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T R E I N T A Y T R E S

Parte I

Pov: Temnyy.

Marzo, 2002

El cristal de la ventana se empaña cuando mi aliento toca el material. La escarcha al otro lado del alfeizar se acumula cada hora que pasa y la nieve no da tregua. El cielo está tan oscuro que no me deja distinguir la hora, fácilmente podría ser unas horas antes de la media noche, o bien solo falta un par para que amanezca.

El ruido sordo de un disparo corta el silencio. Bajo la vista a mis manos, están heladas, el guante que madre me coloco horas antes no es suficiente. Mis orejas también están frías y me duele respirar. El fuego de la chimenea se apagó hace mucho.

—¿Tienes miedo, hermano?

Mi voz suena asustada. No quiero que suene así. Padre podría decepcionarse.

—No, ¿tú?

Niego, sé que él sabe que miento, pero también sé que no dirá nada. Se parece mucho padre, con su pelo blanco como la nieve y su expresión de estar siempre enojado, pero no conmigo, a mí siempre me sonríe, padre igual, son distintos con todos, incluso con madre, pero no conmigo.

—¿Ellos estarán bien? —musito. Soplo mis manos para darme calor.

—Eso espero.

—Padre dijo que en nuestro cumpleaños iríamos a la luna.

—No podemos ir a la luna —dice Ciaran mirándome con una sonrisa.

Él cree que porque es mayor por diez minutos, sabe más cosas que yo. Pero es mentira. Yo sé que soy más inteligente.

—Claro que sí —afirmo con seguridad—, somos ricos. Padre es el hombre más importante de Rusia.

—Es no quita el hecho de que no podamos ir a la luna.

—¿Lo estás llamando mentiroso?

Me cruzo de brazos.

—Padre no es mentiroso —mis labios forman un puchero, sé que yo estoy mintiendo porque hace tan solo horas él dijo que todo estaría bien y no es así. Los hombres malos vinieron por nosotros.

—Mejor vayamos a dormir, madre vendrá pronto y se enfadará si nos encuentra despiertos.

Niego, no podría dormir con el sonido de los disparos.

Un grito de dolor se une al ruido de afuera. 

—Quisiera ver las estrellas —susurro por lo bajo. Odio el invierno, el cielo siempre está cubierto y no puedo ver nada más allá de las nubes.

Mi mellizo hace el amago de responderme, pero la puerta de mi habitación se abre interrumpiéndolo. Mi madre ingresa a través de ella y la vuelve a cerrar. Su cabello azabache está cubierto por una fina capa de nieve. Sigue vestida con su vestido blanco, el que utilizo en la cena, la gargantilla brilla bajo la luz de las lámparas, sus ojos se clavan en los míos, puedo ver la determinación en ellos. En su mano derecha hay una pistola, la guarda debajo de vestido, en la zona de su muslo, cuando me pilla viéndola.

Avanza hacia nosotros.

—¿Los hombres malos nos harán daño? —pregunto levantándome de mi asiento.

—Dame una pistola, madre —pide Ciaran, parándose a mi lado—, yo ayudaré a padre a derrotarlos.

Ella sonríe con orgullo mirando a mi hermano.

—Yo también quiero una —digo llamando su atención, sus ojos se clavan en mí, la sonrisa se vuelve dulce.

Se arrodilla y abre sus brazos.

—Vengan aquí, mis pequeños guerreros.

Nos acercamos a ella sin dudar, nos abraza de cada lado y deposita un beso en nuestras frentes.

—Solo tienen cuatro años, aún no pueden usar una pistola…

—Pero… —mi hermano quiere replicar, pero ella lo calla con la mirada.

—Quiero, necesito —se corrige—, que me prometan algo —su expresión se transforma, ya no es la de una madre, ahora es la de la jefa de la mafia rusa—, y quiero que escuchen con atención.

—Sí, madre —mi voz suena vacilante.

