▶QUESTION
Myeong estaba realmente nerviosa, se sentía temblar mientras caminaba entre las tiendas en el campamento del ejército, repitiéndose a sí misma que debía mostrarse tranquila y como si fuese realmente un hombre, por lo que tiró sus hombros hacia atrás, sacando pecho, el cual bajo la armadura de soldado de su padre, tenía vendado para que sus senos no se notaran por más que fuesen pequeños, algo de lo que siempre se había quejado, pero en ese momento estaba agradecida, al igual que el ser una mujer esbelta y corpulenta. Eso le hacía sentirse un poco más confiada de que no pudieran descubrir que era realmente una mujer y no un hombre.
Lo único que le había dolido fue cortar su cabello oscuro que era largo hasta la cintura, pero había sido algo necesario, y ahora lo llevaba por debajo de los hombros, pero estaba atado en un moño con una cinta.
Tomó una bocanada de aire, observando a quienes se encontraban a sus costados, llevándose algunas miradas, lo que le hacía preguntarse si acaso estaban notando que no se trataba de un joven como quería aparentar.
—¡Taehyung, suelta eso!
Al escuchar esa voz algo chillona, volteó encontrándose con un joven de cabello oscuro, también atado en un moño con una cinta, delgado, labios esponjosos, nariz pequeña, ojos mieles. Este era de baja estatura comparado al joven de tez bronceada que tenía en frente, cabello castaño atado en un moño con una cinta, ojos cafés, labios gruesos de color carmesí.
—Sé lo que hago. Cállate, Jimin-ah —ordenó entre dientes.
—¿Por qué siempre tienen que estar peleando? —preguntó levantándose del césped otro joven, para acercarse a ellos pasando los brazos por los hombros de estos—. Tienen que calmarse un poco y respirar. ¿No es hermoso este día?
Ambos jóvenes arrugaron el ceño, mirándolo de forma extraña al ver la gran sonrisa en su rostro, porque al contrario de ellos este parecía llevar siempre una sonrisa en su rostro, y estar tan tranquilo que, a veces, les frustraba.
—Hoseok, tú también cállate —ordenó Taehyung.
—En verdad que hasta tus ancestros no deben soportarte —aseguró mirándolo de pies a cabeza con desagrado, Jimin.
—Oh, por ser amigo del hijo del General Jeon, te crees la gran cosa, ¿no es así? —inquiere alzando una ceja, mientras quita bruscamente a Hoseok, para acercarse al más bajo.
—¿Que? ¿Tienes envidia?
La burla se dejaba notar en la voz de este, por lo que el castaño enfureció empujándolo, lo que hizo que Jimin reaccionara impulsivamente golpeándolo en el mentón, y lo observara con los ojos abierto a la par por la sorpresa, pero rápidamente empuñó la mano impactándola contra su mejilla. El más bajo, en eso, perdió el equilibrio cayendo hacia atrás, hasta que chocó contra un cuerpo.
Myeong casi cayó, pero lo sostuvo rápidamente reincorporándose, notando que este era de su misma estatura. Jimin, al voltear, la observó arrugando el rostro.
—¿Y tú qué me ves? —preguntó molesto, sobresaltándola.
—Y-Yo... No... Yo te ayudé.
—¡¿Me ayudaste?! —cuestionó indignado.
Myeong no sabía cómo actuar, pues aquel joven parecía perder la paciencia por todo y ser impulsivo, por lo que sentía cómo se estremecía por miedo a que pudiera golpearle, hasta que una voz los hizo sobresaltar.
—¡Soldados!
Todos rápidamente se juntaron observando cómo el joven pelinegro se acercaba con el consejero del Emperador, Chi Fu.
—¿Sucede algo? —inquirió alzando una ceja.
—N-No, claro que no —Jimin respondió con una tímida sonrisa mientras se acercaba a Taehyung, escuchándolo gruñir por lo bajo.
Los orbes oscuros del joven conectaron con los de Myeong, que tragó con dificultad queriendo desaparecer, pero aún así le sostenía la mirada. Notaba el brillo que contenían, su cabello oscuro que estaba atado, sus cejas gruesas, sus cortas pestañas, sus labios delgados y rosados.
Se le hacía realmente intimidante, a pesar de que solo era unos pocos centímetros más alto que ella, pero dejaba notar sus anchos hombros y su cuerpo fornido.
—¿Cuál es tu nombre?
—¿Mi...? ¿Mi nombre? —repitió nerviosa, lo que hizo que su voz saliera algo aguda, por lo que tragó con dificultad.
—Sí, tu nombre —contestó con pausas.
—Tu comandante te acaba de hacer una pregunta. Responde —intervino Chi Fu.
Aquello hizo que sus nervios aumentaran, tanto así que sentía que estaba comenzando a sudar, por lo que no podía pensar con claridad alguna.
—Mi nombre es Bomin.
—¿Bomin?
—Exacto. Me llamo Bomin.
—Muéstrame tu aviso de conscripción —ordenó estirando la mano. En cuanto Myeong se lo entregó, lo abrió mientras Chi Fu se acercaba curioso a leer—. Baek Junho. ¿El Baek Junho?
—No sabía que Baek Junho tuviese un hijo.
—Es que no habla mucho sobre mí —comentó nerviosa, fingiendo una voz grave.
—Tiene razón. Baek Junho nunca hablaba sobre su vida —mencionó por lo bajo, Chi Fu, por lo que Jungkook arrugó levemente la frente como si estuviese pensando.
—Muy bien, caballeros —alzó la voz el pelinegro, alejándose de la fémina que soltó un suspiro de alivio, aunque sentía la intensa mirada curiosa de Chi Fu—. Mañana empezarán el verdadero trabajo.
Myeong al verlo marcharse mientras se quedaba el consejero del Emperador, cerró los ojos por un momento tomando una gran bocanada de aire, hasta que sintió una intensa mirada, por lo que los abrió girando un poco su cabeza, encontrándose con la mirada miel del joven que había ayudado a que no cayera.
No entendía qué le sucedía, pero podía sentir que no le agradaba para nada, por lo que esperaba que no fuese un problema porque solo quería tener su cabeza en dar lo mejor de ella y no ser descubierta.
(...)
A la mañana siguiente a Myeong se le había dificultado demasiado despertarse temprano, tanto así que había llegado cuando sus compañeros estaban a por marcharse al entrenamiento, lo que había hecho que sintiese demasiada vergüenza y se llevara toda la atención de Jeon Jungkook. Eso provocó más sus nervios, más que nada cuando durante el entrenamiento le quiso hacer recuperar la flecha que había disparado en lo alto de un poste, pero, claro, para superar la prueba tenía que cargar dos grandes discos de bronce atados a la muñecas. Uno represaba la disciplina y el otro la fuerza, por lo que necesitaban los dos para llegar a la flecha, según dijo Jungkook.
