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V E I N T I N U E V E

Maratón 1/?

Daniel me deja frente al edificio de Lina e ingreso luego de despedirme. Él no ha mencionado palabra sobre lo ocurrido en mi casa, y lo agradezco. Mi cabeza es un revoltijo de pensamientos, unos más destructivos que el otro, no estoy muy segura de qué hacer: ¿Enfrento a mi madre? ¿Pero con qué cara si soy yo la culpable de nuestro distanciamiento? Mi culpa por enamorarme de alguien que ella no aprobó, mi culpa por no haberla puesto como prioridad y construir una muralla del tamaño de Canadá entre nosotras y mi culpa por olvidarme de que existe siquiera.

Arribo las escaleras valiéndome de la linterna de mi celular, los encargados del edificio apagan las luces pasadas las once de la noche y no la prenden hasta las cuatro de la madrugada, y teniendo en cuenta que ya solo falta quince minutos para que sea media noche. Con el menor ruido posible, abro la puerta del departamento e ingreso y me descalzo los zapatos para caminar con más ligereza, Lina está cubriendo su turno en el hospital, pero mamá ya debe de estar descansando. Me abro paso por la sala y voy a la habitación que comparto con mi madre, la puerta está semiabierta, me acerco a ella observándola dormir, tiene la expresión pacífica respirando pausadamente, le acaricio suavemente el cabello negándome a dejar salir las lágrimas. No soportaría perderla ella… no. Si lo de Bruce me hizo venir abajo, lo de ella simplemente me destruiría.

Me niego a creer que ella tiene esa enfermedad, mañana hablaré con ella e iremos a otros especialistas, no podemos quedarnos con una sola opinión. También investigaré, la ciencia avanza cada día, a lo mejor ya hay una cura o algo que contrarreste los efectos. Tiene que haber algo por hacer. Por Bruce no pude hacer nada, por mi madre no me rendiré.

Por la mañana recibo un mensaje de Logan, recordándome que no puedo llegar tarde y que el día de hoy tenemos una reunión muy importante. Por un momento dudo en hacerle caso, pero se me viene a la mente que mamá está siendo medicada y que no puedo permíteme el no tener dinero. Ella tiene las acciones de la constructora, pero tenemos que buscar otro lugar en donde vivir, no podemos quedarnos aquí mucho tiempo, así que me guardo el orgullo y voy al hospital.

Al llegar me encuentro con Ginny sentada en el asiento de Walsh. Logan brilla por su ausencia.

—¡Oh, eres tú! —sonríe la mujer rubia mirándome desde su posición, ingreso a la sala y cierro la puerta a mis espaldas— Logan ha de estar muy complacido contigo como para seguir teniéndote aquí.

Dejo caer mis cosas sobre mi escritorio. Arrugo el entrecejo y la miro con la ceja enarcada.

—Hago bien mi trabajo —me encojo de hombros.

—No lo dudo.

—¿Hay algo que quieras decirme o seguirás con tus indirectas? —me planto ante ella.

Se pone de pie y queda frente.

—Yo solo estoy diciendo que en los años que ha trabajado en este hospital no ha necesitado una secretaria.

—Hay una primera vez para todo —me cruzo de brazos al decir eso.

—No con él, niña —sonríe como si yo fuera una tonta—. Mira, me caes bien, pero Logan no es de fíar. Solo no te dejes engañar.

Ladeo la cabeza y sonrío con burla.

—¿A qué se debe esto? ¿No era tu novio? ¿O esto solo es una escena de celos? —espeto.

—Lo fuimos hace un tiempo, y me sirvió para conocerlo. Él solo usa y desecha. No seas la siguiente.

—Mira, Ginebra —Me acerco un paso—, para ser una mujer tan hermosa y profesional, me sorprende que caigas tan bajo como para pelear con otra por la verga de un hombre cuando allá afuera hay de todos los tamaños y colores que te plazcan.

—No se trata de esto.

—Entonces de qué? -suspiro.

—Su madre te destruirá.

—No le tengo miedo.

—Deberías.

—¿Sigues interesada en él? —cuestiono.

—¿Es lo único que escuchaste de todo lo que te dije?

