❄️ 𝘕𝘶𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘙𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘴𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴
Ordenar los papeles, revisar las residencias, corroborar las órdenes de suministros en el castillo y firmar las aprobaciones que mi padre el duque de Edimburgo realizaba, a veces no era tan sencillo, en algunos casos, muy escasos, encontraba errores en algunos archivos y debía devolverlos.
Habían ingresos e informes de los orfanatos y ancianatos, eso era en lo que me fijaba mayormente, en las casas de ayuda dónde las personas sin hogar eran cobijadas, en las bibliotecas inauguradas y las que estaban en remodelación, en los parques que apenas estaban abriendo o los que estaban siendo pintados.
Mi cansancio a menudo vendría siendo mental, dónde los mares se chocaban era en la hora media, justo cuando el reloj sonaba y debía ir a almorzar porque muchas cosas a veces no las revisaba con cuidado y podría cometer errores.
El Intercom con la secretaría sonó. Atendí.
— ¿Sí? —
— El joven Patch Granger, su nuevo asistente, espera en la secretaría —escuche el comunicado de la secretaría y por un momento medité en el nombre.
¿Patch Granger? Un nombre muy extraño a decir verdad, pero reconocía el apellido, los Granger era una de las tantas familias de clase media alta en Edimburgo, tenían distinciones y suponía que Patch Granger venía por la suya.
— que pase —permiti cerrando el Intercom.
Me tomé un momento y busqué en internet el significado de aquel inusual nombre, casi como si con ello supiera cómo sería Patch Granger. Muchos dicen que los nombres destacan la personalidad de alguien o les da la bendición de como ser, estaba intrigada en cuanto a esta teoría porque ciertamente el nombre de muchos llegaba a encajar con la personalidad.
Busque en internet "significado del nombre Patch" y tan solo en las primeras líneas, el nombre resplandecía con un significado griego "roca" y fue inevitable no pensar en Patch Granger como un joven de gran estatura y fortachon, rebusque aún más y encontré a tan solo cinco páginas más abajo el nombre de Patch y otro significado "noble".
Las puertas se abrieron casi de inmediato y quedé corta de imaginación para formular a un Patch Granger en mi cabeza, hasta que ví entrar a una nueva persona en mi oficina.
Un chico de cabello zanahoria, mucho más rojizo que el mío, con pequeñas pecas en su nariz que apenas eran notables pero se diferenciaban de su piel pálida, no era fortachón, pero estaba bastante fornido, era de una estatura mediana, tal vez unos setenta. Dió una reverencia rápida, pero no parecía torpe, educado en el silencio casi, esperaba ver a alguien nervioso en su primer día, pero solo veía a un chico con un puesto cerca de mí y daba aires de que era muy enigmático.
Me acomode en mi asiento y fruncí mi ceño, parecía una roca, pero por su falta de emociones, era noble, sus ojos denotaban un aspecto particular de gentileza.
Pero no decía nada.
Y yo no podía, no decir nada.
Así que hable— ¿Conoces el significado de tu nombre? —a lo que él frente a mí y atento a mi pregunta, recto como roble respondió.
— nobleza, su alteza —
— es de origen americano —agregue para denotar mi superioridad— ¿Te llamas Patch Granger? ¿De los Granger de Blackford? —
— No, su señoría, soy solo Patch Granger —no era un hijo de un noble.
— ¿Cómo obtuviste el trabajo? Joven Granger —ahí denoté aún más mi interés.
— el señor Campbell fue mi maestro por mucho tiempo, vengo del orfanato de Southside en la avenida Queen's —
— ¿Quién es Campbell? —no recordaba a nadie con ese nombre.
Hasta que él dijo— el señor Jonathan Campbell trabaja aquí hace mucho —caí en cuenta que se refería a Jonathan en cuanto mencionó su nombre.
Nunca habíamos utilizado su apellido como referencia, por eso que alguien lo dijera, sonaba extraño.
— … pero estoy segura que el joven Granger será propicio para usted —
A mi mente vino aquella frase de Jonathan y por un momento tomó sentido, el porque decía que era de confianza era porque realmente lo conocía bien.
Debía admitir que se veía como un chico serio y responsable, tal vez porque Jonathan fue quién le educó para ello.