Para la mala suerte de Myeong, no pudo superar la prueba. Rápidamente cayó, gimiendo de dolor al tocar el suelo mientras escuchaba la risa de sus compañeros, principalmente de Jimin, lo que le hizo gruñir. Pero luego se levantó, y al ver la mirada de decepción y cómo negaba con la cabeza Jungkook en señal de desaprobación, suspiró cabizbaja volviendo con los demás.
Necesitaba mejorar, aunque se decía que era solo el primer día, pues no era la única que había fallado y a medida que pasaban los demás, notaba cómo todos fallaban. Como también con el ejercicio de los palos largos que utilizaron como armas, fallaron, lo que hizo que Jungkook se estresara.
Durante las semanas siguientes, Jeon Jungkook se encargó de la instrucción de los soldados e intentó enseñarles fuerza y disciplina. Pero estaba claro que algunos seguían fallando por más que se esforzaban, como era el claro ejemplo de Myeong, la flecha en el poste era lo principal que estaba costándole. Cuando la vio caer, le ordenó que juntase sus cosas y volviera su casa, ya que estaba cansado de verla fallar siempre y ya no tenía esperanzas de que mejorara.
Pero Myeong no iba a darse por vencida tan fácilmente, claro que no, porque pensaba en su padre, en lo enfermo que estaba, por lo que decidió entrar allí como soldado, así que debía cumplir con su plan. Durante la madrugada se puso en las muñecas los discos de bronce, usándolo de abrazadera y, a pesar de la dificultad, del dolor, del sudor, de los minutos, de las horas, de cómo veía el sol empezar a subir, lo que estaba dificultando su vista, empezó a subir el poste.
Estaba siendo realmente difícil y escuchó a sus compañeros, como también a Jungkook que parecía estar admirándolo, observando cómo tomaba la fecha con dificultad, para luego lanzarla.
Myeong lo había logrado. No iba a tener que marcharse.
(...)
Jeon Jungkook a los reclutas los había hecho enfrentarse a él, logrando ganarles, al menos a la mayoría, hasta que quedó contra Myeong. Ella intentaba no desconcentrarse al ver sus pectorales y sus abdominales, cómo su pecho brillaba por el sudor, mientras Jungkook parecía concentrado en intentar hacerle caer. Pero su mirada se desvió al mechón de cabello que se salió de su moño cayendo por frente, fue a su rostro sonrosado, a sus orbes mieles, a sus labios rosados entreabiertos que tomaban una bocanada de aire.
Un quejido escapó de sus labios al haber sido golpeado en el rostro antes de ser derribado y caer, mientras veía cómo ella sonreía triunfante y sus reclutas festejaban.
—¡Muy bien, Bomin! —exclamó emocionado, Jimin.
—¡Bomin! ¡Bomin! —gritaron al unísono.
—¿Lo ayudo, capitán? —preguntó con la voz más grave fingida.
Se acercó estirando su mano mientras Jungkook la miraba sonriendo, pasándose la mano por la mandíbula que le dolía. Aun así, estiró la mano, permitiéndole que lo ayudara, pero al ver la cercanía, se quedó observando embobado sus ojos mieles por un momento, sin poder evitar sentir cómo su corazón se agitaba porque también estaba contento de que le haya ganado. Le gustaba saber que, a pesar de que Bomin sea unos pocos centímetros más bajo y menos corpulento, pudiera ganarle, aunque se decía que quizás se debía también a que se distrajo perdiéndose en su mirada... justo como en ese momento, por lo que decidió dar un paso hacia atrás rápidamente. Miró a los demás reclutas que seguían festejando que haya ganado su compañero, así que les habló para así olvidarse de lo sucedido y que aquella tensión se esfumara.
Las horas pasaron rápidamente y Jungkook se encontraba en la tienda discutiendo con Chi Fu, lo cual lo tenía completamente frustrado porque este no creía en él, ni tampoco en el entrenamiento que estaban recibiendo sus reclutas, por lo que le hacía preguntarse si estaba cegado y este tenía toda la razón, aunque no quisiese aceptarlo.
—¿Crees que las tropas están listas para pelear? No aguantarían ni un minuto contra los hunos.
—Ya acabaron su entrenamiento —replicó tranquilamente.
—Esos chicos están tan lejos de ser soldados como tú de ser capitán. Ya que el General lea mi reporte, tus tropas nunca verán acción.
—No hemos acabado —dijo molesto levantándose y acercándose a él amenazante.
—Cuidado, capitán. Quizás el General sea tu padre, pero yo soy el consejero del Emperador —recalcó arrogante—. Y, a apropósito, yo me gané mi propio trabajo. Te puedes ir.
Jungkook salió completamente molesto de la tienda, queriendo gritar para liberar toda aquella rabia porque, de cierta manera, se sentía también humillado. No quería creer que solo le habían dado el puesto de capitán por su padre que era el General, y no porque era realmente alguien bueno en lo que hacía y se lo merecía.
Llevaba unos pocos minutos caminando, sintiéndose igual de frustrado, por lo que suspiró, pateando una roca a la vez que hacía a un lado unas ramas. Volteó a ver el lago y al notar una cabellera, arrugó la frente, acercándose más, ya que la curiosidad pudo más consigo.
Bomin.
¿Estaría mal si entrara con él?
Aquella pregunta no salía de su cabeza y sus ganas parecían ir creciendo, porque estaba quitándose la ropa, sin siquiera notarlo. Caminó lentamente sintiendo como el agua algo tibia tocaba sus pies, viendo cómo seguía de espaldas humedeciendo su cabellera oscura que llegaba hasta sus hombros donde le cubría el agua.
Se acercó lentamente sintiendo cómo cada vez que estaba más cerca, parecía que se le dificultaba más el respirar, sin entender el porqué. Se decía que Bomin tenía un efecto en él muy extraño que estaba buscando alguna explicación.
Al notar su presencia, volteó rápidamente soltando un chillido, que lo hizo sobresaltar y sorprender por lo agudo al parecer demasiado femenino, hasta notó el sonrojo en sus mejillas.
—C-Capitán, ¿qué hace aquí?
—Bañándome, como tú.
—¿Por qué aparece así de repente? —preguntó llevando una mano a su pecho, sintiendo sus latidos acelerados.
—Lamento haberlo asustado.
—N-No se preocupes —negó en casi un murmuro inaudible y este presionó los labios, asintiendo—. ¿Está bien? Parece algo molesto.
—Estoy bien.
—Hm... No le creo demasiado.
—Bien, tuve una pequeña discusión con el consejero del Emperador.
—¿Por qué? —indagó curiosa.
Jungkook quería poder negarse a contestar, pero al ver sus ojos redondos mieles que brillaban por la curiosidad, sentía que lo obligaban a hablar.
—Él cree que no están listos para luchar, que no soy un buen capitán, y quizás... tiene razón.
—No diga eso. Usted es un capitán admirable —sonrió levantando el pulgar.
El pelinegro al verla en ese momento con su cabello húmedo ondulado, sus mejillas sonrosadas, su sonrisa blanquecina, sus facciones delicadas que le sorprendían, no podía evitar quedarse encantado, y preguntarse porqué le provocaban tantas sensaciones.