Me encojo de hombros.

—Tal vez —responde—. Pero no soy de las que se arrodillan a rogar o las que odian a otras mujeres por eso.

—Genial, no es necesario que me odies, por mí tienes el camino libre. Mi relación con él es meramente laboral.

Doy media vuelta dispuesta a empezar con mi trabajo, desde el umbral de la puerta, Logan me observa con atención. Aparto la mirada.

—¿Qué haces aquí Ginny? —cuestiona caminando a hacia su escritorio.

—Solo venía a saludar —se encoge de hombros mirándolo.

Ruedo los ojos y voy a mi puesto. Ignoro de lo que hablan durante los cinco minutos siguientes. Confirmo las citas del día y organizo los horarios de la semana, recibo llamadas y cancelaciones, casi para la hora del almuerzo llamo al último paciente de la mañana y aprovecho para salir del consultorio.

En todo lo que lleva el día solo he cruzado con Logan meras palabras formales, todas referidas al trabajo, luego de que la rubia de piernas largas se marchó ni nos dignamos a dirigirnos la mirada.

[…]

Ya han pasado tres semanas en que Logan y yo no hablamos, por la mañana nos saludamos, le paso el nombre de los pacientes y al final del día nos despedimos. Eso se convirtió en una rutina, el orgullo de ambos librando una batalla silenciosa que ninguno está dispuesto a perder.

Aún no he hablado con mamá, tuve la intención de hacerlo varias veces, pero no fui capaz, cuando iba a abrir la boca la vi sonriéndole a Christina, no quería arruinar el momento, es la única vez que la tristeza se disipó de sus ojos, no podía ser yo la causante de traérsela de vuelta.

Lina me ha acompañado a todas mis sesiones de terapia, Hope la ha estado cubriendo durante esas horas, ellas han sido una buena compañía durante estas semanas, al igual que María, Sansa e Isabelle, aunque solo Lina conozca lo de Bruce las demás me han hecho sentir parte de ellas en muy poco tiempo, y no me he sentido parte de algo desde hace meses.

Supongo que eso bueno.

Suelto un pequeño suspiro mientras camino por los pabellones desolados. La grava suena bajo mis botas y el olor a tierra mojada se cala por mis fosas nasales, la tormenta de anoche ahora solo es un recuerdo, solo queda los charcos que aún no se secan y el viento frío que sopla desde el sur.

El único sonido a varios metros a la redonda son los de mis pasos vacilantes. Conozco el lugar de memoria, aunque solo haya estado aquí dos veces.

Giro en la última esquina y llego.


Steven Bruce Làconi

Hijo, novio y amigo.
Dueño de las aventuras
y amante de la vida.

Siempre en nuestros corazones.

Tus seres queridos.

Me quedo parada frente la lápida leyendo una y otra vez las palabras gravadas en ella. Mi vista se vuelve borrosa cuando se me aguan los ojos.

—Hola —le susurro al viento.

Caigo de rodillas sobre el césped, mis rodillas se raspan por la fricción, mis uñas se hunden en el pasto y se llenan de arena.

—Perdóname por no haber vuelto —sollozo—, sé que debí venir antes, pero eso era aceptar que estás muerto. No podía.

Extiendo la mano y toco los restos del ramo de rosas que alguien dejó. Los pétalos se deshacen bajo mis dedos esparciéndose cuando una ráfaga de viento particularmente fuerte sopla, mi cabello se me pega a la cara humedeciéndose con las primeras lágrimas que libero.

—Feliz cumpleaños —murmuro—, feliz cumpleaños, amor. Es irreal que ya sea un año de no tenerte, de no poder besar tus labios y abrazar tu torso. Ha sido un año tan duro, he perdido tanto después de tu partida, ahora ya no tengo una familia, ni tengo a Ciaran y ni tengo a Sasha. Me he vuelto una perdedora. Sí, esa palabra me define bien, porque estoy perdiendo a mamá y Rosemarie me ha quitado a Logan.

Me acomodo cruzando las piernas, mis dedos juegan césped frente a mí.

