Me fui a los vestuarios de chicas con Ginny y otra chica de tercer curso. Me duche y cuando estuve lista salí hacia la Sala Común. Lo que no me esperaba es que un peliplatinado me esperaba en la puerta de la Sala, a la merced de los leones.

-¿Qué haces aquí?- pregunté mientras corría a abrazarlo.

-Queria darte esto,- dijo extendiendo un trozo de pergamino- es de mi madre. Luego me cuentas qué pone-.

Me dio un beso en la mejilla y acto seguido se fue, dejándome sola en la puerta con el papel en la mano. Entre en la Sala Común y subí a mi cuarto todo lo rápido que pude para leer la carta de... ¿mi suegra?

Querida Katya:
Sabemos que llevas unos cuantos años con Draco y él nos ha hablado mucho de ti. El caso es que nos gustaría que vinieras a casa para cenar con nosotros en Navidad. Si te apetece venir, primero pregunta a tus padres y después mándame una lechuza con la respuesta. Esperamos que vengas, Lucius y yo estamos deseando conocerte.
Un saludo,
Narcissa Malfoy

En cuanto la terminé de leer, cogí otro trozo de pergamino y escribí a mis padres:

Hola mamá y papá:
¿Os acordáis de Draco? Sus padres me han invitado a cenar con ellos estás Navidades. ¿Podría ir?
Un beso,
Katya

Baje de mi cuarto corriendo a la lechuceria para enviar la carta a mis padres, tenía muchas ganas de ir con Draco en Navidades y no podía esperar más. Cuando estaba cruzando el patio vi a un ojigris en la ventana acariciando una lechuza negra como la noche. Subí las escaleras de la estructura, entre en la lechuceria sin hacer ruido y ate la nota a la pata de lechuza que usaba siempre. Era marrón pero tenía una marca blanca en forma de gato en una de las alas, era preciosa. Saqué a la lechuza por otra ventana que había allí y la vi alejarse por el horizonte. Cuando ya solo se distinguía una mancha marrón volando lejos me di la vuelta y vi que Draco todavía estaba allí, pero ya no acariciaba a la lechuza de antes. Ahora sólo miraba hacia el orizonte. Me acerqué por detrás y le abrace la cintura, al principio se sobresalto un poco, pero al ver que era yo sé tranquilizó.

-¿Qué quería mi madre?-

-Nada,- menti- en un par de dias te lo dire-.

-No es nada malo, ¿no?- dije preocupado.

-No, es más. Es un regalo por adelantado-

-Tu eres un regalo todos los días desde que llegaste-

Se dio la vuelta y me miró fijamente a los ojos. Mis mejillas coloradas, después de 3 años juntos seguía causando ese efecto en mi, y mi corazón a mil. Se acercó a mi rostro y cogió mis mejillas todavía coloradas. Yo pase mis manos por sus pectorales hasta su cuello y lo acerque a mi. Estábamos muy cerca, nuestras respiraciones chocaban y nuestros labios rozaban contra los del otro.

-Te amo Kitty- dijo rozando mis labios haciendo que me estremeciera- ¿Te lo había dicho?-.

-Callate y besame- dije acercándolo a mi.

Pero entonces...