Narra Katia

Estoy en casa de Perla, son las doce del mediodía y nos encontramos hablando del instituto ya que se supone que volvemos dentro de dos semanas y la verdad no tengo ganas pero y ¿Quién si las tiene?.

-Oye Kati, ¿Qué te parece si quedamos hoy para ir al centro comercial?-la verdad és, que me estaba hablando Perla y ni siquiera le podia prestar atención a lo que me decia.

-¿Qué? Oh claro ¿Pasas a por mi?.

-Si, y no pienses que no me he dado cuenta que no has escuchado ni la mitad de lo que te he contado.- Se ríe.

-Lo sé, lo siento hoy mi madre ha vuelto a casa borracha, otra vez...-intento mantener las lágrimas pero fracaso.

Desde que mis padres se divorciaron mi madre coje cualquier excusa por gritarme, esté borracha o no, aunque es peor cuando lo esta.

-No llores, sabes que algún dia todo se arreglará y mientras nos tienes a mí y a mi abuela porque sé que te quiere como a una nieta mas-se acerca y me abraza.

-Gracias, y me estas asfixiando- enseguida me suelta y no puedo evitar reirme, siempre que me abrazaba parece que no me haya visto en siglos porque no me suelta en un buen rato.

-Perdón. Oye, ¿Has intentado hablar con tu padre?-me pregunta Perla preocupada, a lo que yo niego con la cabeza.

Mi padre ahora vive en Nueva York, con su nueva esposa y su nuevo hijo, no hablo con él desde hace unos años, pero no lo culpo, yo nunca le respondo las llamadas y él no se molesta en llamar a mi madre para preguntar por mí, aunque es probable que sepa que no conseguiria nada.

No porque mi madre no le deje, sinó porque creo que élla solo intentaria sacarle mas dinero, y no exctamente para mi.

Me gusta que almenos mi padre le deje dinero a mi madre para mantenerme, aunque ese dinero no me llegue nunca.

-Él no tuvo la culpa de todo esto, la tuvo mi madre, aunquecon el tiempo... pienso que la culpa fué toda mia, solo si no hubiera...- Intento continuar pero Perla me interrumpe.

-No Katia, tú no tuviste la culpa de nada, tampoco del divorcio, solo prometeme que no volverás a pensar que todo esto es tu culpa, odio cuando lo haces porque no tienes razón-me suplica acercandose a mi lado.

-Lo siento-le digo.

-No lo sientas, solo prometemelo-me sonrie.

-Te lo prometo-le devuelvo la sonrisa.

En ese instante aparece la abuela de Perla, Elvira.
Si un nombre muy común, cuando la conoces desde el primer momento descubres que no es para nada una persona cualquiera, y en el buen sentido. Es única, vive la vida como si nunca se acabara, su marido se murió hace unos años pero aunque ella lo queria con toda su alma sabia que por eso no terminaria su vida, la viviría al máximo, eso es lo que queria el abuelo de Perla.

-¿Qué haceis preciosas?, ya volvemos a hablar de chicos y no me avisais-dice con mirada pícara.

-No abuela, ya sabes que sinó serias la primera en enterarte-le responde Perla siguiendo su broma.

-Asi me gusta- y nos guiña un ojo-¿Te quedarás a comer Kati?-me pregunta.

-No, tengo que ir a casa, veré cómo está mi madre hoy, y después por la tarde Perla y yo iremos al centro comercial-le explico.

-Bueno ya sabes que si me necesitas en cualquier momento aqui estoy-me sonrie.

-Gracias-le digo con lo que ella me da un beso en la frente a mi y a Perla y se marcha hacia la cocina.

-Bueno ahora ves a tu casa a prepararte que luego a las 17:30 paso a por ti. -Me acompaña a la puerta y nos despedimos.

Cuando llego a casa con mi bici y me acerco a la puerta escucho gritos, objetos estrellarse en algún sitio de la casa y enseguida se lo que ocurrirá cuando pase por la puerta.

Aunque no quiera admitir que es fácil pensar que no pasará nada, que no me gritará cuando entre, o que no acabaré en mi habitación sin comer nada y acurrucada con mi camiseta de manga larga favorita esperando que llegue la hora para irme con Perla, se que me mentiria a mi misma.

Solo tendria que dejar que esto que és inevitable pase y que llegue el momento en mi vida en que esto cambie.

Cuando abro la puerta no veo a mi madre, asi que me acerco a la cocina donde veo algunos platos rotos y todo hecho un desastre.
Salgo de ahi y despacio me asomo al comedor donde tampoco la veo.
Entonces me doy cuenta de que desde que he entrado en casa no he escuchado ningún ruido más y eso me asusta más de lo que ya estaba.

Pienso en salir de aqui, pero después recuerdo que puede que si vuelva mas tarde aun este peor y la pague aun mas conmigo.
Asi que con todo mi cuerpo temblando decido subir las escaleras que me llevarán hasta mi habitacion y la de mi madre.

Cuando subo las escaleras me dedico ha escuchar los ruiditos que hacen mis pies al pisar la madera, almenos espero que todo esto pase más rapido de lo normal.

Llego al pasillo y veo la habitación de mi madre cerrada asi que me acerco para intentar escuchar si estara dentro.
Pongo la oreja en la puerta y no escucho nada asi que la abro poco a poco pero no veo nada.
Aun apoyada con una mano en el paño siento un estirón en mi pelo que me hace retroceder.

-¿Qué hacias en mi cuarto? ¿Nunca te han dicho que no se cotillea las cosas de los demás?¿Eh?¡Contesta!-me grita  cerca de la oreja y me muerdo el labio para no sentir el dolor cuando estira más de mi pelo.

-S-si-contesto lo mejor que puedo con mis mejillas empapadas de lágrimas.

-¡Dilo alto!-me grita y me lanza al suelo del pasillo, yo retrocedo hasta la pared pero me coje el brazo derecho con fuerza.

-¡Si!-digo y sollozo al sentir las uñas de mi madre clavarse desde mi muñeca hasta el codo en la parte interior.

-No llores, ¡no tienes derecho a llorar! ¡Tu tienes la culpa de esto!-me dice y yo niego con la cabeza sin parar de llorar y ella se ríe sarcástica- Si que la tienes, siempre la has tenido y siempre la tendrás. Siempre me he preguntado como se siente una persona al romper una familia por ser tan avariciosa.

-Y yo siempre me he preguntado que se siente al ser tan mala madre-le digo con desprecio pero ella solo se ríe.

-Yo solo te estoy dando una lección como buena madre por arruinar la vida de las personas, das mala suerte, siempre la has dado y por eso és tu culpa-me suelta el brazo y me coje del pelo, entonces empieza a arrastrasme hasta mi cuarto y yo intento caminar para que no me haga daño en la cabeza aunque no me funciona mucho.

Se para justo en mi puerta y me suelta. Luego no dice ninguna palabra y se marcha. La oigo bajar las escaleras y abrirse la puerta de la entrada para después cerrarse de un golpe.

Yo me seco las lágrimas y decido arreglarme antes de que llegue Perla aunque no pasa mucho tiempo hasta que escucho el timbre.