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Capítulo 19.- Necesidad

Era día 11 de septiembre por la noche, me encontraba en el precipicio de siempre, sentada mirando a la nada, sin pensar en nada. No es que tuviera cosas que pensar, pero era lo que mejor era para mí. Llevaba estos días dándole tantas vueltas al asunto que no quería pensar más, había llorado tanto que no quería hacerlo más, sólo... respirar y olvidar. Había escuchado perfectamente esa dichosa conversación, pero no cuadraba, nada cuadraba. Escuché unos pasos detrás de mí y automáticamente saqué la pistola, apuntando para disparar hasta que vi quién era y la guardé de nuevo, volviendo a mi posición anterior.

–Vale que te caiga mal, pero ¿tanto para apuntarme con tu pistola? –bromeó Asher manteniendo la risa hasta que vio que yo no reía. –Ey, ¿qué ha pasado brillitos? –caminó con cuidado mientras miraba el precipicio, tiene miedo.

–No tengas miedo.

–¿Quién tiene miedo? Yo desde luego que no –fingió, sentándose al fin a mi lado mientras me miraba y, al ver que yo no le devolvía la mirada, agarró mi mentón y me obligó a mirarle a los ojos. –Ey, ahora cuéntame ¿qué trae esa cabecita desde la última vez que nos vimos?

–¿Por qué estás aquí? ¿Cómo es que aquella vez me encontraste? ¿Por qué te preocupas por mí? ¿Qué haces aquí? ¿Desde cuando...

–Oye, relaja la raja, que no pensé que tuvieras tantas preguntas –rió, sacándome una pequeña sonrisa.

Esa sonrisa por algún motivo me hace sentir genial, me hace sacar un lado débil que no sabía que tenía hasta que le conocí por segunda vez.

Al fin y al cabo, cuando te sonríe y te hace ver todo cómo arcoíris, ¿qué pasará cuando te haga ver las estrellas cuando te toque?

Joder mente, deja de joderme con eso ahora. Aún no es el momento. Aún.

–Bueno, cómo veo que no me escuchas y estás embobada en tus pensamientos –empezó a hablar y a levantarse, pero enseguida le senté empujándolo al suelo mientras me quejaba con mi voz. –Coño doña Hulk, ya hablo, deja de ser tan fuerte, pero primero cuéntame, ¿va?

Asentí mientras suspiraba y enseguida hablé.

–No sé en qué creer.

–Ya sé que elegir un dios cómo yo es tarea difícil contra tu orgullo, pero es fácil elegir –interrumpió riendo, haciendo que me pusiera de pucheros y levantándole la ceja. –Vaaaale, continúa fiera.

–No sé si creer en mi instinto o en mi cabeza, dicen cosas muy diferentes, aunque mi cabeza haya escuchado bien todo.

Le miré esperando algún comentario, pero cómo parecía estar analizando lo que estaba contándole, procedí a contar más detallado.

–Mis padres estaban discutiendo sobre mí, pero no era cualquier pelea, estaban discutiendo porque Jordi me defendía y Jeff porque pensaba que estaba loca y necesito un psiquiatra.

Pensé que iba a hacer el chiste de 'obvio que lo necesitas', pero en vez de eso, sólo me tomó del hombro y me puso en su pecho, abrazándome.

–Está bien que lo digas –me animó y besó mi cabeza, sacándome una sonrisa. –Y bueno, ¿por qué tu instinto te dice que eso no es verdad?

–Creo que porque no llega a confiar en esas vacías palabras que decía Jeff –hablé tranquila, dándome la vuelta para abrazarle por su cadera y oliéndole, huele muy bien. –Oí que Jordi dijo que de nuevo Jeff se dejó manipular por las palabras de los demás, pero algo me dice que es algo más, no un simple 'cotilleo' de la gente –hice guiños con mis dedos, aunque no podía verlos ya que estaban mis manos en su espalda.

–Bien, ¿qué te parece si vamos a tu casa y lo comentas con ellos?

–¿¡PERDONA?! –grité, sacándome de su abrazo rápidamente por tremenda gilipollez que dijo. –No les diré nada, no, me niego.

–Sólo era una sugerencia, tranquila, shhh –me mandó a callar mientras me abrazaba para volver a la posición anterior.

Suspiré en sus brazos y esta vez no le devolví el abrazo, me acomodé en su pecho y dejé que su calor me inundara hasta quedarme dormida.

...

Me despertaron unos movimientos suaves, pero estaba tan cómoda que sólo me di la vuelta acomodándome.

–Bella durmiente, tienes que volver a tu casa, ya es tarde –habló Asher, mientras seguía moviéndome.

–Mmmm 5 minutos más papi –gruñí con voz ronca, estoy muy cansada para irme ahora de ese sitio tan cómodo.

–Oye, no tientes a la bestia con ese apodo, aún no es el momento idiota –bromeó, sacándome una sonrisa.

Me levanté contra mi voluntad y me estiré, aún sobada del tremendo sueño que tenía.

–No me has respondido a las preguntas –le recordé, así él mirándome riendo mientras también se levantaba y me abrazaba de lado para caminar juntos.

–Si quieres te respondo ahora loser.

–Eso estaría bien –respondí y puse mi cabeza en su hombro, pero por cada paso que daba esta se caía así que gruñí y dejé que hablara.

