Prólogo
—Gahyeonnie, Yoobin, le harán caso a Yoohyeon mientras mamá no está ¿Cierto? —preguntó la mujer con las maletas a su lado, las dos niñas frente a ella asintieron justo antes de lanzarse en un abrazo hacia ella. Su madre les correspondido de inmediato, acariciando sus cabezas a sabiendas de lo mucho que les estaría pesando en el corazón. Yoobin comenzó a soltar lagrimas silenciosas, evidenciando lo obvio, y en cuanto Gahyeon lo notó dejó salir el sollozo que había estado conteniendo.
—Vamos, no lloren, será solo un mes ¿recuerdan? Mamá estará aquí antes de que lo noten. Lo juro.
Yoohyeon, que se habían mantenido de pie a un costado, se agachó a la altura de sus hermanas y las tomó en un abrazo a ambas, buscando hacerles cosquillas para que dejaran de llorar. Sentía que no sería capaz de contenerse a si misma si las seguía viendo así, sin embargo, en cuanto Yoobin se le pegó empapada en lagrimones se dijo a si misma que no podía permitirse verse débil. Sus hermanas tenían que saber que podían confiar en ella, así que les enseñaría el lado bonito, así fuera entre bromas.
—Es cierto, además, como mamá no está, podremos hacer pijamadas todos los días ¿no es genial?
—Creo que hacer pijamadas será divertido —murmuró la menor de las tres, mirando a su madre con cierta picaría— Nos dormiremos tarde, comeremos ramen instantáneo porque Yoohyeon no sabe cocinar y veremos YouTube en lugar de hacer tarea ¡Yey!
Su madre rió, la pelinegra obtuvo todo lo que quería.
—Ya quisieran. Ahora ella será la mala, y las castigará.
—¡No puede hacer eso! —se quejó Gahyeon, y en seguida se le tiró encima a su hermana mayor, haciendo que esta perdiera estabilidad hasta estar en el suelo, sosteniéndose con sus propias manos— ¡Yo mandaré en la casa! ¿Alguna objeción, Yoobin? ¿No? ¡Estupendo!
—Ni-ni siquiera respondí —la nombrada, seria, ayudó a Yoohyeon a levantarse—. Y no deberías ser así de escandalosa, los vecinos se molestaran.
—Que se molesten. No pueden echarnos, soy adorable.
La pelinegra mayor miró temerosa la situación, temiendo que Yoohyeon no pudiera con el carácter de Gahyeon o que Yoobin acabara sobrepasándola con sus momentos de sensibilidad, empero miró a la mujer que había criado por 19 años y estuvo segura de que sería invencible contra esas dos. Estaba segura de que se acabarían uniendo, serían un equipo y estarían a salvo. Así que supuso, una vez más, que podía irse a buscar una mejor oportunidad para sus niñas. Con eso terminó de prepararse mentalmente, carraspeó para llamar la atención de sus hijas, consiguiendo que las dos menores se pegaran a ella y que, luego, Yoohyeon también se acercara a abrazarla.
—Ve tranquila, yo cuidaré de ellas —le aseguró la castaña en un susurro.
—Sé que sí... Llamaré siempre que tenga un hueco. Lo prometo.
El abrazo se rompió solo cuando se escuchó una bocina desde la calle, la mujer miró hacia atrás y encontró el auto de la empresa que había venido a recogerla; era hora de ir al aeropuerto. La primera en separarse fue la castaña que se adelantó a llevar las maletas al baúl, dejando a las niñas darle el último adiós a su progenitora. El tiempo terminó sin ser suficiente, pero en cuando todo estuvo en su lugar la mujer se tuvo que subir a su transporte. El motor rugió y se puso en marcha, saliendo del conjuntos de departamentos a una velocidad demasiado rápida para la familia que se despedía a través de una ventanillas. Yoohyeon, que recordaba una escena muy similar cuatro años atrás sintió como su pecho se apretaba, como forzando las lágrimas a salir por sus ojos. No se permitió tanto, contrario a Yoobin, que se encogió en el suelo hasta poder rodear sus rodillas con sus brazos. No hubo ruido alguno, sin embargo, Gahyeon supo de inmediato que tenía que abrazarla y así lo hizo, siendo seguida por la mayor.
—Namu... Mamá volverá... ¿C-cierto?
—Claro que lo hará. Mamá estará bien.
—P-pero... Pa-papá... El a-
—Sh~ Te prometo que ella volverá ¿de acuerdo? Ven aquí, binbin.
La castaña tiro de su hermana hasta tenerla llorando contra su pecho, envolvió el cuerpo tembloroso y respiró profundo, conteniendo sus propios temblores. Le susurró que todo estaría bien tantas veces como hizo falta para convencerse a si misma, y lo siguió repitiendo con fuerza hasta que, tres horas después, el teléfono sonó...
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Así es gente, estoy de vuelta~ Espero que esta historia les guste, especialmente a @Lajessyylavaneya ya que fue una idea de ella. Muchas gracias otra vez, por permitirme hacerla.
Aprovecho para recomendarle que se pasen por su perfil, tiene historias muy entretenidas que seguro les van a llamar la atención.
Sin más, nos leemos en el próximo cap.
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