El momento se volvió incómodo cuando el señor Granger se mantuvo ahí de pies, yo sentada como si fuera una jefa en pleno despido y el silencio del momento que nos envolvió en un dilema de tiempo.
No sabía exactamente qué hacer con alguien a mi disposición de esa forma, Jonathan se la pasaba junto a mi padre en todo momento o a veces tenía tareas aparte, pero exactamente con Patch Granger completamente a mi disposición no sabía que debía hacer.
Hasta que las puertas tras del señor Granger se abrieron y apareció a mi vista la señora Hamilton, fruncí mi ceño, cuando ella resguardo su cuerpo bajo una bufanda y mirando de arriba a abajo al joven Granger me miró y habló— disculpe, duquesa, no tenía idea de que estaba ocupada —se retractó de su presencia de inmediato y dispuesta a marcharse la detuve a tiempo.
— no, señora Hamilton, el señor Granger es ahora mi mano derecha, será mi apoyo —mencione mirándole con una sonrisa de aceptación, aunque no estaba segura de llegar a necesitar su ayuda, al señora Hamilton miró al señor Granger y luego a mí casi como si le resultará extraño, pero asintió comprendiendo lo que le había dicho.
— en ese caso, duquesa —y se acercó a mi puesto, se sentó frente a mí y manteniendo su postura recta y dominante de siempre dijo— debo recordarle sobre nuestra charla con respecto al próximo baile que dará —volvió a caer la carga una vez más sobre mí.
Suspiré rendida frente a ello y cerrando mis ojos le recordé— creí que la duquesa consorte le ayudaría con ello, ya di las aceptaciones pertinentes y todo lo demás con respecto al baile de mañana por la noche —recalque.
Pero la señora Hamilton frunciendo su ceño atacó de inmediato— no tiene que ver con los arreglos, sino con referente a su presencia frente a la sociedad como dama —era mi primer baile.
El primer baile que haría en mi vida y para la temporada de invierno. Era casi como decir mi primera oratoria frente a todos.
Apenas y había practicado lo que diría, porque aunque tenía todo el monólogo escrito, no me armaba de valor para expresarlo.
— sé que debo hablar frente al público —
— Señorita Collins —y una vez más me llamó la atención, con esa voz tan detonante que tenía la señora Hamilton, seguía frunciendo su ceño.
— disculpe —masculle.
— usted debe presentarse como condesa y como dama, el tiempo en la que la he preparado para esto ha llegado, debe contar con todo el apoyo posible, es una Collins, pero hay muchos rumores que debilitan su presencia —como si no fuera suficiente con los reportes o con las noticias de que era toda una inexperta en el puesto de un conde.
Pero en la cena con los duques me había ido excelente— tranquila señora Hamilton, tengo a los duques de mi lado —recordé que me habían aceptado, eso era un gran paso.
Aunque la señora Hamilton parecía no verlo así— ¿hombres? —cuestionó ofendida— yo no hablo de apoyo de duques, habló del apoyo en la sociedad como dama —prácticamente lo dijo como si no supiera de qué estaba hablando.
Ciertamente la sociedad y los deberes de un conde se cruzaban entre ellos y es por ello que necesitaba a la señora Hamilton y también necesitaba a Patch Granger, ambos eran expertos en distintas ambas áreas y era realmente necesario para que mi visión como condesa se despertará ante el pueblo de Inglaterra correctamente.
— Por ello también hago los bailes —respondí a la señora Hamilton, pero de inmediato ella negó y se levantó de su asiento, casi como si se hubiera estresado por mi falta de entendimiento a lo que quería decirme.
— estuve hablando con el barón Johnson, es uno de los barones de Edimburgo en el distrito de Saughton —volvió a esa mirada autoritaria y pronto reveló sus intenciones— al parecer el barón tiene un interés amoroso en una señorita del pueblo, pero es entendible el hecho de que una mujer citadina como ella no podrá encajar tan rápido en la sociedad como la nuestra, es por ello que el barón Johnson recurrió a mi consulta por nuestro éxito de su persona —se refería a mí— y el señor Johnson esperaba que su prometida pudiera ser encaminada en esta vida con su ayuda —se detuvo un momento y espero mi respuesta pacientemente.