—¿Sabe? Estas últimas semanas ha estado haciendo un gran trabajo. Hasta me atrevo a decir que es uno de los mejores reclutas.
—¿En serio?
Jungkook no pudo evitar sonreír al ver sus ojos mieles abiertos a la par, con sus largas pestañas y admirar cómo contenían un brillo de ilusión.
—Claro que sí. Es bueno que esté aquí —confesó dando un paso hacia adelante—. Espera, ¿se ha sonrojado?
—Debería mantener la distancia, capitán —mencionó en casi un murmuro, sintiendo como su respiración le faltaba, colocando una mano en su pecho húmedo.
Jungkook al sentir su cálido y húmedo tacto dio otro paso más hacia adelante, sintiéndose arder, como su erección dolía y sus pensamientos no ayudaban. Llevó la mano a la de ella, que quiso apartarla y volteó rápidamente queriendo huir, pero Jungkook pasó el brazo por su abdomen impidiéndoselo, cerrando los ojos con fuerza y con su respiración pesada. Apoyó su erección en su trasero que no había podido evitar admirar alguna que otra vez durante el entrenamiento, pensando en lo grande que era.
—¿Qué me está haciendo, Bomin? ¿Acaso esto es normal? —preguntó con la voz agitada que también dejaba notarse la desesperación—. Necesito saber si lo es.
—Jungkook...
—Hm... qué bien suena mi nombre en sus labios, Bomin —gruñó restregándose en su trasero, apretando con algo de fuerza su abdomen, provocando que ella hiciera un sonido involuntario con la garganta al presionar los labios para no gemir y tratar no seguir sus impulsos—. Dígame que le provoco lo mismo, por favor. Dígame que no soy el único que siente todo esto. Déjeme comprobarlo, así como usted lo está haciendo al sentirme, por favor —el capitán quiso bajar la mano, pero Myeong apartó su brazo bruscamente, volteando a verlo molesta.
—¿Qué rayos sucede con usted, capitán?
—¿Bomin...?
—Por favor, márchese...
—Pero...
—Váyase.
Jungkook sintiéndose completamente decepcionado, dio la media vuelta y comenzó a caminar, alejándose de la fémina que sentía su corazón latiendo con fuerza, como si quisiese salirse de su pecho por el susto que acababa de llevarse al pensar que estuvo a nada de descubrir que era mujer.
(...)
—¡Siga, capitán Jungkook! —gritó de placer— ¡Por favor, s-siga!
El de cabello ondulado tomó las caderas de Bomin, admirando su trasero redondo, dándole un azote como tanto había deseado en las semanas que llevaba de conocerlo. Empezó a follarlo con fuerza, escuchando sus melódicos y agudos gemidos, sintiendo que en cualquier momento se correría si seguía apretando su miembro de aquella manera.
—¡N-No p-pare, Jungkook!
—¿Le gusta así? —preguntó agitado llegando más profundo, escuchando como jadeaba, inclinando la cabeza hacia atrás.
—¡Oh, m-me encanta! ¡Sí!
—Me vuelve loco escucharle. Siga haciéndolo para mí, Bomin —pidió dándole un azote, sacándole otro jadeo a la vez que inclinaba la espalda.
Jungkook movía sus caderas con precisión, fascinado al sentir el interior de Bomin, como nunca creyó que pasaría. Escuchaba los gemidos y gritos de este que lo volvían loco, lo hacía perderse más en el placer, por lo que no podía evitar decir su nombre.
Llevó la mano al miembro de este comenzando a masturbarle, escuchando cómo decía su nombre una y otra vez, sintiendo cómo temblaba ante su toque, haciendo que sus sentidos se dispersaran, hasta que se corrió en su interior y este en su mano.
El capitán se despertó gimiendo quebrado, completamente sudado, y al sentir su entrepierna húmeda, levantó la manta dándose cuenta que había eyaculado, por lo que un jadeo escapó de sus labios, hasta que vio su tienda abrirse, lo que hizo bajar nuevamente la manta con temor de que lo vieran.
—¡Jungkook!
Al ver a su amigo, Jimin, se relajó y comenzó a pasar las manos por su rostro limpiándose el sudor mientras intentaba calmar su pesada respiración, pero recordaba aquel sueño que provocaba que su estómago se resolviera y un escalofrío recorriera su espina dorsal. Por momentos deseaba poder vivirlo, hasta que se decía que eso no era normal, que solo debía vivir eso con una mujer que deseara que fuese su esposa.
—¿Q-Qué haces aquí, Park?
—Mira, si no quieres que te escuchen gimiendo el nombre de uno de tus reclutas, deberías hacerlo más bajo —aconsejó burlón—. Consejo de tu buen amigo Jimin, que no llegó a cerrar los ojos por escuchar los gemidos de la tienda cercana.
—¿Qué carajos dices? —cuestionó entre dientes.
—Me despertaste con tus gemidos de: ¡Oh, Bomin, estás tan apretado!
—¡Cállate, carajo! —intentó levantarse, pero tomó rápidamente la manta para cubrirse la entrepierna.
—Oh, ¿sucedió algo, capitán?
—Cállate, y no digas una palabra sobre esto.
La tienda se abrió de repente sobresaltando a ambos, dejando ver el oscurecido cielo que dejaba notar que aún era de noche, y al ver a Chi Fu, ambos abrieron los ojos a la par por el miedo.
—¡¿Qué hace en la tienda de su capitán?!
—Y-Yo... Yo...
—Retírese, Park —ordenó tranquilamente, Jungkook.
Jimin asintió más relajado y salió, dejando a Jungkook solo con el consejero del Emperador, que parecía completamente disgustado por algo, aunque intentaba no demostrarlo.
—¿Sucede algo? —preguntó algo incómodo al ver su intensa mirada, pues le hacía pensar que quizás sabía sus secretos más oscuros.
—Tu padre ha redactado en una carta que quiere reunirse en el paso Tung-Shao.
—Tengo que ordenarle a los reclutas que se preparen para marcharnos. Por favor, retírese para que pueda cambiarme.
—Pero...
—Por favor, Chi Fu.
Este gruñó para luego retirarse a regañadientes de manera brusca, bajo la mirada del capitán que no lograba entender el porqué de su actitud, porqué parecía detestarlo tanto. Aun así empezó a cambiarse, para así despertar a sus reclutas para que se prepararan a marcharse a Tung-Shao.
Una vez que se puso su armadura roja y se ató su cabello ondulado largo hasta los hombros, dejando sueltos unos mechones de los costados que eran cortos, comenzó a gritar que debían levantarse.
Al verlos a todos desconcertados, refregándose los ojos, algunos bostezando, queriendo volver dormir, les informó que debían marcharse, desconcertándolos aún más, pero volvieron a la tienda para colocarse las armaduras, sintiendo algo de emoción y a la vez miedo de cómo podrían salir las cosas contras Los hunos.
El capitán rápidamente se dirigió a la última tienda donde veía que se metía la cabellera oscura, y sostuvo su brazo, provocando que un jadeo sorpresa escapara de sus esponjosos labios mientras volteaba a verlos con sus ojos abiertos a la par.
