Capítulo 1
DISCLAIMER: Esto es una TRADUCCIÓN. La obra original le pertenece a LatebutImadeit_09 en AO3
Esta historia está muy ligada a "Fuerza Contundente", "Olvidada" y "De Ahora en Adelante" por lo que será muy confuso si no lees al menos "De Ahora en Adelante"
¿Cuántos años han pasado?
¿Cuántas veces se ha sentado en esta misma silla ahogando el discurso de Miranda?
¿Cuántas órdenes ha recibido y obedecido para apaciguar a la mujer que dice ser Diosa?
Demasiadas para contarlas y hace demasiado tiempo para recordarlas todas. Sin embargo, Alcina todavía puede recordar los días de su antigua vida. Y los días fueron sencillos pero felices. Hubo luchas, sí, pero todo pareció valer la pena cuando Alcina tuvo brazos cálidos en los que caer. El dulce abrazo de un amante que le susurraría tranquilidad en sus oídos cuando más lo necesitaba.
Pero Alcina está muerta y la mujer que solía ser el pilar de Alcina desapareció hace mucho tiempo, reclamada por el tiempo. Luego, de la tumba de su yo joven e ingenuo, renació Lady Alcina Dimitrescu. Uno de los cuatro jerarcas de una aldea olvidada que solía ser próspera y vibrante hasta que el Dios Negro la desangró. Hasta que no sea más que un esqueleto de lo que era antes.
Como ha hecho el Dios Negro con todos ellos.
Aun así, Alcina se mantuvo leal. Interpretó el papel de la hija perfecta, pero descuidada, que anhelaba aprobación. Escuchó las diatribas enloquecidas y la falsa virtud de la Madre Miranda. En verdad, Alcina puede identificarse. Puede comprender la devoción de Miranda por su hija perdida y Alcina cree que podría hacer lo mismo si fuera una de sus hijas.
Pero ¿en qué momento la dedicación y la devoción se convierten en una obsesión egoísta?
¿Y en qué momento te ahogas y te pierdes en ello?
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La Madre Miranda regresa al pueblo con un bebé que rápidamente deja en Alcina. Después de muchos meses de ausencia, Alcina junto con sus "hermanos" son convocados para dar la bienvenida al regreso del Dios Negro. Como de costumbre, Alcina está sentada en uno de los sillones frente a Heisenberg. Donna y Angie están en una silla al lado de la de Alcina, Moreau camina de un lado a otro detrás de Heisenberg. Sin duda ansioso por volver a ver a su madre.
Alcina suspira, claro, la Madre Miranda los haría esperar. Su tiempo no tiene sentido para ella.
—Esto es un asunto de suma urgencia , ¿eh? —Heisenberg se burla.
Alcina está de acuerdo, pero no lo expresa. Su irritación está mejor disimulada que Heisenberg, quien muestra a diario su desdén por su falsa madre.
—E-ella simplemente llega tarde. Mamá también estará aquí. Ha pasado tanto tiempo desde que la vi. —Moreau deja de caminar para defender la tardanza de Miranda. Con cada palabra que dice, le sigue un chorro de líquido turbio. —Tengo mucho que decirle.
—Bien por ti. —Heisenberg responde condescendientemente mientras pone los ojos en blanco.
Alcina realmente no puede entender cómo Moreau se encariñó tanto con Miranda. De las mutaciones del Cadou de todos, la suya fue la peor. Al robarle por completo su forma humana, parte de Alcina piensa que su Cadou estaba más estrechamente vinculado con Miranda. Ese pensamiento siempre la hace preguntarse. ¿Qué otras atrocidades podría haber cometido si hubiera compartido la mentalidad y la devoción ciega de Moreau? Alcina preferiría no pensar en eso. Hay cosas en esta vida, por demencial y perjudicial que sea, a las que ella nunca renunciará. Principalmente sus hijas. El amor de una madre es poderoso.
—Por fin.
Alcina escucha el aleteo de alas y Miranda aparece en el banco en el centro de la capilla abandonada. —Niños, he regresado con una gran noticia. —Miranda se vuelve hacia Alcina silenciando los saludos de Moreau. —¿Cómo está la niña, Alcina?
—Te lo aseguro, mis hijas la están cuidando muy bien, Madre Miranda —responde Alcina. Por el rabillo del ojo, puede ver a Heisenberg inclinándose hacia adelante ante la nueva información, con los codos apoyados en las rodillas.
—¿Una niña? —pregunta. Alcina puede ver sus ojos asomándose desde las gafas. Están ardiendo de rabia y Alcina puede entender por qué.
—Sí. He encontrado el indicado. —Miranda anuncia alegremente con una amplia sonrisa.
Escalofríos recorren la espalda de Alcina al darse cuenta de para qué sirve la niña. Otro, un elegido pero la niña es sólo un bebé, un bebé que no aparenta tener más de 6 meses. Supera a Heisenberg, que era un niño cuando Miranda lo robó y experimentó con él.
—Con la niña, recuperaré lo que perdí. Finalmente podré reunirme con mi Eva.