—Tenía una esperanza con él —confieso—, pensé que él podía a ayudarme a salir del fango. Me equivoqué. No puedo esperar eso de nadie, después de todo un amigo no es un terapeuta. No podía esperar eso de él siendo el hijo de su madre. Pero ya lo entendí y estoy continuando sola, en eso sí que me ayudó —sonrío—, tiene razón, no todo es oscuro. Y este es un ejemplo, Bruce, yo no era capaz de pisar este lugar y ahora estoy aquí aceptando lo que ocurrió, no te voy a negar que quema tener que hacerlo, pero Hela, mi psicóloga, dice que estoy avanzando. Después de todo estoy aprendiendo a vivir con la espina.

Cierro los ojos y respiro hondo, atrayendo un recuerdo suyo, y allí está lo que tanto temí.

—Tu rostro empieza a verse difuso, ya no recuerdo la textura de tu piel ni la fragancia de tu perfume. De lo que tanto corrí empieza a alcanzarme y estoy muy asustada. Creo que es lo más doloroso de este proceso de sanación.

Abro los ojos otra vez, la sólida piedra acaparando mi vista. Esa noche no debía terminar así, era su cumpleaños, estábamos felices, me iba a graduar unos pocos meses después, Ciaran volvería a Rusia y le haríamos una megafiesta de despedida, Bruce y yo nos mudaríamos juntos y tal vez, ahí en lo las profundo, esperaba que diéramos el siguiente paso, dar el sí y tener nuestro felices por siempre.

—La vida es realmente jodida —le digo—, el felices por siempre es solo marketing y la felicidad está infravalorada. Las personas creen que la felicidad está al final de la meta, pero no, la felicidad siempre está ahí, en los pequeños momentos, como el beso inesperado de la persona que amas, el abrazo de un amigo, pasar de grados en la escuela, encontrar cinco centavos en la calle. Solo hay que sumar todos esos momentos para que uno se dé cuenta de cuan feliz es. Y yo, mi amor, era tan feliz, tenía miles de momentos, todos tan claros, y fue el peor golpe perderte porque tú ocupabas la mayoría de ellos, me diste tantos momentos…

Levanto la vista al cielo con las lágrimas cayendo por mi rostro, el sol me calienta los hombros y la necesidad gritar me arde en la garganta.

A lo lejos, el sonido de pasos me hace bajar la cabeza y mirar a mis espaldas. Una parte de mí esperaba encontrarme con Ciaran acercándose, sin embargo, es a Logan a quien veo acercarse a paso lento.

Me seco las lágrimas del rostro y me pongo de pie.

—¿Qué haces aquí? —inquiero cuando llega a mí.

—No asististe a tu sesión —responde, se mete las manos a los bolsillos—, no respondías las llamadas y tu madre me dijo que estarías aquí.

Asiento.

—¿Cómo sabías que no fui a la terapia? —le cuestiono, aunque sé la respuesta— Me diste el día libre.

Guarda silencio decidiendo en decírmelo o no.

—Ni te esfuerces —detengo cualquier respuesta suya—, vi tu Jeep estacionado frente al consultorio en las últimas tres citas.

—No se suponía que me vieras.

Ladeo la cabeza.

—¿Por qué viniste? —trato de que mi voz no suene rota, no sé si lo logre— ¿Vienes a culparme de otra cosa? ¿Tu madre te dijo que soy la causante de que no exista la paz mundial?

—Vine a apoyarte.

—¿En qué? —lloriqueo— Me trataste de lo peor y me alejaste. No me has dirigido la palabra por semanas.

—Te prometí ser tu pilar para que no caigas, este es un día que necesitas que alguien te sostenga.

—No alguien que desconfía de mí.

—No me entiendes.

—No, no lo hago. Creíste en ella sin darme una oportunidad de defenderme.

Se pasa la mano por el pelo, suelta un grito frustrado.

—No hablemos de eso hoy, ¿bien? Solo permíteme estar a tu lado.

Evado su mirada y descanso la vista sobre la lápida de Bruce. Niego. Él es el hijo de Rosemarie, la mujer que más daño le hizo a Bruce, no puedo tenerlo cerca, no se supone que lo haga.

—Por favor —insiste.

