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XII


Lunes, 10 de octubre del 2022. 14:17

Hay momentos en la vida en que sinceramente no entiendo que es lo que me llevó a estar en cierto lugar en cierto momento.

Ahora mismo, por decir un ejemplo, estoy en medio de un círculo de chicos que me doblan en tamaño de ancho y alto — a los cuales si les hable alguna vez no recuerdo — en la mitad del pasillo.

Muero por irme a casita.

Enfrente mío está Cameron quien me dedica un par de miradas de soslayo. Él tiene la culpa. Sospecho que dejó olvidada su cordura hace unos instantes, cuando me detuvo en pleno pasillo, con todas las intenciones de hablar conmigo. Al parecer, se le pasó el pequeño detalle de que es una celebridad en este lugar y no hay manera de que su séquito de admiradores/amigos le den un minuto de privacidad.

Buenisimo. Ahora me toca a mi pensar en una manera de escabullirme sin llamar la atención de ninguno de los gigantes.

Con lo mala estratega que soy, no sé muy bien cómo vaya a salir eso.

Para mi buena suerte, un héroe sin capa aparece en mi campo de visión con el rostro de Ivan. Rápidamente, le hago señas de que me saque de ahí a lo que él no se complica en planes elaborados jalando de mi brazo hacia el. Claro que en el proceso empuja a un par de chicos quienes le maldicen de mil maneras, pero el pasa de ellos olímpicamente.

Que ganas de ser tan vale mierda como Ivan. Me ahorraría mucho estrés.

— ¿Qué hacías ahí en medio del caos?

— No tengo idea pero gracias por sacarme. Te invito a comer algo como recompensa, aunque tú pagas lo tuyo y de paso lo mío también porque estoy ahorrando.

La realidad es que hoy no tengo ganas de cocinar ni menos aún de pedir algo para después comerlo sola en la barra de mi casa.

— Me encantaría pero no puedo. Hoy toca hamburguesas con los del equipo, de hecho estaba buscándolos para ir de una vez cuando te vi. — Hace una pausa al notar algo atrás mío que le saca una sonrisa —, Aunque se de alguien que puede hacerte compañía.

Sigo su mirada, encontrando a mi super amiga caminando hacia nosotros.

— Buenas, buenas. ¿Tienen algo que hacer ahora?

— ¿Que acaso eres bruja?  Justo le estaba diciendo a Mel que no podía comer hoy con ella porque tenía asuntos que atender con mi equipo.

— Oh, ¿así que prefieres salir con esos gorilas a salir con nosotras, tus bellas amigas?

— No es eso lo que...

— Vamonos Mel, no te juntes con esa chusma.

Comienza a alejarse dramáticamente a lo que yo la sigo, no sin antes despedirme rápidamente de Ivan. Camino detrás de Vane hasta que llegamos al  carro de su tía que ocupa uno de los sitios del estacionamiento del Insti.

— ¿Carro?

— Mi tía me dejó unos pendientes en Solen.

Formo una "O" con la boca por la sorpresa mientras subo al asiento de copiloto y me pongo el cinturón de seguridad.

— ¿Vamos a Solen?

— Si, ¿no es genial? Con lo difícil que es ser tan geniales todo el tiempo, ya nos hacían falta unas buenas vacaciones. Hasta el sol tiene escapadas de vez en cuando.

Dicho lo último, comienza a manejar bajo un cielo despejado y brillante, digno del verano infinito de Celsis.

Durante el trayecto, asumo mi papel como copiloto al no callarme ni un segundo. Si parpadea, es que no estoy haciendo bien mi labor. Al mismo tiempo, saco el DJ que tengo dentro, poniendo las mejores canciones para cantar a grito alto con las ventanas bajas del auto.

Creo firmemente en que los viajes en carretera son el mejor tipo de viajes que existen. Especialmente cuando no eres el conductor, porque así puedes darte el lujo de dormir cuando el camino tiene demasiadas curvas. Además, no hay nada como las vistas de pueblos e infinita naturaleza entre ciudad y ciudad.

Solamente paramos al comienzo para comprarnos un par de sandwiches de un Subway que encontramos aún en Celsis en un intento de satisfacer nuestro hambre bestial, pero más allá de eso no paramos ni una sola vez así que hacemos poco menos de las dos horas de siempre para llegar a Solen.

— Ya que estamos aquí, ¿quieres que vayamos a algún sitio?

La miro con desconcierto.

— ¿No veníamos porque tu tía te dejó un encargo?

Una sonrisa macabra escala en su rostro.

Esto no es una más de sus ideas cuestionables, ¿no? Diganme que no caí en una trampa, por favor.