—Ahí afuera está ocurriendo una masacre —empieza—, alguien nos delató, sea quien sea, ya estará muerto muy pronto, pero aun así nuestros enemigos han cruzado nuestra fortaleza. —Sus ojos se quedan fijos en la ventana, estamos en el último piso de la mansión, aun así, se puede ver a cientos de hombres ingresando a nuestra propiedad con armas largas y disparando a los empleados de papá— Nos superan en número, y ganarán.

—¡No! —exclama Ciaran— ¡Padre no permitiría eso!

—Eso se escapa de sus manos, hijo —dice ella—. Lucharemos, sí, hasta el final, podrán decir que nos vencieron, pero no tendrán la dicha de decir que nos rendimos. Los Borisyuk no bajan la cabeza ante nadie, somos amos a los que los esclavos exclaman piedad.

—Somos amos y reyes —citamos Ciaran y yo al unísono.

—Y los amos y reyes nunca se extinguen —continúa—, por eso, mis niños, ustedes deben irse.

Arrugo el entrecejo, Ciaran réplica, enojado.

—Lo harán —zanja— y no está en discusión. Ustedes son nuestro legado, los dueños de nuestra fortuna, de Rusia, y del trono que su bisabuela construyó. Porque antes solo había una corona y un solo rey, su padre se encargó de forjar otra más, para ti —me mira—, y es mi deber y el su padre mantener linaje a salvo. Para que eso sea, ustedes se marcharán ahora, se esconderán por el tiempo que sea necesario y, cuando estén listos, regresarán por lo que les pertenece.

—¿Y qué hay de ustedes? —inquiero.

—Cuando acabe, nos encontraremos.

Evita mirarnos. La puerta vuelve a abrirse, padre entra seguido de una mujer vestida con gabardina negra y votas de combate.

—Deben prometer que nunca se alejaran el uno del otro —habla mamá—, que harán lo que sea por mantenerse juntos y sí, por asuntos mayores, alguien los separa, lucharán por volver junto al otro.

—Mamá… —sollozo. Se está despidiendo.

—Prométanlo —exige.

Ciaran me toma de la mano y asiente.

—Lo prometemos —habla en nombre de ambos.

Papá se acerca a nosotros y nos rodea con sus brazos a los tres. El olor a cuero se cuela por mis fosas nasales, aspiro el aroma con ansias, el perfume de lavanda de mi madre se mezcla con el de papá y quiero quedarme así para siempre, oliendo sus aromas, sintiendo la calidez de su abrazo.

—¿Qué somos? —pregunta mi padre.

—Los amos y reyes —respondemos.

Él se separa y me mira a los ojos.

—Mi estrella de medianoche, mantente cerca de tu hermano, él te protegerá con su vida —ahora se vuelve hacia Ciaran—, y tú, mi valiente guerrero, mantente cerca de tu hermana, ella te protegerá con su vida.

Ambos asentimos.

—Los amamos —dice mamá besando nuestras mejillas. Papá se acerca a ella y juntan sus frentes en medio de nosotros. Abrazo a mamá con fuerza.

La mujer que vino con papá dice que ya no hay tiempo. Mis padres se levantan y le dan paso a ella para que nos tome de la mano.

Mis mejillas están empapadas de lágrimas, mi cuerpo tiembla con los sollozos que suelto.

—Una reina no llora, Temnyy —me recuerda mi padre. Asiento y seco mi rostro, miro a mi hermano, él se mantiene serio sin demostrar tristeza. Pero sé que él también está sufriendo.

Mi padre abraza a mamá por la cintura, y nos observa alejarnos hacia la puerta. La mujer la abre y avanza con nosotros, me suelto su mano y voy corriendo hacia mamá.

Ella abre sus brazos para recibirme apartándose de papá. Ahí es cuando en el centro de su vestido blanco aparece una mancha roja que se extiende por él. Ella se queda quieta y se lleva la mano al abdomen.