–Te encontré ese día porque te estaba siguiendo en la lejanía –le miré levantándole una ceja. –No me mires así, me atraíste desde el encuentro en el pasillo del insti, bueno, mejor dicho, desde que me besaste la frente ¿qué quieres que haga? Bueno, a lo que iba, ese día te seguí y me mantuve en la lejanía hasta que vi lo que ibas a hacer, ¿qué más preguntaste?

–El porque te preocupas por mí y qué hacías hoy ahí, aparte de cómo me has encontrado esta vez, aunque por la respuesta de antes, creo que ya la sé –respondí sarcástica, mirándole de reojo y volviendo a mantener mi vista en el suelo para no tropezarme.

–Eso, gracias brillitos –me cogió de la mano y la besó, sacándome otra sonrisa y volviendo a hablar. –bueno, me preocupo porque mi instinto y corazón lo dice, así de simple, me atraes físicamente y no he dejado de pensar en ti desde la primera vez que te vi.

–Qué directo.

–Gracias, es un don, al igual que tus ojos tan maravillosos, que por cierto ¿cómo es eso posible que lo hagas?

–No tengo ni la remota idea, sólo sigue respondiendo.

–Ay vale malparida, a mí no me ganas por mi astucia –imitó una voz muy graciosa haciendo que sacáramos carcajadas.

–Me vas a matar perro –imité la voz del vídeo, volviendo a reír hasta que nos calmamos e intentó a hablar serio, aunque sin éxito.

–Y a lo de qué hacía hoy aquí, era porque pensé que te encontrabas aquí y quería verte, me estaba preocupando y, cómo no tenemos nuestros números de teléfono, pues no puedo saber de ti.

–Ni mirar a qué hora me conecto al WhatsApp, ¿no? –bromeé, sabiendo que también lo haría si quisiera.

–También, pero no es el tema –reímos y, para que se callara, le di un beso en la mejilla, con éxito.

–¿Me vas a dar tu número o tendré que seguirte hasta tu casa hasta saberlo?

–Ja ja, muy graciosa –se quejó sonrojado, que monada. –este es el mío, dame tu teléfono.

Se lo di y pronto me lo devolvió, fijándome en el apodo que se puso.

–¿En serio? ¿Aspiradora tres mil?

–Sí, porque chupo mucho hasta dejarlo seco –guiñó su ojo, haciendo que casi me ahogara con mi saliva y él riera muy fuerte. –Sabía que ibas a reaccionar así.

–Cállate idiota, que cabrón eres.

–Graciaaas –hizo una reverencia mientras reía.

Ya le echaba de menos, no mentiré ni ocultaré lo que siento cómo las de los libros, no merece la pena estar pensando tanto cuando podías estar viviendo tranquila sin pensar en nada ni nadie. Es verdad que a veces es mejor hacer eso cuando sabes que saldrás mal parada de ahí, pero para eso mejor sola que mal, ¿verdad?

Llegamos a mi casa sin darnos cuenta, la verdad que la caminata se me había pasado muy rápido entre tantas risas.

–Muchas gracias por acompañarme, sinceramente me la he pasado genial contigo –agradecí, cesando un poco las risas, dirigiendo la vista hacia la puerta y poniéndome seria de inmediato.

–No hay de qué bri... –interrumpí tapando su boca con mi mano, frunció el ceño hasta que vió hacia mi dirección, aparté mi mano y él susurró. –¿Dejaste la puerta abierta?

–No –susurré sin apartar la mirada. –Y créeme que mis padres tampoco, menos ellos por el miedo a que entre alguien.

Nos miramos mutuamente y enseguida sacamos nuestras armas, fijándome que él también tenía una, y él cómo si leyera mi mente, susurró de nuevo.

–También tengo un arma por si acaso, quédate detrás de mí.

–Ni de coña, tú detrás de mí, es mi casa –caminé de puntillas para no hacer ruido mientras Asher repetía mi acción, detrás de mí.

Mantuve la pistola preparada para disparar y en cuanto nos acercamos a la puerta, alcé la pistola hacia delante para apuntar. Caminamos sigilosos, estaba todo desordenado, cómo si alguien hubiera buscado algo sin encontrarlo por ningún lado, las sillas tiradas en el suelo al igual que los muebles, rotos por la caída y la brusquedad que le pusieron, nos miramos y le indiqué que se quedara en el piso de abajo y yo en la de arriba, así asistiendo y dirigiéndome hacia las escaleras con cuidado.

Las subí mientras miraba hacia los 2 lados para que no me encontrara con ninguna respuesta, mientras abría puerta por puerta, la de los baños, habitaciones para visitas, intenté abrir la de mis padres, pero cómo no podía, tuve que darle 3 patadas hasta que finalmente pude abrirla. La observé con cuidado, entrando y mirando a todo mi alrededor, no estaban mis padres, así que volví al pasillo.

Abrí la siguiente y penúltima habitación, mi cuarto, y era la que peor estaba organizado, todo roto y desordenado, incluso las fotos que tenía en mi cuarto estaban rotas en el suelo, y me acordé de la sala sin puerta. Corrí hasta la ventana y pasé hacia esa sala, quedándome petrificada en la ventana.

Papis...

~Hola a todxs!! Aquí está el siguiente capítulo de esta historia, y quería agradecer a todos los que me animáis y me pedís que siga escribiendo, en serio, sois increíbles. A partir de este capítulo van a cambiar muchas cosas, y sólo diré que ni yo misma me fío de mis personajes (ahí os lo dejo) así que, espero todo vaya super bien en vuestras vidas, os animéis y deis lo mejor de vosotros mismos y, sin más que decir, bye!!~

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