Carta 28
Seguí rehusándome por meses a cuidarte, mis días cada vez eran un caos con tus ocurrencias y yo de paciencia tenía poco y nada.
Quería nuevamente aquel silencio en el que vivía antes de ti, o al menos algo de tranquilidad, porque a veces me hacías sentir a punto de estallar.
Muy a pesar de eso, en el fondo sabía que te amaba.
A veces te cuidaba, a duras penas, pero lo hacía, las veces que no me negaba eran cuando mamá saldría sola, y sin ella tú eras tan diferente.
Pero me hubiese gustado pasar más tiempo contigo.
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