—Madre —susurro.

Sus ojos me ven por última vez antes de que otra bala impacte en ella, mi padre grita al sostenerla. Quiero correr hacia ellos, pero alguien me toma por detrás y me arrastra lejos de ellos.

—¡Madre! —grito desolada.

Papá la abraza sosteniéndola en su regazo. Besa su frente con el rostro descompuesto por el dolor.

La mujer me estira del brazo llevándome por el pasillo. Ciaran grita a mi lado queriendo ir hacia nuestros padres.

Justo antes de bajar las escaleras, veo como otro disparo ingresa por la ventana y la bala se aloja en la cabeza de mi padre matándolo, su cuerpo cae sobre el de mi madre formando una imagen trágica como el del cuadro de Previati, La muerte de Paolo y Francesca. El mismo que mi padre exhibía con orgullo sobre el escritorio de su estudio.

La mujer nos lleva hacia el mismo estudio y cierra la puerta. Camina hacia el cuadro y lo saca de la pared. En lugar en el que estaba, aparece un pequeño hueco cubierto por una trampilla de madera con dos cerraduras, una de bronce y otra de plata. Ella nos dirige una mirada antes de sacar de su corpiño un juego de llaves, nos da la espalda y abre la trampilla, el hueco en la pared queda al descubierto y al otro lado se puede ver el negro más puro.

La mujer busca algo en los cajones del escritorio e instantes después toma un encendedor y se lo pasa a mi hermano. Él lo toma y regresa a mi lado.

—Vengan —ordena la mujer.

Miro a mi hermano. Él asiente. Nos acercamos a ella.

—Los ayudaré a pasar al otro lado —ella me pasa las llaves—, cierren por dentro.

—¿No vendrá con nosotros? —pregunto.

Niega.

—Sigan el túnel que da hacia la derecha, su madre dijo que sabían dónde queda la salida —ambos asentimos—, allí estará una mujer de cabello rojo esperándolos. Ella los llevará a un lugar seguro. No sé detengan, caminen rápido y no se separen. ¿Entendido?

—Sí —decimos.

Ella levanta a Ciaran y lo hace pasar al otro lado. Me indica que me acerque. Miro a mi alrededor y sobre el escritorio veo una fotografía de mis padres y nosotros frente a la mansión, la miro por última vez y voy hacia la mujer.

Me levanta y paso mis piernas por el hueco y luego me dejo caer al suelo, Ciaran me ayuda para que no caiga de rodillas.

—Suerte —nos dice la mujer antes de cerrar el hueco. Ciaran se agacha y subo a sus hombros, coloco las llaves y atiendas trabo la cerradura.

Bajo de vuelta y él enciende el encendedor. Sus facciones se pintan con la pequeña llama.

—¿Ahora qué? —digo.

—Iremos por la derecha.

—Ellos murieron —susurro.

—Pero nosotros seguimos juntos —espeta—, siempre.

—Siempre.


Nota de la autora: 🛑 IMPORTANTE LEER 🛑

Bien, estamos metidos en la siguiente fase de esta novela. Desde ya les aviso que irá totalmente por el lado contrario del que creí que iría. No se dejen llevar ni por el título de la novela y mucho menos por la portada.

En el momento que me planteé escribir está novela tenía claro un objetivo, ir oscureciendola poco a poco. Así que si pensaban que era un cliché, están en lo correcto (ah, no, así no era?) mentira, en realidad la novela tiene muchas capas, como una cebolla, y cada una trae con sigo un secreto que no esperabamos. Si no les gusta, pueden irse sin problemas, no están obligados a nada, porque como ya dije, la novela se está oscureciendo y se van a tocar temas más sensibles que podría no se del agrado de todos.

Espero comprendan.

Dentro de unos día publicaré la siguiente parte. Y recuerden, no confíen y ningún personaje.

Se les quiere.

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