— Sobre eso... El encargo en realidad es sólo recoger un vestido para la boda de una amiga de mi tía. — Una moto se le atraviesa de golpe, por lo que maldice mientras toca el claxon para luego seguir como si nada —, El tema es que la boutique no nos va a recibir sino hasta las seis, así que tenemos bastante tiempo para asaltar un banco o cualquier otra cosa que te parezca. Como te dije, vacaciones.

Mmm.

Ni tan mal. Viniendo de Vane, me esperaba algo peor, como que nos hubiésemos escapado para espiar a alguno de sus exes o algo por el estilo. Esto podría ser hasta una buena idea.

— Se de un lugar a dónde podemos ir.

Busco el sitio en Google Maps desde su teléfono para posteriormente darle indicaciones para llegar a nuestro destino.

Batallamos en encontrar un estacionamiento, sin embargo lo hacemos y entramos por las grandes puertas del zoológico de Solen sin muchas complicaciones. Cuando cumplí ocho años, mamá y yo visitamos a papá a su trabajo y el nos llevo aca. Recuerdo muy bien este lugar porque creo que uno de nuestros momentos más felices fue en la zona de los monos, cuando un mono araña le robó el teléfono a mi papa y tuvimos que perseguirlo por un buen rato hasta que al fin se hartó de él y lo soltó. Reímos tanto que nos dolía la barriga al salir del zoológico.

¿Si fuéramos ahora nos la pasaríamos tan bien como entonces?

— Uy, necesitamos uno de esos.

Vane señala a un señor que vende globos con formas de animales. La rana me hace ojitos por lo que, en cuestión de minutos, nos encontramos las dos felices y campantes, con una un globo de rana de ojos rojos y otra uno de tigre de bengala, mientras seguimos las direcciones del mapa ilustrado para llegar a nuestra primera parada: Antártida.

No soy fan.

No me malinterpreten, ame a las focas y los osos polares con sus hocicos curiosos. Mi problema es más bien algo personal en contra de los pingüinos. Al parecer todas las parejas van a tomarse fotos y demostrar su afecto en la zona de la especie que es mejor conocida por durar toda la vida con la misma pareja. Nunca me había incomodado tanto mi solteria.

Por suerte, Vane pareció pensar lo mismo que yo, así que salimos pronto de ahí y nos apresuramos a llegar al safari antes de que se vayan sin nosotras y tengamos que esperar una media hora para el siguiente.

Este si es un éxito desde el instante en que nos sentamos en el vehículo. Al lado nuestro, un par de señoras rusas comienzan a contarnos que llevan sesenta años de amistad, de los cuales los últimos dos los han pasado viajando juntas por todo América. Es ahí cuando me doy cuenta que alimentar jirafas con zanahorias no es tan sorprendente como las anécdotas de dos jubiladas viajeras.

Terminando el safari, acompañamos a las señoras a comprar malteadas mientras una de ellas nos cuenta de la vez que surfeó una ola de ocho metros en Portugal mientras daba a luz a su primer hijo. Lastimosamente, eso es lo último que sabemos de ellas porque ocupan ir al aeropuerto antes de que su vuelo a Costa Rica parta sin ellas.

— Nos quedan alrededor de treinta minutos. ¿Qué te gustaría hacer?

Ojeo el mapa. Aún nos hacen falta varias zonas por explorar pero solo una de ellas llama mi atención de verdad. Al fin y al cabo, no me puedo ir de aquí sin comprobar que ese lugar sigue estando igual a como lo recuerdo.

— Vamos a ver a los monos.

Mi amiga le da un último sorbo a su malteada, para luego tirarla en un cesto de basura y caminar con su globo de tigre hacia la zona de primates.

Un sentimiento raro me abruma conforme avanzamos. Como un mal presentimiento, pero que quizá solo sea miedo. Miedo a que hayan reformado el lugar y ahora sea un sitio lleno de animatronicos de mal rollo en lugar de monos de carne y hueso. O puede ser miedo a que el gobierno haya prohibido los mono araña en el país y no encuentre ni uno por la zona. Aunque... también puede ser que sea miedo a ver ese lugar tal y como lo recuerdo, pero que los que hayamos cambiado seamos mis padres y yo.

Llegamos en lo que se siente como un parpadeo para mi. La entrada es la misma, pilares con monos de cemento sosteniendo un cartel que dice "Casa de Primates", por la que pasamos para adentrarnos en un pasillo oscuro con decoraciones a base de luces led con tema de selva tropical. El recorrido comienza con cristales que muestran chimpancés, gorilas y orangutanes viviendo ajenos a la gente que los observa desde este lado del cristal. Casi parece un reality de los que graban la vida de la gente las veinticuatro horas del día, con la diferencia de que estos personajes tienen más vello.