—¿Q-Qué hace aquí?
—Tengo que hablar con usted, Bomin.
—Necesito cambiarme para que nos marchemos a Tung-Shao.
—Eso ahora no me importa —admitió dando un paso hacia adelante, notando cómo se tensaba ante su cercanía.
—¿Qué necesita hablar, capitán?
—¿Sintió lo mismo que yo? Dígamelo, Bomin.
Myeong no soportaba su mirada oscura rogante en aquella tienda donde entraba la claridad de la luna, pero es que Jungkook no iba aguantar saber que era el único que llevaba aquel sentimiento incorrecto, que estaba llegando a desbordarlo. Sentía que esa noche los impulsos estaban más fuertes que nunca, pero intentaba controlarse, por lo que tenía sus manos empuñadas y en su cabeza se repetía que debía mantener la calma, mientras que ella tenía su respiración pesada, pensando cómo escapar de la situación, pues nunca se esperó que el capitán pudiera confundir sus sentimientos hacia ella disfrazada de hombre.
—No.
—Entonces, ¿por qué siento que miente? —cuestionó dando otro paso hacia el frente, alzando una ceja, por lo que ella intentó dar un paso hacia atrás, pero él ejerció presión en su brazo para impedirlo.
—Capitán, ¿q-qué le sucede?
—Usted me sucede, Bomin.
—N-No... No es normal —aclaró con algo de dificultad, tratando de sostenerle la mirada.
—¿Y cree que no lo sé? —masculló— Pero... Creo que le provoco lo mismo que usted a mí.
—No... No es así.
—¿No?
—No, capitán Jungkook —recalcó con el semblante serio, enfrentando su mirada, tratando de sonar segura.
—Me encanta cuando dice mi nombre —confesó con una sonrisa, llevando la mano a su mentón, admirando cada centímetro de su rostro sonrosado—. En verdad, me encanta.
Sin poder soportarlo más, siguió su impulso presionando sus labios con los suyos esponjosos y rosados, sintiendo como un escalofrío recorría su espina dorsal, y todo a su alrededor desaparecía. Para Jungkook ya no se encontraban en el campamento del ejército, sino que se teletransportaban a otro lugar donde sólo existían ellos dos, y no había nada de malo que hubieran sentimientos de por medio entre dos hombres, mucho menos entre un capitán y su recluta.
Estaba completamente extasiado, por lo que bajó la mano a su cintura, apegándola más. Comenzó a mover los labios sobre los de ella, buscando que le correspondiera, pero lo apartó bruscamente, para luego darle una bofetada tan fuerte que provocó que perdiera el equilibrio, y llevara la mano a su mejilla que ardía en llamas, y estaba enrojeciendo de a poco.
—¿Qué rayos...?
—¡Ni se le ocurra volver a hacer algo como eso otra vez! —exclamó enfurecida antes de limpiarse los labios demostrando su disgusto.
—Pero...
—Por si se olvida soy un hombre, así como usted. ¡¿Acaso hace esto con todos los reclutas?!
—¡Claro que no!
—Escúcheme bien porque no se lo diré otra vez, quite esas asquerosas ideas de mi, porque soy un hombre y eso no está bien, ¿está claro? Sea un buen capitán y cumpla su trabajo.
Jungkook con sus facciones endurecidas y la respiración pesada, la tomó bruscamente de los brazos, apegándola, provocando que lo mirara asustada.
—¿Sabe qué? Con este beso me di cuenta que no siento lo que creí que sí. Solo siento asco y lastima por usted, porque ha tenido que esforzarse tanto —soltó una risa amarga—. Cuando luchamos... le dejé ganar. Jamás podría vencer a alguien. Mírese, es tan débil —la miró de pies a cabeza, como si todo de ella le disgustara—. ¿Acaso olvida que al principio no era capaz de hacer nada? Parecía como si fuera una mujer que necesitaba ayuda para absolutamente todo, y eso...
—¡Cállese!
—Ni se le ocurra decir algo de lo que sucedió entre nosotros, ¿le queda claro, Bomin? —advirtió alzando una ceja.
—Más que claro, capitán —contestó con los ojos cristalinos y las facciones endurecidas, sintiéndose temblar de impotencia.
Jungkook sentía una presión en su pecho al ver sus orbes cristalinos, pero sus palabras lo habían lastimado de gran manera, por lo que decidió restarle importancia a lo que sea que provocó en ella. Ahora solo podía preocuparle que hablara con los demás, principalmente, que hablara con el consejero del Emperador que no dudaría ni un solo segundo en decirle al Emperador sobre lo sucedido, como también al General, lo cual despertaba su miedo de gran manera.
Se sentía temblar de solo pensarlo y era completamente normal, porque jamás se pensó que podría pasar por una situación así.
(...)
Las tropas iban en los caballos por las montañas. Myeong iba cabizbaja, perdida en sus pensamientos, pues las palabras del capitán Jungkook —aunque no lo quisiera—, se repetían en su cabeza, y sentía como su pecho se oprimía. Detestaba pensar que por ser mujer era débil y no era capaz de vencer a un hombre, mucho menos al capitán Jungkook al luchar.
Odiaba aquellos hombres que se creían superiores, simplemente por el hecho de ser hombres.
Quería poder demostrarle lo contrario, quería poder demostrarle que ella era igual de fuerte, que ella podía hacer lo mismo que ellos al ser mujer.
—Oye, en serio lamento todo lo sucedido en las primeras semanas de entrenamiento —mencionó Jimin que iba en el caballo de al lado.
—Ya he dicho que no debes preocuparte.
—Es que al principio no me agradabas demasiado, pero Taehyung y Hoseok me hicieron ver que podías pertenecer a nuestro grupo, ¿no es así? —volteó a verlos que estaban en los caballos de atrás, asintiendo con una sonrisa, por lo que ella sonrió tímida.
En algunos entrenamientos ellos habían intentado hablarle, pero solo habían recibido respuestas tímidas de su parte, hasta le habían apoyado cuando se esforzó demasiado por ser la primera, tanto así que no llegó a escucharlo por estar cegada. Mientras que Jimin las primeras semanas había intentado hacerla sentir más incomoda, arruinar más sus entrenamientos.
Estos cuatro comenzaron a hablar animadamente, logrando que Myeong se distrajera e hiciera a un lado sus pensamientos, como también que llamara la atención del capitán Jungkook que iba adelante, por lo que Jimin le sonrió animado. Pues, este quería que se sintiese apoyado con lo que sea que le sucediese con "Bomin", mientras que el pelinegro sentía una presión en su pecho.
Al ver el pueblo completamente quemado, los reclutas se bajaron de sus caballos, y Jungkook les ordenó que buscaran sobrevivientes, al igual que él que fue llamado por consejero del Emperador luego de unos segundos.
Una vez que se acercó a Chi Fu, bajó la mirada, pudiendo ver los cuerpos, sintiendo cómo el oxígeno abandonaba sus pulmones por un momento.
