La lista
El sábado por la noche, casi dos semanas después de lo ocurrido con Maggie, al final de mi día de trabajo fui a revisar la lista.
Esa dichosa bitácora de asistencia, venía haciendo eso desde que habías dejado de ir. Todos los fines de semana. Cuando entraba lo primero que hacía era cruzar la línea de empaque, atravesar el pasillo y tomar la lista correspondiente a nuestro grupo, sin voltear atrás.
Todos los fines de semana yo entraba a partir de las 4:00Pm. Entonces siempre que buscaba tu nombre en la lista tenía la vaga esperanza de que estuvieras ahí, esa tarde no había podido hacerlo porque Javier quería hablar conmigo.
Estaban teniendo problemas pues al parecer nuestro antiguo coordinador había renunciado, y los asistentes no podían ocuparse de los demás trabajadores. Mariel, una amiga mía. Fue la encargada de ocuparlo en esa ocasión.
Cuando tome la lista entre mis temblorosas manos y busque tu nombre todo se volvió gris a mi alrededor. Me temblaron las piernas y sentí como si me ubieran dado un golpe muy fuerte en la cabeza.
Volvió el aturdimiento a mi y lo único que pude percibir fue el ruido sordo que hizo la tablilla de madera que sujetaba la dichosa hoja cuando impacto contra el duro piso.
Corrí por el pequeño pasillo hasta que tope con un pecho blando que se tambaleo tomándome por los hombros, aguantando mi peso y el suyo sobre sus pies. Me tomo bastante tiempo estar consciente de que esas manos que me sujetaban eran una persona, era una chica... Era Julieta.
-Reneé.. casi me tumbas - dijo divertida.
Mi vista continuaba perdida en un punto indeciso. Entonces su rostro cambio completamente, se puso seria y me vio preocupada.
-¿Reneé?... ¿Qué pasó?-Pregunto preocupada
-...Carlos... - intenté decir.
-¿Como...?
-Quitaron a Carlos de la lista...- susurré.
Me despedí de Julieta de una manera casi ausente. Me sentía como un zombie. Descubrir que habías sido dado suspendido fue un golpe bajo. No estaba preparada para tu partida. Sin embargo intenté arreglar el juego a tu favor, antes de irme había hablado con Arturo, el antiguo coordinador y le había comentado que no podías asistir por "problemas personales".
El me pidió discreción, también me dijo que podías regresar cuando todo se restableciera.
Lo complicado era de que modo te lo iba a decir a ti. Crucé la calle para ir a la parada de autobús, y cuando mi aturdimiento disminuyó un poco tome mi móvil y te llamé, no contestaste. Lo intente 10 veces... Si, así de insistente soy. Me di por vencida y te escribí un mensaje de texto:
"Oye... Pasó algo en el trabajo, tiene que ver contigo"
La respuesta no se hizo esperar demasiado, pues a los dos minutos me llegó un mensaje de tu parte:
"Dime... Jajaja, ¿Qué pasó? "
Respire hondo y solté el aire.
"Quitaron tu nombre de la lista...".
Escribí.
"¿De verdad?".
Contestaste casi al instante.
Era mucho, muy difícil decirte que te habían dado de baja, tenías ya demasiado problemas para agregar uno más.
Entonces mi móvil vibró una vez más en mi mano.
"Mira... Esque..."
"No quería que te enterarás de este modo... Quería decírtelo personalmente, de frente, pero pues creo que ya llegó el momento.
En unos días más voy a ir a dar las gracias y a decir que ya me voy, pues ya no podré ir a trabajar. Quería decírtelo yo...
Y no que te enterarás así, Reneé."
"También vi que estuviste llamándome hace poco... ¿Pasa algo?"
Mi respiración se atasco en mi garganta y una punzada en el estómago me atravesó al instante en que leí tus mensajes.
"Tenía miedo... Y quería hablar contigo... Mi autobús ya se demoró bastante."
Respondí intentando evadir el tema del trabajo.
"Ya es noche, mejor toma un taxi, ¿Quieres que te pida un Uber?"
Respondiste.
Tú... ¿Estabas preocupado por mi?. Una sonrisa triste se dibujo en mis labios en ese momento. Al mismo tiempo de que un taxi de sitio se situaba cerca de mi. Me subí a él intentando aplacar mis nervios, los cuales no eran por la hora en que llegara a casa, sino por tu pequeña muestra de preocupación.
"Ya tomé el taxi, no te preocupes."
Te escribí una vez más.
"Ten mucho cuidado, y por favor Reneé, Escríbeme en cuanto llegues a casa de acuerdo...? "
En el instante en que leí esas palabras mi corazón se desestabilizó. Mi vista se nubló, y mis ojos se llenaron de lágrimas.
El aturdimiento volvió.
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