Seguimos hasta el final del pasillo, que conecta con un puente de madera en medio de una selva artificial con varios carteles de precaución. Territorio de monos. Se encuentra tal y como lo recordaba. Sin embargo, la realidad mejora mis recuerdos, ya que ya había olvidado los vivos colores de la selva y los sonidos de aves que aún me pregunto si son grabaciones o hay pájaros de verdad en las cumbres de los árboles.

Una familia es abordada por un mono capuchino, ya que la madre le ha dado una sonaja a su hijo para jugar con los monos, sin embargo, como es de esperarse, el animal se lo arrebata sin mucha cortesía para luego huir entre las ramas. El niño comienza a llorar por el susto para lo que el padre lo toma entre sus brazos y se esfuerza por consolarlo mientras siguen su camino. Mi pecho se comprime ante la escena.

¿Por qué tuve que crecer?

Siento como el vacío en mi pecho amenaza con convertirse en tristeza y hacerme llorar como el escuincle, cuando alguien toca mi hombro.

— Ten. Un mono lo saco de tu bolsillo.

Es una niña. Demasiado menor para estar sola, cuánto mucho tendría cinco años. La parte más alta de su cabeza rubia rizada me llega abajo del pecho mientras tanto, sus ojos castaños me miran impacientes a la vez que me tiende mi teléfono.

Ah, caray. ¿En qué momento?

— Gracias. — Lo tomo con mi mejor intento de sonrisa amistosa —, ¿y tus padres?

Ella se encoge de hombros.

— Trabajo aquí. — Comienza a marcharse corriendo con sus piernas cortas, pero se arrepiente y regresa para decir algo más. — Cuidado con los monos arañas. Son malos, les da por robar a la gente.

Esta vez si se va, sin embargo un hombre con camisa del zoológico va detrás de ella así que lo detengo. Quien sabe, igual evito un secuestro hoy.

— ¿Sabes quien es esa niña?

El hombre me mira de arriba a abajo con cara de "No me pagan lo suficiente para esto" antes de responder.

— Que si se quien es... Viene a ver a los monos todos los Lunes desde que camina. Sus papás nos pagan para que el tesorito llegue a casa sin ningún rasguño. Claro que se quien es.

Pasa de mí, devuelta en su misión por encontrar a la niña que le hice perder de vista, mientras que yo me quedo en mi sitio sin saber muy bien qué hacer.

Bueno, minimo eso suena mejor a que una niña labore en un zoológico.

Afortunadamente, Vane llega a mi altura y me lleva a la salida a la vez que cuenta como defendió su globo de tres monos araña que, según su teoría, probablemente manejan una mafia entre ellos donde trafican sus ganancias como droga.

Cuando llegamos al carro nos damos cuenta de que vamos tarde, por lo que mi amiga saca su personalidad de Toretto hasta que llegamos en tiempo récord a la boutique del vestido. La encargada de la tienda nos recibe gustosa pero hablando convenientemente de la gente que no respeta los tiempos de los demás, así que nos esfumamos en cuanto el vestido toca las manos de mi amiga.

El camino de vuelta no es ni por asomo tan animado como el de ida. Ambas estamos demasiado cansadas después de caminar de un hábitat a otro en el zoológico, pero aun así hago mi mayor esfuerzo para que Vane no cabecee las dos horas que hacemos. Especialmente cuando toda la luz del sol desaparece y dependemos únicamente de luces led.

Al llegar a casa, no tengo energías para nada más que tirarme a la cama y pensar entre sueños en la pequeña del zoológico. Porque, aun cuando siempre va a ese lugar, ¿no es muy pronto para estar por su cuenta? No parecía que los trabajadores cuidarán bien de ella, aunque de cierto modo lo entiendo porque están laborando, pero aun así no deja de atormentarme la situación.


Hola hola personitas bellas que me leen <3

¿Qué les ha parecido el capítulo?

Varias cosas cobran sentido conforme avanza la historia, así que no pasa nada si no  entienden ciertas cosillas por ahora.

No se olviden de dejar amorsh para saber que les esta gustando la historia y seguirme en mi insta por si quieren ver detalles extra de futuros capítulos antes que nadie (aunque apenas lo abri asi que todavia esta un poco vacio).

Por último, tenganme paciencia porque esto es un borrador y yo soy nueva en esto de hacer públicas mis ideas locas que, aunque es muy divertido escribirlas y exponerlas al mundo, tambien intimida un poco asi que sean buenos con su servidora.

Los quiere,

Eureka.

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