—¿Capitán? El General.
Al escuchar esa voz grave volteó a ver al de cabello rizado que tenía un casco de oro en sus manos, lo que provocó que su corazón diera un vuelco al saber lo que significaba, por lo que no fue no fue capaz de decir siquiera una palabra.
Volteó para comenzar a caminar, y en silencio, sintiendo un nudo en su garganta mientras que aunque no lo quisiera las lágrimas comenzaron a brotar, clavó la espada en la nieve, para luego colocar el casco de su padre.
Soltó un suspiro tembloroso de dolor, deseando haber podido despedirse aunque sea, haber podido decir tantas cosas, y limpió las lágrimas, para luego levantarse a pesar de que se sentía débil. Al voltear y ver a Myeong frente a él quiso ignorarla, pero escuchó su voz, que aunque no lo quisiera, provocó que se debilitara más y quisiera romper en llanto.
—Lo lamento tanto...
Jungkook se acercó, apoyando la mano en su hombro, por lo que ella conectó su mirada algo sorprendida por eso.
—Lamento lo que dije sobre usted.
—¿Qué?
—Nada fue cierto.
Sin más, caminó hacia su caballo para subirse a este.
—Los hunos están avanzando. Llegaremos más rápidos a la Ciudad Imperial por el Paso de Tung-Shao —explicó recibiendo toda la atención de sus reclutas, mientras señalaba las montañas—. Somos la única esperanza del Emperador. ¡En marcha!
(...)
Las tropas de Jungkook iban por el paso de Tung-Shao, mientras él trataba de no pensar en su padre y en que no pudo despedirse, aunque sentía su garganta arder por el nudo que se había formado, además de que tenía algunas miradas puestas en él, principalmente la del consejero del Emperador. El camino era tranquilo, hasta que de repente hubo una explosión en las carretas de la municiones que hizo saber la posibilidad de las tropas a los hunos.
Inmediatamente llovieron de las montañas miles de flechas.
—¡Salgan de su alcance! —exclamó Jungkook.
Las tropas tomaron los cañones y se prepararon mientras veían a los hunos acercarse rápidamente, lo que los pusieron nerviosos, por lo que Jungkook ordenó que dispararan. Al hacerlo y ver que desaparecieron, celebraron, pero no pasó mucho cuando lograron ver que cientos empezaron a bajar por la montaña. Abrieron los ojos a la par sintiendo temor, ya que las tropas del capitán Jungkook eran menores, por lo que le ordenó a Hoseok —que era el último—, disparar.
Las tropas habían sacado sus espadas, observando como los cientos de hunos se acercaban en sus caballos, desesperándolos. Cuando Myeong vio que en la suya se reflejó una montaña, una idea apareció en su cabeza. Rápidamente se acercó a Hoseok, arrebatándole el cañón por lo que se quejó, pero ella no dijo nada al respecto, simplemente, tomó su caballo para dirigirse hacia la montaña.
—¡¿Qué hace, Bomin?! ¡Vuelva aquí! ¡Bomin!
Myeong escuchaba los gritos desesperados de Jungkook, pero pasó por completo de ellos, y al estar a unos pocos metros, se bajó de su caballo, clavó el cañón en la nieve y lo encendió sintiéndose temblar, porque Shan Yiu estaba a nada de alcanzarla, pero aún así logró apuntar. El cañón voló y aterrizó en la montaña, provocando una gran avalancha que cayó sobre los hunos.
Eso lo hizo enfurecer aún más a el gran Shan Yiu, el cual se acercó más a Myeong, hiriéndola en el abdomen, causando que ella cayera en la nieve, gimiendo de dolor.
—¡Bomin!
—¡Vamos, capitán!
Myeong tomó del capitán y comenzaron a correr lejos de la avalancha, pero ella decidió dirigirse a su caballo al verlo, soltando la mano del pelinegro, hasta que escuchó un quejido.
Rápidamente volteó observando como Jungkook ya no estaba, por lo que volteó a ver como su caballo se acercaba, por lo que se subió de manera rápida.
Debía buscar al capitán antes de que fuera demasiado tarde, la avalancha empeorara y quedara ella también abajo. Al ver la túnica roja, supo que era él, por lo que se inclinó y gruñendo lo tomó con dificultad para subirlo en la parte de adelante.
Rápidamente salieron de allí con dificultad mientras la avalancha avanzaba, escuchando los gritos de celebración de Jimin, Taehyung y Hoseok que se encontraban en una roca. Myeong avanzó hacia un precipicio donde no llegó la avalancha y allí bajó con Jungkook que comenzó a reaccionar, sobando su cabeza mientras gruñía.
Jimin, Taehyung y Hoseok no dudaron en acercarse aliviados de ver que el capitán estaba más que bien.
—Dejen respirar al capitán —Jimin ordenó al ver cómo Hoseok y Taehyung tenían la intención de acercarse más, por lo que el más joven lo imitó llevándose un golpe de su parte y una mirada amenazante del mayor.
—¿Bomin? —el capitán llamó su atención, así que lo miró tratando de recuperar el aliento, aún arrodillada—. Es el hombre más loco que he conocido, y por eso te debo la vida. Se ha ganado mi confianza —aseguró regalándole una sonrisa mientras se inclinaba hacia adelante—. Nada de lo que dije fue cierto. Absolutamente nada, Bomin.
—¡Que viva Bomin, el más valiente de nosotros! —exclamó Taehyung.
—¡El rey de la montaña! —gritó Hoseok.
Jungkook la tomó de la mano con una sonrisa tímida, ayudándole a levantarse, tratando de no perderse en su mirada, pues aún notaba que no le había perdonado por todo lo que le había dicho. Sabía que se debían una larga conversación, y que, probablemente, no era para nada correspondido, lo que hacía que sintiese una presión en su pecho, pero a la misma vez tenía una pequeña ilusión.
Al ver como ella intentó sonreír, la suya creció, pero esta rápidamente soltó un quejido llevando las mano a un costado de su abdomen, cayendo de rodillas, lo que hizo que se preocupara.
—¡Está herido! ¡Traigan un doctor! —ordenó histérico rápidamente. Se inclinó hacia adelante observándola con preocupación, queriendo tomar su rostro entre sus manos, pero no podía hacerlo con todos allí—. Bomin, aguante. Va a estar bien.
(...)
Jungkook veía la tienda donde estaban atendiendo a "Bomin" y no podía evitar sentirse preocupado, aunque le habían dicho que iba a estar bien, más que su tropa también se lo decía y hasta su amigo Jimin que ya sabía de sus sentimientos. Con aquella situación había pensado demasiado acerca de sus sentimientos, y no podía seguir callándolos.
Quería poder ser capaz de gritarlos, poder gritárselos a Bomin y que los aceptara, poder ser correspondido más que nada, poder besarlo, poder escucharlo como tanto deseaba.