Reconocía al barón Johnson de Saughton y sabía que como muchos otros él era una un tanto exquisito en cuanto a sus gustos, era un hombre refinado y de cabello azabache muy bien peinado siempre, con un bigote que lo hacía sentir supremo, era muy refinado y a menudo tiraba a insultar a los demás con una risa burlona, casi siempre con una copa en mano y luego en sus labios, aunque ciertamente nunca le había visto siendo un casanova, más bien siempre era selectivo en cualquiera de sus decisiones.
Pero que un barón como él se enamorará de una mujer del pueblo, lejos de la sociedad en la que nos veía envuelta, era extraño.
— ¿usted le enseñaría a ella a ser una dama de alta sociedad? —cuestioné a la señora Hamilton, pero algo me decía que no era tan así.
— esperaba que la señorita Collins fuera quién la recibiera y le enseñará todo lo que en este tiempo yo le enseñe, en los tiempos de antes, cuando una mujer era vista de alto rango no solo por su posición, estas siempre buscaban tener acompañantes o pupilas a su alrededor, demostrando que era un ejemplo a seguir y que también era un modelo en la sociedad y más cuando lograban con gran éxito que encaje con la sociedad —
Una de las tantas historias de etiqueta que la señora Hamilton me recitaba siempre y ahora estaba encaminando las intenciones de la señora Hamilton— señora Hamilton, yo no creo que sea buena idea… —
— Antes que se niegue a esto, déjeme decirle que es importante que usted se muestre muy empoderada en esta época, señorita, no solo los duques y la sociedad de mujeres la ve, sino también el pueblo y el rey —
— por lo mismo, señora Hamilton —me levanté de mi asiento y traté de explicarle mi punto de vista en calma— no puedo arriesgarme a tener otra responsabilidad en mis manos, tener a una pupila sería un trabajo aún más pesado —
— pero haría una gran vista para el pueblo de Inglaterra —expresó la señora Hamilton— sabe que tiene nuestro apoyo, pero no podemos decir lo mismo del pueblo, los periódicos hablarán de esto, los reporteros se enfocarán en su buena voluntad, no solo en acciones como condesa, sino como persona y también como dama —
Sabía que esta era mi temporada, sabía que el invierno podía ser frío y duro, pero también era la temporada en la que demostraría que era la indicada para ser una condesa, para relucir el apellido Collins, para darme a conocer como parte de la realeza.
Lo que decía la señora Hamilton era cierto, aunque sonaba extraño y encaprichado, pero cuanto más votaciones y buenas aprobaciones tuviera, el pueblo y la monarquía completa aceptaría que realmente era una Collins y tenía un camino que yo misma había marcado.
De pronto una pesadez de duda invadió mi cuerpo. Casi como si mi respuesta dependiera de mi futuro. Aunque tenía cierta duda de cómo sería aquella mujer a quién realmente el barón Johnson amaba y quería que fuera su esposa.
Pero, ¿cómo saber si realmente sería lo correcto?
Quería una tercera opinión y había una tercera persona en este lugar— señor Granger, ¿qué opina? —esperaba su opinión como una persona neutra entre ambas.
Granger entonces dijo— mi deber es ayudarla como condesa, pero si me lo permite, su presencia en la sociedad sería más alta y resaltante sí se encargará solamente en sus responsabilidades y no en asuntos de otras personas —
Pronto esto se tornó en distintas vistas que tanto la señora Hamilton como el joven Granger discrepaban.
— con todo respeto, joven, este asunto trata sobre la popularidad de nuestra condesa —
— en base a sus acciones justas y su trabajo será victoriosa de eso estoy seguro, señora Hamilton, pero si la condesa lo acepta, no dudo en que su popularidad subirá —
— entonces dices que la señora Hamilton tiene razón —
— por supuesto que la tengo —se exaltó la señora Hamilton— es la mejor decisión —
Comprendía su punto de vista y el joven Granger se reverencia ante ella en acuerdo, tal vez sería la primera en realizar esto en nuestra generación y sí daría de qué hablar y sería un gran paso.
Además, no se perdía nada con intentarlo.
— bien —era un riesgo que habría que dar— que se presente mañana —volví a mi asiento y abrí el computador— será propio presentarla en el baile como una nueva señorita en al sociedad —y los ojos de la señora Hamilton se iluminaron, se inclinó ante mí con al reverencia propia y supe que una nueva misión estaba en proceso.
— así será, su excelencia —
La señora Hamilton pronto desapareció del despacho y suspiré en rendición.
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