—Hay muchos amores en la vida —menciono—, pero solo uno te marca para toda tu existencia. Bruce hizo eso conmigo, marco mi alma, fue lo mejor que me pasó.

—Lo sé.

—Era la mejor persona que conocí, tan genuino, honesto y directo. Jamás podría dañar a nadie —clavo mis ojos en él—, jamás haría algo que destruyera la vida de otros, es más, él era capaz de darle luz a los días de cualquiera. Así que no, él no hizo lo que esos papeles que tu madre te entrego decían, por consecuencia yo tampoco.

—Kiera, te dije que no hablemos de eso.

—Escúchame, no permitiré que nadie manche su nombre y mucho menos tu madre, ¿sabes por qué? —niega con la cabeza—. Porque ella no pensó en la maravillosa persona que era él antes de hacerle pasar por tanto sufrimiento, tu madre es una arpía, Logan, es una lástima que yo te lo diga, pero es así. Ella es cruel, es mala, y si fue capaz de plantarnos drogas te confieso que eso no fue lo único que hizo.

—¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? —da un paso al frente— Me dices eso, pero sigues ocultándome cosas, háblame con la verdad y dime por qué ella fue capaz de eso, dímelo y te creeré, pero si sigues hablando entre líneas no podré hacerlo nunca.

Doy un paso atrás mientras niego.

—No, esa no es mi obligación.

—Entonces no puedes pedirme que crea en ti ciegamente.

Me encojo de hombros.

—Es tu derecho. —Miro por última vez la lápida, me acerco a ella, beso mi mano y la acerco a la fría roca.

«Hasta luego, caballero de brillante armadura»

Paso por el lado de Logan y me alejo, no tarda mucho en seguirme. Caminamos en silencio hasta la salida del cementerio. Sus dedos se enroscan en mi brazo y me detiene cuando voy a cruzar la calle.

—Dímelo —suplica—, no me dejes entre la espada y la pared. Déjame saber cuál es el lado correcto.

Observo su mano tocando mi piel.

—Kiera…

—No aquí, no ahora —murmuro.

Mi móvil suena y lo saco de mi bolso de mano. La pantalla se ilumina mostrando un número no registrado. Trago saliva y levanto la mirada.

—¿Responderás? —consulta.

Niego con la cabeza. La llamada se corta y recibo un mensaje del mismo número, desde la ventana de las notificaciones veo una sola cosa, un emoji de reloj.

La sangre se me enfría y pierdo apoyo en las piernas. Logan se apresura a tomarme antes de que caiga al suelo.

—¡Hey! —exclama. Me sostengo de su camisa, moviendo la cabeza en negación.

—Nada, nada —aseguro—, solo que no desayuné, se me bajó el azúcar.

Me mira con desaprobación. Me obliga a caminar agarrándome de la cintura y pasando mi brazo por encima de sus hombros.

—¿Qué haces? —inquiero con voz débil.

—¿Que qué hago? —espeta— Llevarte a un a lugar para que comas algo decente y no las porquerías que te compras de almuerzo en el hospital.

Quiero llevarle la contraria, pero no me lo permite, abre la puerta de su camioneta y me ayuda a subir. Me coloca el cinturón de seguridad como si fuera una niña y luego cierra la puerta. Mis manos se aferran a la tela de mi falda en lo que él se sube al otro lado.

—No es necesario —afirmo.

—Sí, si lo es.

Maldigo en silencio. Pone en marcha el Jeep y nos alejamos del cementerio.

—Bien, y dónde se supone que me vas a llevar.

—A mi departamento.

 


Nota de la autora:

Hola Chikiguapis!

Este es el capítulo que debía publicar la semana pasada pero en mi ciudad vino una horrible tormenta y gran parte del techo de mi casa se dañó, he estado ayudando con  las refacciones por lo que no he tenido tiempo que envertir en mis novelas. Como compensación decidí hacer un pequeño maratón durante la semana, entre hoy y mañana estaré alzando otro capítulo y luego otro hasta que llegue el domingo.

Espero el capítulo les haya gusta y si es así no se olviden de votar ni de comentar así llego a más personas.

En fin, nos leemos después.

PD: ¿Les gustó la nueva portada? austrova hace maravillas!

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