Miranda continúa, sin darse cuenta de la incomodidad y la atmósfera tensa que reina en la habitación. Como de costumbre, Heisenberg ya está frunciendo el ceño, listo para escupir sobre los planes de Miranda, pero antes de que pueda, Alcina se atreve a expresar sus pensamientos. —Madre Miranda, con el debido respeto, un bebé nunca sobrevivirá al Cadou. —Alcina habla, con la esperanza de salvar a la pequeña niña.
Alcina espera que Miranda la reprenda por interrogarla, pero Miranda sonríe. Una sonrisa siniestra que sólo se ve eclipsada por el brillo enloquecido de sus ojos. —Oh, querida Alcina, tienes razón. —Miranda camina hacia el otro lado de la capilla mientras continúa con su monólogo. —Pero esta niña, Rose, no necesita que se le implante el Cadou. Ella es una evolución.
Rose. Su nombre es Rose y es sólo un bebé.
La implicación envía otro escalofrío a Alcina. No quiere saber cómo o qué horror debe haber ocurrido para crear un niño que evolucionó a partir del moho retorcido. El destino de la niña estará sellado, a menos que...
—Ahora debemos prepararnos para la ceremonia. Todo debe estar preparado a la perfección para el renacimiento.
Entonces la mirada de Miranda se dirige a Alcina, mirándola expectante. —Alcina, espero que Rose sea tratada bien en tu castillo hasta que llegue el momento de la ceremonia.
—Por supuesto. Para la Casa Dimitrescu es un honor tenerla, Madre Miranda. —Alcina responde en consecuencia. No sabe cómo planea Miranda utilizar a Rose para traer de vuelta a Eva, pero Alcina no puede permitir que eso suceda. No otra vez. Sólo espera no estar sola en el estrado.
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—Rose no puede ser devuelta a ella, Alcina. —La voz tranquila de Donna afirma con firmeza.
—Eso está claro —responde Alcina. Ella está en un carruaje con Donna y de camino al castillo—. No sé exactamente cómo o qué implica esta ceremonia, pero ciertamente la bebé no volverá a ser la misma si sigue viva después.
—Heisenberg debe estar frustrado por esto.
—Por supuesto, pero al menos podemos contar con que él estará de nuestro lado. —El carruaje se queda en silencio por un momento hasta que Alcina recuerda algo. —¿Madre Miranda no te hizo encarcelar a una mujer?
Donna asiente. —Ella no habla. Angie lo intenta.
—Ella debe tener una conexión con la niña. Madre Miranda se la llevó por una razón.
—Puedo intentar hablar con ella sobre Rose. —Angie interviene. —Si la conoce, eso la hará hablar.
Alcina asiente. —¿Hizo que le hicieras pruebas o experimentos a la mujer? —El carruaje se detiene indicando que han llegado al castillo Dimitrescu. Alcina es la primera en salir, espera junto a la puerta del castillo a que Donna se una a ella. Entran juntas al Castillo, en voz baja mientras mantienen la conversación.
El velo de Donna se mueve mientras ella asiente con la cabeza antes de que Angie tome el relevo para responder la pregunta anterior de Alcina. —Pero nada como lo habitual. Ella sólo quería muestras de sangre y no mucho después de que Miranda se fuera. No nos dijeron que hiciéramos nuestros experimentos habituales, así que Donna no se molestó.
—Hm... Ella sólo quería su sangre... —dice Alcina pensativamente mientras intenta darle sentido a la información. —Sabemos con certeza que dondequiera que estuviera la Madre Miranda, es donde adquirió a Rose, pero ¿dónde es eso exactamente?
—Esa es una buena pregunta señora, pero incluso si quisiéramos saber no podemos investigar porque está fuera del pueblo. Ninguno de nosotros quiere salir a investigar... —afirma Angie—. Ha pasado tanto tiempo... quién sabe qué hay ahí fuera ahora. —Ella continúa, hablando claramente de lo que Donna piensa. Lo desconocido es infinitamente más aterrador que el monstruo que ya está frente a ella.
—Supongo que el origen de Rose no es importante ahora. No es que alguien vaya a venir a buscarla. —Hubo un tiempo en el que algunas personas venían a buscar a excursionistas o extranjeros desaparecidos, pero después de que esas personas también desaparecieron, las búsquedas cesaron. Alcina no sabe lo que la gente más allá del pueblo piensa de esta zona, pero probablemente no sea nada bueno, por lo que se mantienen alejados.
—Madre, bienvenida a casa. —Alcina es recibida por sus hijas tan pronto como se inclina para entrar en la habitación que ahora pertenece a Rose.
Alcina inmediatamente sonríe al ver a sus hijas —Estoy en casa, mis amores.
Sin que Alcina lo sepa, está equivocada. Esta vez alguien mira y alguien viene. Aún no se ha pronosticado qué papel desempeñarán y si beneficiarán a Alcina y su nueva causa.
Pero una cosa es segura.
Pronto las cosas finalmente llegarán a su fin.
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