Ya estaba decidido. En cuanto pudiera entrar a esa tienda le diría que cuando lo veía su corazón se incendiaba, y no slo su corazón, todo su cuerpo. Le hacía sentir millones de sensaciones por todo el cuerpo. Lo enloquecía porque le recordaba que no era correcto sentirlo por algún hombre, pero por Bomin era capaz de correr el riesgo, cualquier riesgo solo por él.
Jungkook al ver al médico salir, se acercó rápidamente tratando de ocultar su ansiedad, hasta que la noticia que le dio, provocó que el oxígeno abandonara sus pulmones por unos pocos segundos. Tuvo que entrar a la tienda para comprobar que era cierto lo que acababa de decirle.
—¿Bomin? —su voz salió algo débil, pero es que en su cabeza no dejaban de resonar las palabras del Doctor.
Al ver aquel cabello oscuro suelto, liso, su rostro más pálido de lo normal, sus largas pestañas, sus mejillas sonrosadas, sus labios rosados algo resecos, cómo abría sus ojos lentamente mientras su ceño se fruncía, y cómo al levantarse se dejaba ver como una venda cubría sus senos, todo comenzaba a tener sentido.
Nunca existió un Bomin. ¿De quién rayos se había enamorado? ¿Quién era aquella mujer?
Salió bruscamente de aquella tienda sintiendo su respiración pesada y un nudo en la garganta, llamando la atención de las tropas, como también del consejero del Emperador.
—¿Es cierto? —preguntó con los ojos abiertos a la par y entró a la tienda para segundos después salir con Myeong envuelta en una manta, sorprendiendo a los demás—. Ya sabía que tenías algo raro. ¡Una mujer! —exclamó tirándola a la nieve, provocando que soltara un quejido—. ¡Víbora traicionera!
—Me llamo Myeong —aclaró molesta—. Lo hice para salvar a mi padre —volteó a ver a Jungkook que estaba dándole la espalda, tratando de mantener la calma, a pesar de que estaba dolido por su traición.
—¡Alta traición!
—No quería llegar tan lejos.
—¡La deshonra máxima!
—Era la única manera. Por favor, créame —suplicó a Jungkook que seguía sin ser capaz de mirarla.
—¿Capitán? —Chi Fu caminó hacia él, esperando alguna respuesta.
El pelinegro por primera vez conectó su mirada con la de ella, que se aferraba a la manta, temblando de frío, sintiendo temor de lo que pudiera pasar, más que nada con su padre. Este alzando una ceja, tomó la espada que estaba en el caballo de ella, acercándose, lo que hizo que la fémina lo observara con los ojos abiertos a la par, sintiendo su corazón golpear con fuerza contra su pecho por el temor.
Jimin, Taehyung, y Hoseok quisieron acercarse, pero el consejero de Emperador se los prohibió, recordándoles que conocían la ley.
Myeong al ver su mirada cristalina de rabia, bajó la suya, dándose por vencida. Pues, también conocía la ley, Siempre supo a lo que se enfrentaba y, aun así, quiso arriesgarse por su padre, pero al escuchar el sonido de su espada al caer, levantó la mirada, observando a Jungkook.
—Una vida por otra. He pagado mi deuda —murmuró sintiéndose temblar de impotencia—. Tampoco sería capaz de algo así, a pesar de que ha traicionado de esta manera. No quiero volver a verlo en mi vida, Bomin, o Myeong, como sea que se llame —volteó para comenzar a caminar—. ¡En marcha!
—P-Pero no puedes...—titubeó Chi Fu.
—Dije en marcha —repitió entre dientes.
Jungkook se sentía reventar por la rabia contenida, no estaba para soportar que cuestionara sus órdenes luego de que Myeong lo traicionara de esa manera, haciéndose pasar por alguien que no era. Bomin lo había hecho cuestionarse, lo había enamorado, lo había hecho asustarse por sus sentimientos y ahora se daba cuenta que siempre había sido una mujer, y no sabía qué hacer con todos aquellos sentimientos.
Se sentía completamente engañado.
(...)
Los días para Myeong al principio habían pasado con mucha lentitud, ya que se encontraba realmente desanimada y decepcionada de sí misma, pues creía que su padre también lo estaba, pero luego entendió que no. Pudo conversar mejor con él acerca de lo sucedido, su padre era todo lo que tenía, y había querido cuidarlo al estar enfermo, aunque terminaron descubriéndola. Pero al final, Jungkook le perdonó la vida y estaba agradecida, no obstante sentía algo de culpa por haberlo engañado acerca de ser Bomin.
Se encontraba observando el árbol de cerezo, pensando en lo que había hablado con su padre. Para ella era muy importante su libertad, y le había gustado lo vivido durante el reclutamiento, y sentía que casándose la perdería por completo. No quería para nada aquello. No quería vivir como los demás le decían, ¿por qué tenía que hacer lo que los demás le decían? ¿Por qué no podía vivir a su manera? ¿Qué estaba mal con eso?
—¿Myeong?
Al escuchar esa voz masculina sintió como se estremecía, pero aun así volteó lentamente, encontrándose con su típica vestimenta. Su cabello atado y algunos mechones cortos sueltos a los costados y atrás ondulados.
Sus facciones parecían algo endurecidas, no sabía si continuaba algo molesto, trataba de leer su mirada oscura, pero se le dificultaba.
Luego de correr a Myeong, las tropas fueron al Palacio Imperial a recibir los honores, pero lamentablemente aparecieron allí un pequeño grupo de los sobrevivientes de los hunos.
Tuvieron que luchar y lograron salvar al Emperador de ellos.
Después de eso, Jungkook se tomó varios días para poder pensar con claridad sobre si realmente quería hablar con Myeong, pues seguía sintiéndose realmente engañado y lastimado.
—¿Q-Qué hace aquí, capitán?
—Por un momento creí que me había equivocado, pero me alegra saber que no —suspiró—. Necesitaba... Necesito hablar con usted de lo que... sucedió. ¿No cree que nos debemos una charla?
—Sí, tiene razón. ¿Quiere entrar?
—Está bien.
Myeong comenzó a caminar algo nerviosa al sentir la intensa mirada de Jungkook, y escuchar sus pasos. Preparó té para ambos mientras este tomaba asiento y agradecía que su padre no estuviera, porque sino estaría ilusionado de que algo pasara entre el capitán y ella, lo que lograría ponerlos incómodos.
Es decir, sabía que el pelinegro sentía algo por su versión de Bomin, lo cual no lo juzgaba, pero había reaccionado así porque la había asustado en ese momento. Ahora dudaba mucho que también sintiese algo por quien era realmente.
—Bien, ya podemos hablar —mencionó sentándose frente a él, sin querer tomar realmente al sentir su estómago revuelto por los nervios.
—¿Quiere empezar usted? —preguntó dejando la taza en la mesa de al frente.
—No quería mentirle, mucho menos cuando dijo que tenía toda su confianza, pero mi padre es todo para mí y él está enfermo como para poder luchar. Creí que era buena idea disfrazarme de hombre, dar todo de mí en esos entrenamientos...
—Sí que lo diste —asintió soltando una ligera risa que hizo que ella lo mirara sorprendida.
—¿En verdad?
