con la que pueden hacer lo que quieran sin pagar por los daños ocasionados.

No, esta vez no será así. Basta de esa mierda.

Ya estoy cansada de ser yo la que llora en la oscuridad de su cuarto por su indiferencia. Si suelto una lágrima más tarde, me aseguraré de no ser la única.

–Pues deberían, porque pienso cumplir cada una de ellas.

Sin vacilar, acerco su mandíbula con mi mano y le planto un beso que sabe a un enojo que lleva cocinando por años. El no reacciona. De hecho, hace el intento de apartarse, sin embargo, acaricio su cuello con mi otra mano de tal forma que termina en su pelo, donde me enredo y empujo para acercarlo aún más a mí. Tal parece que eso es suficiente para derretir su apatía, pues lleva ambas manos a mi cintura, acercándome a su torso ferozmente. Sus labios se mueven sobre los míos de tal forma que tengo que luchar por seguir el ritmo, pero en cuanto lo encuentro se vuelve en un juego de velocidad, adrenalina y deseo carnal que transforma mi furia en un sentimiento placentero del que gozo sin pensar mucho al respecto.

Mis manos, que en algún momento se volvieron puños en su pecho, me sirven de ayuda para poner distancia, la cual él intenta impedir inclinándose más a mí, no obstante, termina cediendo, permitiéndome respirar de una vez por todas.

–De pronto esta fiesta comienza a ser divertida. –Una chispa brilla en sus ojos a la vez que lo dice, lo cual es suficiente para que yo vuelva a empuñar su camisa en mis manos con fin de eliminar toda distancia entre su rostro y el mío.

Su sabor es adictivo, embriagador. Siento como las burbujas de su bebida efervescente estallan en cada toque de sus labios con los míos. También siento como varias miradas caen en nosotros, demasiadas que pierdo la cuenta, pero la adrenalina no deja que estas me intimiden. Es como si me estuviera rebelando ante todo lo que me desagrada de mi vida, de mí misma, y me regocijo en ello.

Entonces, su mano izquierda comienza a bajar y, por más raro que suene, me encuentro deseando que lo haga. Sin embargo, justo antes de que llegue a un sitio peligroso, alguien nos interrumpe jalando al chico lejos de mi alcance y encajando su brazo con el mío.

–Buen espectáculo chicos, pero creo que es hora de que cada uno vaya a su casa –dice Iván a mi lado, al mismo tiempo en que comienza a alejarse conmigo prácticamente a rastras.

Un gran número de ojos entre indignados, burlones y juiciosos me siguen, aunque por primera vez me dan absolutamente igual. Miro a mis espaldas por un escozor en mi nuca, encontrando una expresión de sorpresa en el rostro perfecto de Eva, y una mirada indescifrable en el de Cameron. No me decido entre tensa y triste, pero al final me decanto por vacía.

Mis antiguos ojos favoritos se ven vacíos y a mí no me interesa.

Llevo mi rostro al frente, empujando todas mis emociones lo más que puedo a las profundidades de mi corazón.

–No puedo creer lo que acabas de hacer –dice Iván entre dientes–. Y yo que pensaba que eras tímida y pacífica, para que luego desates la tercera guerra mundial en unos segundos.

Lo miro confusa.

–¿De qué estás hablando?

–¿Tan siquiera sabes a quien te estabas devorando en medio de la sala? –Niego con la cabeza, ruborizándome por la vergüenza–. Evidentemente.

Tampoco es para tanto, no es como si fuera un criminal.

Siento como si me regañara mi madre. Peor todavía, nunca he visto a mi madre tan tensa como mi amigo en estos momentos.

–Era el jodido Ricky Acosta, Melissa. Ya sabes, ex de Eva, enemigo mortal de Cameron. Dicen que asfixió a su gato con sus propias manos. Las mismas manos que tenías encima hace unos instantes.

Oh, sí era un criminal. Vaya mierda.

Parpadeo múltiples veces perpleja en un intento de absorber la nueva información. ¿Desde cuándo es némesis de mi vecino? Quizá es por eso de que está a punto de quitarle la capitanía del equipo de americano, o puede ser por lo que Iván decía que su equipo anterior hacía con los otros equipos, o tal vez sea por robarle la atención de Eva.

Bien, es entendible que no se lleven bien.

Abre la puerta principal, llevándonos al frío del exterior sin alentar el paso. Su presura nos hace lucir como si estuviéramos huyendo de una escena del crimen, lo cual añade más preguntas a mi mente atiborrada.

–Iván, ¿por qué estamos corriendo? No creo que nadie nos persiga.

Llegamos en tiempo récord al estacionamiento de la casa, con tantos carros que asemeja una noche de ofertas en cualquier centro comercial. Iván saca sus llaves y pica un botón, ocasionando que la luz de su auto brille a lo lejos junto a un pitido.

–Porque debemos llegar antes de que tu amiga se corte las venas con sus propias uñas –Batallo con mis tacones en el pavimento, sin embargo, frunzo el ceño por su confesión–. Es que, de verdad, yo llegué aquí buscando una hermosura con la que ligar y terminé haciéndola de mamá luchona de ustedes dos. ¿No tienes a nadie más que deba cuidar de sí mismo?, estoy en oferta.

–¿Vane?, ¿qué le pasó? –pregunto en cuanto nos detenemos detrás de su auto.

–Descúbrelo tú misma.

Camina en dirección al asiento del conductor, a lo que yo hago lo mismo con el asiento trasero. Abro la puerta y me adentro, encontrándome a mi mejor amiga con el maquillaje corrido y su mirada perdida en la cabecera del asiento de Iván, sin mirarlo realmente. Sus manos abrazan sus piernas, en posición fetal, mientras que el rastro de lágrimas sobre sus rodillas demuestra lo mucho que ha llorado.

Sin dudarlo, paso mis brazos sobre su cuerpo tembloroso y recargo mi mejilla en su hombro.

–¿Qué pasó, linda? ¿Qué te hicieron?

–El amor es una mierda.

Luego de eso comienza a llorar, rompiendo mi corazón una vez más esta noche.

Hola hola bellezas <3

Ya lo se, me pase de largo, pero creo que vale la pena leer cada palabra.

Alguien necesita panuelos para limpiar sus lagrimas y mocos? Les vendo con descuento. :D

Bueno, les queria decir que estamos cerca del final.

Ojala esten disfrutando de esta historia como yo (siento que siempre digo lo mismo, pero es porque lo digo de verdad).

Escribir Quien Es Cameron? ha sido un lindo escape de la vida real, y personalmente creo que me ha ayudado a crecer y afrontar muchas cosas en mi dia a dia, que creo que no habria podido sobrellevar igual de bien de no ser por esta historia. Al fin y al cabo, creo que ese siempre ha sido el proposito de todo esto: demostrar los retos y miedos que conlleva crecer en el mundo que vivimos, a la vez que enfrentarlos y aprender a sobrepasarlos.

Los adora,

Eureka.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro