Capitulo 1: Problemas en clase
La castaña ya se había quedado dormida tres veces en la misma clase y en todas esas ocasiones Siyeon la había despertado con cierta pena. Sin embargo, para el cuarto round la profesora Lee se había tomado la molestia de caminar hasta donde estaba para despertarla al dejar caer el libro de texto a su lado. Siyeon había querido impedirlo, lamentablemente el intento rápido de despertarla había fracasado y, por eso, Yoohyeon se encontró con el disgusto de la mujer que más admiraba siendo el protagonista de la escena junto a ella.
Vergüenza, eso sintió la castaña; vergüenza y mucha decepción de si misma. Esa ni siquiera era la primera vez que se dormía en las clases de la mañana esa semana ¡¿Qué rayos le sucedía?!
—Señorita Kim, usted se perderá el recreo para tener una charla conmigo y reflexionar este comportamiento. Y como siga así no la dejaré que haga la parte práctica.
—Por favor discúlpeme Lee-nim —dijo la joven, poniéndose se pie para hacer una reverencia a su profesora—, no volveré a dormirme. Se lo juro.
—Eso espero. Ahora abre el libro de texto en la página 145 y responda las preguntas que acabo de dictar. Veremos si sabe lo suficiente.
Luego de eso la docente volvió a su escritorio y los estudiantes se pusieron a trabajar, algo conmocionados porque alguien hiciera molestar a esa mujer con semejante falta de respeto. De todos ellos, la más sorprendida por eso era la misma Kim Yoohyeon, que no se explicaba cómo se estaba perdiendo una clase Sunmi ¡De Sunmi! y al punto de ser descartada para la parte práctica de la próxima semana en los laboratorios de gráfica editorial, no los genéricos, los específicos que usaban los de último año. Por eso los últimos veinte minutos de la clase se esforzó en hacer el mejor trabajo a modo de disculpa. Terminó de copiar el cuestionario guía, leyó el libro de texto y preparó en el mejor orden posible la estructura del libro de cocina; primero los bocetos, luego el índice y los contenidos para luego enseñar una portada más definida, dos modelos de recetarios y agregar, además, una tercera opción para recetas dulces. Llegó a terminar, apenas y poner todo dentro de un folio le tomó más tiempo que siempre por el temblor en sus manos.
Cuando finalmente logró apoyar su trabajo en la pila del escritorio notó que era la última dentro del salón, además de Siyeon que la estaba esperando al lado de la puerta. Nerviosa por no poder hacer un buen tiempo con eso tampoco empezó a jugar con sus dedos, tratando de encontrar las mejores palabras para disculparse, otra vez, sin arruinar la imagen que tenía de ella ¡Era la alumna ejemplar! Era la única materia en que se la podía considerar como tal y quería mantenerlo ¿pero sería eso posible? Lo dudaba.
Sunmi tomó el folio recién entregado y le dirigió una mirada a la pelinegra de la puerta, sin esforzar mucho la voz le pidió que se retirara y así consiguió quedarse a solas con la castaña, a la que le indicó que trajera una silla. Yoohyeon lo hizo sin cuestionar en voz alta, pero con tantas preguntas en la cabeza que no dejaba de sudar y realizar movimientos tan robóticos y torpes que no se entendía a sí misma ¿es que acaso quería arruinarse más? Joder, Sunmi debía de pensar que era patética.
Pero la mujer, muy lejos de estar despreciando sus esfuerzos, estaba ojeando el contenido del trabajo, encontrando con que en reglas generales se merecía sin dudas ser llevado a una editorial. Algo sorprendente teniendo en cuenta que esa chica había estado durmiendo al menos la mitad de la hora, pero al mismo tiempo preocupante. Conocía a esa muchacha lo suficiente como para saber que no era el tipo de persona que dormía en clase por "diversión" o rebeldía.
—Señorita Kim, o Yoohyeon-ah ¿puedo llamarla así? —la susodicha asintió, estoica— Hoy se ha dormido en clase no una, ni dos, ni tres veces, sino cuatro. Y por lo que he escuchado en sala de profesores... Esto le está sucediendo en muchas materias.