Jungkook, sin poder soportarlo más, se levantó acercándose, para luego tomar la taza que tenía ella y dejarla en la mesa, para así poder tomarla de ambas manos y hacerla levantar. Llevó la suya al rostro de ella, sintiendo cómo se tensaba, pero no las apartó, estaba maravillado con la belleza de ella.
Estaba seguro que iba más allá de lo mágico lo que sentía por Myeong.
—No me importa quién rayos seas, si Bomin, o Myeong, porque no solo enciendes mi corazón, enciendes todo mi cuerpo —confesó con voz profunda a centímetro de sus labios, observándola fijamente.
Pasó el pulgar por su esponjoso labio inferior, notando que ella quería hablar y los juntó, interrumpiéndola, sintiendo una explosión por dentro.
Jungkook movió sus labios, rogando que esta vez le correspondiera y, para su sorpresa, pasó. La fémina pasó los brazos alrededor de sus anchos hombros, por lo que el pelinegro pasó su húmeda lengua por el labio inferior de ella pidiéndole acceso.
En cuanto su lengua hicieron contacto, ella se sintió demasiado torpe, pues no tenía nada de experiencia, pero él empezó a guiarla sin ninguna molestia, al contrario, le encantaba eso. La tomó de la cintura, apretándola, mientras ella enredó los dedos en su cabello ondulado, provocando que gruñera y que ella quisiera más como él, por lo que Myeong comenzó a caminar hacia su habitación, guiándolo. Eso le hizo sonreír con picardía rompiendo el beso por un momento, por lo que la fémina se sonrojó al notarlo.
—Hermosa —murmuró besando la punta de su nariz.
—Cállate.
—Órdename.
Volvió a besarlo y él la tomó nuevamente de la cintura, chocando contra el umbral de la puerta, lo que le hizo soltar un quejido, pero entró a la habitación de ella. Cerró la puerta separándose de sus labios, y ella desató su cinta observando como su cabello ondulado caía, lo que le hacía ver más encantador ante sus ojos.
Al notar su timidez, decidió comenzar a quitarse la parte de arriba de su traje, notando su intensa mirada en su pecho desnudo.
Se acercó a paso cauteloso a ella, tomando su mano para pasarla por su pectorales, sintiéndola temblorosa, pero sabía cuánto lo había deseado, lo cual lo hizo sonreír y más cuando la vio sonrojarse. Dejó su mano aún allí y llevó la suya al mentón de ella, rozando sus labios hasta juntarlos.
Sus labios se movían sobre los suyos con hambre, encontrando un ritmo ideal entre ambos, haciéndola gemir entre el beso. Sus lenguas se rozaban y empezaban a pelear, lo cual le encantaba porque Myeong ya estaba dejándose llevar cada vez más, entrando en confianza, al punto que caminó hacia su cama dejando que la recostara allí.
Jungkook metió la mano dentro de su camiseta gris, sintiendo como su piel cálida se estremecía y como ella arqueaba la espalda. Decidió quitarla, tirándola a un costado, notando como su rostro se enrojecía e intentaba cubrirlos con sus brazos, pero se lo impidió llevando la mano a sus brazos.
—No hagas eso. Déjame verte, por favor —pidió con voz suave.
Myeong accedió bajando los brazos, aún sintiendo su rostro arder, y Jungkook observó sus pequeños senos, llevando las manos manos allí para comenzar a masajearlos. Inclinó la cabeza hacia adelante, pasando la lengua, succionado por momentos, lo que hizo que la fémina jadeara sorprendida por las sensaciones que le causaba.
El pecho de ella subía y bajaba, observando los orbes oscuros de Jungkook que la miraban con lujuria a la vez que presionaba su bulto sobre su feminidad, haciéndola gemir.
No podía creerse que iba a pasar y que realmente iba a entregarse a Jeon Jungkook, que se había enamorado de su versión como Bomin.
—Eres preciosa en toda la magnitud de la palabra, Baek Myeong —expresó dejando besos húmedos su cuello, presionándose nuevamente haciendo que volviera a gemir—. Dime si quieres seguir, porque yo sé que quiero, cariño.
—Quiero, Jungkook —murmuró en su oreja.
Jungkook la observó fijamente notando la seguridad en sus orbes mieles, por lo que dejó un beso en sus labios y comenzó a quitarle los pantalones junto a las bragas blancas, mordiéndose el labio inferior.
El sueño volvía a su cabeza, repitiéndose una y otra vez, pero la sacudió queriendo borrarlo, quitándose también los pantalones, liberando su molesta erección.
Se colocó sobre Myeong, mirándola deseoso mientras ella tenía sus piernas flexionadas y abiertas. tratando de dejar la timidez de lado, ya que su excitación era demasiada. Jungkook comenzó a bajar los besos por su abdomen, llegando a una de sus piernas, al muslo, sintiendo cómo se tensaba y lo tomaba de la mano.
—Confía en mí, ¿sí? —sonrió de manera tranquilizadora, y ella asintió insegura.
Siguió repartiendo besos en el interior de sus muslos, con murmurando inteligibles, pero que provocaban que ella sintiese un cosquilleo en su vientre que bajaba a su feminidad. Pasó la lengua por su feminidad, escuchando cómo un gemido quebrantado escapaba de sus labios, por lo que volvió a repetir la acción una y otra vez, encontrando el ritmo, succionando por momentos. Sin poder evitarlo, la fémina empezó a mover la cadera hacia arriba con anticipación, por lo que Jungkook decidió introducir un dedo, escuchándola jadear.
Lo sacaba y metía con facilidad, y al ver su rostro acalorado, la manera en la que se mordía el labio, decidió introducir otro.
Veía su pecho subir y bajar, su mano estaba ejerciendo algo de fuerza para que volviera su rostro a su feminidad, lo cual lo hizo sonreír ladinamente por la confianza. Eso le encantaba y no dudó en obedecerle.
Su lengua volvió a concentrarse en su clítoris, moviéndola en círculos y de arriba a abajo, por lo que ella empuñaba con más fuerza su cabello haciéndolo gruñir, como también excitarse más, mientras la fémina con la otra mano apretaba con fuerza la manta, gimiendo. Cuando Jungkook sentía su barbilla húmeda, y cómo sus piernas intentaban cerrarse, decidió apartarse, haciéndola lloriquear.
—Necesito sentirte...—la tomó bruscamente de la mejilla y juntó sus labios, siendo rápidamente correspondido.
Sus dientes chocaron al principio de aquel beso hambriento, pero a ninguno le importó. Delineó su miembro a la entrada de ella y lentamente lo introdujo, sintiendo cómo sus paredes lo apretaban, logrando que un gemido de dolor, mezclado de placer escapara de sus labios mientras se aferraba a su espalda.
Este gruñó por aquella sensación abrumadora y se quedó observando cómo tenía sus ojos cerrados con fuerza, su frente arrugada, por lo que se preocupó.
—¿Estás bien?
—Sí, sigue.
Jungkook dejó un beso en la punta de su nariz y comenzó a moverse lentamente, tratando de ser lo más cuidadoso posible al saber que era su primera vez.
Quería tomarse el tiempo necesario hasta que ella comenzara a disfrutarlo, y cuando empezó a ser así, ella gemía, sus mejillas estaban sonrosadas y sonrió antes de juntar sus labios, aumentando el ritmo.
—Jungkook...—jadeó sobre sus labios.
—Dime.
—Me gusta.
—Déjame probar algo contigo.
—¿Qué?
—Por favor, cariño —pidió acariciando su mejilla.
Ella asintió no muy convencida y este se salió de su interior, haciéndola soltar un quejido al sentirse vacía. La hizo voltear, llevándose una gran sorpresa al ver en su espalda un tatuaje de un dragón.
—¿Cuándo te hiciste esto, Myeong? —preguntó pasando las yemas de sus dedos por aquel tatuaje.
—Oh, la vez que tomé la flecha y tú decidiste que me quedara —contestó con una sonrisa.
—Es... hermoso.
—Lo sé. Me encantó.
La tomó de la cadera aún mirando el tatuaje, levantó un poco su trasero y separó sus nalgas, para luego tratar de introducirse nuevamente en su vagina, pero era demasiado para ella, por lo que no entró completamente. La sacó por completo y empujó otra vez, escuchándola gemir nuevamente de dolor y placer al sentirlo más profundo.
Myeong sentía que se le dificultaba respirar el sentirse tan llena, pero a la misma vez aquella sensación le fascinaba. Tenía su rostro apoyado en la almohada y sus manos aferradas a esta con fuerza, quería que se moviera, pero a la misma vez que se mantuviera quieto.
—Oh, me encanta esto —expresó entrecortado, Jungkook—. ¿A ti te gusta? —la fémina hizo un sonido con la garganta que le hizo saber que sí, por lo que sonrió—. Déjame moverme, ¿puedo hacerlo?
Myeong al escucharlo tan rogante, cerró los ojos mordiendo su labio inferior, apretando su miembro, lo que le hizo gruñir. Eso excitaba aún más a la fémina, quería hablar pero se le dificultaba, aun así, su voz salió.
—Hazlo.
Sus manos agarraron la cadera de la fémina para sostenerla en su lugar mientras comenzaba a embestirla primero de manera lenta, escuchando sus gemidos que intentaba callar.
El pelinegro cerró los ojos por un momento intentando no dejarse llevar porque sabía que no era correcto, pero no podía evitar recordar su sueño, como había follado a Bomin y quería hacer lo mismo. Quería eso. Lo necesitaba.
—Déjame hacértelo como en mi sueño, Bomin —pide con la voz profunda, apretando sus caderas con fuerza.
Sin más, comenzó a aumentar sus embestidas, escuchando el sonido lascivo de sus pieles chocando. Su miembro la llenaba por completo, sacándole el oxígeno por momentos, como también haciéndole gritar de placer y que el cojín se humedeciera por su saliva mientras lo apretaba con sus dedos con fuerza.
Sus testículos golpeaban aquel punto sensible con fuerza, y siguió su impulso dándole un azote como había hecho en ese sueño, lo que le hizo sonreír al ver su nalga enrojecida con su mano marcada.
—¡Oh, Jungkook! ¡Sigue! —se sentía temblar y como el cosquilleo en su interior se volvía aún más fuerte, como si fuese a causar una explosión en cualquier momento.
—Se siente tan bien.
Jungkook sintió como sus paredes apretaron su miembro, haciéndolo gruñir mientras un grito quebrantado escapaba de sus labios. Arqueó su espalda y su cuerpo se llenaba de espasmos, haciéndole saber que había llegado al orgasmo.
Jungkook siguió embistiéndola, volviéndose algo descuidado al estar exhausto, como también cegado por llegar al orgasmo. Sus estocadas eran erráticas y terminó apoyando una de las manos en su espalda, corriéndose dentro de ella, gimiendo ahogado, escuchando como jadeaba al sentirlo.
Se apoyó por un momento en ella, sintiéndose realmente exhausto, pero al notar que temblaba, se recostó a su lado, tratando de recuperar el aliento.
Ambos estaban agotados y sudados, pero a ninguno le importaba en ese momento.
—Vaya... Eso fue...—Jungkook no tenía palabras para describirlo, por lo que cerró los ojos pensando por un momento—. Myeong, ¿soy correspondido?
—¿Podemos hablar de eso en otro momento?
—Quiero estar contigo —mencionó sentándose, observándola con el semblante serio—. Y creo que lo he dejado claro.
—No quieres estar conmigo, Jungkook.
—¿Qué? ¿De qué hablas, Myeong? —indagó frunciendo el ceño—. Tú me gustas. ¿Por qué eso no te ha quedado claro?
—¡Tú no gustas de mí! ¡A ti te gusta mi versión de Bomin!
—¡No tienes idea de lo que dices! —dijo entre dientes, levantándose rápidamente para tomar su ropa.
—¡Claro que lo sé! Te escuché decirme Bomin.
Decidió ignorarla mientras se vestía, porque estaba realmente molesto y no por pensar que no tenía razón, sino todo lo contrario. Pues, mientras estaba con ella no había podido evitar recordar aquel sueño y desear que fuera Bomin en todo momento.
Siempre le gustaron las mujeres, pero desde que apareció ella disfrazada de él, todo cambió para Jungkook. No se había podido quitar a Bomin de la cabeza, no había podido evitar sentir cómo su corazón y su cuerpo se incendiaban por él, sentir esas millones de sensaciones.
Y ahora cuando miraba a Myeong, sentía que le atraía, pero no era nada comparado a su versión de hombre, lo cual no entendía el porqué.
Estaba demasiado molestó consigo mismo por no entender sus sentimientos hacia Myeong, porque se suponía que eran la misma persona, pero no le provocaban exactamente lo mismo.
—Cállate.
—Jungkook.
—Dime una cosa, Myeong —volteó a verla una vez que estaba completamente vestido, y se acercó a ella—. Si estuviera enamorado de ti, como lo estoy de "Bomin", ¿me corresponderías?
La miraba con sus facciones endurecidas, sintiendo un nudo en su garganta al ver su mirada vacía, sin una pizca de sentimientos hacia él, lo que le hacía extrañar cuando miraba a Bomin, porque sentía que aunque fueran la misma persona, cuando lo miraba a él era diferente. Tenía un brillo especial que le creaba ilusiones, pero quizás era solo su tonto corazón inocente.
—No.
—¿Por qué?
—Jamás perdería mi libertad por ningún hombre.
Luego de recibir esa respuesta, Jungkook, simplemente, asintió repetidamente sintiendo un nudo en su garganta, para luego marcharse, dejándola allí. Pero no sentía un nudo en su garganta por la fémina, sino porque aceptaba que jamás sintió alto Myeong, solo por una versión que ella había creado y que él había terminado creando sentimientos, aunque no quisiera.
Y ahora iba a tener que buscar la manera de desaparecerlos, porque Bomin jamás existió.
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