De solo escuchar eso la muchacha palideció, temiendo que definitivamente su puesto en clase y la imagen que le daba a su profesora estuvieran hechos añicos. Se apuró en reiterar su disculpa, poniéndose de pie y queriendo meterse bajo la tierra al mismo tiempo por tan humillante situación. Por lo que terminó ignorando el gesto de su responsable, el cual le pedía que se sentara.
—S-sí, pero en serio, le juro que no volverá a pasar. Estoy muy avergonzada por lo que hice y-
—Y yo muy preocupada —declaró en un tono de voz fuerte, algo inusual en ella—. Escúchame, Yoohyeon-ah, sé que es normal que tengan poco tiempo para descansar, pero realmente me estoy preguntando si lo usa para eso ¿Ha podido dormir en este último tiempo?
Aquella pregunta hizo que la castaña abriera los ojos con sorpresa ¿y de qué otra forma podía mirarla? justo frente a ella estaba sentado un ángel, no una mujer ordinaria.
No era usual que los profesores se tomaran tantas molestias, mucho menos si se hablaba de un profesor de universidad que estaba acostumbrados a tratar con adultos, pero ella era diferente al resto y Yoohyeon lo había percibido desde el instante en que la vio entrar a la clase. En ese entonces se dijo que debía de ser por la sonrisa tan perfecta que tenía, pero en aquel momento, cuando todo su rostro portaba una mueca afligida ¿Qué excusa tenía para verla igual de hermosa? Incluso llegó a sentirse un poco mal por provocar esa expresión y no tener una respuesta que le diera consuelo.
—Yo... Si me permite serle sincera, no, no he estado durmiendo casi nada.
—¿Podría preguntar la razón?
—Oh no quisiera molestarla con mis cosas, en serio, será solo un tiempo pero ya tengo todo solucionado —con apuro, la alumna se levantó de su asiento, tomando su mochila y abrigo de la silla. No podía permitirse el lujo de hablar con tanta confianza con una docente y es por eso que quería irse ¿no? Lo que haría ella con sus hermanas era enteramente su problema, y estaba lista para eso, se lo había asegurado a su madre para que ella no rechazara la gran oferta que le habían hecho: un mes cubriendo a alguien en Busan y estaría de vuelta y con un asenso asegurado ¡Necesitaban el dinero! Así que no había nada que discutir, solo soportar otras tres semanas y ya, no sería difícil.
—Despreocúpese, soy joven, puedo con esto. En verdad... Yo... puedo con esto —aquello sonó tan bajo que parecía alentarse a si misma en lugar de a Sunmi. Y aquello la profesora lo notó, así como notó las ojeras marcándose y lo pálido que se volvía el rostro de la menor de pronto. Temerosa porque acabara en el suelo la mayor se levantó de pronto para tajarla, lográndolo a tiempo para que la castaña no se dejara la cabeza contra el mármol. Aunque tampoco pudo tenerla en brazos mucho, sino que la dejó en la silla otra vez y la miró para comprobar que aún tuviera conocimiento.
—Eres joven, pero humana. Así que si en algún momento necesitas, lo que sea, estaré aquí. Incluso si solo necesitas que alguien te de algún consejo o simplemente te escuche. O tal vez te excuse con otro profesor para que tomes una siesta... Búscame ¿me lo prometes?
—Usted es en verdad un ángel... —murmuró con los ojos entrecerrados— Pero no se preocupe... Solo debo cuidar a mis hermanas...
—Y cuidarte a ti misma ¿siquiera estas comiendo bien?
—Creo que sí... No lo recuerdo...
—Yoohyeon-ah, no se vaya...-eso fue exactamente lo último que llegó a escuchar la castaña. Y lo próximo que supo era que estaba en la enfermería de la universidad. Oh, y que la profesora Sunmi la había llevado cargando hasta allí.
Fue cuando entendió que realmente estaba sobrepasando sus límites. No soportaría un mes así, así que, tal vez, había llegado el momento de buscar algo de ayuda extra... ¿Una niñera tal vez? ¡Antes debía de disculparse con Sunmi!
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